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Okey, :) aparezco solo para decir que estoy por entrar a la universidad y según mis amigos la universidad me va consumir demasiado tiempo, y no se alarmen; ya me daré el tiempo de actualizar, solo que debido a eso si no tienen capítulo pronto, tienen mi permiso para maldecir y molestarse con la universidad, yo estaré igual que ustedes de desesperada, bueno esperando que me entiendan, les dejo leer <3

ARIZONA LEE.

Me encontraba en una cafetería con Alejandra, habían pasado dos semanas desde que me emborraché con Kyle y Gael, y la verdad es que no recordaba mucho de ese día. Lo último que recuerdo es a Ethan llevándome a la habitación de Edward, después todo está por partes, omitiendo la parte donde vomite frente a Edward, que esa para mi mala suerte quedo muy presente. Como quisiera borrar eso.

¿Habré dicho algo vergonzoso? No creo, seguro Edward habría aparecido al día siguiente para burlarse de mi.

Sabes que él no es así.

Y mi conciencia tiene razón, Edward solo sabe desaparecer, y no se imaginan cuanto detesto que lo haga.

Hoy se hacían cuatro meses desde que llegué aquí por primera vez, y de cierta forma me sentía triste, aunque había intentado no pensar en que mis padres me habían abandonado aquí, intentando justificarlos de mil maneras. Ahora sentía un vacío enorme en el pecho, me sentía realmente abandonada.

Ya no podía justificarlos más, ayer por la noche me llamo Lola llorando diciendo que me extrañaba mucho, y no pude evitar soltarme a llorar. La extrañaba más a ella incluso que a mis padres.

Estas dos semanas no han sido las mejores, en las clases pase todo el tiempo con Camille, y Alejandra, y de vez en cuando Carla, aunque ahora un par de veces en el almuerzo se nos unían Kyle y Gael. Cuando me quedaba un momento a solas con ellos intentaba preguntarles sobre lo de la otra noche, Kyle únicamente arrugaba su ceño, y cambiaba el tema, mientras Gael aseguraba que estaba tan perdido como yo y recordaba poco.

Con Alejandra y Alex he pasado últimamente mucho tiempo los sábados y los domingos, ya que últimamente Camille junto a los gemelos esos días van a casa de sus padres y me quedo sola. Y aunque Camille de vez en cuando me invitaba, no aceptaba, porque Edward había desaparecido al día después de que me emborrache, supongo que ha ido a la casa de sus padres y la sola idea de verlo, no me suena a algo bueno, y menos porque aún no logro recordar con exactitud lo qué pasó la noche que me emborraché. Y que se haya ido solo confirma lo que me ha dicho Ethan, no le importo.

Y estaba tratando de asimilar eso, aunque no voy a negar que de pronto siento como mi corazón se rompe cada vez en pedazos más pequeños, pero lo superaría. Nadie se muere por amor, ¿o si? Además que ni siquiera estoy segura de estar enamorada de él, ¿cómo podría si él siempre ha sido un idiota?

Lo último que tuve de él fue un mensaje que decía:

Edward:
Descansa y puedes conservar mi pijama.

Ese día desperté con una pijama de cuadros blancos de él, y con un dolor de cabeza de los mil demonios, fui a su habitación solo para asegurarme que no haya pasado nada como algo relacionado al sexo entre nosotros solo porque en caso de que eso haya pasado me gustaría recordar, y además no es como que él se hubiera aprovechado de mi estado, estoy segura de que él no haría algo así, realmente solo fui a buscarlo con esa tonta excusa porque necesitaba verlo, pero no estaba, y en todo el día no apareció. El día siguiente tampoco, y el siguiente del siguiente menos. Así que aunque deseaba que apareciera, mínimo para saber que estaba bien, o que seguía vivo, me limitaba a distraer mi mente en otras cosas.

Al día siguiente de mi borrachera, tampoco estaban los abuelos, Camille dijo que como Edward ya estaba "bien", y digo entre comillas, porque no me parece que todo aquello que tenga que ver con Edward anduviera bien, y ellos decidieron regresar a su casa.

