ARIZONA LEE.
Lo primero que veo al entrar al hospital es a Ethan sentado a un lado de la recepción, que extrañamente está vacía, y el único ser que se encuentra ahí es él, quien no pierde un solo segundo y corre hasta mi. Veo lo preocupado que está, y de pronto eso me asusta, ¿pasará algo con mamá?
Me sentía nerviosa, dolía mi pecho, y casi podía sentir que mis piernas temblaban. En el camino acá no solté un solo segundo la mano de Edward, incluso me estuvo repitiendo que debía controlarme porque mamá no debería verme así de asustada. Y lo único que podía sentir era mis respiración agitada, siento miedo, sé que mi padre se pondrá furioso al verme con él, jamás permitiría que mantuviera una relación con Edward, estoy segura, y no es como que vaya a decírselo pero se dará cuenta, estoy segura. Y por otra parte me siento angustiada, vería a mamá después de casi cinco meses, después de que todo este tiempo creí que me habían abandonado cuando no fue así, cuando estuvo todo este tiempo en el hospital.
Todo estaba increíblemente limpio, y olía a una mezcla mentolada con alcohol etílico, lo usual de un hospital, las paredes blancas estaban impecables, y la temperatura estaba helada. Me seguía pareciendo extraño que la sala de espera estuviera vacía, no veo por ningún lado a ninguna enfermera, solo a Ethan.
Edward se había quedado afuera atendiendo una llamada importante del investigador privado que ha contratado para encontrar a su hija, porque ya me lo ha contado todo de camino al hospital. Cuando nació la bebé, tuvo que estar en incubadora un tiempo, hasta que su cuerpo regulara su temperatura ya que había nacido un poco antes del tiempo establecido. Pero sus abuelos, es decir los padres de Isabella se la robaron, si es que se puede decir así. La tomaron y desaparecieron, desde entonces Edward junto a su abuelo Caleb, —que no se asusten, yo apenas me entero de que así se llama el papá de Camilo, así que no son los únicos que no lo sabían—, han estado en contacto con investigadores privados alrededor del mundo, para localizarlos ya que Camilo y Eva se negaron a ayudarlo en ese aspecto, aún no entiendo como es que le negaron eso a su hijo, tuvo que buscar ayuda con su abuelo, y al parecer la última vez que se vio al papá de Isabella, que ahora sé que se llama Isvelardo, fue en España, hace algunas semanas, pero le han perdido la pista, y ahora mismo han estado vigilando en los aeropuertos para que no salga del país.
Admito que me sentí impotente al escucharlo decirme eso, ¿cómo los padres de Isabella fueron capaces de eso? Es decir, ¿cómo se atreven a arrebatarle su hija a Edward? Yo entiendo que se encuentren tristes por la pérdida de su hija, pero claro que Edward también lo ha estado. Fue su novia, y era la madre de su hija, por Dios.
Se necesita ser demasiado malo para hacer algo así.
Me ha pedido que aguarde en la sala de espera, y él me llevará a la habitación de mamá.
Ethan me envuelve en un abrazo, —Lo siento, Ari, te juro que quise decírtelo y Edward no me dejo, yo...
Le devuelvo el abrazo y antes de que pueda terminar, me pongo de puntitas para besar su mejilla, —Gracias.
Es todo lo que digo, ¿cómo podría enojarme con él?
Simplemente no podría hacerlo, él ha estado cuidando de mi todo este tiempo, se lo haya pedido Edward o no, él lo ha hecho, y solo podía agradecérselo. Y haya sido él o no el que se llevó el sobre, ya no me importa. Ahora sabía toda la verdad, lo demás dejaba de ser importante.
—¿Qué?— se aleja un poco y pone cara de póker. Luce asustado.
—Gracias.— repetí. Y él se alejó un poco más, su cara fue un poema, casi parecía que quería llorar, lucia como un niño pequeño luego de ver un fantasma.
—¿Gracias? ¿No vas a gritarme? ¿O reclamarme por habértelo ocultado? ¿Solo gracias? — toca mi frente como si revisara que me encontrara bien, haciendo muecas, —¡Pero grítame al menos, carajo! Me lo merezco.
