Lo bueno, si breve, dos veces bueno

Nine tiene siete colas que pueden hacer un gratificante trabajo; sin embargo, a veces, menos es más.


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—Ya di algo, ¿no?

El asunto empezó porque la gente no sabe tocar la puerta.

A Tails, Nine, nadie le advirtió que, si era posible, sellara la puerta de la habitación fría y huraña que tomó para sí de forma autoritaria a sabiendas de que alguien más podría compartirla con él, ya que peor era estar expuesto a los peligros del aire libre. El punto en concreto era no estar con alguien, así que, por su parte, estaba satisfecho consigo mismo.

De hecho, habría estado más que satisfecho si tan solo lo hubieran dejado terminar.

Presionó el botón de color cian en su cinturón sin pena ni gloria. Había hecho esto tantas veces a solas que sabía que empezaría y acabaría de la misma forma; cuanto más rápido, mejor, considerando que esta vez no estaba en la privacidad de su laboratorio sino rodeado de personas a las que parecía importarles lo que le ocurriera.

—Disculpen, pero váyanse al... —interrumpió su diálogo individual al oír que una de sus colas se estiró con anticipación. Molesto, quizá se estaba tomando más tiempo del que debería y se lo estaba recordando de manera inconsciente.

Tal vez también fue error suyo olvidar de qué clase de personas estaba rodeado.

Uno, dos y tres tendrían uno clásico, generalmente solo uno o dos tendrían incrustadas un vibrador, pero a estas alturas de su vida, que sea lo que viniera. La cuarta tendría uno a control remoto, lo incrustó en la punta y tomó otro para la quinta cola de metal. Dudó, no le gustaban los de doble estimulación porque eran los juguetes más apasionados que haya probado: un par de minutos con uno de esos y estaría en el cielo por lo intensos que eran; sin embargo, lo clavó de todas formas. Para la sexta cola hubo un consolador simple.

Si al meter la mano en su caja hubiera hallado el objeto que colocaría en la séptima, posiblemente no estaría en un problema interno.

Buscar el séptimo le regaló una de las experiencias más frustrantes que tuvo en mucho tiempo, tanto que iba a quitar de las puntas de sus colas cada amigo de pilas que puso. Alguna vez se preguntó eso sobre las siete, usarlas para algo más, pero claro que no, ellas no servirían para eso y siempre estaban en el suelo o en las paredes: primero, muerto.

A la séptima le colocó un consolador sin detalles por hacerle perder el tiempo.

Ya que lo pensaba, sentarse en el suelo no era atractivo en lo absoluto, peor sería usar sus colas porque las evidencias de sus tardes libres a solas eran difíciles de quitar de las nueve, así que no tuvo opción hasta que notó el conveniente escritorio de metal junto a la pared.

No debía pensar en nadie, nunca lo hacía, tres colas se pondrían a vibrar en su punto de placer y daría fin a sus minutos de diversión. Gracias a la séptima, pasó más tiempo poniéndose lo necesario que poniendo manos en obra.

Aunque estaban listas para complacer al dueño, él se entretuvo mirando los juguetes coloridos, todos eran azules, aunque esa particularidad se debió al cian, no a alguien en específico al que había empezado a odiar.

Juró que aniquilaría a quien osara interrumpir su entretenimiento.

El primer vibrador se activó, era suave, no desesperado por lo que se percató de que activó el incorrecto, mas continuó para no distraerse.

El zorro se retiró lentamente los pantalones negros imaginándose protagonista de una escena erótica, pero él y las nueve detrás sabían que, en la cama, siempre sería él y solo él.

Se recostó en el escritorio sin perder más valiosos minutos del deleite que imaginó a lo largo del día; necesitaba relajarse, todo era "tan" agotador.

Aunque en un inicio abrió las piernas de par en par, también perdió tiempo en eso. Sostuvo una de sus piernas mientras la otra temblaba en el aire, luego sostuvo ambas contra su pecho para darle espacio a sus siete solas, después pensó que se estaba exponiendo demasiado, por lo que al segundo siguiente le dio lo mismo y se expuso en todo su esplendor en su inicial posición.

Guio una cola con un vibrador delicado hacia su pecho para arrastrarlo a lo largo de su cuerpo hasta que este alcanzó el lugar para el cual fue escogido. Se veía bien, el sonido del pequeño aparato le decía lo prometedor que sería el orgasmo con el que cubriría su boca para no alertar a nadie.

El vibrador bajó un poco más hasta descender por sus caderas, su cola perdió el control un instante y empujó deseando abrirse camino hacia el interior. El vulpino no se habría enojado si aquello ocurría, pero llegó el turno de siguiente.

La segunda cola tenía un juguete del mismo tipo, la cola encargada se arrinconó directamente en su húmeda entrada trazando círculos a lo largo de esta; su cuerpo se tornó caliente en un par de segundos, si antes estaba un poco estimulado, ahora quería saltarse de la segunda a la sexta o séptima cola.

El zorro se inclinó para ver cómo se burlaba de sí mismo, llevó la primera cola para que acompañara a la segunda y entre las dos hicieron un estupendo trabajo. Nine luchó por aún no penetrarse con ninguno de los dos, se sentía listo, empujó la segunda cola para que atravesar los primeros pliegues y gritó.

Nadie sabría a qué se debía, así que no se preocupó por ello.

La tercera cola orientó el tercer vibrador para satisfacerlo con el resto, esta pareció aferrarse al botón rosa y reluciente de lubricante que quería dejar con el fin de molestarse otro día. Si antes había gritado, esta vez el gemido entrecortado que exhaló provocó que abriera más sus muslos de manera descarada. Dos de sus colas inútiles por el momento se encargaron de forzar su posición, no podía estar más complacido.

