22: ESPECIAL
¿Me ayudarían comentando y votando? Me haría muy feliz <3
Maratón 3/3
EDWAR DAWER.
Mi cabeza daba vueltas, y no, por primera vez no era efecto del alcohol, era debido a las transfusiones de sangre y el suero que tuve todo el jodido día.
Me recuesto en el sofá un segundo, y luego continuó limpiando como lo estaba haciendo Ethan, ¿Cómo tres chicos hicieron todo esto? Había botellas de cerveza por todos lados, y una botella de vodka casi por terminar sobre la mesa.
La observo por un segundo, ¿debería tomar un trago? Sería solo uno.
No.
Escucho como Ethan corre escaleras abajo, y la idea de empinarme la botella se va a la mierda, el doctor había repetido hasta el cansancio esta tarde, que si volvía a tomar y meterme porquerías hasta ese grado, me enviarían a un centro de rehabilitación. Y la verdad es que no le tenía miedo, pero quería ahorrarme la fatiga de descubrir si lo que había dicho sería cierto o no.
—Te dije que no sería buena idea que salieras del hospital hoy, ¡pero eres un jodido terco!— mi hermano se recuesta en el sillón, y me quita la bolsa de las manos, para seguir recogiendo él. Era cierto que tuve que insistirle a mi padre para que hablara con el doctor y pudiera salir hoy, tampoco había sido para tanto, ya había pasado dos noches en el hospital y me sentía bien.
Decido tumbarme en el sillón, el dolor de espalda iba a matarme.
Me quedo callado, ya tenía suficiente con haber visto a Arizona borracha con Kyle, y el otro chico que ni puta idea de quién era.
Me había sorprendido la manera en que Kyle me había mirado, el odio puro en su mirada como la última vez que estuvimos frente a frente, y como se había negado a irse. Sino estuviera en esta condición de no poder moverme con facilidad, seguro lo hubiera enfrentado y le hubiera partido la cara. ¿Qué hacia él con Arizona?
—La deje en tu habitación, todavía no entiendo porque lo hice,— se reprocha así mismo, —tú duerme en una de las habitaciones para invitados— Ethan termina de recoger, y me mira fijamente, la molestia en su mirada es tan clara. Está usando el mismo tono de voz de cuando le pedí que la sacara de su habitación y la llevara a dormir a la mía para que no durmiera con Daniel.
Pero eso no es importante para mí.
—¿Qué?— había escuchado perfectamente, pero quería que lo repitiera, además no le haría caso.
—Recién le pedí que se aleje de ti, pero es que ¡Tú no la dejas!— casi me sobresalto al escuchar su grito. Intento girarme en el sofá para ponerme de pie, pero mi espalda se contrae haciéndome jadear de dolor.
Mierda. Este puto dolor va a matarme.
—¿Y por qué le pediste eso?— preguntó desafiante.
—¿No es lo qué tú querías?— alza una ceja, y se tumba en el sillón frente a mi. — Que se aleje de ti.
¿Era eso lo que quería? ¿Mantenerla lejos de mi? Sí. Pero yo mismo me encargaría de alejarla, no ocupaba que nadie más contribuyera en eso. Podía solo.
Nuevamente ignoro lo que Ethan ha dicho, mi mente estaba concentrada en Arizona, en cómo estaba vestida cuando llegamos, porque podía ser un idiota, pero un idiota muy observador. Vestía un short holgado azul, y una blusa de tirantes blanca que estaba ya un poco sucia, seguro que le había caído cerveza encima. Su hermoso cabello naranja, que aunque seguro no era natural, estaba peinado en trenzas que caían en sus costados haciéndola lucir tierna.
No pienses en eso ahora, Edward.
El ruido de la puerta al abrirse me saca de mis pensamientos, —¡Llegamos!— la voz del abuelo es la primera en escucharse en la sala.
Después los 4 aparecen en esta, Camille trae en sus manos una caja de pizza, y la abuela otra. Mientras que el abuelo y Emil, traen bebidas.
Niego para mis adentros, después de comer un día entero esa comida desagradable del hospital, lo mínimo que podía permitirme sería comer pizza, pero es que se me había quitado el hambre.
—¿Cómo te sientes cariño?— la abuela se acerca y acaricia mi cabello.
Puedo ver la clara preocupación en sus ojos, y es que me dolía aunque tratara en no hacerlo notar, me dolía las miradas de preocupación que me daban mamá y ella.