Lo ha dicho tan tierno y a la vez suplicante, que me hace reír solo un poco.
—Gracias por cuidar de mi, tonto.— me acerco para volverlo a abrazar, y me envuelve en sus brazos rápidamente.
—Lo siento de verdad.
—Ya no importa, Ethan.
—¿Se ha echado la culpa él, verdad?— pregunta y me separo un poco para verlo, no entendía su pregunta.
—¿A qué te refieres?— enarco una ceja.
—Edward, él siempre se culpa de todo, restándole culpa a los demás. ¿Sabias que cuando éramos pequeños siempre que Emil, Camille o yo hacíamos una travesura, Edward se culpaba? En casa de los abuelos Emil y yo una vez rompimos la ventana de la habitación vieja de papá con una pelota de baloncesto, y Edward se culpó siendo que él ni siquiera estaba ahí en ese momento, solo para evitarnos un regaño,— ríe un poco al recordarlo, y me hace sentir melancólica, ¿cómo es que Edward ha sido tan buen hermano? Y yo siempre pensé mal de él, —También una vez Emil, lanzo a Camille de un columpio, haciéndola caer de boca, y provocando que se partiera la frente, ella lloró mucho. Y Edward también se culpó por eso, claro que a él jamás lo regañaban, él siempre ha sido y será el consentido y favorito de todos, y creo que porque sabe que a él jamás le esperan regaños, siempre se hace el responsable. Pero en esta ocasión yo también lo sabía, aunque él me prohibió decírtelo, pude haberlo hecho y no voy a dejar que él se culpe solamente, yo también te lo escondí. Y si le has gritado o reclamado, es justo que también lo hagas conmigo.
Escucharlo contarme eso, me llena el corazón de una extraña pero agradable sensación. Me encantaba escuchar a Ethan hablar de Edward.
Antes de que yo pueda decir algo, una voz preciosa aparece detrás de mi.
—¿Qué si me ha golpeado o reclamado? — se pone a mi lado y me toma la mano, —Me ha roto la nariz, ¿quieres que también te la arruine?— bromea dejando escapar una risita.
Ethan se voltea a verlo, y pone cara de espanto.
—Mierda, Arizona. ¡Me gustaba su nariz, la has arruinado!
Frunzo mi ceño, —Se lo merecía.
Le sigo el juego.
Ethan se acerca más y examina la herida de Edward, que claro que su nariz no está rota, solo está mallugada según ha dicho Wanda, que por supuesto que fuimos con ella antes de venir acá, aunque Edward decía que él sabía que hacer, yo estaba muy asustada porque la sangre no paraba de salir, así que insistí en que fuéramos y gracias a ella ha dejado de hacerlo.
Edward hace una mueca de dolor en cuanto el gemelo le pellizca la punta de la nariz.
—¿Fue Emil, cierto?— pregunta Ethan, y ambos lo vemos confundidos.
¿Cómo es que lo sabe?
Edward arruga su frente, —¿Está aquí?— pregunta.
Ethan asiente con la cabeza, —Esta arriba con mis padres, y Camille. Llego hace poco con Nando, y con los nudillos destrozados, la tía Callie se los ha curado.
Él solo suspira,—Me imaginé que vendría, ¿Nando está aquí? Tengo que hablar con él.
—Se ha ido, debía recoger a Naella en el spa.
—Ya lo buscaré luego.
Ethan asiente con la cabeza, y sigue viendo la nariz de Edward, —¿Por qué no le has golpeado de vuelta?— le pregunta, y Edward se encoge de hombros.
Estaba claro que el rostro del otro gemelo estaba perfecto, en cambio el de mi Edward, tenía morados por las mejillas, la nariz demasiado roja, y roto el labio.
No es tuyo.
Claro que lo es.
—No hacía falta.
Es todo lo que dice.
Lo veo mal, es decir, a ambos. La mirada que Edward le dedicó a Ethan, fue suficiente para que él guardara silencio, y asintió con la cabeza como si Edward con tan solo mirarlo le hubiera hecho una pregunta, o dado una orden.