Eran tres vibradores colocados en línea, el segundo, en especial, hace un rato comenzó a golpear un poco la abertura del menor para pedirse permiso sobre si ya era hora, le faltaban cuatro colas y tres habían bastado para que empapara entre sus piernas y parte de la mesa.

Puso una mano en una de sus colas para que se mantuviera adherida a sus capas exteriores y la arremolinó contra él meciendo sus propias caderas en el proceso para mayor fricción. El menor se quitó uno de sus guantes y llevó dos dedos para que rodearan los juguetes, pero en un mal cálculo, las tres colas buscaron hundirse en él y uno logró atravesar la malla que protegió para la sexta o séptima.

Nine golpeó su espalda contra el escritorio, ahogando un gemido cuando la cosa siguió vibrando en su interior, apretó al intruso queriendo compartir su calor y su dedo índice toqueteó su cola de metal para que se adentrara más, sus piernas se elevaron un poco y tembló jadeante por la estimulación que dejó hormigueando su pequeño orificio mojado.

El zorro sacó el objeto para darle paso a la cuarta cola, renegó porque la había pasado bien. Sin embargo, el control del aparato se le resbaló de la mano y cayó hacia un rincón oscuro entre el escritorio y la pared fría adyacente. La cola que encontró el camino más fácil que había dejado la anterior ingresó por el interior resbaladizo y apretujado del ojiazul. Debió caer de mala forma, que su nivel seleccionado fue el máximo y Nine tuvo que cubrir su boca con ambas manos que claramente no disimulaban los quejidos de placer que escapan de ella.

La cola inició un vaivén que debía asemejarse al del sexo común y corriente que él no buscaba experimentar, primero delicado para evitar algún cortocircuito en ella y desenfrenado cuando se enojó por la lentitud con la estaba ocurriendo. El zorro quitó el juguete de su entrada y lo volvió a meter con mayor rapidez.

En algún momento pensó que era buena idea montar el vibrador, cuyo control remoto yacía abandonado en el suelo, sus extremidades superiores se debilitaron por las múltiples sensaciones como para lidiar con su peso. El vulpino golpeó su mejilla contra el escritorio dejando sus colas en el aire, la cuarta seguía vibrando contra su monte.

Nine bajó una mano para que su cola apuntara al lugar correcto, la querida estaba apoyada en el mueble metálico e hizo falta esfuerzo para que volviera a hundirse en él. Gritó sin freno esta vez, su mente se nubló con pensamientos que no había tenido antes, si es que podía imaginarse a alguien embistiéndolo desde atrás con la misma pasión que se daba a sí mismo en aquel momento.

Su creatividad viajó hacia un escenario ideal en el que alguien tendría sus manos en sus colas y palmearía sus muslos condescendientemente para tomarlo, le mordería la oreja, inhalaría el aroma en su cuello, alguien que hiciera que no pudiera caminar en línea recta.

Odiaba a la gente, pero no a toda la gente.

El vulpino arqueó la espalda cuando su cola empujó más hasta impactar contra lo más profundo de su cuerpo, quería sollozar por lo sobreestimulado que se hallaba, trayendo a su razón pensamientos que nunca tendría consciente, su visión se cerró con cada estocada y sonrió esperando que la sensación se quedara impregnada por demasiado tiempo.

Nine regresó a su primera posición y abrió las piernas en el aire para que la quinta cola lo hostigara como las primeras, primero esta se orientó hacia su rostro para que pudiera chuparla, aunque la lubricación que se deslizaba entre sus pliegues hasta la mesa era más que suficiente y se usó hasta que el vibrador de doble estimulación, o conejito, se colocó en posición para seguir el ejemplo de sus semejantes.

El zorro mismo tomó su cola e hizo que el consolador se metiera, en su excitación había pensado que era buena idea, pero cuando quiso gritar y se ahogó en otro gemido, se arrepintió de no haber tomado las cosas con calma. El ambarino abrió sus muslos un poco más para tomarse un respiro antes de que las embestidas empezaran, su cola vibró amenazadoramente para alentarse a comenzar, y se arrepintió de inmediato.

Quien no arriesga, no gana.

Nine metió el vibrador más grande que el resto, colapsó en su lugar cuando el vibrador anexo al consolador de tamaño considerable vibró contra su campanita expuesta. La quinta cola se rindió y penetró toda su extensión en el más bajo. Sus pies y las restantes ocho colas se curvaron hacia adentro cuando solo pudo emitir quejidos de satisfacción ante las suaves embestidas que lo arrimaban contra la pared de poco a poco.

Nine respiró agitadamente al aumento el ritmo, el vibrador se estrellaba contra su interior retándolo a permanecer en silencio, su interior apretó cada detalle del juguete mientras de su vulva se deslizaba el lubricante en exceso hasta mojar sus colas reales. La sexta y séptima cola, sin uso por ahora, reaccionaron y aprisionaron las piernas del menor hacia su cuerpo para mayor exposición del vibrador que continuaba entrando y saliendo.

Su cola incrementó la rapidez, Nine bajó una mano libre, mordía la otra, para acariciarse y apaciguar el dolor que aparecía de manera satisfactoria. Quería imaginarlo, podía imaginarlo, había pasado mucho tiempo desde que socializó con alguien, pero al cerrar los ojos pudo visualizar a quien debería estar entre sus piernas murmurando palabras tranquilizadoras.

—Guau.

Tan real que pudo escucharlo. Nine no pudo abrir los ojos, la habitación en la que se encontraba era ruidosa si él había dejado de permanecer en silencio y sus colas se golpeteaban entre ellas o contra el mueble por cada que el zorro intentaba recuperar la respiración.

Le tomó unos minutos de pensar que era turno de la sexta cola ver quién estaba en la puerta.

Sonic había entrado al cuarto porque pensaba que estaría vacío, no estaba realmente interesado en encontrar nada, pero cuando abrió la puerta, todo lo que hizo fue quedarse de pie mientras la habitación se cerraba.