Por otro lado estaban los gemelos, Ethan se había comportado extraño, andaba atento conmigo, me compartió de vez en cuando un par de datos de su infancia y la de sus hermanos, fue muy entretenido, incluso estuvo muy cercano a Freya, según dijo que un doctor le dio un par de cápsulas para controlar sus alergias, y dijo que ahora amaba los gatos. Cosa que realmente me desconcertó pero no hice mucho caso. En cuanto a Emil, pasaba mucho tiempo con un chico y una chica que si mal no recuerdo se llaman Nando y Naella, o algo así. Camille dijo que habían estado de viaje y recién habían vuelto pero desde hace mucho son amigos de los gemelos. De vez en cuando los vi jugando videojuegos en la sala de estar, o tomando un par de cervezas en la cocina. Nando había sido amable las pocas veces que nos cruzamos, que fueron pocas y mayormente en la sala de estar o en la cocina. Logre acostumbrarme rápido a verlo seguido por la casa.

En cambio Naella, lograba incomodarme y de vez en cuando intimidarme, tenía una mirada fría e indescifrable, aveces me daba la sensación de que tenía un aura parecida a la de Edward, fría y desinteresada, por días la evitaba, pero cuando me era imposible, ni le dirigía la mirada, esa chica tenía algo contra mí, podía sentirlo. Según Camille, Naella está interesada en Emil desde hace un par de meses, pero él solo lograba verla como una amiga.

En esa parte, parecía que todo andaba lo más parecido a bien.

Estas últimas dos semanas no había hablado mucho con mis padres, me sentía tan deprimida que aveces no respondía sus llamadas y cuando lo hacía era igual que las últimas veces, solo escuchaba la voz de papá, y eso realmente me tenía intrigada, es decir, mamá podría darse el tiempo de al menos saludarme, pero no lo hace. Que deprimente. Esperaba más de ella.

En cuanto a Shanay y Daniel, habíamos hecho videollamadas un par de veces, realmente eso había sido lo único bueno de estas semanas, hablar y reír con ellos. Hacían que me olvidara por completo de el maldito ojos verdes, que detestaba increíblemente. Aunque de pronto sentía que entré Shanay y Daniel se estaba dando una conexión muy bonita, no me sentía mal por ello, al contrario me alegraba un poco.

—¿Me estás escuchando Estefanía?— Alejandra pasa una de sus manos frente a mi cara.

La miro mal, un profesor me había llamado Estefanía en su clase, porque se había unido otra chica que se llamaba Arizona, y para no confundirse utilizo mi segundo nombre. Y desde entonces Alejandra junto a Kyle y Gael, no paran de llamarme así. Y es estresante, pero tampoco me disgusta tanto, solo me recuerda a que papá me llamaba así cuando estaba molesto.

—Arizona, — le corrijo y niego. —¿Qué decías?

Ella pone los ojos en blanco, me había distraído tanto que había dejado de poner atención a lo que ella decía. —Te decía que esta noche tengo que cambiar mis notas, ¿vas a acompañarme no? Mis padres no pueden ver que he reprobado ciencias, van a matarme.

Suspiro con un poco de miedo, entrar a la oficina del director por la noche, para robar su expediente y hacer un par de modificaciones favorables para ella, no venía siendo una idea bastante interesante para mí. No sé cómo es que se le ha ocurrido hacer semejante cosa.

—¿Y si nos descubren?— vuelvo a preguntar por cuarta vez en la semana.

¿Qué es lo peor que puede pasar si el tío Jack nos descubre entrando a su oficina sin permiso? ¿Eso debe ser ilegal no?

—Alex cuidará que nadie entre, así que nadie va a describirnos.— resopla.

—Sigo sin entender como es que has reprobado ciencias, ¡Por dios, Alejandra! ¡Ciencias!

—Ya he tenido suficiente con Alex regañándome día y noche por lo mismo, no le hagas segunda.— pone los ojos en blanco de nuevo.

Pero es que realmente, ¿Quién reprueba ciencias hoy en día? Nadie. Exacto, nadie solo ella.

Alejandra debe ser de otro planeta; que miedo.

—Sigo diciendo que esto que vamos a hacer es ilegal...

—Estefanía, ¡para! Solo voy a cambiar mi nota por la de alguien más.

—¿Y por la de quién?

—No lo sé, voy a hacer tin marin, además no voy usar una nota alta, solo quiero cambiar mi cinco por un ocho.

—¿Qué?— la miro demasiado mal y ella se ríe.

—No hagas esa cara, agradece que tu nota ha sido de diez y no puedo cambiarla por un cinco; sino...

La interrumpo, agradecida estaba con mi nota, y la sola idea de que alguien con el mismo cerebro pequeñito que Alejandra la cambiara, se me subía el azúcar y la presión; mis padres me matarían por un siete, ahora imagínense un cinco. ¡Uy no! Me matan y me reviven para recordarme toda la vida mis malas notas.

