20:

¡Hola! Antes de pasar a leer, vengo a decir un par de cositas.

Número uno: He gritado de emoción por las 2k de lecturas, bueno, es que la emoción me ha ganado.

Número dos: Por los 2k, haré un maratón y espero les guste, y si es así pueden comentar que me divierto mucho leyendo sus coments y me motivan. <3

Ahora sin nada más para decir...

Maratón 1/3
ARIZONA LEE.

Las primeras dos clases pasaron rápido, habían sido de: ciencias experimentales, y el profesor John se podría decir que me agradaba hasta cierto punto, aunque no puse mucha atención a ninguna de sus dos clases, por tener la cabeza en otras cosas (precisamente en Edward), el profesor no se había dado cuenta y eso era algo que agradecía enormemente. La semana pasada mandó a dirección con Jack a dos chicas por no prestar atención y reírse de algo en clase, me alegraba que no hiciera lo mismo conmigo.

En fin, Camille por otro lado se había unido a la segunda hora de Ciencias, se despertó un poco más tarde que yo. Carla y Alejandra se habían acercado a preguntar que si qué pasaba por su cara hinchada y sus ojos irritados, pero ella les dijo que todo andaba bien, que no pasaba nada, aunque claro estaba que no era así y las chicas no se habían creído eso para nada. Estuvo apunto de llorar en las clases y salió al baño varias veces.

El día de ayer, la había pasado fatal, había tenido nauseas y mareos todo el día, no pude comer nada, porque todo me daba ganas de vomitar, según la doctora de la enfermería se debía a los nervios. Por suerte cuando volvimos del colegio a casa, Nadia nos preparo un té a Camille y a mí y con eso me había sentido mejor, después subimos a nuestras habitaciones y no salimos más hasta hoy por la mañana.

Hoy ya es martes, el día en que se suponía que Edward debía volver a casa, pero según Egan, su abuelo, al doctor le ha parecido una mejor idea dejarlo veinticuatro horas más en observación, y aunque eso para mi es una jodida tortura, al menos estoy algo tranquila de saber que está bien, o como han dicho, estable.

El día de hoy yo vestía un leggins negro y una blusa de manga larga azul debido a que el clima estaba fresco por la lluvia del domingo, con mis Nike favoritas, tenía el cabello en un desorden catastrófico, y mi cara estaba de lo peor, mis ojos irritados e hinchados, y habían salido en mis mejillas un par de granitos que dolían un poco. Si Nadia no me fuese despertado, seguro que seguiría dormida y hubiera faltado a clases.

Le pregunte nomas desperté, si había alguna novedad o sabía si Edward estaba mejor, pero dijo que no, que Camilo la llamaría en un par de horas para seguir informando. Y aunque eso no me tenia tranquila, al menos no sentía la desesperación de no saber nada. Yo confío en Edward y se que estará bien, estoy segura.

Caminaba en silencio junto a Camille hacia la clase de Matemáticas, había cierta tensión entre ambas, yo quería hacer preguntas, y ella no quería responderlas, por lo que me limitaba a quedarme callada, quizás su cabeza estaba tan abrumada, al igual que la mía, aunque claro que es más normal de ella, es decir, es su primo quien está en esa situación, en cambio, ¿qué es Edward para mi?, vaya, no lo sé, pero dolía imaginarme que algo malo le pasara.

Dolía mucho.

Camille toma una larga bocanada de aire antes de entrar por la puerta del aula de matemáticas, aún el lugar estaba un poco vacío, había un par de chicos que ya había visto un par de veces, y otro par que no. Tomamos asiento en silencio.

El profesor entra, dando un par de indicaciones, yo me limito a respirar hondo para empezar a poner atención, si bien las ciencias no eran tan importantes, pero matemáticas si. Nos escribe un par de cosas en la pizarra y sale para ir por una pastilla a la enfermería, según se sentía un poco mal.

