Tiene meses vigilandolo, siguiendo sus pasos por calles que ahora ya se sabe de memoria, intentando mantener una distancia prudente para no llamar su atención y sobre todo, intentando no asustarlo, después de todo, ellos dos no se conocen y todos los lugares que para el de cabello verde son habituales, para él no lo son tantos. Son tan distintos, que no coinciden ni siquiera en el plantel de estudios.

—Deberias de intentar acercarte.

La recomendación de su hermano no le inspira mucha confianza, después de todo, normalmente Phantasos e Ikelos suelen reírse de su situación.

—No me conoce, de seguro lo asustare por mis ojos.

La risa de su hermano menor llega a sus oídos, ambos están parados debajo de un almendro, cuyas blancas flores y fuerte aroma les recuerda que ya es primavera y todo empezará a florecer poco a poco.

—Nadie nace conociendo a todo el mundo, es el encanto de la vida —el rubio se aleja de la sombra del árbol, dejando a su hermano abandonado contra el tronco del árbol—. Podrias intentar regalarle alguna flor, ya sabes, la primera impresión siempre es lo que cuenta.