—En caso de que algo salga mal, promete que vas a desligarme de eso. No quiero problemas con Camille por andar invadiendo la privacidad de su papá.— le hago prometerme eso, si bien la ayudaría, pero hasta ahí. No quería en absoluto responsabilidad por eso.

Ella asiente, y lleva el popote de su jugo a su boca, sorbiendo desesperadamente.

—¿Qué tanto pensabas?— pregunta alzando una ceja.

Niego rápidamente, —Nada importante.

—Claro claro, en Edward— dice con obviedad. —Últimamente vive en tu mente.

Y era cierto, cada día que me reunía con ella, me perdía en mis pensamientos y siempre estaban protagonizados por él, la sola de idea de no haberlo visto en varios días, solía tenerme preocupada, y la imagen del él en la situación de aquel domingo me ponía los nervios de punta.

¿Qué tal que le pasó lo mismo que la otra noche? ¿O está por ahí borracho? ¿O si está por ahí con alguna chica?

Decido dejar de pensar en eso, solo me estaba torturando.

—No pensaba en él.— ella ríe un poco, y yo solo meneo la cabeza.

—Hace unos días escuché por ahí, que se va a España, creo que uno de lo gemelos lo dijo en una práctica de fútbol y Alex lo escuchó.— mi pecho se aprieta, un dolor punzante aparece en el, intente reprimirlo, pero fue imposible.

¿A qué querría irse a España?

—¿A España?— preguntó alarmada.

Enserio debía quererme lejos de él, como para irse a España. Idiota.

Se había tomado bastante en serio lo de alejarse de mí para hacerme ese supuesto favor que en ningún momento me pedí.

Alejandra se encoge de hombros y sigue jugando con el popote entre sus dedos, su cabello rebelde se menea un poco gracias al aire que corre por el lugar, —Escuché eso de mi hermano, igual no me hagas tanto caso, seguro solo va unos días.

De pronto siento mis ojos nublarse, la sola idea de imaginarme que se va, para estar lejos de mi, me oprime el pecho y arruga el corazón. Si quiere estar lejos de mi, puede ir a casa de sus padres o de sus abuelos. Al menos si esta allá yo sabría si esta bien o mal.

¿Por qué se iría tan lejos?

—Guao, en serio te importa mucho.— me extiende una servilleta al ver que de mis ojos ya han salido un par de lágrimas. —¿Has pensado en decirle lo que sientes?

La mirada de ella se torna triste, debo darle lastima al verme así por un chico, al que ni siquiera le importo un poco. Ni siquiera ella que está muy flechada con Matt se ha comportado así.

—Ya te dije que le escribí un ridículo mensaje, siento pena de mi misma— confieso. Y es que realmente sentía pena, ¿cómo fui tan tonta de confesarle que le quería en un mensaje?

—Pero bueno, estabas preocupada por él, quizás creyó que le decías te quiero en una forma como, ¿amigos?— me río con ironía.

Limpio mis ojos, y mis mejillas. No debía llorar más, ya había llorado suficiente estas dos semanas.

Con gusto pueden llamarte Arizona la llorona.

Cállete

—Fui muy clara, incluso le dije que era la primera vez que estaba queriendo a alguien de esta forma.— ella arruga su ceño como confundida, —Tendría que ser muy idiota, para no entenderme.

—¿Es la primera vez que te enamoras?— la sorpresa en su voz me hace mirarla mal.

—No estoy enamorada, es la tercera vez que te lo digo esta semana.

Sin mentiras, Arizona.

Ella niega repetidas veces, con una sonrisa de lado, —¿Y esas lágrimas de que fueron? ¿de alegría por que se va a España? no lo creo.

Volver a escucharla decir que se va tan lejos, me revuelve el estomago, y me llegan más ganas de llorar. ¿Que me hiciste Edward?, te detesto por todo esto.

—Seguro me entro algo en el ojo,— intento convencerme a mi misma, pero es inútil. Esta noche después de ayudar a Alejandra con sus notas y al llegar los chicos de casa de sus padres, iría a interrogar a Ethan sobre eso de "España", quizás Alejandra escucho mal, y yo estoy alarmándome por nada y al único que podía preguntarle es a él.

Pasamos un par de minutos más en la cafetería hablando de cosas estúpidas, la mayor parte del tiempo Alejandra insistió en que me estaba enamorando de Edward o más bien ya lo estaba, lo cual no era cierto. No podía estar enamorada de él, y eso era algo que a ella le costaba tanto entender, solo estaba confundida, y eso era todo.