Se quedó en silencio mientras veía el espectáculo frente a él, también le tomó unos minutos darse cuenta de que Nine lo mataría si lo veía así, pero siguió de pie inmóvil e hipnotizando, observando las colas del menor y al menor.

Nine cerró y abrió los ojos, como si pensara que su imaginación fue demasiada y trajo a la realidad cosas que deberían quedarse en su mente. Si era honesto, si Sonic fuera real y hubiera hecho más que quedarse quieto, como tomar sus piernas o quitar su cola del camino para tomar lo que podría hacer reclamado, él no habría opuesto resistencia.

Sonic podía ser irritante, molesto, fastidioso, y si estuviera fuera de su vida sería maravilloso, pero ahora que conocía al erizo ya no se podía imaginar todo sin su existencia. Sonic era lo peor que había llegado a él, pero tenía su atractivo y era el único al que Nine había podido ver de esa forma, aunque lo ocultara bajo su fachada de desconcierto o molestia.

Así que si Sonic hubiera sido más valiente y se hubiera acercado para quitarle el vibrador y llenarlo con amor, no se habría molestado.

Se molestó cuando se percató de que Sonic era real y seguía de pie en la puerta.

—Guau —repitió.

Se molestó más cuando el cobalto se dio la vuelta y salió del lugar.

Sus colas se desanimaron sin razón aparente, aunque Nine intentó regresar a su emoción anterior, no pudo y solo sumó puntos a que Sonic nunca debió haberse cruzado por su camino.

—Ya di algo, ¿no?

Pasó un día en el que el zorro creyó que podría manejar la situación y seguir con sus actividades, aunque Sonic lo viera de vez en cuando, se había alejado de él. No le dirigía la palabra, apenas si lo veía, se reía a escondidas. El vulpino esta vez lo enfrentó por su desdén tras lo que encontró en esa habitación, y porque se había sentido demasiado raro como para volver a usar sus juguetes, los cuales enterró bajo tierra.

—¿Qué?

—Lo que viste —le recordó, de nuevo molesto por su indiferencia, cuando días atrás siempre le respiraba en la nuca o estaba pendiente de cuántos latidos daba por minuto.

—Ah...

"Ah" no era lo que quería escuchar. No de él, "ah" podía venir de todos, "ah" podía decirlo él mismo, pero Sonic no era una persona de "ah", Nine quería más que eso.

—¿Y? —Insistió con la mirada firme.

—¿Qué?

—No hagas como que no te importa.

—¿Qué? —Sonic parecía genuinamente confundido, lo cual genuinamente irritó al zorro.

—¿Y?

Sonic mantuvo su expresión serena hasta que soltó una risa, el menor continuó con su expresión ceñuda, sus colas se erizaron un poco para amenazarlo sin decir nada.

—¿Esperas que diga que te veías bien? —preguntó.

Ah.

Ahora que se lo preguntaba así, no sabía exactamente qué quería que hiciera. Tal vez que no fingiera que no le importaba, tal vez que se arrepentía de no haber hecho algo, que le serviría de taburete mientras Nine le dejara tocarlo.

—Se veían bien —resopló el erizo al inclinarse para ver las colas metálicas del zorro—. ¿Ya me puedo ir?

Lo dejó ir por el momento, pero caería.

Entrar a la habitación donde tranquilamente Sonic pudo cerrar días de frustración y tensión sexual era abrumador, aburrido, a veces dejaba que sus colas treparan por las paredes hasta el techo para permanecer de cabeza unos segundos hasta que, enojado, sintiera que él estaba actuando como alguien desesperado.

Atinó. Debía ser una táctica del erizo para que Nine fuera quien le rogara por algo, y tampoco sabía qué.

Hasta que recordó todo lo que imaginó antes de que interrumpiera su sesión de masturbación por una presencia indeseada-deseada. Sonic había sido protagonista de su imaginación traicionera, si no se siguiera negando lo que sentía ya estuviera explícitamente insinuando que quería que ahora Sonic lo abriera de piernas y terminara lo que interrumpió.

Esa era una bellísima conclusión: así que el erizo en realidad se moría de ganas por ordenarle al vulpino que se arrodillara, seguro era su deseo reprimido que Nine se diera la vuelta y se entregara a él, pero prefería ocultar todo simulando que no había ningún sentimiento de por medio.

Sin embargo, Nine no daría el primer paso porque le había dado la oportunidad cuando lo encontró usando su vibrador y Sonic escogió irse, así que ahora era turno del cobalto pedir lo que quería.

Extraño, siempre pensó que podría vivir en la soledad que había preferido por experiencias anteriores, pero Sonic era diferente y quería intentar algo con él. Tal vez Sonic lo pensó con Tails, así que, ¿por qué no con él?

—Al menos admite que te hice sentir algo —espetó cuando encontró al erizo mirando una pantalla apagada—. Te has prendado de mí.

—¿Qué me delató? —interrogó con la voz apagada sin girar para verlo.

—¿De verdad? —No quiso sonar tan emocionado, pero no pudo evitarlo, tuvo razón.

—No. —O tal vez no. Sonic bostezó y se puso de pie para tomar una bebida de la mesa y viró hacia el zorro—. Estoy cansado, ¿ya puedo dormir?

—¿Qué? —Nine activó sus colas, las cuales se clavaron en la tierra y lo vio con rabia, el cobalto no se inmutó—. Me viste en esa habitación y todo lo que hiciste fue irte, no puedes solo hacer eso.

—¿Qué querías que hiciera?

Era retador. Nine se dio cuenta demasiado tarde de que no siguió su propio consejo y estaba cayendo en un juego del que no quería participar. Su expresión confundida no fue desapercibida, así que Sonic lo rodeó y salió del lugar disfrutando de su victoria.

