XIII

Cuando llegue a la habitación todas dormían profundamente. Sin hacer mucho ruido busque mi cama, la litera de abajo, y me tumbe aun con la imagen de Virginia tumbada de lado en la cama. Su mirada profunda y tentadora aun me mantenía inquieta, tanto que acabe durmiéndome con ella en la mente. 

Durante el día no paramos, conocí mejor a algunos chicos que ya había visto antes pero con el lio de horarios y las prisas no había podido parar ha hablar. En especial una chica llamada Alicia y su hermano mellizo León. Y menos mal que les había conocido, porque Anna parecia haber congeniado genial con Margo y la otra chica de la que ni me acordaba el nombre, y aunque Lucas no se separaba de mi, a veces se iba con Jagger. Sentía que estaba pasando algo con Anna pero el orgullo no me dejaba dar el paso necesario, preguntarle simplemente si eran imaginaciones mías o estaba enfadada. Porque aunque no me ignoraba estaba extraña. 

Le di un mordisco al bocata de queso y jamón mientras observaba las vistas que había desde aquel mirador. Estaba al final de un interminable camino entre varios bosques, pero las dos horas caminando habían merecido la pena. 

-Ojalá poder grabar esto para siempre.- exclamo Lucas mientras se apoyaba más cerca de la valla que nos separaba del precipicio. Habíamos venido todos, pero tras veinte minutos de novedad muchos se habían sentado a descansar en el suelo refugiados por las sombras de los arboles. 

-Totalmente.- asentí tumbándome hacia atrás. Estaba sentada en el suelo al lado de la valla, y aunque me daba el sol de pleno me daba igual. Eran las seis, pronto el sol se iría pues ya comenzaba a anochecer pronto.- Oye, una cosa...¿Anna esta enfadada conmigo?

Lucas se giro para mirarme bien y suspiro antes de sentarse a mi lado.

-Esta algo rara, si.- hizo una pausa antes de abrir su bocadillo, que había dejado en el suelo envuelto en una bolsa, y darle un mordisco.- A mi no me ha dicho nada concreto... pero creo que tiene que ver con lo que nos contaste la noche del lago.

Rememore aquella noche. No recordaba haber dicho algo que le hiciera enfadar. Pero tal vez era más lo que no había dicho. Habia divagado tanto sobre como había sido que me había sorprendido mucho que no me hicieran más preguntas extrañados. 

- No creo que este enfadada, pero ella no es muy buena expresando sus pensamientos y mucho menos sus sentimientos.- carraspeo. Yo me removí incomoda sabiendo lo que vendría. - Ósea no es por esa noche en si. Creo que no le sienta bien que seas tan callada con respecto a tu vida. Yo entiendo perfectamente que cada uno necesita su tiempo para confiar... pero piensa que es como que no confías en nosotros. Y eso le duele. 

Mire al horizonte con sus palabras rondándome la mente. Anna me había contado muchas cosas desde que la había conocido. Que su familia era un desastre pero que la quería con locura, que siempre había sido muy insegura con respecto a su cuerpo, que su sueño era llegar a ser actriz.... Y tantas más que no me daba tiempo ni a pensar en ellas. Pero yo no le había contado nada, solo cosas superficiales e insustanciales que cualquiera podía adivinar con facilidad. Llevaba tanto tiempo alejándome de la gente que ya no sabia como acercarme a ella. 

-Yo...- deje el resto de bocadillo en la bolsa que había de basura antes de tragar con fuerza intentando quitar el nudo que se formaba en la garganta.- Me cuesta mucho confiar en todo el mundo. Y no es vuestra culpa, vosotros sois los únicos amigos de verdad que he tenido nunca y eso que os conozco de hace un mes...

-No pasa nada Erin, lo digo en serio. Solo habla con Anna y dile lo mismo que a mi, ella lo entenderá. - Lucas acaricio mi brazo con su palma en un gesto amistoso antes de pincharme con un dedo en la tripa.- Ya se que una de esas cosas que no nos quieres contar es que estas enamorada de mi.

Me deje contagiar por su risa. Solo el hacia comentarios estúpidos para romper momentos tristes. 