El sonido de un móvil, me saca de mis pensamientos, y es el de Camille, lo toma y contesta rápidamente, —¿Abuela?... en la facultad, aquí está Ari también—dice en voz baja, para que no la escuchen los demás, la veo esperando que me haga una señal de que Edward esta bien, —okey, vamos para allá, gracias Abue.

—¿Qué pasa?— preguntó poniéndome de pie y ahora todos se giran a nosotros.

—Ethan y Emil, han venido a ducharse— al escuchar el nombre de los gemelos pegó un enorme suspiro, había pasado un día completo sin verlos, —Iremos al hospital con mis abuelos.

Mis ojos brillan un poco, no me hacía nunca ilusión ir a los hospitales pero, si eso me haría ver a Edward, quería ir, ya mismo.

—¿Ahora?— preguntó con demasiada energía mientras recogemos nuestras cosas.

—Si.

Nos despedimos de Alejandra y Carla que estaban sentadas un par de asientos tras nosotras, pidiéndoles que por favor le dijeran al profesor que habíamos tenido que irnos, ellas asienten confundidas pero por suerte no hacen preguntas.

Salimos de la facultad, directo a la casa, la idea de ver a Edward, me había revuelto el estómago de emoción y nervios a la vez, ahora no quería llorar de tristeza, si no de emoción, porque ahora más que nunca, haría lo posible por entenderlo, y saber que es lo que anda mal con él.

...

Al llegar a la casa Camille toma el pomo de la puerta y la abre desesperadamente, al igual que yo estaba ansiosa por ver a los gemelos y saber absolutamente todo lo que había pasado.

Al entrar no había nadie en la sala de estar, lo cual no se me hizo raro, debido a que se escuchaban un par de ruidos desde la cocina, ambas caminamos sin decir nada hasta allá.

Esta vez soy yo quien abre la puerta, y nos encontramos a Nadia cocinando lo que parece ser tortitas, -eso me recordó a Ethan cuando las preparo, le habían quedado deliciosas-, y a Emil comiendo un sándwich. ¿Dónde está Ethan? seguro que se estaba bañando, ¿y el abuelo? quien sabe.

—Queridas, ¿tienen hambre?— Nadia pregunta mirándonos a ambas. Emil no se daba la vuelta, lo que me daba la ligera impresión de que no quería vernos.

Las dos negamos, y es Camille quien pregunta lo mismo que yo quería saber y estaba por preguntar, —¿Cómo está el?— se acerca hasta su abuela. Y yo me quedo parada en la puerta.

—Está bien— Emil es quien contesta, y agacha su mirada, —pero no quiere ver a nadie,— se escucha dolido.

Mi suspiro de alivio al escuchar que estaba bien, se fue al carajo cuando escuche que no quería ver a nadie. Eso último lo sentí más para mi, como si Emil quisiera decirme que Edward no quería verme.

—¿Qué dices?— Camille lo mira incrédula, un nudo se forma en mi garganta, y no puedo formular ni una sola palabra.

—Hija, tú abuelo recién llevo a Ethan de nuevo, al parecer Edward solo quiere verlo a él— la abuela se acerca a la barra, y sirve un par de tortitas en un plato, realmente olía delicioso, pero se me había ido el hambre.

¿Qué? ¿Por qué solo a Ethan?

—Edward no puede hacer eso, ¿mis tíos y mi padre ya lo vieron?— pregunta casi llorando. Sus lágrimas estaban en sus ojos amenazando por salir. Yo aún estaba parada en donde mismo, con mi mochila en mis hombros, si Edward no quería ver a nadie, yo debía distraer mi mente, no podía atormentarme más.

Emil alza su vista, directo a Camille,—Papá sí, mamá estaba cuidando de una amiga suya, en lo que Edward despertaba hoy, y el tío Jack lo cuido toda la noche.

—¿Una amiga?— Camille pregunta incrédula.

Sentía que esa conversación era más de ellos, después de todo sentía que sobraba ahí.

Como pude me las arregle para que mi voz sonara normal, y no rota: —Yo volveré a clases.