—Bien, estoy cansado solamente.
Ella asiente, y deja de acariciarme el cabello.
—¿Qué es esto?— Emil toma una cerveza de debajo de uno de los sillones, y la levanta mirándome furioso. La mirada de Camille y los abuelos, esperan una respuesta de mi, pero ¿qué mierda?
Inmediatamente giro mi vista a Ethan, quien está maldiciendo por lo bajo, jugando con sus manos pensando que decir o que hacer.
Había recogido todo menos eso, maldito Emil que tenía que encontrársela.
Ethan se pone de pie y se acerca a Emil, —Es mía.— intenta quitarle la cerveza, pero Emil no se lo permite.
—Ethan hijo... — el abuelo intenta regañar. Estaba seguro que no se creyeron que era suya, la mirada de todos seguía estando sobre mi.
Niego rápidamente, poniéndome de pie con algo de trabajo, —¿En serio se creen que después de lo qué pasó, voy a llegar a mi casa a beber?— sone mucho más enojado de lo que quería.
—Es lo que siempre haces, tú vida te importa un carajo.— Emil escupe molesto.
Sabía que además de lo de la cerveza estaba molesto porque él había intentado entrar a verme a la habitación del hospital, y al único que yo había querido que entrara había sido a Ethan, eso lo había enfadado y mucho.
—Emil...— Camille le habla, y él niega.
—Estás tan equivocado.— le digo mirándolo a los ojos fijamente.
Ethan esta tenso, no sabe que hacer o que decir y eso lo frustra.
—Es mia.— repite demandante y Emil suelta una carcajada.
—Estás cervezas ni siquiera te gustan, Ethan. Deja de mentir.
—¡Y a Edward tampoco!— grita Ethan.
Al moverme bruscamente el dolor en mi espalda crece. Joder, ¿cuándo va parar de dolerme?
Mi abuela mira decepcionada la escena, y el abuelo toma del brazo a Camille quien está por llorar, ha sido tan sensible desde siempre, que cualquier mínima discusión la hace poner nerviosa y llora. Siento la necesidad de rodearla en mis brazos como cuando era una bebé y la cuidaba. Pero no lo haría, eso sería hacerme débil, y no busco eso ahora.
—¡Váyanse a la mierda!
La decepción al escucharme decir eso en la cara de mis abuelos, hizo que mi pecho se apretara un poco, solo un poco.
Como puedo voy hasta las escaleras para ir a mi habitación, escucho como Camille me grita, que no sea un grosero, la abuela se intenta acercar para detenerme, pero Emil la detiene junto al abuelo. Escucho como le dicen que es mejor que este solo.
En las escaleras Ethan me alcanza y se pone frente a mi, —¡Quítate!
—Edward, donde vayas a tu habitación...— sonaba amenazante.
Solté una carcajada irónica, —¿Dónde vaya a mi habitación qué?— lo reto con mi tono de voz.
—Está borracha... tú no...— le interrumpo, él pasa sus manos desesperadamente por su nuca, se veía realmente irritado, estresado, de todo.
—No me la voy a follar,— señaló mi espalda y hago una mueca de dolor, —no puedo, idiota.
Me asegure de casi susurrarle eso último, debido a que mis abuelos y mi Camille y Emil seguían abajo.
—No me refiero solo a eso, ya no le digas cosas hirientes— casi suplica.
Lo veo mal por un segundo, casi parecía como si Arizona le importara demasiado, y eso envío una sensación extraña por todo mi cuerpo. Además de que me sorprendía que él pensara que yo fuera a hacerle algo a Arizona en ese estado, o le diría cosas como la noche del domingo, no debería ni de pensarlo, si bien, aveces era un idiota, pero no en esa forma. Y el domingo había sido por el alcohol, y la maldita sensación de imaginármela como Daniel, no porque de verdad quisiera decir eso.
Le debía sin duda una disculpa.
Muchas, no solo una.
—Que no, ya te dije.
El duda un segundo, y luego se quita de enfrente mío, y comienza a bajar las escaleras. Me quedo parado ahí un segundo, ¿debería ir a mi habitación o hacerle caso a Ethan? Me decido por ir a mi habitación por ropa, y luego iría a la habitación de invitados, ya había sido suficientemente idiota por hoy, y realmente me sentía agotado.
Entro en mi habitación y entonces la veo, está acostada boca abajo en mi cama, un escalofrío recorre todo mi cuerpo.
