Capítulo 1
"¿Es obligatorio llevar esto?" –se quejó Legolas. Seguía sin gustarle llevar la corona plateada.
"Sí –Keldarion se acercó y le dio una palmada en las manos para que dejara de tocarla-. ¡Déjala quieta y para de quejarte!" –dijo mientras volvía a colocársela bien.
Legolas suspiró, resignado.
"Me va a dar dolor de cabeza. ¡Pesa mucho!"
"Exageras. La tuya es mucho más ligera que la mía, ¿ves?" –Keldarion señaló la corona que llevaba puesta. El diseño de ambas era delicado e intrincado, formando ramas y hojas entrelazadas, pero la corona de Keldarion era un poco más compleja para indicar que era el príncipe heredero.
"Sé que lo he dicho cientos de veces, ¿pero por qué tenemos que llevar esta cosa?" –murmuró Legolas.
"Porque vamos a la ceremonia del Festival de Otoño, que es un evento muy formal y somos los príncipes. Así que quédate en silencio las próximas seis horas ¡y deja de desarreglarte la túnica, por el amor de los Valar!"
Esta era la única ocasión en la que Legolas se arrepentía de ser un príncipe. Odiaba la magnífica túnica de color verde porque le dificultaba moverse y le hacía parecer mayor, casi como su padre. Legolas prefería las túnicas más sencillas, pero su padre le amenazó con quemar sus ropas si no se vestía para la ocasión. No sabía si hablaba en serio, pero prefería no averiguarlo.
Así que aquí estoy, con esta odiosa túnica y la molesta corona. ¡Maldición!
Por fin satisfecho con la apariencia de Legolas, Keldarion lo condujo hacia el patio en el que se celebraría la ceremonia.
La Fiesta de Otoño era una ceremonia milenaria que celebraban los elfos de Mirkwood. Era el día en el que los elfos de la nobleza del reino pedían energía de la Madre Tierra para mantener verde el bosque a pesar de ser otoño. Se celebraba cada mil años al principio de la estación y se llevaba a cabo desde que el Bosque Negro era conocido como el Bosque Verde. Era algo que los elfos silvanos no dejaban nunca de celebrar, ni siquiera una vez que navegaban.
Thranduil estaba en medio de una conversación con Gandalf, el mago gris, cuando sus hijos aparecieron. El rey frunció el ceño, disgustado.
"¡Llegáis tarde!"
"Lo siento, padre. Tuvimos problemas de vestuario" –dijo Keldarion, mirando a su hermano al ver que tiraba del cuello de su túnica, molesto.
Gandalf sonrió al verlos y Thranduil suspiró.
"Deja de hacer eso, Legolas."
"¡Pero me estoy asfixiando!" –se quejó.
"¡Si no dejas de hacerlo te asfixiaré yo mismo!" –amenazó Thranduil.
Legolas dejó de moverse al instante y Gandalf se rio.
"Creo que deberíamos dar comienzo a la ceremonia. El sol está a punto de ponerse."
Todos se colocaron en medio del patio y los elfos del Bosque Negro se inclinaron respetuosamente ante la familia real y el mago. Algunos elfos ya habían empezado a cantar una antigua canción del bosque, llamando al espíritu de la tierra con sus voces armoniosas.
Gandalf siguió a Thranduil y sus hijos hasta los tres elfos que esperaban cerca de la fuente. Una fuente fuera de lo común. Era un manantial que había empezado a brotar de la tierra hacía miles de años, justo antes de la Gran Guerra de la Primera Alianza. Los elfos creían que había ayudado a mantener verde el bosque a pesar de las fuerzas oscuras.
Los tres elfos que esperaban en la fuente eran nobles, aunque de no tan alto rango como Thranduil y sus hijos. Eran mucho mayores que el rey y eran miembros del consejo desde el día de su coronación. Tenían experiencia con la ceremonia.
Mientras la familia real rodeaba el manantial, los tres elfos empezaron a cantar. Gandalf también se les unió. Tras una señal, Thranduil introdujo una mano en el agua. Cuando la sacó, el agua se escurrió entre sus dedos y la brisa se llevó las gotas. Su voz se unió a las de los demás y finalmente, Keldarion y Legolas empezaron a cantar también.