—Vámonos, iré contigo.

Asiento, y avanzamos a la fila para pagar lo que consumimos.

Caminamos un poco en silencio hasta la casa, la cafetería estaba a un par de cuadras, por lo que podíamos ir y venir caminando sin problema.

Al estar cerca de la casa, logramos divisar una camioneta negra y un automóvil gris enfrente de la puerta de la casa, deben ser los chicos, la camioneta la reconozco, es la de Edward. El automóvil gris es de Nando, supongo que también está ahí dentro.

—Mejor me iré y hacemos lo de las notas otro día.— el miedo se había apoderado de Alejandra, y casi me echo a reír, ahora era ella la que tenía miedo, que irónico ¿no?

Pero no la dejaría irse, era hoy o yo no la ayudaría ningún otro día.

Tomo su brazo, —Entremos, ya lo habíamos decidido.

Ella se niega y queja por unos segundos, —Mejor te veo a las ocho, tengo que ir con Alex lo había olvidado.

La miro mal, y al final asiento, a ella lograba ponerla nerviosa estar cerca de los chicos y aún no entendía porque, pero acepté, aún faltaban un par de horas para las ocho, así que tenía tiempo.

Giro el pomo de la puerta, y me abro paso para entrar, avanzo por el pasillo hasta la sala de estar.

Ahí están Emil, Ethan, y Naella.

Joder, la mirada de Naella se encuentra con la mía un segundo, y me retuerzo disimuladamente de incomodidad, no sabía que tenía esta tipa conmigo, si tan siquiera le había hecho algo, es más ni la había visto hasta que apareció con Emil y Nando hace varios días.

Emil y Ethan, visten iguales, polera azul y deportivo negro, su vista viaja a mi.

Emil es el primero en saludarme con una sonrisa de lado,—Hola Ari.

—Hola Emil.

Ethan me mira mal. —¿A mi no me vas a saludar?— pregunta arqueando una ceja juguetonamente, y logró ver cómo Naella pone los ojos en blanco.

Le sonrió, —Hola.

Ethan se pone de pie y camina hasta mi, — Hola nena, ¿quieres una cerveza?— besa mi mejilla.

Asiento con la cabeza y Ethan se pierde en dirección a la cocina.

Me acerco a Emil,—Hola gruñón,— beso su mejilla y él sonríe burlón. Últimamente las pocas veces que lo vi sin estar cerca de Nando y Naella, le había dicho así, porque solo se la pasaba enojado, quejándose de las prácticas de fútbol, y de la facultad. Parecía únicamente divertirse o estar un poco alegre, cuando estaba cerca de Nando y Naella.

—Hola, Estefanía.— su tono burlón no me sorprende, también había escuchado mi segundo nombre, y de vez en cuando me llamaba así solo para molestar.

Pongo los ojos en blanco y me siento a su lado en el sofá. Ethan vuelve con una cerveza para mi, y dice que le han salido un par de planes por lo que se irá a duchar para salir. Sube las escaleras y no aparece más. Ya me imagino la clase de planes de él, chicas y sexo, claro está.

—Hola Naella— me limito a decir, ya que está sentada frente a nosotros, y únicamente para no ser descortés.

—Hola Arizona,— uy, había mucha molestia en su voz.

—¿Y Camille? ¿Y Nando?— Es lo único que se me ocurre decir para quitar un poco la incomodidad en el ambiente.

Me sentía nerviosa por Alejandra, y quería que cambiara su nota cuanto antes, así dejaba de preocuparme.

Emil es quien habla primero,—Camille viene con Edward, llegan más tarde.

Escuchar su nombre acelera mi corazón, y me siento ridícula.

Luego habla Naella, —Mi hermano, está duchándose en la habitación de Emil.

Ah si, había olvidado que el par de pelirrojos, son hermanos. Lo único similar que tenían era el color del cabello, y que ambos tenían cuerpos delgados. Por lo demás eran completamente diferentes, y más en sus formas de ser, Nando suele ser relajado y amable, mientras que Naella, amargada y fría.

Asiento con la cabeza recostándome hacia atrás, —¿Qué hacías Ari?

Emil es quien pregunta con clara curiosidad.

—Fui por un café, con Alejandra. Me aburrí sola aquí.