Me quede anonadada luego de ver eso, la conexión que hubo entre ambos por un par de segundos fue demasiado extraña.
—¿Qué ha sido eso?— pregunto dirigiéndome a ambos.
Pero adivinen que, me ignoraron.
—¿Ya llegó Michael?— pregunta Edward.
Escuchar el nombre de mi padre me puso alerta. Estábamos a minutos de verlo. Y me sentía realmente asustada.
—Ha estado aquí toda la mañana, mi tía Callie ha dicho que todo está en orden.
—¿Tía Callie?— pregunto extrañada. Era la segunda vez que la mencionaba, es decir, ella había curado a Emil.
—¿Viste el nombre del hospital allá afuera Arizona?— pregunta Ethan con cierta ironía encorvando en sus labios una pequeña sonrisa.
Niego con la cabeza, venia tan distraída que no observe demasiado allá afuera.
Ethan pone los ojos en blanco,—Ahí dice, Dawer Hospital. Eso quiere decir que, todo el personal tiene nuestro apellido, y los doctores que han estado al pendiente de tu madre todo este tiempo, han sido mi tía Callie y el tío Coll, son gemelos y son hijos de mi abuelo Caleb, es decir, medios hermanos de mi padre. — empieza a explicar, y me siento confundida. —La doctora que dirige el hospital, es la esposa del abuelo, su nombre es Gemma, ya la conocerás en un momento.
Ahora entendía porque solo estaba Ethan en la sala de espera. ¿Entonces su abuelo tenía otra esposa? Porque de no ser así, hubiera dicho algo como: La doctora que dirige el hospital es la abuela.
¿Dawer Hospital?
—¿O sea que este hospital es de ustedes?— pregunto un poco perdida.
Edward sonríe como si estuviera orgulloso, —Es mío. Para los gemelos está la empresa de mis padres, y para Camille el colegio del tío Jack.
—¿Es tuyo?— abro mis ojos como platos.
—¿No sabías que este idiota quiere ser Neurocirujano?— pregunta Ethan alzando un poco la voz de forma juguetona.
¿Qué? De pronto me imagino a Edward vestido de médico, y solo pensamientos incoherentes me llegan a la mente de solo imaginarlo en esa bata blanca. Dios, sera un doctor guapísimo, hay que admitir.
—No me lo esperaba. ¿Y por qué es tuyo si aún no eres doctor?— pregunto con cierto interés.
Me había olvidado por completo que estábamos en un hospital, y que arriba una de las pacientes era mi madre.
Estando cerca de Edward, solo me importaba él, solo quería saber de él, y no de nadie más. Y ahora que estaba descubriendo cosas nuevas de él, quería saber más y más sin parar.
—Él abuelo también es doctor, bueno, se ha jubilado hace unos años, y ha dejado a nombre de Edward el hospital, para que en cuanto termine su carrera, tome el mando— habla Ethan orgulloso de su hermano. —Hay personal de toda clase, excepto Neurocirujano, el abuelo ha dicho que el único neurocirujano que pisará este hospital será mi hermano.
Eso me llena de emoción. ¿A ustedes no? Es decir, su abuelo parece que es un ser increíble, y por todo lo que han dicho me dan enormes ganas de conocerlo. Incluso ha sido el único que ha apoyado a Edward con lo de su hija.
—¡Guao!— es todo lo que digo con emoción.
Escuchar que Edward quiere ser doctor me ha revuelto el estómago de forma agradable, es decir, jamás me lo hubiese imaginado. Y de cierta forma me gusta la idea, sé que será un gran doctor, puedo sentirlo.
Seguimos hablando un par de minutos, hasta que aparece una doctora de estatura baja, cabello negro, ojos verdes, y un poco gordita, para informarles a los chicos que ya pueden subir. Yo ni siquiera sabía que estábamos esperándola a ella.
Me la presentaron, y al parecer es la tía Callie, y claramente tiene cierto parecido a Edward, a los gemelos no se parece en nada. Y es que Callie es muy parecida a Camilo, por ende a Edward que es una copia exacta, solo más joven de su padre.