Definitivamente había sido un error que Ethan la trajera aquí. Pero quería tenerla cerca, y no sabía exactamente por qué.
Su short azul esta un poco subido dejando ver algo de su ropa interior blanca, sus piernas blancas luciendo tentadoras, la blusa está algo arrugada, dejando ver parte de su espalda. Dios santo.
Sus brazos están a sus costados, su rostro está de perfil, puedo ver lo perfectas que son cada una de sus facciones. Definitivamente no podía negar lo linda que era Arizona parcialmente atractiva, y lo tentado que había estado desde el primer día que la vi en las escaleras de esta casa.
Desde hace mucho que no había visto a una chica de la forma en la que la había visto a ella, y eso era algo que no podía permitirme.
Al principio la intenté ver como una de las amigas de mi prima cuando Camille se vino a vivir con nosotros, como una pequeña, a quien debía mantener lejos de mi. Pero me fue imposible, podía sentir lo interesada que ella había estado en mi. Y por eso de vez en cuando intente dejar de ser un idiota con ella, pero es que no podía. Eso solo la acercaría a mi, y yo quería mantenerla lejos, no cerca.
Después le dije a Ethan que la veía como un juego, y algo con lo que me divertiría en cuanto estuviera recuperado del transplante, lo cual lo alarmo, y desde entonces solo ha estado haciendo preguntas sobre si me interesa, o advirtiéndome que me aleje de ella indirectamente y que no intente superar lo qué pasó hace dos años usándola, pero es que no puedo, y tampoco es eso lo que quiero.
Lo intento, y de solo imaginármela con alguien más, me hace querer atraerla a mi de nuevo.
¿Qué es lo que anda mal conmigo?
Y ahora que Kyle estaba cerca de ella, tendría que tener mas cuidado. Kyle no perdería una oportunidad para querer herirme. Y aunque Arizona no me importara en ese sentido, o bueno eso creo, no le daría a Kyle una razón para intentarlo.
Dejo de observar a Arizona, que bien podría haberlo hecho toda la noche, pero sería demasiado pervertido, y no quería tener una erección ahora mismo.
Voy al closet, y tomo un conjunto de pijama, como el que le había dado aquella noche para Daniel a cambio de que no durmiera con él, ese día también había sido un idiota al obligar a Ethan a traerla a mi habitación. Pero es que de solo pesar que ella y él podrían tener algo, me hervía la sangre.
Abro una de las puertitas del closet para sacar un bóxer, y entonces por accidente la cierro haciendo un fuerte ruido. Reviso que Arizona siga dormida, pero entonces veo que empieza a moverse. Me quede ahí parado con mi ropa en mis brazos, únicamente observándola.
Se retuerce en la cama, cambiando de posición y llevando una de sus manos a su abdomen, y otra a su boca. Y empieza a hacer arcadas.
No, mierda no.
Tiro la ropa al suelo, y corro hasta ella como puedo y sin importarme el dolor de mi espalda, le ayudo a sentarse mientras ella se queja aún con los ojos cerrados, se veía tan linda.
Edward, compórtate.
—Quiero...vomitar—dice en un susurro apenas audible y entonces abre sus ojos.
—Suéltame.— abofetea mi mano. —Y déjame sola.
Intenta levantarse pero no lo logra, me acerco y la sostengo por su brazos.
—Ahora soy yo quien quiere que te alejes, ¡hazlo!— grita muy enfadada, y por alguna razón sus palabras me dolieron, pero no la iba a dejar sola en esta situación.
—Deja de comportarte como una niña pequeña— ella resopla y maldice mi nombre un par de veces llamándome de cientos de formas groseras y poco agradables, mientras nos acercamos al baño.
Apenas abro la puerta ella corre al retrete a vomitar, se hinca y arcada tras arcada, le cuesta mantenerse recta, por lo que aún con todo el asco del universo me acerco a sostener sus trenzas para que sus cabellos rebeldes no se peguen a su cara, y se llenen de vomito.
Enfocó mi vista en cualquier lugar menos donde está vomitando, y por alguna razón, a mi mente llega el recuerdo de la vez que me hizo un chupón aquí mismo en mi habitación, lo duro que me puso, y la manera en que me miraba, me había costado tanto contenerme y no besarla.
—¿Por qué?— su pregunta queda suspendida en el aire, y me saca de mis pensamientos.
Ella se pone de pie, lava su cara, y sus labios.