No debió ser de esa manera. El difícil debía ser él, no Sonic, Sonic debía decirle "sí quiero" y Nine estaría experimentando todas las maravillas que leyó que era estar con alguien en la cama. No era por menospreciar a sus colas, pero abrazar una almohada para compensar la falta de algo a lo que aferrarse debía ser diferente a abrazar al erizo.

Estúpido Tails.

Podía ser que Sonic sintiera que estaría fallando para Tails, pero, aunque le doliera admitirlo, Nine sabía que él era Tails así que no debía afectarle en lo más mínimo, más bien Sonic debería ser agradecido porque estaba casi seguro de que ese tal Tails no haría lo que él sí.

Las llamadas a medianoche podían hacer que las personas se quedaran dormidas con el dispositivo en la mano o provocar que se dijeran cosas que no harían al cien por ciento lúcidas.

—Sonic, soy... Tails —se esforzó por decir con una mueca de asco. El comunicador no sonó con una respuesta—. Te dije quién soy, ¿por qué no hablas?

—¿Qué pasó? —preguntó, quizá despertando de una posición incómoda para dormir, ya que Nine había tomado la habitación del "delito" como suya desde antes de que todo ocurriera.

—Nada.

—Adiós.

Cómo se atrevió a colgarle. Nine marcó de nuevo hacia el erizo para que respondiera, Sonic lo hizo, y Nine colgó porque nadie le colgaba a él, él colgaba.

Volvió a llamar, Sonic respondió al instante con un suspiro de aburrimiento. El cobalto no era así con él, y menos con lo desesperado que estaba por regresar a su buen mundo.

—¿Y bien?

—Nueve, no tengo tiempo.

—Es Nine, y no estás haciendo nada.

—Nueve, tengo sueño.

—Es Nine —siseó—. No puedes tener sueño porque dormiste toda la tarde.

—Se acabaron mis excusas —resopló, un objeto se cayó en el fondo y Sonic se quejó porque cayó en su cabeza—. Nine.

—Nueve —corrigió mal. Sonic estaba jugando bien, pero no significaba que tuviera la victoria—. ¿Quieres saber qué estoy haciendo ahora?

—No.

—Estoy... ¿Dijiste que no? —preguntó, el vibrador que tenía en su mano, listo para recorrer su fina y caliente entrada, se detuvo, sus colas metálicas cayeron con desilusión y aplastaron a las reales—. ¡Basta! ¿Crees que puedes ganar esto, Sonic...? ¿Sonic?

No hubo respuesta, a menos que el ronquido del otro lado lo fuera.

—¡Sonic! ¡Despierta!

—Estoy despierto —dijo al instante—. Te veías bien, se veían bien, ¿podemos cerrar el asunto?

—¿Por qué haces eso?

—¿Qué?

—¡Basta! No más "qué", sabes de lo que estoy hablando y finges que no te importa. Entraste a esa habitación y me viste, habría hecho reaccionar a cualquier persona, pero no hiciste nada, ¿qué fue eso?

—Se llama "no sé qué estoy viendo" —explicó, pero Nine podía visualizar que estaría sonriendo como un presumido—. Y "salir de la habitación".

—¿Se lo hiciste a Tails?

—¿Qué?

—Yo soy Tails —dijo, gesto de repulsión—. Y no hay ningún Sonic aparte para mí. ¿No lo quieres hacer conmigo también?

—Nunca lo hice contigo.

—Con Tails —gruñó, ahora se arrepentía de haber tenido la idea de llamarlo, no estaban llegando a nada.

—No, Nueve.

—Nine.

—Chaos —exhaló cansado—. ¿Podemos hacer esto más tarde?

—¿Hacer qué? —preguntó, el vibrador en su mano se activó.

—Hablar.

—¡No! Ya descubrí lo que estás haciendo: buscas que sea yo quien diga lo que quieres que pase, pero ¿sabes qué, Sonic? Eso no va a pasar... ¡Sonic!

—Estoy despierto. —El cobalto se enderezó de donde estaba echado y rio contra el dispositivo, el ojiazul estaba molesto, sus colas se erizaron como su temperamento—. ¿Querías que me acercara y te dijera que me gustaba verte mojado?

Silencio. Nine soltó el juguete y toqueteó una cola de metal con impaciencia porque estaba tardando en dar una respuesta.

—Estabas muy emocionado, ¿verdad? Querías que me acercara hasta ti, te quitara el consolador y me pusiera en su lugar para ver cómo te las arreglabas para moverte debajo de mí.

Nine no se dio cuenta de cuándo Sonic dejó de hablar porque tenía una mano ocupada trazando los bordes de su entrada, lamió la yema de sus dedos y presionó los labios con cariño, reprimió un alarido. Pensó que Sonic lo imaginó, por eso tampoco exigió que diera una respuesta.

—Eres un cobarde —dijo el vulpino de repente al chupar su dedo índice, estaba jugando consigo con la esperanza de que su jaraneo se transmitiera al otro.

—Quiero ser amable contigo.

Nine colgó antes de que Sonic comenzara con un repetitivo discurso que parecía un sermón para incitarlo a que se porte según los estándares de Tails, aunque considerando la forma en la que había sido descubierto —y que ahora Sonic había visto más de lo que debería—, era absurdo y ridículo.

Ideó un plan.

Sonic podía alardear todo lo que quería, pero Nine era inteligente y no iba a dejarse vencer por él. No había una idea clara de lo que estaba pasando, lo único que él entendía era que el cobalto estaba pidiendo a gritos silenciosos que el ojiazul diera el primer paso, así sería.

Solo hizo falta golpearlo en la cabeza, nada más.

