11:

ARIZONA LEE.

Finalmente termine eligiendo un leggins corto, un suéter negro con estampado azul, y unas Nike, busque las convers por todos lados, y no los había encontrado. Me había maquillado igual que siempre, muy poquito, y estaba cepillando mi cabello.

Tocan la puerta suavemente.

—¿Si? —es lo único que digo y alguien abre.

—Hay alguien esperándote allá abajo—me giro hacia Edward, que tiene una polera negra; y un short del mismo color, su cabello perfectamente alineado, y su ligera barba haciéndolo lucir tan genial.

Mierda, Daniel ya había llegado.

—¿Lo has dejado solo? — preguntó rápidamente lanzando el cepillo a un lado.

—Está con los gemelos, descuida. — esto último lo dice secamente, sin algún tipo de emoción en su voz.

Asiento, él se queda ahí en el umbral de la puerta observándome unos segundos y después sale de ahí, mientras yo recojo del piso a Freya y la tomo en mis brazos para bajar.

Me apresuro en las escaleras, para llegar a la sala, y efectivamente estaba Daniel con una polera amarilla y un short café, sentado con los gemelos, Ethan y Daniel sonreían, mientras que Emil tenía su vista en el móvil.

—¡Ari, preciosa!— se levanta de uno de los sofás y corre a abrazarme. Me apretuja unos segundos, y después me da un corto beso en los labios. No podía quejarme, pero realmente no me lo esperaba.

—¡Daniii!— intentó sonar igual de emocionada.

—Te extrañe mucho— fija su mirada en Freya y la toma entre sus brazos, —A ti también pequeñinaaa, ¿cómo te ha tratado tu mami?— Freya le lame el brazo feliz.

—A veces se olvida de alimentarla— aparece a nuestro lado Edward, lo miro mal, y él ni siquiera lo nota.

—Eso no es cierto—me quejo.

—Como digas, Arizona— es lo último que dice para salir por la puerta principal de la casa, con sus manos en los bolsillos del short.

—¿Y qué quieres que hagamos, Ari? — pregunta Daniel, aun con Freya en sus brazos, ambos gemelos se giran a verme, Emil un poco más serio que Ethan.

—Yo eh... tenía planes con los chicos— Ethan forma una sonrisa en sus labios, — Vamos al cine, ¿Vienes? — Daniel esboza una sonrisa enorme y Ethan me mira mal, y Emil solo se ve serio, sin expresión.

—Claro, supongo que volveré mañana a casa— dice mientras sigue acariciando a la gatita.

—¿Mañana? — pregunta Emil enarcando una ceja.

—Sí, son varias horas de camino, no quiero manejar de noche.

—Es cierto, te puedes quedar en mi habitación— digo esbozando una sonrisa, y él me la devuelve.

—¡ESO NO! — casi gritan los gemelos, los veo mal, y Daniel parece desconcertado.

—¿Qué les pasa? — pregunto enarcando una ceja, acercándome a ellos para sentarme en uno de los sofás, Daniel me imita.

—Si el tío Jack se entera que alguien durmió aquí y en tu habitación, va a matarnos— es Ethan quien habla, mientras que Emil ve de una muy mala manera a Daniel, quien no lo nota.

Pero, ¿Qué?

—No tiene que enterarse, además estamos saliendo— digo eso ultimo sin pensar, puedo sentir la mirada de Emil sobre mí, pero lo ignoro, y como una sonrisa victoriosa llena los labios de Daniel. —A demás, tu metes chicas siempre Ethan, no puedes quejarte.

—Es diferente— dice Ethan.

—Puedo quedarme en algún hotel Ari, no pasa nada. — dice Daniel tranquilamente.

Niego rápidamente, —Si te vas a un hotel iré contigo— le digo tomando su mano. Sin pensarlo.

Los gemelos comparten una mirada extraña, y Ethan refunfuña.

—Está bien, puede quedarse, — dice Emil rápidamente poniendo los ojos en blanco, molesto.

Genial.

—Bien, iré a buscar a Camille.

Dejo a los tres chicos en la sala, junto a Freya y subo las escaleras para ir a la habitación de Camille, abro rápidamente la puerta sin tocar y la encuentro frente a su tocador, haciendo un intento de maquillaje, que fue totalmente un fail, debido a que seguía llorando, todo se le había escurrido, y aún seguía en la bata de baño.

