09

| Play dirty — Kevin McAllister, SEBELL |

Si en alguna parte de esta retorcida vida aún queda un dios... espero que nos perdone por lo que él acaba de hacer. La chica murió desangrada frente a mis ojos. No hice nada para ayudarla, de todas maneras, ¿Por qué lo haría? Sería una mentira enorme si dijera que me importaban las mujeres que pasaban por esa mesa metálica... odio mentirme. Es la ley de sobrevivencia, siempre diré, ellas o yo.

Soy demasiado egoísta para permitir pensar que mi vida será reducida a un pedazo de carne en vegetales, él quiere que me quiebre, si puedo permitir robarle el único poder que cree tener de mí, se lo pondré difícil; Lucha, llora, quiébrate antes que yo.

Lo complicaré hasta el día que me liberes.

—Mira el desastre que hiciste...—rozó sus dedos en mi boca, tocando mis dientes llenos de sangre.—Te ves gloriosa con la sangre en tu cara, pero te verías más gloriosa en una mesa.

Me zafé de su agarre, mirando sus zapatos de cuero.—Lame la sangre de mis zapatos. Tú los ensuciaste, hiciste que me cayeran en mis zapatos nuevos.

Me negué, mirándolo a los ojos. Su metro noventa se hacía ver en ese momento, sus hombros anchos abarcaban toda la luz que me pegaba de frente, el piso frío hacía que el lugar se sintiera lúgubre. Me quitó el pelo de la cara, volviendo a limpiar la sangre de mi cara. Buscó algo de su bolsillo, un corta cartón.

No penetrará tanto en la piel como lo haría el bisturí, pero créeme que será de igual de doloroso, porque no es el arma, sino la fuerza que se utilice con la victima. ¿Los limpias?

Quité las manos de mis piernas y me incliné hacia adelante, oliendo el metal de la sangre combinado con el olor del cuero y el limpiador del piso... quería vomitar, otra vez, pero haría que me lo trague. Respiré profundo, pasando mi lengua por el zapato.

Acercó una silla y se sentó, estirando el pie para que lo tome y él pueda ver como lo hago.—Te ves hermosa.—musitó en voz baja, inclinando la cabeza hacia la derecha, observando en silencio mientras mordía su labio inferior.

La sangre resbalaba por mi labio inferior, el sabor después de acostumbrarse no era tan horrible como en el inicio, este se me hacía exótico. Al terminar con el primer pie, esbozó una sonrisa. La sangre me chorreaba por el cuello, llenando mi ropa del tono color ladrillo.

—Vamos por la izquierda, mi amor.—Levantó la pierna derecha, observándome.

Gatee hacia la otra pierna, mirándolo en el proceso.

Creía que este sería el momento perfecto para contar el cuento de caperucita roja, en donde caperucita entra en la cabaña y el lobo la hace probar la sangre de su abuela aún caliente en el suelo de la cabaña... un final retorcido para una niña que decidió creerle a un lobo mentiroso en vez de seguir el instinto de no cruzarse con gente que puede matarte.

Nunca se conoce a la perfección a las personas, algunas fingen ser caperucitas teniendo un lobo adentro. Esas personas son las peores.

Sujetó mi cabello, tirando mi cabeza para atrás para comenzar a lamer todo mi pecho, cuello, mandíbula, y cara. Suspiró para mirarme a los ojos, su boca estaba manchada de sangre, y sus ojos negros me observaban detenida. —Eres un lobo con piel de cordero, engañas a toda una comunidad fingiendo que eres perfecto cuando estas agrietado.

No había expresión en su cara, esta era pacifica, sin sentimientos algunos. Pestañeaba con tranquilidad como si mis palabras ni siquiera hubieran salido de mis labios. Una leve sonrisa se asomó de su boca.—Creo que por eso la gente me adora, puedo mentirte a la cara y te comerías todo lo que te digo, caramelo.

Se arrodilló para quedar a mi altura, bajando sus manos a mi nuca, para poder sujetarla con más fuerza, atrayéndome a él.—La gente siempre buscará redención, esa mierda no va para mí, mis actos no son dignos de perdón, y es por eso que no lo busco. Mientras te tenga, el resto será un complemento y no una necesidad.

Sus manos me apretaban más, sintiendo que poco a poco se me iba el aire de los pulmones. Abrí la boca buscando aire, su boca se posicionó en la comisura de mi labio, queriendo besarlo. Coloqué mis manos en su traje, sujetándolo con fuerza, enterrando mis uñas en él.

