Capítulo 3

NARRA JULIAN

Apenas he dormido una mierda pensando en cómo actuaré hoy si me encuentro con Alan. Tampoco es que la puta costilla me haya dejado estar cómodo. Cada vez que me movía tenía que morder la almohada para no emitir un quejido de dolor.

Sé que no debería ni mirarle ni hablarle ni nada, pero me va a resultar difícil, muero de ganas por besar esos dulces labios. Va a ser muy raro no poder hacerlo cuando ya me había acostumbrado a tener esa boca para mi solito cada día.

En fin, por la mañana la costilla ya no me duele tanto y los golpes de mi cara están algo mejor. Aun así el ojo morado y los moratones dejan ver claramente la brutal paliza que recibí anoche. Traté de disimularlos un poco con el maquillaje de mi madre, pero si usaba demasiado se notaría y no me apetecía que la gente pensara que estaba empezando a convertirme en una chica.

Después de vestirme y desayunar un vaso de leche, me miro al espejo. No me he peinado, nunca lo hago y a mi parecer así estoy mejor. Alan siempre me decía que los mechones en la cara me hacían ver sexy, y no puedo evitar sentirme mal al recordar que no me volverá a decir nada bonito. Mi cara está llena de moratones y el ojo pinta mal, se ve que el maquillaje no ha servido de mucho. No creo que a nadie le importe de verdad lo que me pase, así que cojo mi mochila y me voy así.

Por suerte o por desgracia, en el camino no me encuentro con Alan. Tengo ganas de verlo, quiero saber si está bien o si le he hecho mucho daño. Seguro que estará bien, dudo mucho que se haya enamorado de mí hasta el punto de estar destrozado. Lo más probable es que me odie, y lo entiendo. Me he portado como un gilipollas con él, pero solo porque tenía miedo de que le hicieran daño y la verdad es que no se qué va a pasar ahora.

¿Todo volverá a ser igual de asqueroso que antes de conocerle? ¿O quizá ahora odiaré a las parejas por poder ser felices cuando es gracias a ellos que yo no lo soy? ¿Me convertiré en un amargado y viviré con 200 gatos en un viejo piso? Anda Julian, deja ya de exagerar.

Cuando llego a mi instituto me encuentro a los mismos idiotas de siempre esperándome en la puerta. No puedo expresar lo mucho que odio a esta gente ahora mismo. Sin embargo sé que si me porto diferente con ellos, el haber dejado a Alan no servirá de nada.

Saludo con la sonrisa más falsa que jamás he puesto con nadie y entro en el instituto, no sin antes echar una rápida mirada a la calle de enfrente.

No tenía esperanzas de verle pero justo antes de girarme, distingo una cabellera negra y rizada que podría reconocer en cualquier parte. Estoy demasiado lejos como para ver su expresión pero lo que sí veo y no me gusta nada es que hay un chico que lo tiene abrazado. Desde aquí no distingo quien es, pero su figura me resulta familiar.

Se meten dentro y yo aparto la vista con ganas de llorar. No me puedo creer que me haya reemplazado tan rápido. Pensé que al menos me quería un poco, no puedes olvidar a alguien a quien quieres de un día para el otro, ¿no?

Quizás lo estoy malinterpretando todo, o quizá no me quería tanto como yo a él. Siento varios cuerpos empujándome ya que me he quedado en medio de la puerta.

Veo a Nick andando con la cabeza gacha hacia las aulas y me acerco a él. Es de los pocos realmente agradables y buenos aquí. Creo que es mi único amigo de verdad; siempre me ha apoyado en todo y demuestra más madurez con un año menos que los de mi clase. Va un curso por debajo de mí y es bastante mono. Tiene el pelo castaño, bastante corto y los ojos verdes. No me apetece que vea mis golpes así que me tapo un poco con mi capucha.

-Hola Julian, te veo un poco apagado. ¿Estás bien?- También es muy atento, demasiado a veces. Por suerte estamos caminando y no me mira demasiado. Es muy tímido, a veces me recuerda a la timidez que tenía Alan cuando lo conocí. Nick es como mi hermanito pequeño, le protejo y le ayudo siempre que puedo. Pero no quiero que se preocupe por mí.

-Si, tranquilo. Es solo que estoy algo cansado, no he dormido mucho.