Luego de besar mi mejilla, va hacia el espacio de recepción y nos deja solos de nuevo.
—Ethan, ve a distraer a Emil, no quiero que me vea y se le pinte golpearme de nuevo.— Edward ordena, y por un momento espero que Ethan se queje o algo, pero sólo lo obedece. Se acerca a lo que parece ser un elevador, y desaparece.
—¿Subiremos?— pregunto tomando su mano. No quiero que se aleje por nada del mundo. Quiero tenerlo cerca el mayor tiempo posible antes de ver a papá y a mamá.
Asiente con la cabeza, —Sí, solo vamos a esperar que Ethan me envíe un mensaje.
—Cariño— , Callie se acerca de nuevo a nosotros con un par de papeles y una pluma. —Acá está el alta y la prueba de ADN que me solicitaste, igual debes de venir a revisarte una o dos veces por mes, y hacerte conteos sanguíneos...
Edward la interrumpe, actuando nervioso.
—La firmaré luego, Callie.
—Pero...
Suena su móvil, y alcanzo a ver que es un texto de Ethan.
—Nos debemos de ir, bajaré a firmar en un rato.
—Necesito que lo hagas ahora, Edu.
Él aprieta el agarre de su mano en la mía, —Llevaré a Arizona arriba y le diré a Ethan que baje a firmar él primero, mi firma puede esperar.
Ella lo mira extrañada, pero no rechista más.
Avanzamos juntos hasta el elevador, y entramos en el. Selecciona el tercer piso.
—¿De qué es esa alta?
—Nada importante.
—Edward...
—Son unos papeles que debemos firmar por lo de mi sobredosis pasada. Me han llevado a otro hospital, más cerca del colegio, y mi padre ha dicho al doctor que estaría en revisión continua en el hospital del abuelo, para que me dejaran salir antes del tiempo establecido, es todo.
No le creo, de repente no me ve a los ojos, solo evita mi mirada, claramente me está mintiendo. ¿Pero por qué? Además ha mencionado una prueba de ADN.
Las puertas del elevador se abren, y decido no preguntar más. Sea lo que sea, esperaba que Edward me lo contara luego.
En el piso hay un par de enfermeros con trajes azules de diferentes tonos caminando de un lado a otro, una doctora ya algo mayor con una bata blanca y una carpeta de papeles en sus brazos, y los padres de Edward parados al parecer discutiendo. No veo por ningún lado ni a Camille, ni a los gemelos.
La primera en darse cuenta de nuestra aparición es Eva, quien deja de prestar atención a su marido quien luce verdaderamente molesto, y corre hacia nosotros con aspecto preocupado y no es para menos, el rostro de su bebé está todo golpeado.
—Cariño, ¿Qué te ha pasado?— pregunta deslizando su índice por el morado de la mejilla.
No se dirige hacia mi en ningún momento, no me saluda, no me mira, no nada absolutamente. Es como si ignorara mi presencia y solo estuviera su preciado hijo ahí frente a ella. Eso me hizo sentir extraña.
Camilo se acerca rápidamente y se pone de pie a su lado.
—No es nada, mamá.— Edward le resta importancia.
Camilo arruga su frente, y se dirige hacia mi, —Lamento habértelo ocultado pequeña, nos lo han pedido tus padres.
Asiento con la cabeza, aunque quisiera estar molesta con ellos, no podía. Es decir, ¿Para qué? Enojarme no me serviría de nada, ya me lo habían ocultado y eso no cambiaría nada.
—¿Quien te ha hecho eso, Edward?— insiste Eva.
Edward endurece su mirada, —¿Donde está Michael?
Eva suspira molesta, y me da una mala mirada. Una mirada extraña, que logró intimidarme.
Camilo por el contrario observa el rostro de Edward; pero no dice nada sobre eso, —Está con Amaya, deberías entrar antes de que entre Arizona, hijo.