Me doy la vuelta pero, Camille toma mi brazo.

—Iré contigo.

Niego, —Cam, tú quédate aquí, es tu primo.

Ella me mira confundida, como si intentara leer mi mirada, y el dolor que todo lo que había dicho Emil había causado en mi.

—Arizona, ¿no tienes hambre?— Nadia es quien pregunta con preocupación, doy una mirada rápida a Emil, quien tiene su rostro en sus manos exasperado.

—No, yo... quiero ir a clases— y antes de que alguien me detenga de nuevo, salgo de ahí. Y un par de lágrimas dejan mis ojos.

Voy a mi habitación antes de regresar a clases, sabía que la clase de matemáticas ya había terminado, y que la clase de geografía había iniciado, pero necesitaba ver a Freya, necesitaba llorar con alguien que no hiciera preguntas, y sólo me hiciera compañía.

Al entrar en mi habitación me sorprendo al ver a Freya comiendo, tiene servido en su platito un par de croquetas y leche, ¿Qué?, yo no le había servido, ¿Nadia?, quizás ella había sido.

Me acerco, y ella corre hacia a mi, lamiendo mis tenis, la tomo en mis brazos y la aprieto en mi pecho, mis lágrimas comienzan a salir de mis ojos sin control, la esperanza de ir y verlo en el hospital se había ido a la mierda.

¿Por qué no quieres ver a nadie, Edward?

Y entonces si Ethan había venido a ducharse, seguro que había llevado su móvil.  Antes de volver al colegio le enviaría mensajes.

Escucho que tocan la puerta, —Arizona, hija, ¿puedo pasar?— la voz de Nadia, me hace estremecer. Bajo de nuevo a Freya dejándola en mi cama, y con las mangas de mi blusa limpio mi rostro.

—Si, adelante.

Ella entra, con un par de tortitas y un vaso de juego de naranja, sonríe tristemente al verme así.

—Come un poco.— se acerca ofreciéndome el plato.

Sonrió cálidamente, —Gracias.

—Emil ira al hospital a ver a sus padres, Camille ira con él, tú puedes quedarte aquí si deseas.— escucharla decir eso apretó más mi pecho y agudizó el nudo en mi garganta. Pero estaba claro que ellos debían de ir y estar con sus padres, yo no tenía nada que hacer ahí aunque muriera de ganas por ir.

—Volveré a clases.— ella asiente y pasa un mechón de mi cabello tras mi oreja.

—¿Está todo en orden?— asiento rápidamente, tomando un poco de jugo.

Nos despedimos y salgo de ahí, dejando a Freya en mi cama, y a Nadia en el pasillo, bajo las escaleras aún con el plato de tortitas, las guardaría para después.

Camino hacia el colegio rápidamente, los pasillos estaban algo vacíos, lo que decía que todos estaban en clases. Me había olvidado de enviarle mensaje a Ethan. Demonios.

Necesitaba hablar con alguien, me sentía demasiado mal, y tenía que desahogarme, sacarlo todo.

Voy a la enfermería, pediría alguna cápsula para el dolor de cabeza, y después regresaría a clases.

Wanda la doctora abre la puerta con una pequeña sonrisa, —¿Buscas a Alejandra?— pregunta y la veo confundida.

—Sí, ¿está aquí?— ella asiente con la cabeza, y Justo escuchó el ruido de alguien vomitando.

¿Qué hace Alejandra aquí? Hace un rato estaba bien en clase de matemáticas.

Hago una mueca de asco, —está en el baño, pasa.

Se hace un lado de la puerta y me deja pasar, me siento en una de las sillas en las que ya había estado, y espero.

Wanda se sienta a mi lado, y pellizca una de las tortitas inocentemente, le ofrezco para que tome más y así lo hace.

—¿Puedes quedarte con Alejandra?, iré a comer a la cafetería, muero de hambre.

—Claro.

Me sonríe y sale de ahí.