El objetivo era colocar un minúsculo dispositivo en la ingle del erizo, lo habría puesto en su polla directamente, pero era claro que Sonic se daría cuenta cuando despertara y el objetivo era que tardara más en saberlo, fue profesional en lo que hizo y solo lo colocó ahí y luego desapareció antes de que el cobalto reaccionara.

Por un momento pensó que darte un golpe con un galón de gas no fue la mejor opción al ver que tardaba mucho en recobrar la conciencia, pero lo hizo y fue el turno de Nine de alejarse y esperar la hora de estimularlo a tal punto que su única opción sea el zorro.

Si Sonic tenía una erección imposible de contener solo con un tosco trabajo manual, Nine podría ofrecer más que sus manos para eso, tal vez sus colas, tal vez su boca, lo que Sonic quisiera, pero debía provocarle esa reacción primero.

El vulpino se distrajo analizando una mesa de operaciones que tenía al frente, Sonic corrió cerca de él pero no había ningún indicio de que haya sabido lo que ocurrió; después de todo, Nine armó la escena para que pareciera que algo cayó del cielo y lo desmayó.

Con Sonic cerca y ambos en el mismo lugar, el ojiazul tomó asiento usando un par de sus colas y se apresuró a poner a prueba su invención, el control remoto en su mano fue tentador y lo presionó con fuerza para que hiciera su trabajo en el cuerpo del erizo.

Excepto porque, en lugar de ver a Sonic tratando de contener lo incontenible y caer de rodillas para rogarle a Nine que lo dejara tocar su cuerpo, el ojiazul se retorció en su sitio tanto que sus colas cedieron y llevó una mano para cubrir su boca. El erizo giró y le mostró su expresión sonriente.

Ah, por eso Sonic corrió tan cerca de él.

Nine no iba a buscar ese dispositivo con el ojiverde viéndolo, su pantalón negro debería ser un buen aislante, pero no lo fue.

—Yo pensé, aquí, que no te agradaba —dijo el erizo de repente, el menor sintió que su entrepierna siguió vibrando. Sonic extendió una mano hacia él para que se levantara, Nine la golpeó y se puso de pie pisando firme hacia su habitación.

Sonic, uno; Nine, infinito menos uno.

Jamás derrotado.

—¿Qué quiere Sonic? —se preguntó mientras sus colas lo mantenían incrustado en el techo. Era vergonzoso, un poco de Tails en Nine no estaba mal, pero hace mucho tiempo no tenía ese tipo de emociones.

Debería enojarse con el erizo, debería encontrarlo y usar sus colas de metal para hacer horribles heridas en su abdomen y acabar todo, mas había un pequeño inconveniente: no podía.

Sonic no pudo no haber reaccionado al ver a su "mejor amigo" en esa posición o vulnerabilidad. Nine no sabía por él, pero el zorro sí había imaginado que Sonic un día tomaría una de sus piernas amarillas para ponerla en su hombro, el ojiazul se apoyaría en una mesa para sostenerse de pie o usaría sus colas para fingir que esta disgustado, un gesto tímido para ser más exagerado. Luego quizá Sonic buscaría romper su pantalón negro y fin.

No verlo, decir "ah", e irse.

—Literalmente es más fácil llegar al espacio que a su... —renegó el menor, se dejó caer al suelo para pensar su siguiente movimiento.

Siete colas eran buenas para hacer el trabajo que siempre hicieron a escondidas para su dueño, pero, a veces, podía ocurrir que menos era más.

A menos que.

—La tienes pequeña.

Sonic giró hacia Nine cuando lo vio de pie con la mirada ceñuda y los brazos cruzados, frente en alto para engrandecer su imagen y las colas a cada lado para no verse como el zorrito que el erizo imaginaba de vez en cuando. El cobalto estaba recostado en el suelo arrojando un engranaje al aire que cayó en su visión cuando descuidó su aterrizaje. Sus manos se quedaron suspendidas en el aire esperando atraparlo.

—Claro —dijo el mayor y volvió su atención a su diversión previa.

—¿Qué te pasa, Sonic? Tú no eres así, parece que ya no te importara.

Quebrar su voz hizo que el erizo se preocupara por él —gracias dotes de actuación—. El vulpino gesticuló en su mirar la supuesta decepción que sentía y sus colas reales llegaron a sus manos para que pudiera pellizcarlas un poco. Dirigir su vista al suelo para que sus orejas bajaran funcionó mejor, el ojiverde se puso de pie rápidamente y se vio en una controversia interna.

—Debe ser porque no soy ese Tails. —Nine viró unos centímetros dando la apariencia de que saldría del lugar, Sonic lucía sorprendido. Nine inhaló profundo y preparó su voz frágil que parecía reprimir la necesidad de llorar—. Me rebajé, supongo, lo siento por pensar que podría ser para ti lo que él era. Nunca seré como él.

—Tails...

—¿Ves?

Nine bufó y caminó hacia la salida, una sonrisa cómplice y traviesa fue la expresión producto de su éxito persuasivo. Hasta que se percató de que Sonic había regresado a su lugar en el piso con el engranaje anterior.

—¡Sonic! —gritó ante lo que veía.

—Desafortunadamente para ti, hay una pared que parece más un espejo hacia allá —explicó tirando el objeto al aire—. Y no la tengo pequeña, pero no debería importante, ¿o estás desesperado por algo?

Sonic no se portaría así con él, pero era obvio que quería provocar una reacción nueva.

—No —respondió, pero sus nueve colas se levantaron por la indignación, siete de ellas querían atacarlo pero el vulpino no le daría el gusto de verlo pedir "por favor" a algo.

A menos que.

Sonic se sentó de golpe luego de que Nine decidiera caminar sobre sus siete colas, y una de ellas pisara en la entrepierna del erizo cuando pasó por casualidad, mucha casualidad, cerca de él.

—¡Nine!

