#1 Permitirse sentir


Me encontraba en uno de esos momentos en donde no sabía que hacer, si dejarme guiar por lo que sentía o hacer lo que debía. Tenía que casarme hoy con una mujer de la cual no sabía nada, con una mujer con la que no tenía ningún sentimiento de amor. Pero de lo que si estaba seguro era de las cosas que perdería al casarme, mi felicidad, mi libertad y el amor de la mujer que verdaderamente si amaba, y todo por interés, el interés de mi familia, especialmente de mi padre, de unir dos familias poderosas, según ellos el casarse era lo más razonable y favorecedor que había.

Tenía que dejar de lado mis emociones y guiarme por lo razonable, pero yo solo lo podía considerar como beneficencia.

Estaba enfrente al espejo tratando de armar la corbata sin mucho éxito, atascado pensando en lo mismo una y otra vez en esta triste habitación de hotel, con tan poca iluminación, lo único que daba vida era la gran vista a la ciudad de Londres, aquella en donde normalmente predominaban los días fríos y oscuros, que lo único que logran provocarme es un aire de melancolía, tristeza y sobre todo soledad.

La decisión de casarme tendría consecuencias, y ninguna buena, todo apuntaba a tener una vida amarga, al igual que toda persona que tenía un matrimonio arreglado.

Yo ya tenía a alguien en mi corazón, alguien que me hacía sentir todo de manera intensa, alguien que me hacía sentir afortunado por primera vez. Pero la deje atrás como todo, todo por mi padre, aquel que amenazaba con dañarla, y no dudaba de que lo hiciera, tenía sus medios para lograr su cometido, y lo único que podía sentir emerger en mi era rabia, rabia hacia mí por ser tan cobarde y no poder lidiar con los chantajes de mi padre, y esta no era la primera vez que pasaba, era una de las tantas otras veces.

¿Y si escapaba y arriesgaba todo? ¿Y si pensaba una sola vez en lo que quería?

Sentí un golpe en la puerta y a alguien entrando a mi habitación, era mi madre.

­No entiendo el porqué de tu tardanzadijo sin vueltas.

¿Estas segura de querer saber el porqué? le dije.

Ya lo hemos hablado, la decisión está tomadadijo con un aire de desinterés.

Madre, tú eres otra marioneta de mi padre, estas cegada por cierto concepto de sensatez, razón y estabilidad económica.

En este mundo hay que ser realistasdijo sin sonar muy convencida.

Yo diría que ser realistas es saber que un matrimonio en el que no hay amor no genera nada positivo si no hay amor, solo llena de amargura a través de los añosle dije totalmente seguro de lo que decía.

El amor es solo un sentimiento que nos debilita, que nos vuelve seres impulsivos dijo mientras que con sus manos se alisaba la falda tableada.

Y si te digo que es todo lo contrario a lo que piensas, y que no hay cosa que quiera mas en el mundo que largarme ya de aquí e ir a buscarla, y hacer todo lo posible para lograr su perdónle dije casi al borde de la desesperación.

Estoy viendo el reflejo de una persona impulsivadijo sonando desconforme.

No me importa, ya he tomado una decisión, me voy a marchardije con total seguridad.

Tú padre va a enfurecer—.

Por favor madre, entiéndeme, piensa en tus hijos, no me condenes a esto, céntrate en otra cosa que no sea mi padre y su obsesiónle dije tomándole las manos.

Dime algo, ¿tú realmente la amas como para tanto? .

Como no te imaginasdije.

Ve...anda a buscarla y váyanse lo más lejos que puedan, yo me encargo de tu padredijo decidida.

¿Así sin más? le pregunte atónito.

Te lo mereces, aunque no esté del todo de acuerdo. La abrace.

En el momento en que se fue de mi habitación, eche sin más la ropa y mis pertenencias de forma apresurada y me fui.

Cuando ya estuve fuera del hotel, pare un taxi, mi corazón latía a más no poder con tan solo la idea de mi padre buscándome. Me subí al taxi, y le di la dirección de la mujer con la que pensaba huir.

Cuando al fin el taxi freno enfrente a su casa, no sabía qué hacer, como reaccionaria ella, si me iba a gritar o cerrarme la puerta en la cara en el momento que me viera, y no pude evitar sentir miedo. Le pague al taxista, agarre la maleta y baje como pude, me dirigí a paso lento a la puerta de su casa, cuando llegue a la puerta quede inmovilizado, pensando si estaba haciendo lo correcto.

De repente siento las llaves moviéndose en la cerradura del lado de adentro intentando abrir, y no había siquiera levantado la mano para golpear, finalmente la puerta se abrió dándome una vista completa de la mujer más bella que tuve la dicha de conocer, su imagen me dejo sin aliento, mi mirada fue directo a sus ojos, aquellos que me decían mucho más que las palabras, y que te hacía sentir de todo, no había limites. Lagrimas aparecieron en su rostro y luego de le dibujo una sonrisa que me dejo plasmado.

Solté mi maleta de golpe sin ser del todo consciente de lo que ocurría en mi interior y alrededor, lo siguiente que sentí fueron sus delgados brazos envolviéndome, sintiendo su aroma tan peculiar.

Sabia que volverías me dijo con su dulce voz y no pude evitar devolverle el abrazo lo más fuerte de lo que mis brazos me permitieron.

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