Pasan un par de minutos y una pálida Alejandra aparece. —¿Qué haces aquí?— luce sorprendida. Parece notar mis mejillas rojas y mis ojos irritados, —¿Ya me vas a decir que es lo que les pasa a ti y a Camille?— había preocupación en sus ojos.

—Descuida, algo no importante. ¿Qué te paso?

Ella frunce su ceño,—Me ha caído mal el desayuno.— se encoge de hombros.

—¿Quieres?— Le invito de las tortitas, y ella niega rápidamente haciendo una mueca.

—Arizonaaa— alarga la última letra, —puedes contarme si quieres, algo me dice que eso que les pasa tiene que ver con uno de los 3 E, el mayor para ser exactas.

Ella avanza hasta la camilla y se sienta sobre ella, yo veo un par de segundos la pared blanca de la habitación y entonces asiento. Necesitaba contárselo a alguien, y ella había sido la primera chica a la que me había acercado y confiado desde que llegue.

—Primero, ¿cómo lo sabes?— le preguntó dejando mi mochila en la silla y acercándome a ella para quedar sentada a su lado, y guardando las tortitas.

Ella sonríe de lado, —Es obvio que te interesa uno de ellos, lo que no entiendo es porque Camille lucia devastada hoy,— hace una mueca.

Río un poco ante su mueca. —Bien, te cuento, creo que siento algo por Edward, pero...— ella abre su boca fingiendo sorpresa y suelta una carcajada. Definitivamente no le diría lo qué pasó con él, eso era demasiado privado y no debería ir por ahí diciéndoselo a nadie.

—¿Pero?— pregunta al ver que me he quedado callada.

—Él es muy complicado, me cuesta entenderlo, y... no se que me pasa exactamente con él— suspiro exageradamente.

Hablar de esto me hace estremecer, era la primera vez que decía esto en voz alta, y no he de negar que lo había pensado ya un par de veces.

Se queda en silencio por unos segundos.

La miro enarcando una ceja, y mientras pruebo las tortitas de nuevo, el hambre había vuelto a mi.

—Estamos jodidas— es lo único que dice y suspira.

—¿Estamos jodidas?— preguntó incrédula.

Ella asiente con la cabeza, y pone sus manos en sus muslos inclinándose al frente, —Estoy enamorada de alguien que ni siquiera me mira, y tú de uno de los 3 E, y para colmo del más dificil.

Niego rápidamente, —No estoy enamorada.

Ella ríe nerviosa, posando sus ojos en mí —¿No?, vale, puedes mentirte a ti misma, pero es que la forma en la que has dicho que sientes algo por él...— la interrumpo un tanto dudosa.

Eso que dijo de mentirme a mi misma, me hizo recordar la palabras de Daniel diciéndome exactamente eso.

Dejo las tortitas a un lado y rasco mi nuca con nerviosismo, —Quizás solo esté confundida.

—Te interesa, eso está claro. ¿Crees que él sienta algo por ti?— pregunta.

Pienso en lo que Edward me ha dicho estando borracho, eso de que no ha estado con nadie desde hace mucho, él es increíblemente atractivo, aún con su aura de chico frío y desinteresado, lograba llamar la atención de quien fuera, incluso el podría enrollarse con cualquier chica. Debía haber una razón por la que él no lo hiciera, pero ¿cuál?

—No lo sé, de pronto me deja claro que no le intereso, se comporta como un idiota, y aún así logra atraparme... yo no lo entiendo, joder— susurro la última palabra exasperada.

—Díselo, él necesita saberlo.

Recuerdo el mensaje que le envíe diciéndole te quiero, que tonta había sido, me había dejado llevar por mis emociones y sentimientos encontrados. Por la sola idea de imaginarme que algo malo le pasará.

Después de charlar un poco más con Alejandra, donde me aseguró que estaría bien, ella se había quedado ahí en la enfermería, al parecer Alex pasaría a recogerla.