Él asiente, y suelta mi mano, —Papá dile a Ethan que baje con Callie, necesita ayuda para mover un par de cosas.— miente, y antes de irse se acerca para darme un corto beso en los labios. No reaccione, realmente no esperaba eso. —Ya vendré por ti.
Asiento muy confundida. ¿Por qué no podíamos ir juntos?
Se pierde por un pasillo, dejándome con Eva y Camilo.
—Iré a buscar a Ethan, acompáñame Eva.
Ella niega, —Ve tú. Me quedaré con Arizona.— lo dice en un tono de voz amargo y desagradable, como si pronunciar mi nombre fuera algo asqueroso.
¿Qué le pasa a Eva? Siempre me había tratado bien, ahora parece que detesta tenerme cerca.
Me pone nerviosa, realmente.
—¿Qué hay entre mi hijo y tú?— pregunta de golpe.
Sus palabras hicieron estremecer mi piel, su fría voz y su mirada, lograron intimidarme más en ese momento. Su mirada me recorrió completa, con desagrado.
¿Que hay entre Edward y yo?, buena pregunta, ni yo lo sabía.
—No lo sé.— confesé apartando la mirada de ella, y fijándola en las paredes del piso.
Eva da una vuelta en círculo frente a mí; parecía no saber que decir.
—Lo que sea que se esté dando entre ustedes, tiene que parar.— mi pecho se aprieta, y la decepción se abre paso en mi cara. Al parecer no solo mi padre enfurecería con esto.
Como es que todo este tiempo había visto a Eva de una forma diferente a la de ahora, había sido cariñosa y cálida, totalmente lo contrario a ahora, parecía fría e imponente.
—¿Perdón?— la pregunta deja mis labios antes de pueda detenerla. Y la veo a los ojos.
—Lo que oíste. No quiero a ninguna otra chica cerca de mi hijo. Él ya tubo suficiente fijándose en una loca hace tiempo.— no me gustó para nada la manera en que estaba hablándome. Derrochaba disgusto en su voz.
Por un instante la rabia me habría impulsado a gritarle que no hablara así de Isabella, si Edward la había querido o no, y como podía hablar así si su hijo tenía un vínculo tan importante con ella: su hija. Lo que menos merecía era que se dijera así hacia ella, aún cuando ella ya no estaba más.
—Yo...— quería decirle que no tenia que preocuparse, que quería a su hijo de verdad, pero me interrumpió.
—Nada Arizona, estabas aquí porque eres hija de nuestros amigos, únicamente para estudiar este año y para mantenerte agena de lo de tu madre. No para enrollarte con uno de mis hijos. — no dejaba de sorprenderme su tono de voz.
Y menos la sensación que me atravesaba al seguir escuchándola.
—¡Mamá!— la voz de Emil se escucha desde el pasillo. Mira molesto a su mamá. Y a mi con preocupación.
¿Qué hace aquí? ¿Ethan no estaba distrayéndolo?
Mierda, había bajado con su tía.
—Emil cariño, déjanos solas.— le habla con un tono de voz tan diferente al que estaba usando.
—¡No!— dio unos pasos al frente acercándose, —No tienes que hablarle así.
—He dicho que nos dejes solas, Emil.— esta vez alza un poco más su voz.
Yo estaba helada, por una parte agradecía que Emil apareciera, pero por otro no. No quería que pelearan o discutieran entre ellos. Y seguro había más personas en el piso, que vergüenza.
—Emil, está bien.— susurro y le doy una mirada rápida.
Emil mira desafiante a su madre, —¿Quieres alejarla de Edward como lo hiciste al principio con Isabella? Te recuerdo que no te funcionó.— el enojo en su voz es claro.
—¡Cállate!— Eva parecía alterada, ante la acusación de su hijo.
Edward aparece en la puerta, desconcertado. Seguro escucho el grito de su madre. Me da una mirada rápida y luego a su madre y a su hermano.
—¿Qué pasa?— pregunta acercándose a Emil.