Me acerco, sentándome en un pequeño sofá que adorna su habitación, frente a ella, —Cam...— suspiro tomando su mano, ella se gira a verme, sus hermosos ojos miel, llenos de lágrimas que corren por sus mejillas. —Les diré a los chicos que no iremos, que pidamos pizza o algo para cenar— ella niega.

—En serio quiero ver esa película— suelta mi mano para limpiarse las lágrimas, —En diez estoy lista, ¿Puedes buscar algo de ropa en mi closet para mi?— asiento, si ella quería ir, no iba insistir para quedarnos, tenía que distraerse después de todo.

Voy a su closet y elijo algo parecido a lo que yo me había puesto, un leggins corto negro, y un suéter naranja, que tiene una letra C en color negro de estampado, muy bonita.

—¿Eso te gusta, Cam? — le pregunto dejando las prendas en la cama. Ya se había limpiado el rostro, y habría logrado disimular con el maquillaje que estuvo llorando por mucho tiempo.

Asiente y esboza una pequeña sonrisa triste—Gracias Ari, me visto y los alcanzo abajo— sonrió y salgo de ahí, me había olvidado de decirle que Daniel vendría, seguro se llevaba tremenda sorpresa.

Llego hasta la sala, y me encuentro únicamente a Daniel con Freya acariciándola, —¿Y los chicos? — pregunto sentándome a su lado.

—Uno de ellos fue a su habitación, y el otro fue por cervezas a la cocina—, supongo que ni siquiera le habían dicho su nombre.

—Bien, Camille ya baja en diez minutos, para irnos— él sonríe y por impulso se intenta acercar para rozar nuestros labios, pero el carraspeo de Ethan lo detiene, ambos fijamos nuestra vista en él, quien nos ve sin sonreír. En sus manos trae dos cervezas, le ofrece una a Daniel, y la toma, dejando a Freya a su lado en el sofá.

—¿Quieres una cerveza, nena? — me pregunta, por un momento pienso en decir que no, pero, asiento con una sonrisa.

—Bien, iré por ella, no hagan cosas sucias en mi ausencia por favor— mira de forma acusadora a Daniel, quien suelta una enorme carcajada, mientras yo me sonrojo.

—No le hagas caso, es un idiota— le digo intentando disminuir el rojo de mis mejillas.

Daniel toma de su cerveza, y luego habla, —Son agradables.

Ethan no tarda muchos segundos en regresar, me ofrece la cerveza y se sienta frente a nosotros en el sofá, empezamos a beber y conversar.

—¿Y de donde se conocen?— pregunta Ethan mirando a Daniel.

—Íbamos en algunas clases juntos— responde por mi.

—Oh ya veo, ¿tienen la misma edad?— pregunta bebiendo de su cerveza.

Daniel niega, —Yo estoy por cumplir diecinueve, perdí un año escolar debido a que mis padres se mudaban mucho de casa— ambos asentimos.

—¿Cancelaste tus planes, Ethan?— preguntó bebiendo de mi cerveza, recordando que él tenia planes, para cambiar de tema.

El niega sonriente, —regresando del cine los llevaré a cabo, — me dedica una sonrisa pícara, y señala a Daniel— él puede dormir en mi habitación.

—No importa, dormirá conmigo— le digo y antes de que él pueda quejarse, Emil y Camille aparecen en las escaleras.

Emil se había cambiado de atuendo, ahora vestía una sudadera negra con letras rojas, y un leggins negro como de deporte, se miraba bastante bien.  Camille se había puesto lo que yo había elegido para ella, y había atado su cabello negro, se miraba tan linda, sus mejillas un poco coloraditas, haciéndola lucir tierna.

Me pongo de pie,—Camille, él es Daniel, el chico que te conté,— ella sonríe genuinamente, —Dani, ella es Camille.

Daniel se pone de pie y llega hasta ellos para besar la mejilla de Camille, Emil le da una mala mirada y avanza hasta el sofá.

—Mucho gusto, Daniel.

Ambos sonríen, —El gusto es mío.

—Bien, vayámonos.

Ethan se pone de pie dejando su cerveza en la mesita de la sala,  —¿En que auto? En el mío ni lo piensen.

Todos reímos, —las chicas pueden ir conmigo, si gustan.— dice Daniel, y Camille y yo sonreímos asintiendo.

—Bien, yo y Ethan en mi auto— habla Emil con resignación y no muy contento.

—¿Y Edward?— preguntó rápidamente. Él había dicho que iría.

— Aquí estoy— entra por la puerta principal con un cigarro encendido en su mano.

Ah, por eso estaba afuera, porque iba a fumar.