Mi cabeza daba cientos de vueltas, lo que pasaba con Edward, y mis padres, que no había hablado con ellos en un par de días. No había un solo segundo que todo aquello estuviese fuera de mis pensamientos. Comenzaba a irritarme.

Antes de entrar al aula, siento como mi móvil vibra un par de veces en mi pantalón negro. Lo tomo rápidamente y el nombre de Ethan aparece en la pantalla.

Debería decir que no me emocione, pero es que si lo hice, abrí rápidamente el mensaje:

Ethan:
Foto.

En la foto aparece Edward, luce molesto, tenía su ceño fruncido, su cabello desordenado y estaba en una bata blanca y una intravenosa en su mano izquierda, esta sentado en una camilla de hospital con sábanas azules, y tiene un plato frente a él en un mesita parece que lo están obligando a comer.

Sonrió al verlo, mi corazón late sin control, justo esto era lo que necesitaba para saber que él realmente estaba bien.

El segundo mensaje:

Ethan:
Ahí lo tienes, la abuela dijo que lucías muy preocupada. Él está bien.

Yo:
Gracias, Ethan.

Ethan:
¿Quieres un consejo nena?

El mensaje llegó casi de inmediato al de mi respuesta, y no lograba entender, ¿A que se refería con eso?

—Señorita Lee, ¿Se une a la clase?— la voz de la profesora Amanda de comunicación, me saco de mi trance ante el mensaje de Ethan.

—Si, claro.

Entro en el aula y tomo asiento a lado de un chico rubio al que ya había visto varias veces en clase pero nunca le había hablado, con un par de miradas sobre mi, no sé cuanto tiempo estuve parada afuera del salón.

—Bien, el día de hoy haremos más dinámica la clase— empezó a hablar la profesora, —trabajaremos en equipos un guión de radio televisivo, con todo aquello que uno conlleve.

Ella continuó dando indicaciones sobre el trabajo. Todos empezaron a murmurar y quejarse sobre lo que la profesora acababa de decir, y aunque yo también tenía ganas de quejarme, debido a que sería un trabajo en equipo, me aguante las ganas. Mi cabeza estaba ocupada en otras cosas.

El rubio con el que me había sentado toca mi hombro, —Hola, soy Gael, ¿te unes a mi equipo?— Gael, que bonito nombre, sus ojos cafés me miraban esperando una respuesta, —Estoy con Kyle, Amanda dijo que podría ser de 3 o 4.

Asiento, mirando a mi alrededor, todos estaban moviéndose de lugar para reunirse con su equipo, por lo que supuse que si no me unía a Gael, quedaría sin uno.

—Bien. Soy Arizona.

—Lo sé, todos hablan de ti en los pasillos, es una suerte que estés en mi curso— sonríe coquetamente, guiñándome un ojo.

Es guapo, no iba a negarlo, pero eso no fue lo que llamo mi atención, sino: "todos hablan de ti en los pasillos", ¿Qué?

—¿Qué dices?— pregunte casi perpleja.

Antes de que el rubio pueda responderme, la profesora Amanda habla de nuevo, con ese tono de voz imponente:

—Un integrante de cada equipo, pase al frente, les daré un documento que utilizarán en la elaboración de su trabajo.— varios chicos se ponen de pie, volteo a ver a Gael, quien le hace señas a otro chico, que también es rubio, vaya, hoy me había topado con puros rubios, primero una chica que vi fuera del colegio cuando volvía, y luego Gael, y este último que debe ser Kyle.

—¿Él es Kyle?— preguntó viendo al otro rubio, que por lo que alcance a ver tiene ojos azules, y un cuerpo bastante trabajado bajo esos leggins negros y polera azul.

Gael solo asiente, enarcando una ceja—Ni se te ocurra plantarle el ojo eh, es mi novio.— me mira divertido.

Abro la boca sorprendida, es decir; era algo que no me esperaba. Suelto una risita nerviosa.

