—Oye Shion, estoy preocupado.

El de cabello verde apartó la vista de su libro, dejándolo abandonado mientras le prestaba atención a su mejor amigo, el cual continuaba haciéndole llegar las susodichas flores que él realmente no tenía ganas de seguir recibiendo.

— ¿Te preocupa algo?

— ¡Las flores! —exclamó repentinamente, llamando la atención de los pocos compañeros que aún siguen ahí junto a ellos—. Mira Shion, estamos en otoño y el invierno ya no tarda en llegar.

—Aja... ¿Y eso me importa, porque?

— ¡Porque en invierno no hay flores! —respondió como si fuera la cosa más obvia del mundo—. Y las que hay van a estar demasiado caras, tu admirador la va a tener dificil en tu cumpleaños.

Shion observa a Dohko con expresión aburrida, aunque en el fondo estaba sorprendido por la importancia que su amigo le estaba dando a la situación, él en verdad tenía la esperanza de ya no recibir más regalos de un desconocido que lo stalkeaba y no se dignaba a dirigirle la palabra.

—Por cierto, ¿ya sabes como se llama? —preguntó el de cabello castaño, observando con curiosidad a su amigo.

—No. ¿Y tu?

—Tampoco —admitió con tranquilidad, cruzándose de brazos sin dejar de mirar a Shion—. Insisto en que deberías conocerlo.

—No pienso conocer a alguien que lleva casi un año siguiendome.

— ¿Un año? ¿No lo ha hecho por más tiempo?

El de cabello verde sintió uno de esos normales escalofríos en su espalda, antes de levantarse y finalmente cerrar la ventana, impidiendo que el frío otoño siguiera entrando al salon.

—Dohko, ya no me metas miedo.