—¿Por qué, qué?— preguntó observándola.
—¿Por qué no respondiste mi mensaje?, yo...— la miro confundido, ¿de que mensaje hablaba?
—No se de que hablas.
Ella se gira para verme directamente a los ojos, y se acerca hasta que su rostro está casi rozándose con el mío. Nuestras respiraciones se juntan, y no puedo evitar bajar mi vista a sus labios.
—Te envíe un mensaje, un ridículo mensaje, donde decía que te quiero, y no me lo respondiste...— sus ojos se llenan de lágrimas, y eso logra apretujarme el pecho, ¿Me estaba diciendo que me quería? Y yo no había revisado mi celular desde el domingo en la tarde. —Y porque te quiero tanto es que no te abofeteo, y mira que muero por hacerlo, pero...
—Arizona, yo no he visto el celular.— baja su mirada avergonzada. Debía buscar mi móvil y leer aquel mensaje del que ella hablaba pero lo haría luego.
—Mierda— susurra tan despacio que me cuesta un poco escucharla.
Sale del baño sin que yo pueda detenerla, y por un momento pienso que se irá de la habitación, pero no lo hace, se sienta en la cama, y se recuesta hacia atrás con los ojos cerrados. Me acerco sentándome en la silla del escritorio para quedar frente a ella.
—Quiero entenderte... pero es que eres tan malditamente complicado,— suspira llena de frustración, sus ojos ya no soltaban lágrimas y por una parte eso me alegro un poco, verla llorar por mi culpa me había hecho sentir incluso peor que cuando Camille, la abuela o mamá lloraban por mi estúpido comportamiento.
—No hay nada que entender— digo suavemente, intentando hacer que se relaje. —¿Quieres irte a tu habitación?— digo rápidamente, su cercanía me estaba pasando factura, quería abrazarla, pero eso era algo que no haría, porque me estaba sintiendo jodidamente confundido, yo no la quería, ella no me interesaba.
Edward, Deja de mentirte a ti mismo.
¿La queria? Niego rápidamente dándome a mi mismo la respuesta.
Ella niega, —¿Quieres que me vaya? ¿para que me has traído aquí si quieres que me vaya?— pregunta tristemente.
—No he dicho que quiero que te vayas.
—¿Quieres besarme?— su pregunta me deja helado por unos segundos. Ella se acerca peligrosamente a mi, y aunque debía retroceder no lo hago.
—No, espera..— pone su dedo índice sobre mis labios para hacerme callar.
—Solo un beso, y luego me iré, me alejare de ti, te lo prometo...— susurra y une sus labios con los míos. Pero me separo al instante.
—No. Estás borracha.
—Que importa.
Suspiro controlando mis ganas de besarla. Ella se tumba en la cama hacia atrás, y su blusa se levanta mostrándome gran parte de su sostén. Tenerla tan cerca me estaba poniendo duro, debía controlarme.
—Arizona...
Habla con los ojos cerrados—¿Qué?
—Si sigues comportándote así, no podré controlarme.— le advierto y ella suelta una risita divertida.
—No lo hagas— se sienta de nuevo, y saca su blusa por encima de sus brazos delicadamente, la observo hacerlo, tiene en su rostro una sonrisa divertida, deja a la vista sus pechos, que aunque son pequeños, son perfectos en ella.
Cierro los ojos, y respiro profundo. Debía dejar de mirarla, ella estaba borracha, y mañana probablemente no se acordará una mierda de esto.
—¡Basta!— abro los ojos de nuevo, y la veo únicamente en ropa interior, en los segundos que he tenido cerrado los ojos, se ha quitado el short, dejando a la vista su hermoso cuerpo. Sus piernas, sus caderas, todo era jodidamente perfecto.
Me pongo de pie con todo mi autocontrol, y le doy la espalda. —Arizona yo... iré al cuarto de invitados.
Recojo la ropa que había tirado al suelo cuando ella despertó, y me dirijo a la puerta.
Ella se pone de pie y se para frente a la puerta antes de que yo pueda salir. Arizona no me la pongas más difícil.
—Quédate. Si no quieres besarme o tocarme esta bien, solo quédate— suplica con los ojos llorosos de nuevo.
No es que no quiera besarte o tocarte, es que te vas a arrepentir luego.
Suspiro, —Vístete.— le ordenó fríamente.
