[ IV ]

Envuelta en música,
su cuerpo se vuelve aire;
es el oxígeno que él tanto ansía
y que busca en inane nicotina.
Es vida. Ella es vida.

Y él la necesita.

Lo llama con su baile,
entre caricias de niebla
lo hipnotiza
y ya no existe nadie,
solo él y ella.

Necesita acercarse.

Sus rizos con ella hace danzar,
tan cerca de él
que, si extiende sus dedos,
en su ensueño casi se enreda en ellos,
pero, tan lejos a la vez,
que solo puede soñar
con perderse en su cabello.

Es el paraíso,
está frente a un ángel,
está convencido;
y, por primera vez en mucho tiempo,
más del que puede traer a su memoria,
el hombre olvida su infierno
—amargo pasado, futuro teñido de negro—
y solo le importa el ahora,
la eternidad de este instante
en que ella, su salvadora,
cruza su mirada con la suya
y ese eclipse de pupilas coloreadas de neón
le sabe a consuelo, abrazo, amor.

Y ella se siente igual, él lo sabe;
lo ve en su sonrisa, tan clara, tan pura,
dirigida a él, ¡solo a él!
Lo ve en su piel desnuda
y en su boca que, muda, le susurra:
«Ven... Ven...»

Necesita acercarse.

¿Pero qué puede decirse
a quien ha logrado lo imposible:
ofrecerle un último motivo
para querer seguir vivo?

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top