-¿Y qué tal con Alan? Me lo he encontrado esta mañana por el camino. Ahora que lo pienso, él tampoco tenía cara de haber dormido bien.- ¿Alan está mal? Esto me descoloca por completo, y él se toma mi silencio como algo bastante más lejos de la realidad.- ¿No me digas que...?-Su cara pasa a un sonrojo increíblemente vergonzoso por lo que está pensando.-Yo... Siento mucho haber preguntado, lo que hagáis como pareja no es asunto mío y...- Decido interrumpirle antes de que explote de la vergüenza. Ese color rojo de su cara no puede ser muy sano.

Niego con la cabeza rápidamente y él se relaja. A pesar de cómo me encuentro, la situación es bastante divertida. Sonrío con ganas y le doy un pequeño abrazo por el mal rato que le he hecho pasar. No debe ser fácil insinuar sin querer que he tenido una noche de sexo con Alan. Que sí que las he tenido, pero ese no es el caso. Lo que daría por poder seguir teniéndolas... Decido desviar mis pensamientos antes de provocar a cierta parte de mi cuerpo.

Nick se va a su clase con la cara un poco roja aún y no puedo evitar sentir ternura hacia él. ¡Qué inocente!

Estoy a punto de llegar a mi clase cuando alguien me empuja hacia el aula vacía que tengo al lado. Cuando estoy dentro me doy la vuelta dispuesto a pegarle una buena paliza al que se haya atrevido a tocarme así y me quedo sin habla.

Estoy seguro de que si mis ojos no estuvieran pegados a mi cuerpo ya se me habrían salido, y mi mandíbula también estaría en el suelo. De todas las personas que pensé ver aquí, Alan era la que menos esperaba.

Estaba oscuro y le veía poco, pero pude distinguir que tenía ojeras, sus hermosos ojos estaban rojos y parecía haber llorado mucho. ¿Yo había hecho eso? Ahora me siento aún peor.

Imagino que con la poca luz que hay y la posición en la que estamos, que le da toda la luz a su cara, él no podía verme con claridad. Me alegré, por nada del mundo quería que viera mis moratones. Tenía una expresión de furia en el rostro e iba dirigida a mí.

-¿Cómo has podido ser tan idiota?-Seguro que mi cara muestra a la vez sorpresa y miedo. Está muy enfadado y aunque sé que jamás me pegaría, no puedo evitar andar hacia atrás hasta que choco contra la pared. Él por supuesto me sigue mientras no deja de hablar.- ¿Te crees que puedes decidir por los dos y yo me conformaré como si nada? ¿Crees que puedes hacer lo que te dé la gana y yo me quedaré calladito? Sé que no soy tan valiente ni tan fuerte como tú, ¡pero eso no te da derecho a hacer lo que has hecho! No puedes decidir lo que es mejor o peor para mí. ¿Acaso has pensado en lo que yo siento? ¿En qué estar sin ti es mil veces peor que una paliza o doscientos insultos? Podías haberme preguntado, haberme dicho si quería o no alejarme de ti. ¡Yo sabía que juntos podíamos con todo! ¡Pero tú no tuviste confianza en mí! ¿De verdad creías que pararían si me dejabas? ¿Tan ignorante fuiste como para pensar eso? Entiende algo, Juli, porque no pienso volver a repetirlo: ¡te amo! Y si tengo que soportar mil y un insultos, palizas y torturas para estar contigo, ¡lo haré encantado! -En ningún momento paró de gritar y yo desde la tercera palabra ya estaba llorando.

Tiene razón, en todo. He sido un gilipollas supremo, el rey de los gilipollas. No merezco a alguien como él. Las palabras no me salían y cuando fijó su mirada en mí, su expresión se suavizó. Se acercó y me abrazó. Le correspondí inmediatamente y lloré en su hombro. Noté como él también lloraba en el mío y no pude odiarme más. Había hecho llorar a la mejor persona del mundo.

-Al, yo... también te amo y de verdad lo siento. Solo lo hice por...-Me calló con un beso, un dulce beso y eso a mi parecer fue la mejor manera de silenciarme que se le pudo ocurrir.

-Lo sé.-Dijo cuando nos separamos. Mis labios estaban a centímetros de los suyos y notaba su aliento en mi boca. Junté nuestras frentes y me sentí el hombre más afortunado del mundo por tenerle así para mí. Sus mejillas estaban sonrojadas y mis palabras no hicieron más que aumentar ese sonrojo.

-Quiero sentirte por completo, mi amor.

Se puso como un tomate, pero sonrió y asintió.

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