Capítulo 4
Legolas se deslizó de espaldas por el agua, con calma. La tarde otoñal no era tan fría como para no permitir nadar en la charca que había detrás del palacio real. Habían pasado tres semanas desde el Festival de Otoño y había mejorado bastante. Había recuperado su fuerza y su cuello había sanado, pero Legolas estaba aburrido.
Tampoco había visto a Hawkeye durante muchos meses y los gemelos de Rivendel no visitaban el Bosque Negro desde hacía mucho. Desde que Aragorn había alcanzado la mayoría de edad (el humano ya tenía treinta y cinco años), él y sus hermanos gemelos, Elladan y Elrohir, habían ido a recorrer la Tierra Media con los Dunedains. Aragorn, o Estel para los más allegados, se estaba convirtiendo en un gran hombre, aunque por ahora solo era un rey exiliado de un reino perdido. Los amigos cada vez se veían menos, pero su amistad era más fuerte que nunca.
De repente sintió una presencia familiar. Se dio la vuelta... y casi saltó de alegría.
"¡¡¡Kel!!!"
Nadó rápidamente hasta la orilla y salió del agua. Keldarion lo observaba con los brazos cruzados... y entonces puso una expresión horrorizada.
"¡¡No, no, no!! ¡Estás empapado! ¡Ay! ¡¡Aléjate de mí!!"
Pero a Legolas no le importó. Corrió hacia él y se estrelló contra su hermano, aplastándolo con su abrazo.
"¡Oh, Kel! ¡Estás en casa! ¿Acabas de llegar? ¡Me alegro tanto de verte! ¡Te he echado mucho de menos!"
Sonriendo, resignado, Keldarion lo abrazó también.
"Yo también te eché de menos. Me alegro de verte vivo y bien, querido hermano –pero luego lo apartó de él-. ¡Y ahora aléjate! ¡Mira cómo me dejaste la camisa! ¡Estoy empapado!"
Legolas sonrió con malicia.
"¿En serio?" –sin previo aviso, sujetó a su hermano del brazo y tiró de él... lanzándolo al agua. Salpicando, Keldarion gritó, indignado, mientras Legolas se reía como loco.
"¡Tonto! ¡Ya está! ¡Lo has conseguido!" –Keldarion tiró de Legolas y también lo lanzó al agua.
Durante un rato sus risas resonaban por el bosque. El sol brillaba sobre ellos y el viento y los árboles cantaban, contentos por su reunión. Tras una larga lucha acuática, los hermanos salieron del agua y se tendieron de espaldas en el suelo, jadeando.
"Me las arreglé para no mojarme durante el viaje al mar, y ahora me he mojado en... ¿cuánto?... ¿cinco segundos contigo? ¡¡Increíble!! –murmuró Keldarion, para luego taladrar a Legolas con la mirada cuando lo oyó reírse-. ¿Te hace gracia? ¡Pues no bajes la guardia o podrías acabar calvo!"
"¡¿Qué?! –Legolas se sentó de golpe-. ¡No te atrevas a tocar mi pelo!"
Y entonces se puso en pie al instante, cogió su túnica y echó a correr hacia el palacio sin dejar de reírse. Pero si el príncipe se hubiera dado la vuelta, habría visto la extraña expresión que cruzó el rostro de su hermano, a la vez que se llevaba una mano al pecho.
Keldarion sintió como si tiraran de su corazón en todas direcciones y se asustó. Le había pasado lo mismo a casi todos los guerreros que volvieron con él. Y ahora me está pasando a mí también...
"¡Kel! ¿Sigues ahí abajo?" –lo llamó Legolas a cien pies de distancia.
Intentando ignorar la extraña sensación, Keldarion se puso en pie y respondió.
"¡Ya voy! ¡Corre y escóndete! ¡Iré a buscar algo con lo que afeitarte esa cabezota tuya!"
El príncipe heredero siguió a su hermano más despacio. La extraña sensación se había ido pero su corazón latía más rápido que nunca.
Esa noche dieron un banquete en el gran salón. No era tan impresionante como el del Festival de Otoño, pero seguía siendo suntuoso. Todos estaban felices de que Keldarion y su tropa volvieran a salvo y de que Legolas se hubiera recuperado.
Plato tras plato salía de la cocina, el vino no se acababa y las conversaciones eran alegres. Varios elfos que habían acompañado a Keldarion les contaban la experiencia a sus amigos. Legolas, que nunca había visto el mar, no dejaba de hacer preguntas. Sentado junto a su hermano, estaba ávido de conocimientos.
"¿Es muy grande el mar?"
Keldarion asintió tras tomar un sorbo de vino.
"No se veía el final."
"¿Visteis alguna sirena?"
Keldarion se rio.
"¡No tuvimos tanta suerte! Pero vimos algunos delfines jugando cerca de nuestros barcos."
"¿Se podían ver las Tierras Imperecederas?"
La inesperada e inocente pregunta sobresaltó a Keldarion. Se puso rígido y lo miró.