El zorro giró con una mano en su boca, falsamente sorprendido y arrepentido por lo ocurrido. Con un ademán de remordimiento regresó hacia el erizo con la misma intención de pisarlo, solo que Sonic lo advirtió y se puso de pie, enojado, transmitiendo oleadas de mal humor que a Nine le encantó.

—¿Te lastimé? —preguntó sabiendo la respuesta. La mirada del cobalto ardía en molestia.

No era su culpa, si Sonic hubiera tocado la puerta, a Nine le habría dado igual que se siguieran viendo.

—¿Te confieso algo? —El erizo sonrió para alivio del menor, quien había empezado a sospechar que creó un monstruo—. Cuando te vi, solo vi seis de las siete que tienes ahí —señaló a las espaldas del zorro, quien siguió su mirada—. Pensé que una la tenías metida donde nadie te debería ver, pero que no tuviste problemas en mostrarme.

—No lo estaba haciendo por ti —replicó Nine al recordar ese día en la habitación—. Ni siquiera pensaba en ti.

—¿No pensabas en mí? ¿Quieres que te diga porque fui a ese cuarto?

Nine pensó si debería saber la respuesta por el bien de su orgullo, o dignidad, pero Sonic no esperó una respuesta.

—Estabas gritando mi nombre —espetó en seco. No se había dado cuenta de eso, creyó que todo ocurría en su imaginación, se estaba cubriendo la boca.

Bueno, quizá se cubría la boca imaginando que era Sonic quien se la cubría para que no gritara, pero no significaba que él mismo no lo haya hecho de forma consciente.

—¿En serio? —Quiso saber de todas formas.

—Sí, luego de eso tuve que ir a pensar en ti en otro lado.

—¿Y por qué simplemente no entraste? —interrogó enojado—. En lugar de complacerte a ti mismo.

—¿Querías que entrara?

Nine sabía que había cosas que debía especificar, pero si no cerro las piernas, no pensó que fuese necesario darle una pista más clara que esa.

—Ah... ¡Ah! ¿Querías que entrara? —Sonic pareció darse cuenta, recién, de la oportunidad que perdió—. No lo sabía, es decir... No lo sabía, cuando te lo dije en la llamada lo hice porque tenía sueño.

Nine temió, quizá enamorarse de Sonic era un error, el sexo no probado podría ser prometedor, pero si Tails se enamoraba de Sonic, no había nada que pudiera hacer.

O quizá no, era carismático, atento, atractivo. Tal vez solo necesitaba un empujón.

—Pensé que solo querías que dijera que sí para que luego me lo negaras, o que querías ponerme un paralizador en la entrepierna, o que querías que dijera que no porque si decía que sí podrías enojarte.

Nine miró entre una cola metálica que se asomaba por su derecha y Sonic. No habría marcha atrás.

—¿Y bien?

—¿Qué?

Nine sintió que hizo tronar su mandíbula cuando no pudo creer que Sonic no lo estaba empotrando contra el piso. No podía decirlo más claro, y el erizo seguía de pie sin poner sus manos en él o diciéndole alguna tontería sobre la amistad.

Hizo falta que caminara hacia el cobalto sonriendo y se arqueara hacia él para tentarlo un poco, aun así Sonic no supo qué hacer. El zorro lo tomó por los hombros con suavidad hasta estirar sus brazos por sus púas azules y esperó.

Ya pasó su turno, ahora era el de Sonic.

Sonic no se movió.

Nine le arrancó una púa por frustración, lo pensó abandonar para que siguiera jugando con el engranaje y él pudiera regresar a la habitación a quitarse la ropa, entonces el ojiverde se agachó un poco y murmuró en su oído:

—Estaba bromeando.

Toda la advertencia que recibió. Nine pensó que Sonic quería golpearlo con su cabeza, por lo que se sorprendió mucho cuando, en su lugar, recibió un beso, no pensó que sería romántico, creyó que el erizo sería más directo y ya estaría perdiendo su inocencia.

Sus deseos fueron concedidos. Sonic rompió el beso que el menor acababa de asimilar y quería corresponder con la misma ternura, y cargó al zorro para recostarlo contra la mesa al lado de los dos. La espalda de Nine golpeó el mueble trayéndole recuerdos previos, aunque lo único que no agradeció fue que su cabeza estuviera a centímetros de chocar con la pared.

Sus ojos se agrandaron con sorpresa al darse cuenta de que finalmente estaba ocurriendo, iba a preguntar por qué le tomó tanto tiempo, pero el erizo usó sus manos para romper el pantalón del menor y apartó los retazos para abrirle las piernas y ver el tesoro que estuvo deseando.

La fuerza del momento, el calor incrementó cuando el cobalto se arrimó entre las piernas del menor para volver a besarlo. Nine abrió la boca receptivamente para permitirle hacer lo que buscaba, Sonic lo estaba dominando con su fuerza en el gesto desordenado, Nine se olvidó de respirar por un instante pero lo siguió soportando hasta que la mano de Sonic recorrió su espalda hasta descansar debajo de sus colas, donde las apretó de manera posesiva y pellizcó su pelaje.

—Sonic... —dijo en un suspiro. Sus colas metálicas temblaron bajo la sensación y los cosquilleos que provocaban los besos y mordidas del cobalto en su cuello luego de que también se deshiciera de la camisa gris que cubría el pecho del vulpino.

El ojiverde lo tomó por la cintura para que su cuerpo cayera por completo sobre la mesa y su entrada quedara expuesta en el borde, el cobalto trazó una línea delicada entre sus muslos internos saboreándolo con la mirada hasta que estuvo listo para ir al regalo que debió desenvolver hacia tantos días.

Nine esbozó una sonrisa torcida imaginando que lo siguiente que tendría sería sexo oral, pero no ocurrió nada. Sonic seguía con sus manos en los tobillos del ojiazul para abrir lo más que podía, pero su visión estaba absorta en la entrepierna del menor.