La ceremonia duró una hora. Cuando terminó, ya había anochecido, la brisa soplaba suavemente y las estrellas habían aparecido en el cielo.
Tras acabar, todos se desplazaron hasta las mesas en las que habían preparado un banquete. Los elfos se arremolinaban alrededor de filas y filas de mesas llenas de platos deliciosos. Hablaban y reían mientras disfrutaban del festín. Gracias a la ceremonia, todos los elfos del Bosque Negro se habían reunido en el mismo lugar por primera vez en mil años, por lo que era una noche para celebrarlo.
Un grupo de músicos cantaba en una esquina como entretenimiento. Cuando se tomó un descanso para beber algo, Keldarion le pidió a Legolas de repente que cantara algo. A los otros elfos les encantó la idea, pues sabían que el príncipe más joven tenía una de las voces más bellas del reino.
Legolas intentó negarse, avergonzado por tener que cantar delante de tanta gente, pero se sonrojó cuando insistieron aún más. Algunos elfos ya tiraban de él para que se pusiera en pie. Thranduil y Gandalf los observaban, divertidos, mientras que Keldarion se reía a carcajadas.
Los elfos aplaudieron cuando Legolas se colocó en el centro de la multitud. El príncipe estuvo a punto de volver corriendo a su asiento, pero uno de los elfos lo evitó.
"¡Oh, no, su alteza! No tiene por qué avergonzarse. Por favor, bendíganos con su maravillosa voz."
Suspirando y tirando del cuello de su camisa con nerviosismo, Legolas miró a la multitud.
¡Te mataré por esto, Kel! Pensaba mientras miraba a su hermano que no podía parar de reírse. Y entonces todos se quedaron en silencio, esperando pacientemente a que empezara.
La primera nota que cantó fue tan baja que los elfos tuvieron que forzar sus oídos para escucharla, pero luego su voz sonó con más fuerza mientras seguía cantando la antigua balada de la Gran Guerra. La canción hablaba del valor y la gloria, de desesperación y la tragedia, de la esperanza y la destrucción, del dolor y la gloria. Era una canción poderosa que Legolas interpretó con dramatismo, pero sin perder la dulzura, creando un contraste sobrecogedor.
Casi todos tenían los ojos empañados, incluso el rey. Muchos de ellos recordaban la batalla que ocurrió miles de años antes del nacimiento de Legolas. Thranduil, que también participó en ella, todavía recordaba como si fuera ayer el momento en el que su padre Oropher caía por la espada del enemigo. No habría muerto tan fácilmente de no ser por la traición de Tamascus, el tío abuelo de Thranduil, el cual informó a las fuerzas oscuras sobre la estrategia de Oropher. Oropher y sus hijos sufrieron una emboscada junto con su ejército mucho antes de llegar a su destino.
Fue una gran tragedia y Thranduil tuvo la suerte de sobrevivir, pero perdió a su padre y todos sus hermanos ese día. Oír a su hijo cantar esa canción le recordaba que esas mismas fuerzas oscuras volvían a renacer en su reino. Los días de los elfos estaban a punto de acabar.
Pero aun así seguía creyendo que el bien volvería a derrotar al mal. La nueva generación de elfos se aseguraría de ello. Legolas era un buen ejemplo de ello: con tanta resistencia para alguien tan joven y con tanta pasión para alguien tan gentil.
Y Keldarion, su heredero. El príncipe heredero de Mirkwood. Siempre protegiendo a su hermano más joven. El príncipe mayor estaba listo para ser rey. Era inteligente, uno de los mejores guerreros, y lo más importante, tenía un corazón fuerte.
Thranduil no se iría preocupado si tuviera que navegar en ese momento. El reino quedaría en las buenas manos de sus hijos hasta que ellos mismos partieran a las Tierras Imperecederas.
El rey tardó un momento en darse cuenta de que Legolas había parado de cantar. La multitud seguía en silencio, escuchando desvanecerse el último eco de su voz. Después, uno a uno, se pusieron en pie y aplaudieron como nunca.
