Capítulo 3
Keldarion intentó que el águila mensajera cogiera la cadena de plata, pero el animal se alejaba de ella, graznando de terror y dolor. Y lo mismo pasaba con las demás águilas y los halcones. Por alguna razón tenían mucho miedo de la piedra manyan.
El príncipe heredero se giró hacia Gandalf y su padre, decepcionado.
"Se niegan a llevarla."
Gandalf asintió.
"Pensé que ocurriría eso. Si nosotros sentimos el calor, las águilas también."
Acababa de amanecer y el estado de Legolas había empeorado durante la noche. Estaba inmóvil en la cama, en un coma profundo. Cuanto más tiempo tuviera la piedra cerca, más energía perdería, así que Thranduil sugirió usar un águila mensajera para lanzarla al mar.
Pero desafortunadamente, las águilas no cooperaban al sufrir el poderoso efecto que tenía la piedra sobre otros seres vivos. Solo Keldarion era inmune a ella, lo cual era lógico, teniendo en cuenta que compartía la sangre de su madre. Keldarion miró al rey y al mago.
"Solo nos queda una opción –dijo-. Yo llevaré la piedra al mar."
Thranduil se inquietó. No quería que su otro hijo se alejara en un momento como ese.
"No tienes que ir, Kel. Le ordenaré a los guerreros que salgan esta tarde."
Keldarion sacudió la cabeza.
"No, padre. Ni siquiera Gandalf soporta estar cerca de la piedra más de un minuto. ¿Cómo van a hacerlo los guerreros? La piedra no me hace daño, así que debería ir."
Thranduil miró a Gandalf con tristeza y luego suspiró.
"Está bien, pero llevarás un escuadrón de guerreros contigo. No quiero que nada complique el viaje. Y quiero que vuelvas a casa sano y salvo."
"Volveré. Lo prometo."
Cuando prepararon lo que les hacía falta para el viaje de tres semanas, el príncipe Keldarion y treinta guerreros del Bosque Negro cabalgaron hasta el río Anduin. Desde allí, se subieron en varias embarcaciones y partieron río abajo hacia el mar. Tendrían que parar varias veces a lo largo del camino para descansar.
Antes de irse, Keldarion fue a ver a su hermano. Legolas seguía en el olvido. Su pecho subía y bajaba con dificultad y su piel estaba más pálida que la última vez que lo había visto. Tras sentarse en el borde de la cama, Keldarion le besó una mano inanimada.
"Permanece con vida, hermano. Solo aguanta un poco más. La piedra no volverá a molestarte."
Legolas no lo escuchaba. Ni siquiera fue consciente de cómo Keldarion le besaba la fría frente.
Keldarion se detuvo un momento en la puerta y volvió a mirar a su hermano, intranquilo al pensar que podría ser la última vez que lo viera con vida. Tras respirar hondo, el príncipe mayor empleó toda su fuerza de voluntad para seguir alejándose.
¡Legolas no mejorará si me quedo aquí!, se dijo.
¡Ay, Elbereth! Que siga con vida cuando vuelva.
Los días pasaban muy lentamente y en el Bosque Negro se palpaba la preocupación. Su amado príncipe se moría y no mostraba signos de mejoría. Thranduil estaba loco de preocupación. Casi nunca se alejaba de Legolas, temeroso de que su hijo muriera mientras no estaba, y Gandalf se quedó para hacerle compañía.
Después de todo, no había nada más que pudiera hacer... excepto unirse a Thranduil con sus súplicas desesperadas.
Tras una semana navegando, la pequeña flota de Keldarion llegó finalmente al mar y se alejaron unas cien leguas de la costa. Echaron el ancla y los guerreros esperaron a que su príncipe lanzara la piedra manyan al mar.
Keldarion miró la piedra que sostenía en la mano, todavía de color rojo pero con un brillo cada vez más débil.
"Adiós, querida piedra. Te doy las gracias por los poderes de curación que le has dado a Legolas, pero no podemos quedarnos contigo o lo matarás."
