Vainilla

Por un momento intenta sentirse culpable, en verdad quiere hacerlo, pero todo pasa a segundo plano cuando su mirada se concentra nuevamente en el bizcocho de vainilla que tiene ante sus ojos, el cual todavía tiene una hermosa capa de azúcar glass decorandolo.
Oneiros yace en el sofá de su casa, recostado en su totalidad e intentando conciliar el sueño que el otro había interrumpido a las dos de la mañana, mientras que Mu, a quien el ruido del auto y los golpes en la puerta lo terminaron por despertar, igual estaba descansando sobre el pecho de Oneiros, que tomando en cuenta el tiempo que pasaba en su casa e intentando hacerse un lugar con ellos, no le sorprendía que a su hijo ya le dejara de ser un extraño.

— ¿Estas dormido?

—Si.

Retuvo la risa que ansiaba soltar, cortando un poco del suave bizcocho con el tenedor y posteriormente llevándoselo a la boca. La relación entre ambos finalmente estaba formalizada, aunque no lo suficiente como para aceptar que el de cabellos plateados empezar a vivir con ellos, aun cuando dentro de poco era algo que terminaría aceptando, pues tampoco podía tenerlo durmiendo en un apartamento al otro lado de la ciudad mientras él se quedaba con Mu y...

— ¿Te vas a comer eso o no?

—En eso estoy, no me apresures.

Toma un nuevo pedazo del bizcocho, consciente que dentro de poco su subida de peso dejará de ser algo lógico y entonces su pareja iba a darse cuenta de todo.

—Oneiros.

— ¿Qué?

Por un momento sigue dudando en decir las siguientes palabras, dejando el tenedor finalmente abandonado y mirando al pobre hombre que sólo quería seguir durmiendo.

—Vamos a tener un bebé.

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