Le ofrezco el conjunto de pijama que había tomado para mi, y ella lo toma rápidamente, vistiéndose frente a mi.
Debo admitir que me costo trabajo cerrar los ojos para no ver como cada uno de sus músculos se contraía al ella hacer algún movimiento mientras se ponía mi ropa, me estaba volviendo loco.
—Ya abre los ojos, estoy vestida— los abro, y verla con mi ropa aumentaba mis ganas de llevarla a la cama, le quedaba demasiado grande mi ropa, pero se veía linda en ella.
Edward, concentrate.
Se sube a la cama, y palmea a su lado, —Ven.
Estaba consciente de que no debía ir, pero aún así lo hice.
Me pongo a su lado, y estamos en silencio por unos segundos.
—Prométeme que no vas a volver a drogarte,— luce asustada, y una sensación extraña me recorrió. No debía prometerle nada, pero aún así sentí la sensación de hacerlo, y no me gusto.
—No tengo que prometerte nada— respondo cortante y al segundo me arrepiento.
¿Por qué me cuesta tanto dejar de ser un idiota con ella ahora?
—Solo hazlo— su aliento llega a mi, vodka con cerveza es lo único que puedo percibir, pero aún así no es desagradable. —No sabes lo que sentí al verte inconsciente, yo no sé...— de nuevo sus ojos se llenan de lágrimas.
Ethan me había dicho lo afectada que estaba al ella encontrarme en la cocina, y la abuela había mencionado que estaba muy preocupada esta mañana.
Acerco mi pulgar para limpiar las que han caído a sus mejillas y suspiro profundamente, —Esta bien.
Sus ojos se iluminan un poco, y su mirada baja a mis labios.
¿Cómo voy a contenerme si ella hace eso?
Decido concentrarme en otra cosa, lo que sea, menos en ella tan cerca de mi, y luciendo jodidamente provocativa con mi ropa.
—Tenía miedo que no despertaras—, confiesa y todo mi cuerpo se tensa, mi corazón late sin control. Y es una sensación que no me gusta, una sensación que hace mucho no había vuelto a sentir.
—No pienses en eso.
Ella se recuesta sobre las almohadas clavando su vista al techo.
—¿De verdad no te importo?— pregunta casi más para ella, había un poco de desilusión en su mirada, pero lucia triste, demasiado.
No podía dañarla más diciéndole que no me importaba, ya le estaba haciendo suficiente daño.
—Trata de descansar, estás borracha aún.
—Eso fue un claro no.— se gira para darme la espalda, y la detengo suavemente girándola de nuevo hacia mi.
—No sé si me importas, Arizona, solo sé que no quiero que lo hagas— la miro directo a los ojos, había sonado demasiado frío y duro, pero estaba siendo honesto con ella.
La sola idea de que llegará a importarme, me aterraba, yo había cerrado las puertas de mi corazón hace mucho y no las abriría ahora, no podía. Debía enfocarme en recuperarme para irme a España, eso era lo único que de verdad me importaba.
—Guao. De verdad que eres un idiota.— la decepción en su voz era impresionante, se pone de pie, y sale de la habitación con pasos torpes, no iba a detenerla, si seguía aquí probablemente la hiciera mía, y eso tampoco es algo que ella se mereciera, se merecía ser querida al cien por ciento y eso era algo que yo no podía ofrecerle, por más que quisiera.
Sentí un vacío al quedarme solo en la cama, pero sabía que era lo mejor.
Voy hasta el escritorio y enciendo mi celular, quería saber que era aquello que decía el mensaje del que había hablado Arizona.
Y ahí estaba, un mensaje de ella del domingo por la noche.
Arizona:
Te quiero. Y sé que no es el mejor momento para decírtelo, y tampoco es la forma, te lo hubiese dicho en persona si no hubieses sido tan idiota conmigo, necesito que estes bien Edward, por primera vez estoy queriendo a alguien de esta forma. ¡Eres un idiota, por Dios!
Lo leo un par de veces, una sonrisa triste se curva en mis labios, ¿Me quería de verdad?, era la primera vez que ella quería a alguien de esta forma, y yo simplemente le estaba haciendo daño. Joder que hijo de puta soy. Necesito alejarla, aún está a tiempo.
Yo:
Descansa, y puedes conservar mi pijama.
Lo envío y después me arrepiento, quería alejarla, pero actuaba haciendo lo contrario.
Joder, Edward, estás jodido.
Muy jodido.
_____
Xoxo.
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