—¡Edward no fumes aquí dentro!— regaña Camille y él se encoge de hombros.

—Yo no iré, así que no se preocupen, vayan ustedes— dice caminando a las escaleras, Camille me mira mal.

—¡Pero dijiste que irías!— reclamo.

—Las personas cambian de opinión todo el tiempo, Arizona.— dicho esto se perdió por las escaleras.

Siento la mirada de Camille sobre mi, —Ya sabia que no iría, no te preocupes— asiento y todos salimos de ahí. Camille y yo subimos al auto de Daniel, siguiendo a los gemelos.

Cine, allá vamos.

***

El camino al cine había sido silencioso, a excepción de que Daniel tuvo la grandiosa idea de encender la radio, y fuimos tan afortunados que estaba Harry Styles, fue un momento glorioso. Camille se dedicó a mirar por la ventana, de pronto Daniel preguntaba algunas cosas sobre aquí, la facultad entre otras, y ella respondía amablemente, pero podía sentir lo triste que estaba, y las tremendas ganas de llorar que tenía.

Ahora estábamos caminando hacia donde se compran las entradas, Daniel me había tomado de la mano, así que caminábamos juntos, mientras que Camille caminaba a nuestro lado luciendo distraída.

—Yo iré a comprar las palomitas, ¿Dulces o en mantequilla? — pregunta Daniel soltando mi mano para dirigirse a la máquina de palomitas.

—Para mí, dulces— dice Camille, acercándose más a mí, y toma mi brazo.

—Yo quiero en mantequilla— él asiente y se va a la máquina.

Camille y yo seguimos caminando hasta la fila de las entradas que estaba algo larga, y los gemelos estaban más adelante que nosotras.

—¿Estás bien?— le preguntó en un susurro.

Me ignora por completo, —¿Que te dijo Edward cuando fuiste a invitarlo?— pregunta de vuelta.

La miro extrañada, —Al principio dijo que no le gustaba ir al cine, y que a los gemelos tampoco— avanzamos un poco en la fila, —Y después dijo que iría. Pero cambio de opinión.

Ella niega, viendo el suelo del cine, —Pensé que aceptaría, por eso te envíe, él no ha salido mucho de casa estos últimos dos años, únicamente vamos a casa de mis abuelos, o a la de mis tíos, y aveces va al colegio, necesita un poco de diversión.— asiento, y me animo a preguntar.

—¿Por qué no sale?— avanzamos un poco más en la fila, hasta quedar frente a la chica que atendía.

—Una larga historia.

—¿Qué película quieren ver?— pregunta la chica, y Camille le dice que la función de terror, le entrega dos entradas, y avanzamos hasta un elevador donde están esperándonos los gemelos.

—Subamos— dice Emil impaciente.

—Vamos a esperar a Daniel— él pone los ojos en blanco, y Ethan le da un codazo susurrándole algo.

—Ya va empezar la película, que se apresure— se queja, y lo veo mal.

—Emil deja de ser tan pesado— regaña Camille y al fin se calla.

Ethan tenía en sus manos unos nachos con demasiado queso y una gaseosa, mientras que Emil había comprado un agua saborizada, y unas galletas de chispas, que chico tan raro; al cine se venía a comer palomitas no galletas.

Luego de esperar algunos minutos, Daniel aparece feliz con tres canastas de palomitas, dos de mantequilla y unas acarameladas para Camille, subimos al elevador, y al llegar al piso de nuestra sala nos adentramos en ella, a mi lado se sienta Camille y en el otro Daniel, mientras al lado de Camille se sienta Emil, y al lado de Daniel, Ethan.

La verdad es que quisiera decir que la película estaba siendo muy interesante, y atrapante, pero no era así, me había dedicado el mayor tiempo a taparme los ojos o hundir mi rostro en el brazo de Daniel, quien parecía estar disfrutándolo.

Luego de algunos minutos, en lo que los sonidos de suspenso y drama se hacían presentes en aquella enorme pantalla, donde todo estaba oscuro, escucho como Camille empieza a sollozar. Giro mi vista hacia ella, y Emil la tiene tomada de la mano.

—Cam, es una película de terror no deberías estar llorando— le susurra lo suficientemente fuerte para que Daniel y yo logremos escucharlo.

—Yo...— sorbe su nariz dramáticamente, —lo siento— se pone de pie, y pasa entre todos los asientos hasta los escalones para salir de la sala. Veo cómo Emil se pone de pie para seguirla, pero le tomo el brazo haciendo lo mismo.