Luego de una media hora en lo que todos se ponían de acuerdo con sus equipos, y yo solo escuchaba a Kyle y Gael organizarse, la profesora hablo de nuevo:

—La clase ha terminado chicos, espero su trabajo para el viernes a las 12.— la profesora se pone de pie, y sale de ahí caminando firmemente. Apenas era martes, lo que quería decir que teníamos un par de días para elaborar el trabajo.

Suspiro aliviada.

—Nos vemos mañana, en la biblioteca para empezar el guión.— dice Gael poniéndose de pie, y Kyle se acerca con un par de hojas en sus manos.

—¿Mañana?— pregunta Kyle luciendo confundido.

—Sí, ¿tienes algo que hacer, Kyle?— pregunta Gael alzando una ceja y curveando sus labios.

Kyle asiente, —Tengo práctica de fútbol, lo sabes.

Gael suelta una risita, intente observarlos bastante bien, pero más que novios parecían únicamente amigos, es decir, la mirada de Kyle parecía indiferente ante Gael. Debía ser porque estaban en el colegio y no se mostraban cariñoso dentro de el.

Gael saca su móvil y entra al calendario, fingiendo tener una agenda llena y ocupada,—Bueno, entonces hagámoslo hoy.

Yo estaba callada sin decir nada, solo podía observarlos mientras se ponían de acuerdo, yo aceptaría lo que fuera que ellos propusieran. Ambos eran guapos, tenían piel muy blanca, casi podría decir que estaban pálidos, los ojos cafés de Gael son un poco más pequeños que los azules de Kyle, y ambos tenían excelente figura, lo cual de Kyle ya no se me hacía extraño puesto que escuché que practicaba fútbol.

—Sé que soy sexy, para de comerme con la mirada chica— Kyle bromeó dirigiéndose a mi, sacándome de mis pensamientos, y por alguna razón su comentario me recordó a Ethan.

Me sonrojé de inmediato, sintiendo vergüenza, —No te estaba...—Gael me interrumpió.

—Vamos Arizona, si te lo estabas comiendo.— ambos ríen y yo los miro mal.

—¡Basta! ¿hoy? ¿a que horas? y ¿dónde?— preguntó sin verlos a los ojos, el calor en mis mejillas aún no desaparecería.

Gael habló primero,—Si, hoy en tú casa.

Kyle continuó, —A las 6, ¿te parece bien?

Niego con la cabeza un par de veces, mirándolos mal a ambos, ¿estaban locos?, definitivamente en casa de los chicos no podría ser, y menos porque estaban los abuelos.

—Busquemos otro sitio.

—Mi piso está ocupado, y no hay mucho espacio además.— Kyle se encoge de hombros.

Gael me mira antes de hablar, —Mi hermana siempre mete chicos, tampoco es una opción.

¿Qué carajos?

—¿La biblioteca?— propongo, y tomo mis cosas para guardarlas en la mochila, era la única que no estaba preparada para salir, y en el aula solo quedábamos nosotros tres, los demás se habían marchado hace rato ya.

—Es martes, estarán los del B ahí, en tu casa y se acabó.— Gael sonó imponente, y casi me reí.

—Está bien— resople rendida, — a las seis.

Ellos asienten victoriosos, y se despiden para salir de ahí, dejándome sola. Definitivamente este día no podía ir peor, ahora debía hacer un trabajo en equipo con un par de desconocidos, que se veían agradables, pero no dejaban de ser desconocidos.

Por otro lado, no podía sacarme la imagen de Edward de mi cabeza, lo lindo que se veía ahí en la foto, a pesar de que se veía molesto, era increíblemente sorprendente.

Definitivamente este día había estado de locos, debía ir a casa a tomar una ducha, alimentar a Freya, y prepararme para recibir a este par, y trabajar juntos.

Contaba las horas para ver cara a cara de nuevo a Edward, su abuelo había dicho que estaría en observación 24 horas, lo que quería decir que aún faltaba un día y un par de horas. Podría resistirlo, tendría que hacerlo.

No sabes cuanto te extraño, jodido ojos verdes.

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