—Si en algún momento crees que estás alejándote de mí, házmelo saber, te quiero cerca, eres mía legalmente, mentalmente y físicamente. Siempre seremos uno.—Depositó un corto y basto beso en la comisura de mi labio, dejando el calor en esa zona.

El sabor metálico regresó, invadiendo de nuevo mi boca. El calor de sus manos se había marchado y solo me miraba desde arriba, otra vez. Me sentía pequeña e indefensa ante él. —¿Quieres ver como corto el cuerpo?

—En realidad quiero salir de aquí, no quiero ver más a esa chica.

—La verás próximamente en un plato de comida. Es difícil cuando no eres tú quien hace el trabajo difícil y se lo dejas a quienes tiene estomago para ello, pero es fácil sentarse en una mesa a comer el esfuerzo de alguien más ¿No crees?

—No quiero ver como la descuartizas...

—Algún día tendrás que convertirte en cazadora, tener que saber que eres tú o el mundo y tú contra cualquiera que amenace tu existencia, tu individualidad y familia.

Tragué en seco, ¿familia? No puedo tener una, no puedo mantenerme en pie mi propia estabilidad para tener que defender la estabilidad del resto de personas que me rodean. ¿Egoísmo? quizás.

El sonido de la cierra me sacó de los pensamientos, un brazo se encontraba cortado, ahora iba por el otro. Me quedé observando desde el suelo como los trozos de aquella chica eran retirados lentamente para ser colocados en otra mesa metálica, llena de plástico transparente.

—Levántate del suelo y límpialo.

—¿Con la lengua?—bromee para aligerar el ambiente.

Sonrió irónicamente, limpiando el cuchillo en el mantel que cubría su perfecta ropa negra.—No te detendré si deseas deleitarme con ese espectáculo tan glorioso, tu lengua rozando el suelo... eso hará que me erice por completo...—cerró sus ojos mientras estiraba la cabeza para atrás, pensando en ello.—pero no—apuntó en un armario—, allá hay unos utensilios para que puedas usarlos y limpiar a la perfección el pequeño desastre causado....

Asentí, mordiendo mi labio inferior, yendo por ellos.

Llené el balde con agua nueva y coloqué algunos químicos para que la sangre se despegara con facilidad del frio piso.

—Para que sea más sencillo, coloca el líquido de tapa roja, azul y luego morada—apagó la cierra—, después tienes que pasar un trapo desechable que será quemado con los restos de esta mujer. Los químicos los diferencio por las tapas.—Tocó la botella de tapa roja, abriéndola y esparciéndola por toda la mancha roja.—Luego—agarró la botella azul y la mezcló con el agua— te deshaces de la mancha roja y no será visible para nadie, por ello tendrás que pasarle un paño con el liquido de la botella morada... que es un simple lustrador con un pequeño cambio químico. ¿Se entendió?

Asentí, sacando el fregador para pasarlo en el piso. La sangre se había espesado, haciendo que esta se pegara al limpia pisos, diluyéndose sencillamente con el agua. El olor era repugnante, la leve brisa que corría aquí abajo era quemadora, te corroía hasta el alma.

—¿Qué harás con el policía si llega a venir otra vez? —pregunté, terminando de limpiar la sangre a su totalidad del piso.

—Usaré su piel como fundas, hace tiempo deseaba tener un libro con su piel ¿Será el momento?

Lo miré en silencio, tomando la botella de tapa morada entre mis manos, poniendo el líquido en el trapo desechable.

—Es broma, Christine.—Me observó, levantando la cabeza de la chica en el aire— Odio que los cuerpos humanos tengan cabeza en estos procesos, no sirven para nada.

Lanzó la cabeza en un tarro de basura, deshaciéndose de ella como si no fuera nada.

Sus restos serán vueltos a cenizas, no será nada en las próximas horas... el ser humano se cree lo mejor del mundo, pero una vez se le es arrebatada la vida, estos pierden valor para todo; sus restos, sus memorias y dolencias quedan en un plano de existencialidad en donde prácticamente ya no importan los sueños y aspiraciones que ese ser de carne tenía, murieron en el momento de dar su último aliento en este nefasto mundo.

¿Cómo queremos ser recordados? Siendo los terrores nocturnos de cientos de personas, de día, ayudando a alguien o siendo ese cadáver sin aspiraciones ni sueños en la vida... Quiero ser recordada con mis cuadros. 

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