—Yo iré. — él asiente volviendo a su lugar, y salgo de ahí escuchando algunas quejas de las demás personas en la sala, exigiendo silencio.

Camino rápido y la veo entrar en lo que parecen ser los baños, entro tras ella, y escucho como llora sin control, sorbiendo su nariz, esta recostada con sus manos sobre el lavamanos, mirando caer el agua frente a ella.

—¿Por qué me duele tanto? — pregunta en un hilo de voz.

Mi corazón se aprieta.

—Cam, seguro te ha gustado por mucho tiempo, entiendo que duela y te sientas decepcionada, pero...— me interrumpe, tomando mi mano acercándose a mí.

—¿Te ha gustado alguien de esta forma Arizona?, ¿Al grado de sentir que dependes emocionalmente de cada muestra de afecto que recibas de ella? — lo pienso por un segundo, sus mejillas mojadas, y la respuesta estaba clara.

—No... pero puedo imaginarme cómo te sientes — suelta mi mano.

—Me siento patética, estúpida, tantas veces que obligue a Jay para que lo incitara a salir conmigo, a mirarme, Dios, como le pude pedir que le dijera que me robara un beso— niega con claro arrepentimiento, ella se sentía decepcionada de ella misma, y estaba segura de que para nada era una bonita sensación.

—Camille basta, ¿Si? — ella limpia sus mejillas con sus pulgares, — vamos a regresar a la sala, y te vas a olvidar de él aunque sea solo por un momento, no voy a permitir que te sigas atormentando. — se lanza a mis brazos rodeándome con fuerza.

El abrazo no dura mucho, ella lava su rostro quitando el maquillaje estropeado, y caminamos tomadas de las manos a la sala, pude ver que Emil, estaba recostado en el respaldo de su asiento, con los ojos cerrados, parecía que dormía, se veía tierno, debía admitirlo. Daniel no estaba en su lugar, lo que me hizo suponer que salió por mas golosinas, o al baño, por otro lado, Ethan le sonreía pícaramente a su móvil que trataba de esconderlo, pero no lo escondía bien.

Camille fue al lugar donde antes había estado Daniel, y se sentó junto a Ethan intentando husmear en su celular, al menos yo no era la única chismosilla aquí. Yo tome asiento a un lado de Emil, quien abrió sus ojos y me vio con el ceño fruncido pero lo ignore, y por primera vez en toda la tarde, preste atención a la terrible película, juraba no volver al cine a ver una película de terror. Nunca.

No sé cuánto tiempo paso, pero ya estábamos volviendo a casa, esta vez Camille había ido con los gemelos, cosa que a ellos no pareció gustarles, pero no se negaron, habíamos acordado que ellos pasarían por pizza para cenar, y nosotros iríamos directo a la casa.

—¿Me estas escuchando, Ari? — pregunta Daniel sacándome de mis pensamientos, y me giro a verlo.

—¿Decías...? — niego lentamente, — no, ¿Qué decías? — él sonríe mientras conduce, y con su mano izquierda apachurra mi mejilla.

—Te decía que, si llegando podría tomar una ducha, — le sonrió.

—Claro tonto, ¿Traes ropa de repuesto? — él niega avergonzado, — bien te conseguiré con alguno de los chicos. — él sonríe y enciende la radio, lo siguiente hasta llegar a la casa fue el sonido de la radio, y su mano sobre la mía, en mi muslo.

Esos pequeños detalles de Daniel, me revolvían el estómago de sensaciones bonitas, él era tan lindo.

Llegando a la casa lo guío hasta mi habitación, la casa estaba en completo silencio, al entrar en mi habitación me sorprendo al no ver a Freya ahí, e inmediatamente el rostro de Edward aparece en mis pensamientos, seguro que estaba con él.

—Tomate tu tiempo, iré por algo de ropa, la dejare sobre la cama, puedes usar aquella toalla, está limpia— le señala una de las toallas frente al closet, y el asiente agradecido.

Salgo de ahí para dirigirme a la habitación de Edward, iría por Freya y por ropa para Daniel. Toco suavemente la puerta y nadie abre, pasan algunos segundos en los que dudo si entrar o no, y finalmente lo hago. Me sorprendo al ver a Edward frente su computador con audífonos y lo que parece ser haciendo tarea, de espaldas a mí, por la música en sus audífonos es que no me nota, me acerco un poco más y puedo ver como tiene a Freya entre sus piernas dormida cómodamente.

Me acerco y toco suavemente su hombro por encima de la polera negra, se gira a verme, su mirada esta helada, completamente sin expresión alguna, no luce sorprendido por mi presencia.