—Hubieras ido con nosotros, Nando y Naella nos acompañaron esta vez.— una sensación extraña me recorre, solo de imaginarme a Naella cerca de Edward, aunque Camille asegura que sus intenciones son con Emil, no me fiaba de ella.

—Sí, quizás después vaya.

Pasamos un rato más ahí charlando, sobre cosas sin sentido, de vez en cuando se nos unía Naella, pero el mayor tiempo solo conversábamos Emil y yo, ignorando su presencia. Y a ella parecía no importarle, ya que tenía su vista en el móvil.

No tardo mucho en bajar por las escaleras Nando, recién duchado, con una de las pijamas de Emil, que son idénticas a las de Edward. Lo observo por unos mini segundos, Nando era muy atractivo en diferente forma a los chicos, él se veía inocente, con un porte de chico bueno, casi como Daniel, sus ojos cafés siempre iluminados, su rostro siempre sonriente. Su cuerpo bastante trabajado, casi parecía que se ejercitaba mucho.

—Hola Ari...zona— sonrió ante su pequeña pausa, él de vez en cuando me llamaba Ari, pero luego corregía a mi nombre completo.

—¿Qué tal Nando?

—Increíble, y por lo que veo tú también.

Si supieras.

Sonreímos, y él se sienta a lado de su hermana.

—Creo que es mi turno de ducharme.

Naella se pone de pie, y toma una mochila rosada que estaba en el piso, la cuelga en sus hombros y se dirige a las escaleras.

—Naella— la voz de Emil, la hace girarse. —La puerta izquierda antes de ir a mi habitación es la habitación de invitados, puedes ducharte ahí.

La observo y esa idea parece no gustarle, como puede esboza una sonrisa más falsa, y asiente con la cabeza para seguir subiendo las escaleras, tal parecía que la pelirroja quería ducharse en la habitación de Emil.

—¿Y la cena?—, la pregunta de Nando me hace sonreír un poco, lucia hambriento, y gracioso. Casi como un niño chiquito preguntando por la cena.

Emil sonríe, sacando su móvil de su deportivo y da un vistazo en el, —Camille dice que Edward paso a comprar un poco de ropa, pero que ya casi llegan.

Y entonces mi corazón se apretuja un segundo, ¿comprar ropa? pero si él ya tiene mucha, eso solo indicaba que lo que había dicho Alejandra quizás era cierto, y estaba por irse a España.

Decido no enfocarme en eso.

—Pensé que la camioneta de Edward, era la de afuera.

—Sí es, intercámbianos el auto, Naella y Nando venían conmigo y Ethan, pasamos a su casa para que Nando tomara su auto, y entonces Edward y Camille vienen en el de Ethan.

Guao, tremendo cambio. Pero al menos me alegraba que fuera Camille quien viniera con Edward, y no Naella.

Tratando de ignorar el dolor en mi pecho, me pongo de pie, diciéndole a los chicos que iría afuera. Ellos se quedan ahí en la sala de estar, y se ponen cómodos para empezar a jugar videojuegos. Me acerco a la puerta, y la abro con cuidado de que no se haga un ruido muy fuerte. Y es justo cuando las luces del automóvil negro de Ethan, impactan en mis ojos. Me quedo ahí inmóvil sin mover un solo pelo. Veo a Camille bajar de la puerta del copiloto, y luego a Edward de la del piloto.

Mi corazón se detiene un segundo, la mirada de Edward después de tantos días, se encuentra con la mía. Un tremendo escalofrío me recorre al ver que no aparta su mirada.

Trae un suéter negro, y un deportivo negro con líneas blancas, su cabello castaño oscuro, tan desordenado como todo el tiempo, sus labios apretados, y sus hermosos ojos verdes helados viéndome fijamente.

Camille se acerca, y me obligo a romper el contacto visual con Edward para concentrarme en ella. A pesar de que solo había sido un día y medio sin ella, la había extrañado mucho.

—¡Ari!— se acerca con cajas de pizzas en sus manos, y aún así las hace a un lado para abrazarme unos segundos.

—¡Cam!— exclamó con la misma emoción que ella.

—Te extrañe,— ríe un poco, — iré adentro.

Ella se pierde por el pasillo, y entonces cierro la puerta. Me quedo aún ahí parada, y veo como poco a poco Edward se acerca. Intento que eso no me afecte tanto, pero es que el solo hecho de tenerlo cerca, acelera mi corazón y mi respiración en una manera tan intensa.

Me hago un poco de lado, para no bloquear su paso, y pueda entrar, pero no lo hace, se queda ahí parado frente a mi. Poniéndome más nerviosa de lo que ya estaba.