*

Nunca había creído en el amor verdadero. En ese amor que salía en las películas y era tan fuerte que atravesaba la pantalla y llegaba hasta ti. Me parecia un sentimiento tan bonito que los humanos no éramos merecedores de el. Al menos la mayoría de nosotros. Porque aun recordaba el amor que se tenían mis abuelos. Y el dolor cuando mi abuelo murió y mi abuela tuvo que aguantar sus últimos años solo con unos recuerdos fugaces. Era bonito y triste a la vez.

Mi historial amoroso a mis diecisiete años casi dieciocho era bastante corto, mi único ligue había sido con un chico que había terminado muerto, y lo único que había hecho con él había sido darme un simple beso. Y viendo el desenlace casi prefería que no hubiera ocurrido nada.  

Bostece y me quede con la manta cubriéndome hasta la barbilla mientras Anna, Margo y la otra chica elegían la ropa del día con demasiada preocupación. Iban a una ladera en la que había varios animales, no a una maldita cita. Anna me miro unos segundo antes de acercarse dubitativa.

- ¿Qué te pasa? ¿No te vistes?

Sonreí contenta de que se dirigiera directamente a mi. Hasta vi cierta preocupación en su rostro. 

-Me encuentro algo mal-. me incorpore.-Creo que iré a avisarle al director si me puedo quedar a descansar. 

-Oh, no tranquila, ya voy yo a decirle.- Anna me movió los hombros con delicadeza antes de gritarle algo a las otras chicas y desaparecer con prisa por la puerta. 

Cuando la habitación estaba vacía sonreí victoriosa. El día anterior Virginia no nos había acompañado a la excursión de la mañana, y mucho menos a la de la tarde. Al parecer no le gustaba mucho la naturaleza, o al menos observarla muy de cerca. Me había parecido bien tener un día entero a kilómetros de ella para darle vueltas a algo que hacia tiempo me rondaba la mente. 

Me gustaba.

Y mucho. Me parecia adorable cuando se reía sin quererlo y sus ojos se entrecerraban, cuando me miraba de reojo con una medio sonrisa ladina y cuando se mordía el labio inferior cuando estaba frustrada. Me encantaba hasta verla enfadada en clase con esa apariencia autoritaria que me parecia sumamente sensual. Pero sobre todo, no quería que la tensión que parecia formarse entre nosotras mientras batallábamos por ser la más burlona desapareciera.

Habia tomado una decisión. O todo o nada.

Tocaron a la puerta y deje mis divagaciones para más tarde. Cuando abrí esta un Lucas con las manos en los bolsillos me sonrió. 

-Anna me ha avisado que estabas enferma y te quedarías a descansar. ¿Necesitas algo?

-No, tranquilo.- en un impulso momentáneo me abrace a el, que sorprendido apoyo sus brazos tras mi espalda.- Mañana estaré perfecta para darte una paliza al baloncesto... 

Sentí el pecho de Lucas vibrar por su risa y me separe con una sonrisa. 

-No deberían estar aquí, el grupo esta marchándose ya.- la voz dura de Virginia hizo que cortara el poco contacto con Lucas de inmediato. Se encontraba en el pasillo, caminando hacia nosotros con una mirada odiosa. 

 Llevaba un pantalón chino negro y una camiseta gris de cuello alto y manga larga que marcaba perfectamente sus curvas. Me pegue al marco de la puerta.

-Venga ve, que se te escapan.- empuje ligeramente a Lucas que tras giñarme el ojo comenzó a correr en camino contrario a Virginia para salir. Volví a mirarla, parecia más relajada.

-¿Estás mala?- pregunto con cierto interés.

Realmente no, quise contestar, solo estoy aquí para estar contigo a solas. 

-¿Ya no me trata de usted profesora?- conteste con cierta burla mientras me cruzaba de brazos y apoyaba una pierna en la pared.  Virginia alzo las cejas. 

-Dejamos los formalismos hace mucho,  Erin. - Se acerco a mi hasta que apenas un metro nos separaba, llevaba entre sus manos una hoja con la lista de todos los alumnos.- Pero deberías contestarme, debo apuntar donde esta cada alumno, ya sabes, las normas.

-Bueno, tu sabes mucho de incumplir las normas, ¿no?- Me separe de la pared haciendo que la carpeta donde Virginia tenia apoyada la hoja chocara contra mi vientre. Virginia dio un paso para atrás. Note la incertidumbre en sus ojos antes de que volvieran a ese azul mortífero. 