—¿Qué haces aquí? — pregunta fríamente, suspendiendo la pantalla de su ordenador, y antes de que se apague por completo logro ver que el fondo de pantalla es una ecografía.

¿Una ecografía? ¿Por qué?

—Yo...— pienso un segundo aclarando mi mente, —¿Puedes prestarme algo de ropa para Daniel? — él cambia su expresión y sus ojos verdes me examinan completa por un segundo. Sabía que él no quería moverse para no despertar a Freya, por un momento vago desee ser ella, dormida tan cómodamente en las piernas de él.

Dios Arizona, vez que si te gusta.

No.

—¿Por qué lo haría? — pregunta en tono burlón.

—¿Para ser amable? — hablo con ironía, por alguna razón me había quedado helada ahí frente a él sin poder mirarlo, era increíble el poder que tenían sus hermosos ojos verdes sobre mí.

—No creo que quiera ser amable con él — se encogió de hombros, y giro su silla en un ágil movimiento se acercó a la cama y dejo a Freya ahí sin despertarla.

—Vamos Edward no seas un idiota hoy, solo préstame algún pantalón de pijama, y es todo—él niega poniéndose de pie, acercándose a mí, por un momento dejo de respirar y entonces el olor a su colonia invade mis fosas nasales, olía jodidamente bien.

—Puede que lo haga—sonrió de lado, y entonces su sonrisa arrogante aparece, — con una condición.

—¿No puedes únicamente ser amable y ya?

Él niega y se acerca aún más a mí, quedando su nariz muy cerca de la mía, dios es tan guapo, sus cejas finas, sus pestañas, sus ojos, sus labios, todo de él estaba jodidamente perfecto.

—Digamos que no soy un ser que suela ser amable, sin algo a cambio.

—Bien, ¿Qué condición? — suspiro en forma de rendición, aunque un poco dudosa. Podía pedirle algo de ropa a los gemelos, pero estar cerca de Edward aunque sea por unos minutos era mejor.

—Que no duermas en la misma cama que él — dice tranquilamente, yo abro mis ojos sorprendida.

—¿Qué? — pregunto casi en un grito.

—Sé que me has oído perfectamente, Lee— escucharlo decir mi apellido me envió sensaciones extrañas a todo mi cuerpo.

—Esa es una condición ridícula, estamos saliendo, ¿Qué de malo tendría que durmiera en la misma cama con él? — suelta una pequeña risita, y lleva sus labios a mi oreja para susurrar algo.

—Esa es mi condición, ¿la tomas o la dejas?, tú decide— por alguna extraña razón, esperaba que dijera algo más, algo como: duerme conmigo, pero eso no iba a pasar, tener tan cerca de Edward alteraba a mis hormonas y ponía en un desastre mis neuronas racionales.

—¿Y dónde se supone que dormiré? — él señala su cama, e inmediatamente el rojo se apodera de mis mejillas.

—¿Contigo? — pregunto realmente sorprendida.

Él niega—No dormiré aquí hoy, tengo algo que hacer, tú y Freya pueden dormir aquí, solo esta noche— se encoge de hombros y se gira un segundo a mirar a Freya sobre su cama.

Por alguna razón quería aceptar, quería, deseaba hacerlo.

—Bien, dame la ropa y lo voy a pensar—él niega y se acerca a su closet ofreciéndome un conjunto de pijama blanco. Le sonrió y me doy la vuelta dispuesta a salir, pero toma mi brazo antes de que pueda hacerlo.

—Arizona, si cuando regrese en la mañana no te encuentro en mi cama, — me señala amenazante, sus ojos verdes me estaban retando, había diversión en ellos, dejo de respirar por un segundo, sintiendo un cosquilleo por todo el cuerpo —tendrás que aceptar las consecuencias.

Lo miro mal, —¿Me estas amenazando? — le preguntó con un poco de molestia.

Él sonríe, y lo guapo que se veía no ayudaba para nada, —Tómalo como quieras, si sabes lo que te conviene, vas a despertar en esas sabanas mañana. —señala una última vez su cama, me suelta el brazo y salgo rápidamente de ahí.

¿Qué demonios había sido eso?, maldito Edward lograba alterar todo de mí. Y por alguna razón quería saber si él iba ir a dormir con una chica, la sola idea de pensar eso, me enviaba una desagradable sensación, o que era lo que haría esa noche, tendría que saberlo.

______
Xoxo.

Ig: vlwriter <3

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