—No me di cuenta de eso.

—¿Qué? —Nine intentó erguirse apoyándose en sus brazos, vio la expresión tonta en la cara de Sonic y se dio cuenta de a qué se refería—. Tengo una mutación genética, tengo dos colas, tengo siete de metal, ¿y te está preocupando lo que tengo entre las piernas? Tu respuesta la tienes en lo primero que dije —espetó con fastidio.

—Guau —repitió.

—¿Nunca se lo has hecho a Tails? —preguntó sintiendo que el enojo reemplazaba la excitación.

—Íbamos a, pero... —Sonic siguió con la mirada puesta en la entrada pequeña y rosada del menor—. ¿Qué tienes que ver una cosa con la otra?

—¿Sabes qué? —Las colas metálicas de Nine se dirigieron hacia el cobalto amenazando para que soltara sus piernas, y las cerró—. Decidí que no quiero tener "eso" contigo por miedo a que un error esta noche hasta que te reproduzcas, y definitivamente no quiero lidiar con eso por dos meses y por el resto de mi vida.

—¡No! No, perdón —pidió con una sonrisa tranquilizadora. Nine exhaló y permitió que el cobalto abriera sus muslos una vez más, sus nueve colas se relajaron para descansar a ambos lados de su poseedor.

Sonic usó sus pulgares para abrir la entrada del vulpino, quien se arqueó en el escritorio al sentir el aliento caliente del erizo contra sus pliegues externos, estaba tan expuesto que el beso que dio en el centro de su vulva provocó que una de sus colas quisiera cubrirlo, pero retrocedió cuando el erizo lamió de largo y tendido hasta succionar el botoncillo sobreestimulado al extremo.

Nine mandó su cabeza hacia atrás, bien podía tener su expresión molesta y en realidad estaría esperando más de él. Una de sus colas incitó al cobalto a que no se detuviera, Sonic sonrió y habló sobre lo bien que se veía, enviando una ola de vibración mejor que cualquier juguete que el ojiazul haya usado antes.

Sonic molestó a la entrada del menor como si lo estuviera besando a él, desesperado, con cariño, masajeando sus muslos cerca y jaloneando sus colas reales. Nine bajó una mano hacia las púas del cobalto para que profundizara más, se sentía vacío. Su rostro estaba sonrosado, un poco lloroso por el placer que le brindó la lengua del cobalto.

El erizo le dio una última probada y se enderezó para observar su obra de arte. Nine se dio cuenta y dos de sus colas lo cubrieron para que no mirara de más, Sonic rio y exhaló a gusto por la situación en la que lo había dejado.

El zorro se preguntó qué hacía el otro que ya no había manos recorriéndolo, y al levantar la cabeza notó que Sonic estaba complaciéndose a sí mismo para aliviar el dolor que la erección sin atender le estaba provocando, Nine lo vio y sus colas se retrajeron hacia él.

Eso sería bueno, su vibrador de doble estimulación no podía competir.

Nine usó dos de las puntas de sus colas frías grises para abrir los pliegues de su entrada y ser más provocativo para el erizo, quería complacerlo y ser complacido, su abertura había empezado a lubricar con timidez, haciendo un pequeño desastre debajo.

El vulpino inhaló y tembló al instante en el que percibió que el cobalto alineaba la punta de su falo con el fin de encajar e ingresar en una sola estocada, lo cual, si ocurría, Nine tenía siete colas listas para atacarlo. Sonic lo supo, por ello escogió el camino de la paciencia.

—¿Puedes apurarte? —preguntó el zorro entre jadeos, era imposible tomarlo en serio. Sonic se meció contra él para que su espiga se deslizara entre los pliegues del menor, sin entrar, solo hacia adelante y atrás para untar su erección del lubricante que necesitaría. Nine pensó que pudo haberse arrodillado, pero lo que el erizo hacía se sentía mil veces mejor.

El interior del vulpino apretó con anticipación al sentir que Sonic presionó un poco para ingresar, pero no lo hizo. Nine buscó fuerza en sus brazos para volver a levantarse un poco y ver lo que estaba haciendo, sus colas fueron más eficaces. Sonic tomó su propio miembro en una mano para deslizar su palma en ella, al notar al zorro viéndolo con curiosidad, lo tomó de la muñeca para que lo intentara por él.

Nine miró hacia un costado cuando empezó a acariciarlo, sus ojos estaban entrecerrados apreciando la sensación resbaladiza, aunque lo hizo más porque sabía que Sonic estaba sonriendo y verlo directamente sería excitante. No quería terminar tan rápido.

Nuevamente sus colas rodearon el brazo que tenía extendido y abrieron la entrada del menor para que dejara de burlarse de él. Sonic se acercó para besarlo, el zorro emitió un gemido degradante al sentir el calor de la polla de Sonic impactando en él.

—¿Vas a entrar o tengo que meterte? —preguntó al separase del gesto, su expresión vacilaba entre la desgana y la desesperación de que actúe. Sonic lo miró con los ojos semicerrados antes de presionar una mano en el hombro de Nine e iniciar con la tortuosa penetración.

De sentir cómo empujaba barriendo con cualquier impedimento como la estrechez en su interior, el zorro intentó alejarse de él para tomarse un respiro, pero el erizo presionó en su hombro para detenerlo.

—Te veías muy atrevido, valiente —murmuró el mayor sin detener su avance, las siete colas del vulpino se golpearon entre ellas mientras Nine intentó mantener su expresión seria y decidida, la cual fue rompiéndose con cada centímetro dentro hasta que exhaló y todo rastro de control sobre sí se perdió—. ¿Dónde quedó eso ahora?