Quiero romper el incómodo silencio lleno de tensión extraña, pero no lo logro, no sabía que decir.

Y entonces él lo rompe: —Deberías peinarte, tu cabello parece un nido de pájaros.— su tono de voz frío, no hizo que su comentario fuera ofensivo, al contrario, lo sentí como algo gracioso. Esbozó una pequeña sonrisa nerviosa.

Su cabello tampoco estaba perfectamente peinado, estaba incluso igual de desordenado que el mío.

Después de tantos días lo tenía frente a mi, diciendo algo gracioso. Mi corazón se acelera aún más, y mi respiración se calma un poco. De cierta forma su comentario, había roto toda esa incomodidad que sentía.

—También deberías peinarte, solo mírate— acerco mi mano a su cabello y muevo su cabello desordenándolo aún más. Pensé que se alejaría para que dejara de hacer eso y me arrepentí por hacerlo, pero no se alejo.

—¿Qué haces aquí afuera?— se gira dándome la espalda, como si buscará algo a lo que yo hubiera salido. Y luego regresa a la posición que tenía antes, frente a frente.

—Nada, vine por aire fresco.

—Mentirosa, ¿estás esperando al idiota de Kyle?— su tono de voz cambio repentinamente al mismo que siempre usa cuando se comporta como un idiota. Ruedo los ojos.

¿Como de un segundo a otro, cambia de esta forma?

Niego para mis adentros, lo había extrañado tanto, incluso su jodido mal humor. Pero él no lo sabría.

—No. Y si así fuera no te impor...— da un paso al frente quedando aún más cerca de mí. Y me interrumpe.

—¿Quién ha dicho que no me importa?— pregunta fríamente, y eso me hace estremecer.

Estábamos a centímetros de que nuestros cuerpos se tocaran, esto es demasiado para mí.

—¿Te... importa?— pregunto titubeante.

Él niega con la cabeza, y una ola de decepción me atraviesa, —No.

La honestidad en su voz fue demasiada, tanto que dolió.

Sigues siendo una tonta Arizona.

No sé porque por un segundo me hace creer una cosa, y al siguiente otra totalmente diferente.

—¿Entonces ya me dirás qué haces aquí?— su aliento entra por mis fosas nasales, tan delicioso con toque mentoso y un poco a cigarrillo.

—Ya te lo dije.

—Quiero la verdad, me estás mintiendo.

—No te importa ya te lo dije.

Siento como su cuerpo se tensa un poco y sus labios se aprietan aún más, sus ojos clavados de una manera intimidante en mi.

Y no hay que confundirnos, su mirada no me da miedo, es solo que me da impotencia no poder saber que es lo qué hay detrás de ella, es indescifrable. Y ni hablar de lo nerviosa que me pone.

—¿Qué hacen aquí?— la voz de Ethan se hace presente detrás de mi. Giro mi vista hacia él, ya está duchado y se ha echado demasiado perfume al parecer, su olor exagerado logra marearme un poco.

—Nada, me parece que Arizona espera a alguien, yo ya me iba.

Edward pasa a mi lado rozando su hombro con el mío. Y se pierde por el pasillo luego de cerrar la puerta.

—¡Estefanía!— la voz de Alejandra, me saca de mi trance y nuevamente la veo mal por llamarme así, pero esta vez no me quejo. Ya venía preparada para su súper misión secreta.

Ethan saluda a Alejandra rápidamente y se despide igual de rápido,—Las dejó para que platiquen, yo... iré adentro.— me da una mirada rápida e imita a Edward desapareciendo.

—¿Estás lista?— me pregunta Alejandra, puedo notar lo muy nerviosa que está, hasta parece que está a nada de temblar.

—Realmente no.— me encojo de hombros, —pero hay que hacerlo ya mismo.

Ella sonríe de lado, —Alex ya está en la entrada del colegio, al parecer solo quedaba Wanda y ya se ha ido.

Asiento con la cabeza, y antes de empezar a caminar con ella hacia el colegio, doy una mirada hacia atrás, con ganas de entrar y asegurarme que Naella no esté cerca de Edward.

—¡Ari! ¿Qué estamos esperando?— una Alejandra desesperada toma mi mano y empieza a jalar de mi hacia el colegio. Un escalofrío me recorrió al imaginarme siendo descubierta por el director, pero traté de concentrarme en que él plan de Alejandra parecía bueno, y prometía no salir nada mal.

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Xoxo.

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