"¡Excelente, mi príncipe! ¡¡Excelente!!"
"¡Otras! ¡Otra!"
"¡Increíble, príncipe Legolas!"
Legolas se sonrojó ante tal ovación y volvió a su silla con timidez. Keldarion, cuyo asiento estaba al lado del suyo, le sonrió.
"Eso fue... mmm... conmovedor, mi querido hermano. ¿Cantas otra?"
"¡Sigue soñando!" –gruñó Legolas mientras lo empujaba. Entonces se dio cuenta de que su padre lo miraba.
"Fue increíble, hijo. Estoy orgulloso de ti" –dijo Thranduil.
Legolas se sonrojó todavía más.
"Lo único que hice fue cantar."
"¿Cantar? ¡Por cómo cantaste pude imaginarte blandiendo una espada y luchando contra el enemigo! Fue poderoso, Legolas" –comentó también Gandalf.
Legolas tenía ya la cara casi morada de la vergüenza. Keldarion se rio.
"¡Creo que será mejor parar antes de que le explote la cara! ¡Parece un tomate maduro!"
Thranduil y Gandalf también se rieron. Legolas hizo una mueca antes de que sus ojos brillaran peligrosamente. Se puso en pie de repente y anunció:
"¡Mi hermano, el príncipe Keldarion, está encantado de cantarnos 'La Doncella'!
Keldarion palideció y dejó de reírse de golpe.
"¡¿Qué?!"
"La Doncella" –respondió Legolas, como si Keldarion no lo hubiera oído, con cara de inocente.
Los invitados ya gritaban para que Keldarion se acercara. Tal como le había ocurrido a Legolas, varios elfos tiraron de él para ponerlo en pie.
"¡Maldito enano...!" –Keldarion hizo el amago de sujetarse de él, pero Legolas lo esquivó.
"Eso fue horrible, Legolas" –dijo Thranduil, divertido.
Legolas solo se rio y aplaudió, complacido, mientras llevaban a Keldarion al centro. El príncipe heredero se encogió de hombros.
"Como mi querido hermano ha dicho, cantaré 'La Doncella'" –dijo, guiñándoles el ojo a las doncellas que estaban por allí. Con su voz aterciopelada, empezó a cantar.
...
La doncella, es tan hermosa,
Ha bebido mucho vino,
Sueña con volar por el cielo.
Pero viene un príncipe atrevido,
Y le pellizca su bonita piel,
¡Ella se despierta y le golpea en el ojo!
La doncella, es tan hermosa,
Tan bonita, tan amable,
Todos la quieren.
Pero el príncipe no,
Piensa que es tonta como el tronco de un árbol,
¡Así que ella coge un garrote y le golpea el dedo del pie!
...
La multitud se reía a carcajadas mientras Keldarion cantaba. Era una canción muy graciosa y Keldarion había improvisado algunos versos. Originalmente la canción hablaba de un príncipe que se enamoraba ciegamente de una doncella, pero el príncipe la había transformado en algo hilarante, para deleite de los elfos.
Y así, la alegre celebración continuó durante la noche.
Era medianoche. La luna llena estaba rodeada de estrellas y los invitados habían empezado a irse. Antes de marcharse, los elfos del Bosque Negro le deseaban buenas noches a la familia real y les daban las gracias por el banquete.
Legolas y Keldarion se reían en una esquina con otros elfos jóvenes. Estaban hablando de la famosa versión de La Doncella hecha por Keldarion.
Pero de repente, Legolas dejó de reírse. Se llevó una mano al cuello, gritó de dolor y entonces se desplomó hacia atrás.
"¡Legolas!"
Keldarion se había sobresaltado, pero se las arregló para sujetarlo antes de que cayera al suelo. Con el cuerpo sin vida de Legolas en brazos, el príncipe lo llamó desesperado.
"¿Legolas? ¡Vamos, despierta! ¿Qué te ocurre? ¡Legolas!"
Uyy, qué rápido tenemos drama :( ¿Qué habrá pasado? ¿Alguna teoría?
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