"¿Por qué preguntas eso? ¿Planeas irte antes que todos nosotros?" –respondió, con una expresión de rabia.
La sonrisa de Legolas se desvaneció.
"Solo era una pregunta, Kel. No quería decir nada con ello."
Thranduil observaba a los hermanos en silencio e inmediatamente notó la extraña reacción de Keldarion. El príncipe suspiró.
"Perdóname, Legolas. No quería reaccionar así. Es solo que... después de casi perderte... no soporto pensar en que quizás nos dejes."
Legolas sonrió con tristeza.
"Lo comprendo, Kel. ¿Pero estás seguro de que estás bien? Pareces muy cansado."
Keldarion asintió débilmente.
"Creo que finalmente siento el cansancio del viaje –girándose hacia el rey, dijo-: Padre, ¿puedo excusarme? Me gustaría retirarme ya."
"Claro que puedes, Kel" –Thranduil le dio su consentimiento y no apartó los ojos de su hijo mayor hasta que desapareció de la vista.
Cuando dejó de verlo, Legolas se giró hacia él.
"¿Estará bien, padre?"
"Creo que es lo que ha dicho. Solo está cansado. Dejémoslo descansar. Debería sentirse mejor por la mañana."
Tan pronto como entró en su habitación, Keldarion cerró la puerta, se apoyó contra ella y se deslizó hasta quedarse sentado en el suelo. Acercó las rodillas al pecho y apoyó la cabeza en las manos. ¿Qué me pasa? ¿Por qué no dejo de sentirme así?
Volvía a dolerle el corazón y el extraño sonido que llevaba una semana oyendo volvía a hacerse insoportable. Se sentía frío... tan frío. Las manos y el cuerpo le temblaban. ¡Vete! ¡Por favor, vete! ¡No quiero escucharte más!
Poco después, el príncipe heredero estalló en sollozos... solo en su habitación vacía.
Legolas se despertó de golpe, se sentó en la cama y miró a su alrededor. No había peligro ni ningún intruso en su habitación, pero algo lo había despertado. Escuchó con atención, pero solo oía la suave brisa nocturna y el ocasional sonido de los grillos.
Apartó la sábana, se levantó de la cama y avanzó hacia la puerta. Miró hacia afuera pero tampoco había nadie en el pasillo. Salió y empezó a investigar, yendo primero a la habitación del rey. Abrió la puerta sin hacer ruido y vio que su padre estaba profundamente dormido. El rey no se percató de su presencia. Seguro que bebió demasiado vino.
Legolas cerró la puerta y luego fue hacia la habitación de su hermano. Y entonces se detuvo en la puerta. ¡Algo extraño se oye ahí dentro! Sin molestarse en tocar, Legolas abrió la puerta y entró, preocupado por la seguridad de su hermano. Pero cuando vio a Keldarion, se quedó en estado de shock.
"¿Kel?"
El príncipe mayor miró hacia arriba, con la cara empapada de lágrimas. Keldarion estaba sentado en la cama, cubriéndose los oídos con ambas manos para intentar dejar de oír algo que solo él escuchaba. Legolas se acercó.
"¿Kel? ¿Qué ocurre? ¿Estás enfermo?"
"¿Qué haces aquí?" –preguntó Keldarion con la voz tomada.
"Algo... algo me despertó. Creo que de alguna forma sentí tu malestar –Legolas hizo el amago de tocarle el brazo-. Kel, ¿por qué estás así?"
"¡No me toques! –exclamó Keldarion, saltando de la cama y alejándose de él. Estaba avergonzado de que Legolas lo viera en un momento de debilidad-. ¡Déjame solo!"
"¡Pero... es obvio que necesitas ayuda! Por favor, Kel, dime qué hacer para disminuir tu sufrimiento."
"Solo vete, Legolas. Estaré bien. Por favor, vete. No quiero que me veas así."
"¡No me iré hasta que me digas lo que pasa!" –exclamó Legolas, acercándose a su hermano.
"¡¡¿Que no te irás?!! –la cara de Keldarion se contrajo de furia-. ¡Yo haré que te vayas!"
Inesperadamente, Keldarion le dio un puñetazo. Legolas aterrizó en el suelo de espaldas, atónito. El príncipe más joven miró a su hermano con los ojos como platos.
"¿Kel...?"
Pero Keldarion no había terminado. Lo sujetó con rudeza por el brazo y lo puso en pie. Luego lo lanzó al pasillo y gritó:
"¡¡Vete y no vuelvas!!"
Legolas observó en estado de shock cómo la puerta se cerraba. Se quedó allí tendido en el suelo, mirando la puerta cerrada. ¿Qué le ocurre? ¿Por qué actúa tan extraño? Se tocó el labio roto, confuso, y luego se puso en pie dolorosamente. Tras mirar la puerta por última vez... se alejó lentamente hacia su habitación.
¿Qué le pasa a Kel? :( ¿Alguien tiene alguna teoría? Esto va de mal en peor
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