NARRA CODY

No se cómo sentirme ahora mismo. No se si me gana más la felicidad de haber ayudado a mi primo a recuperar a su chico o la tristeza de haberla cagado totalmente con el mío. Aunque en realidad no es mi chico... No aún. Es más, de no ser por lo que hice el lunes, ni siquiera sabría de mi existencia.

Estoy enamorado, perdida y locamente enamorado de un chico.

Esto nunca me había pasado y tengo miedo a su rechazo. Él no me conoce, no hemos cruzado más de seis palabras en total. Pero le besé. Un total desconocido para él le besó. Debe de estar asustado, confundido, quizá hasta me odia... Maldita sea. Tanto tiempo observándole, mirándole desde las sombras, fijándome en cada uno de sus movimientos... Si es que parezco un puto acosador.

Es tan mono, tan inocente... Yo podría enseñarle muchas cosas. Aunque nunca me haya enamorado no soy virgen, he estado con otros tíos y tías por pura diversión. Yo soy de los que piensan que hay que estar preparado para cuando llegue esa persona especial, y no mantenerte puro esperándole. Pero respeto todo tipo de pensamientos, es más, me alegro de que haya gente que piense de manera diferente a la mía. Si no todo sería demasiado aburrido.

Ese castaño que me tiene loco tiene que ser virgen. Tengo que ser su primera vez sí o sí. Y tal y como reaccionó cuando le besé, que parecía que fuera su primer beso, creo que he tenido suerte.

Pero la impresión de esa misma reacción fue lo que me hizo cagarla. Tanto tiempo soñando con ese beso, tanto tiempo detrás de él sin que se diera ni cuenta... No me pude contener, le tenía delante, me miraba a los ojos, cometí el terrible error de mirar sus labios y... Mandé todos mis planes de acercarme despacio a la mierda. Le besé, y al principio me costó creer que era real. Lo había imaginado tantas veces, de tantas formas diferentes y en tantos lugares... No fue como me esperaba: estábamos en un baño del instituto. Y él me devolvió el beso. Me quedé tan alucinado por eso que no reaccioné a tiempo. Dos idiotas entraron y le insultaron, y me odié a mí mismo porque había sido culpa mía. Y encima no hice nada para defenderle, aún estaba procesando lo que acababa de pasar.

Hoy en el instituto le he buscado por todas partes. He mirado por cada maldito rincón, y en circunstancias normales hasta encontraría una hormiga buscándola de la manera en la que yo he buscado hoy. Así que solo queda una opción.

Me ha estado evitando.

Me jode mucho eso, pero lo entiendo. No debe ser fácil entrar tan tranquilo al baño y salir minutos después con tu boca profanada por alguien de tu mismo sexo a quien ni siquiera conoces. ¿Es que a mí nadie me enseñó lo que era el sentido común? Parece que no.

Uno de mis mayores miedos es que no sea gay y los homosexuales le den asco. Ahí ya sí que no tendría ninguna posibilidad. Pero me devolvió el beso... Así que muy hetero no es, ¿no?

En el tiempo que llevo observándole no le he visto ni con chicos ni con chicas, a parte de mi primo Julian, pero sé que su relación no pasa de la amistad.

Quizá no debería pensar tanto... Me está entrando dolor de cabeza.

Mientras llego a mí casa maldiciendo al mundo por mi mala suerte me repito que tengo que hacer algo para arreglar este desastre. No puedo perderle antes de ni siquiera haberlo tenido. ¿Es posible tener miedo de perder algo que no has tenido nunca? Ahora sé que sí.

El coche de mi padre está en el garaje y por desgracia eso significa que él también está en casa. Saboreo por un momento la idea de volver a irme y no decirle nada, pero necesito mi teléfono y está en mi cuarto. Me verá sí o sí al pasar a por él así que resoplo y me meto dentro. Debería ser un hogar cálido, una familia feliz... Pero no lo somos.

- Niño, tráeme otra cerveza.- Ni un hola, ni un cariño, ni un hijo... El borracho de mi padre quiere más a sus cervezas que a mí.

- Levántate tú y ve a por ella.- Tengo 16 años, ya no me puede controlar como le de la gana como hacía cuando era pequeño.

- Hijo de puta, no sirves para nada. Maldito maricón.- Hace mucho tiempo que sus insultos dejaron de hacerme llorar, pero aún me duele que mi propio padre me considere un estorbo para su vida.

Subo las escaleras aguantándome el grito de rabia. Siempre es lo mismo: insultos, palizas y cervezas. Normalmente todo a la vez; en sus días buenos suelen ser insultos y cervezas nada más.

Ya estoy acostumbrado. Si no fuera por Julian, mi madre y mi tía, hace mucho que habría tirado la toalla. Mi primo me entiende, ambos vivimos la misma situación. Nos hemos criado juntos, buscando consuelo el uno en el otro. Nuestras madres nos juntaban siempre que podían porque sabían que eramos más felices si teníamos el apoyo de alguien.

Y es por eso que no dudé ni un segundo cuando mi tía me pidió ayuda. Ella sabe todo acerca de su hijo; mi madre y yo nos llevamos bien pero no tenemos tanta confianza.

La madre de Julian me dijo que el idiota de mi primo había cortado con el amor de su vida por una tontería, y que ya que ella no tenía los medios suficientes para arreglarlo, necesitaba mi ayuda.

Su descripción de Alan fue perfecta y muy útil, a pesar de que nunca le había visto en persona. Le encontré, se lo expliqué, y lo demás lo hicieron ellos solitos. Estoy contento por mi primo, no hay nadie que se merezca más ser feliz y Alan me pareció sinceramente una gran persona. Parecía quererle de verdad.

Llego a mi habitación, tiro la mochila y cojo el teléfono. Le quité a mi primo el suyo hace dos noches cuando durmió en mi casa. Necesitaba el número de mi castaño y Julian lo tenía ya que eran bastante amigos.

Así que antes de pararme a reflexionar demasiado, le llamo.

- ¿Hola?- Su hermosa voz responde confundida. Él no tendrá registrado mi número y no sabrá quién soy.

Cuando lo coge no puedo evitar respirar hondo y suspirar. Tengo que esforzarme para que salgan sonidos de mi boca que formen palabras. No sé qué decir, así que empiezo por el principio.

- Hola.- Y me cuelga. Y me derrumbo sobre mi cama. Y grito con la cara tapada por la almohada. Y me quedo minutos, o quizá horas mirando al techo y preguntándome cómo coño soy tan imbécil.