Sonic se estrelló contra sus caderas para no permitirle dar una respuesta. El miembro del cobalto penetró profundamente, Nine se retorció por la ola de calor sin tener de qué agarrarse, o que gritarle cuando las embestidas iniciaron tan rápido que un grito del vulpino escapó de manera inevitable de su garganta.

Al instante también llegó su primer orgasmo en el cual exclamar el nombre de Sonic le fue imposible con la brutalidad de la unión amorosa y descuidada que estaba padeciendo contra la mesa que también golpeaba la pared por cada estocada que el erizo le propinaba.

Habría juntado las rodillas si Sonic no se hubiera inclinado hacia él para impedirlo. El cuerpo del menor cedió más ante las frenéticas estocadas contra su inocente entrada, llevar las manos a su boca tampoco fue fructífero cuando se detuvieron en los brazos del cobalto para acariciarlo y quizá así detener su rapidez. Nine juraría que no veía más que la estela azul y piel que el erizo dejaba al entrar y salir de su interior.

Los ojos lastimeros del zorro estaban mezclados con la inmensidad de la satisfacción que días atrás buscó de él. Sonic se encontró con su mirada y le sonrió mientras disminuía el ritmo, el cuerpo pequeño tiritó al sentir que una primera carga del esperma del cobalto goteó desde sus bordes empapados e hipersensibles.

Solo un poco de paz antes de que volviera a embestirlo con sorpresa, las colas del ojiazul se dirigieron hacia Sonic para no dejar que escapara y lo siguiera empalando deliciosamente sobre el mueble rechinador. Nine empezó a lloriquear por el éxtasis que encontró cuando el erizo halló un lugar en su cuello para morderlo en un gruñido desesperado por alcanzar su punto culminante.

Sonic tomó del mentón al más bajo para besarlo con intensidad en el instante en el que empezó a depositar los fluidos de su eyaculación en lo más hondo del ambarino que temblaba de felicidad debajo de él.

—Al fin. —Sonic suspiró después de sentir que necesitaba recuperar el aire que perdió durante el coito, parecía que acababa de regresar de una gran jornada. El cobalto vio cómo de la maltratada entrada de Nine se desbordaba el líquido blanquecino y espeso que dejó en él, y sonrió.

—Quita esa cara —pidió el zorro al adoptar su expresión habitual e inclinarse al frente con cuidado, sus colas lo ayudaron a observar la semilla caliente de su ojiverde escurriendo entre sus piernas luego de que el erizo acariciara con la punta de su falo los muslos del más bajo.

—No puedo creerlo, eres maravilloso —halagó el erizo al echarse junto al zorro para descansar en la mesa. Sonic mostró una expresión risueña hacia el techo, su faz parecía iluminada por el deleite de haberse acostado con el ojiazul.

—¿Piensas que terminamos?

Sonic se asustó cuando las colas de metal del zorro se clavaron a cada lado de su cuerpo mientras mantenían en el aire al vulpino; tres a la derecha, tres a la izquierda y uno en su pecho para que el erizo no intentara levantarse. Nine comenzó a descender hasta alinear el palpitante y grueso glande del mayor en su hormigueante entrada, preparado para montarlo.

Y Sonic, claro, no diría que no.

Contra la mesa, contra el suelo, contra la pared, contra la silla que el zorro formó usando sus colas. Nine se arrodilló al final cuando pensó que había tenido suficiente por el momento y abrió la boca echando la cabeza hacia atrás para terminar. Sonic puso la punta de su falo en la lengua sobresaliente de su delicada boquita y dejó que chorros de esperma se introdujeran en su boca, y al alejarse, dibujó una línea que se deslizó por su barbilla.

El menor usó una cola metálica para limpiar ese rastro y la llevó a su boca para saborearla.

—Siempre has querido hacer esto, ¿no? —preguntó el vulpino al recostarse a su lado en el suelo—. Lo disfruté bastante.

—Lo sé —exhaló el cobalto, tenía la respiración digna de un maratonista—. ¿Qué hiciste después de que te vi usando esas cosas?

—Las tiré.

—¿Por qué?

—¿Me querías ver usándolas más? —cuestionó, sus colas se dejaron caer con cuidado, aunque se levantaron un poco cuando el cobalto cargó por la cintura al zorro y lo sentó sobre su abdomen—. Eres tan inagotable...

—¿Fui mejor que esas siete? —Sonrió con aire de suficiencia, las colas de Nine se asomaron alrededor de su cuerpo esperando su respuesta.

—Mmm. Mejor que cinco, podría decirse.

—¿Solo cinco? —interrogó confundido.

—No me diste la oportunidad de usar las siete, pero le ganaste a uno que pensé que nada podría superarlo —dijo con una entonación pacífica y sugerente al mismo tiempo—. Aunque serías mucho mejor de todas formas: Lo bueno, si breve, dos veces bueno.

—Lo que se traduce... —interrumpió Sonic con una sonrisa pícara—. En que sí soy mejor que esas siete, ¿no?

Una cola de Nine lo golpeó en la frente, pero el vulpino asintió al ver la expresión de molestia en el erizo y lo besó antes de comenzar con la siguiente ronda.

A ver si realmente uno era mejor que siete.

Días.




Fin



✧✧✧

Buenas noches, espero que se encuentren bien y hayan tenido un buen día. Lo bueno, si breve, dos veces bueno.

Sontails-Octopus, pero vi que usan otro nombre también.

Y Nine sigue siendo Tails. Algo similar dije en Zonails respecto a Zails.

Mañana voy a publicar el capítulo único Zonails. Ayer casi tuve un accidente mientras hacía algo en piso, no en viga de equilibrio, no en barras, en piso, y me asusté un poco pero tendré que tener cuidado la próxima vez.

Me gustaría publicar otro capítulo único Scouriles, pero me gustaría leerlos al respecto.

Muchas gracias por todo, cuídense, hasta mañana. 

<3

- KatheDoll.

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