El príncipe enrolló la cadena plateada de la piedra en una flecha y la colocó en el arco. Apuntó al cielo, esperó un momento en la misma posición y luego la soltó.
Mientras todos observaban cómo la flecha se elevaba, Keldarion susurró:
"Del agua vienes, y al agua volverás."
Y entonces la flecha, con la piedra manyan, desapareció de la vista.
"¿Padre?"
Thranduil se despertó de golpe cuando escuchó la voz suave. Se enderezó en el gran sillón y miró a Legolas. ¡Su hijo había despertado!
"¡Legolas! ¡Estás despierto! ¿Cómo te sientes?"
Legolas sonrió débilmente.
"No muy bien... pero sobreviviré."
Abrumado de alivio y felicidad, Thranduil lo abrazó.
"¡Gracias a los Valar! ¡No te imaginas lo preocupado que estaba!"
Separándose de él, Legolas preguntó:
"¿Cuánto tiempo... he estado así?"
"Una semana, hijo."
"¿Una semana? –exclamó Legolas, atónito-. Es una broma, ¿no?"
Apartándole el pelo del rostro, Thranduil dijo:
"Pensábamos que te perdíamos. No respondías. Ni siquiera te movías. ¡Verte tan quieto me aterrorizaba!"
El rey se inclinó y lo besó varias veces en la frente antes de volver a abrazarlo. El príncipe se rio débilmente.
"Padre, no tan fuerte. Necesito respirar..."
El rey lo soltó pero le apretó las manos.
"No sé qué voy a hacer contigo. ¡Siempre te metes en problemas!"
"Hey, no es mi culpa esta vez. Fue por la piedra –protestó Legolas. Miró a su alrededor y no vio señales de su hermano-. ¿Dónde está Kel?"
Thranduil se puso serio.
"Tu hermano fue al mar... para tirar la piedra. Era la única forma de destruirla."
Legolas no fue muy feliz de escuchar eso.
"¿Por qué él? ¿Por qué no pudo ir otro? ¿Por qué no usar las águilas?"
El rey le contó sobre el intento fallido de usar las águilas mensajeras y cómo Keldarion era el único al que no afectaba la piedra.
"No teníamos elección. Te desvanecías muy deprisa, pero no te preocupes por él. Prometió volver a salvo y no te olvides de que tu hermano es un gran guerrero. Puede cuidarse muy bien."
"¿Pero al mar, padre? Eso está demasiado lejos... y todo por mí" –Legolas miró hacia otro lado para que no viera que se sentía culpable.
"Lo hace porque quiere, Legolas, porque se preocupa por ti y te quiere. No te sientas mal por eso –le dijo Thranduil-. Venga, no te preocupes. Antes de irse anoche, Gandalf me dijo que necesitabas recuperar fuerzas rápidamente, así que tienes que comer y beber algunas infusiones."
"¿Infusiones? ¿Tengo que bebérmelas?"
"Sí. No has comido nada desde hace una semana, pero nos las arreglamos para darte algo de té. Debes estar famélico."
"Ya no –Legolas arrugó la nariz cuando su padre le acercó una taza con un líquido oscuro a los labios-. ¡Yrk! ¡Huele demasiado fuerte!"
"Deja de quejarte y bébetelo o tendré que dártelo a la fuerza" –lo chantajeó Thranduil.
Legolas lo hizo a regañadientes. Cuando acabó, apoyó la cabeza en la almohada y suspiró.
"Eres malvado."
Y al instante se quedó dormido. Thranduil se rio.
"Parece que la comida tendrá que esperar."
Se puso en pie y salió al balcón. Respiró el aire fresco de la tarde y luego miró en dirección al mar.
Uno de mis hijos ha vuelto, ahora espero que el otro vuelva a casa...
¿Será posible que la historia acabe sin mayores problemas? ¡Ay, pero si todavía quedan 4 capítulos! ¿Llegará Kel sano y salvo? Jujujuju
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