12 de Julio, 1994

Al principio no lo creí.

En realidad ¿Quién lo creería? Incluso ¿Qué se supone que tenía que pensar en ese momento? Todo era como una mancha que no sabia definir e iba tomando distintas formas.

El departamento donde vivía se veía exacto como hace más de un año atrás, incluso con las latas de cerveza y las bolsas de fritura por el día anterior que Conan y Daniela habían dejado el día anterior para celebrar por la noticia que ahora se presentaba en la televisión.

¿Estaba soñando? ¿Era alguna especie de broma cruel?

Llamé a Conan, con mis manos temblando, sentado en el sillón inspeccionando la casa como si fuera un fantasma. Mirando la puerta de entrada, como si Elliot fuera a entrar en cualquier momento.

—¿Asher? ¿Me escuchas?

Di un respingo al escuchar la voz grave y fuerte de mi amigo al otro lado del teléfono.

—Necesito hacerte una pregunta—la angustia era cada vez más y fui directo al grano—¿Estamos a 12 de Julio?

—¿Sí?

—De 1994.

Su voz sonó aún más confundida—. Obviamente ¿Estás bien? ¿Pasó algo? No suenas bien y estas preguntas son raras. No me vengas a joder con que estás drogandote, porque o sino iré y te pateare-

—¿Qué pasó con Elliot?

La línea se mantuvo en silencio por varios segundos y solo podía pensar en lo que había visto.

Había presenciado su muerte, eso no podía ser una maldita broma.

—¿Quién es Elliot? ¿Era alguno de los de la pandilla de ayer? Si quedo suelto podemos...

Ni siquiera esperé que terminara su frase, solo corté sin despedirme tirando el teléfono a un lado y sosteniendo mi cabeza entre mis manos, con mi mente trabajando a mil por hora.

Conan estaba diciendo la verdad, era 12 de Julio de 1994, había regresado a el día que conocía a Elliot.

Lo que significaba que tenía otra oportunidad para salvarlo. Costara lo que costara.

◇ ◇ ◇

Cuando miré la hora, entré en automático. Volví al dormitorio, sacando la ropa para ir a la biblioteca, mis ojos desviándose a las perchas y cajones que antes tenían la ropa de él. Entré a la ducha, ni siquiera el agua tibia calmaba mis músculos. Ni mi mente. Mi cuerpo actuaba por costumbre, pero dentro de mi cabeza ya estaba maquinando un plan para que lo que había pasado no volviera a pasar.

¿Debería acercarme a él o ni siquiera hablarle? ¿Qué cambiaría si hacía una cosa u otra? Había sido yo al fin al cabo el que lo involucró en cosas oscuras y peligrosas.

Pero la línea del tiempo es como jugar al domino, una sola pieza puede causar una reacción en cadena. No solo eso, puede que sea imposible que impidas una acción que de todas formas sucederá por el destino.

Tenía tantas preguntas que parecían imposibles de resolver, incluso yo estaba algo inseguro de todo esto, a pesar de todas las pruebas ¿Estaría loco? ¿O soñando? ¿Tendría más oportunidades?

¿A quién podía preguntar si no estaba seguro de mi propia sanidad?

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Creo que iré actualizando esto al mismo tiempo que PPAUB, aunque los capítulos sean más cortos.

Quise hacer esta parte algo confusa, llena de preguntas pero que a la vez se entendiera (¿) espero haberlo cumplido.