—Pasa que mi madre no ha cambiado nada. Cree que tiene el poder de elegir quien puede y quien no estar cerca de ti.— hace una pausa, y mira a Edward. —Pregúntale a Arizona exactamente que fue lo que le dijo. Yo escuche algo como: "estás aquí porque eres hija de nuestros amigos, únicamente para estudiar este año. No para enrollarte con uno de mis hijos".— la mirada de Edward se vuelve oscura, y sus hermosos ojos ven con rabia a su madre.
Mis ojos pican, y mi pecho se aprieta. Lo que menos me imaginé era que estar cerca de Edward le traería problemas con su familia.
—¿Dijiste eso mamá?— pregunta decepcionado y su cuerpo tenso.
—¡No!— digo alzando la voz. Edward me mira con desaprobación y Emil pone los ojos en blanco. —No pasa nada, Edward.
El se acerca hasta mí, y sus ojos penetran los míos de mala manera, —¿Por qué me estás mintiendo?
—No te estoy mintiendo.
Él niega, y veo cómo la decepción en su mirada se intensifica, como la punzada en mi pecho crece. —No tienes que mentirme Arizona, se perfectamente cómo es mi madre.— deja de mirarme para verla a ella.
Ella luce aterrada, como si temiera a todo esto. Parece recobrar su mirada fría, y mira mal a Emil, quien no se inmuta para nada.
Se gira hacia mí, fulminándome con la mirada. —Arizona dejará la casa, y regresará a su casa con Michael.
Mi pecho se aprieta dolorosamente y lágrimas empiezan a caer desde mis ojos. Estaba consiente que probablemente eso pasara ahora que sabía la verdad, pero tenía la esperanza de hablar con papá y mamá para evitar eso.
Edward golpea la pared, —¿Que estás diciendo mamá?— se acerca a ella mirándole con rabia. —¡Ni de puta broma ella se va!
Emil parece quedar paralizado unos segundos.
Sabía que no podía decir nada, ella era quien mandaba. Y aunque me opusiera debería de seguir sus órdenes. Y no solo me dolía la idea de no vivir más ahí, sino la idea de no estar cerca de Edward. Ahora que parecía que estábamos intentando algo.
Luego se vuelve hacia mí, y me señala amenazante. —Te agradecería que hicieras tus maletas, querida.— dice sonriéndome hipócritamente.
El dolor, y la rabia actuaron sin que pudiera hacer algo.
—¿Qué?, ¿Me está echando por qué quiero a su hijo?, ¿por qué quiero estar con él?— preguntó llorando y acercándome a Edward.
—¿Que has dicho hija?— la voz de mi padre se escucha detrás de mi. Y no me separo de Edward, al contrario me abrazo más a él.
Él me toma el rostro entre sus manos, sus ojos verdes atraviesan los míos y luego me abraza. —Ella no irá a ningún lado. Porque si se va mamá, me iré también de la casa.— sonaba tan decidido, tan demandante. Quería quedarme entre sus brazos y no ir a ningún otro lado.
No me gustaba para nada, que estuviesen peleando por mi culpa. Pero es que yo no había hecho nada mal, no lograba entenderlo.
—Y yo mamá, si se va ella, también yo.— Emil se unió, y puso su mano sobre mi hombro.
—¿A dónde va mi hija?— pregunta mi padre. —Ella vuelve a casa la semana que viene, no ahora.
Lo veo por primera vez después de cinco meses, y luce cansado, con su barba más crecida y unas horribles ojeras. Corro aún con mis ojos llorosos y lo abrazo.
La rabia en su voz, lograba asustarme.—Ninguno de ustedes dos se irá. Y Michael solo le avisaba a Arizona que en una semana deja la casa.— uso un tono de voz más suave al dirigirse a papá.
Sin decir nada más sale de ahí, dirigiéndose al elevador con Emil detrás de ella, hecho una furia.
Mi padre se queda en silencio abrazándome, me faltaba el aire de tanto que me dolía el pecho, lo único que se escuchaba en el piso era el sonido de mi llanto descontrolado.
De verdad, ¿Me iría?
Edward no dice nada, y sigue a Emil y a su madre, perdiéndose en el pasillo dejándome sola con mi padre.
____
Xoxo.
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