Fucsia.

El siguiente regalo que recibe es un exótico colgante de conejito con pelaje color rosa fucsia, sus mejillas coloreadas de carmín y la vergüenza le hacen desear regresarlo, pero el llavero es tan lindo que no se siente capaz de hacer tal cosa.

— ¿Porque me estas regalando esto? —se siente avergonzado cuando piensa colgar el llamativo conejito en su llavero. No, no lo pondrá en su llavero, eso era demasiado hasta para él.

—Hoy es tu cumpleaños —es ahí cuando el de ojos negros agarra confianza y lo sujeta por la cintura, depositando un rápido beso en su mejilla—. Y recuerdo que te gustan los conejitos.

—Yo nunca dije eso. —responde sonrojado, tomando distancia para guardar el llavero en la bolsa de su chaqueta.

—Si no lo quieres, me lo puedes devolver. —ofreció el de ojos negros después de soltar un suspiro, extendiendo la mano hacia el otro como esperando que el objeto volviera a ser depositado ahí.

—Olvidalo, los regalos no se devuelven.

— ¿Entonces si te gustó?

—Un poco, aunque creo que lo pudiste haber conseguido de un color mas llamativo —señalo con sarcasmo, metiendo la mano en la bolsa de su chaqueta para seguir sintiendo el suave pelaje de aquel objeto—. Ya sabes, algo que combine más conmigo, como, no sé, verde fosfo o naranja chillón.

La risa de Oneiros inunda sus oídos, llamando la atención de la gente que también paseaba por ahí, aunque rápidamente dejan de ser el centro de atención, lo que agradece porque no le gusta ser tan llamativo.

—La idea era conseguir un pollo amarillo brillante, pero lo unico que tenian era ese conejo fucsia. Al igual que el cuarzo, espero verlo en tu llavero.

—Pues te quedarás esperando.

Respondió con una sonrisa, claramente divertido por la situación, antes de ocultar su expresión bajo el agradable sabor del café que recién habían comprado.

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