-¿A qué te refieres?- preguntó ella mientras miraba hacia el pasillo y se mordía el labio interno. 

-¿Quieres que te lo diga?- le conteste en un susurro mientras daba otro paso hacia ella. Antes de que ocurriera lo de antes Virginia dio otro paso hacia atrás chocando ligeramente contra la otra pared del pasillo. Su mirada estaba vibrante, me retaba con ella mientras el silencio se apoderaba de todo.

-¡Buenos días!- una voz campante rompió la dimensión en la que nos habíamos sumido. Ambas nos giramos de forma brusca y divisamos al inicio del pasillo a Billy. - Ya me ha avisado el director que ambas se quedaban, una pena que se ponga mala hoy señorita Wood, el montecillo es un lugar maravilloso... Pero bueno, no nos pongamos tristes, si queréis cualquier cosas avisadme, estaré en la recepción. 

-Vale, muchas gracias Billy.- le conteste con una sonrisa amable antes de que este hiciera una falsa reverencia con sus sombrero y desapareciera por donde había venido. A mi lado Virginia estaba muda y parecía que no se podía mover. 

-Bueno, hasta luego profesora, estoy mala y me apetece dormir.- le dije tras unos segundos.- Debería apuntar eso, ya sabe, por lo de las normas. 

Cerre la puerta y al instante me deje escurrir por ella hasta el suelo. Había sido todo muy intenso. Aún notaba mi corazón acelerado y mis manos ligeramente sudorosas. Me quede ahí varios minutos, hasta que oí los pasos de Virginia alejarse por el pasillo. 

*

Trópico de Cáncer era un libro de todo menos sencillo. 

"Soy un hombre libre y necesito mi libertad. Necesito estar solo. Necesito meditar sobre mi vergüenza y mi desesperación en soledad, necesito el sol y los adoquines de las calles sin compañía, sin conversación, cara a cara conmigo mismo, con la compañía exclusiva de la música de mi corazón." 

Me repetía aquella frase como si estuviera clavada a mi corazón, porque las palabras parecían hacerme agujeros en el. Henry Miller podía estar loco, pero su locura era maravillosa. Me encantaban sus palabras y la forma grotesca en la que las manifestaba. Incluso las supuestas escenas eróticas que describian de todo menos sexo glamuroso.

El sonido de la puerta me desconcertó. Rode sobre la cama y deje el libro marcado con una coleta sobre ella mientras me levantaba de manera cansada. No había muchas opciones, o era Virginia o era Billy. Pero los tacones no habían sonado. 

Abrí la puerta después de alisarme el pelo con los dedos y darme unas palmadas en la cara para espabilar. Al otro lado Virginia me esperaba apoyada con una mano en el marco. Me eche esta vez yo para atrás y de manera inconsciente mire sus zapatos. Vaya, eran una botas militares. 

-Nos vamos.- su voz sonó autoritaria pero con un deje divertido. Volvió a colocarse bien las gafas de lentes oscuras. Aquel día iba vestida extraña. Aparte de las botas llevaba el pelo recogido en un perfecta coleta y un abrigo estilo americana con cinturón. Era tan largo que no sabia ni si llevaba pantalón ni si llevaba fada. 

-¿Que?, ¿A donde?- recordé entonces que llevaba como pijama una camiseta enorme y nada más, pero al menos ella ya me había visto así. 

-A comer, ¿o no tienes hambre?- apuntó ella con obviedad mientras apartaba la puerta para poder verme mejor. Me había escondido ligeramente para ocultarme de su ávida mirada. - Venga, sal. 

Mis mejillas se colorearon cuando ella recorrió mi cuerpo con sus intimidantes ojos. Me sentí desnuda, como si estuviera analizando lo que ocultaba aquella prenda holgada y raída.

-Yo...me tengo que cambiar.- dije recuperando el habla, me aclaré la garganta.- Voy en pijama.

Virginia se rio y se dio la vuelta apoyándose en el marco de la puerta de forma que me fue imposible cerrarla.

-Te doy dos minutos, el restaurante cierra a las tres, y es el único en varios kilómetros.

Entonces entre en pánico. 



















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