El joven padre, tras haber quedado cautivado por aquel joven no pudo contener su curiosidad por lo cual decidió buscar respuesta.
Esperó a la hora de la cena para hacer mención de aquel chico, en el comedor tenía la compañía de el sacerdote Pixis y la ministro Rico, mientras cenaban irrumpió el silencio con voz tranquila y demandante.

-en la ceremonia de bienvenida, había un chico de cabellos oscuros... ¿quien era el? -

Pregunto el rubio con gran curiosidad.

- me parece que es Rivaille Ackerman-.

Respondió la ministro Rico mientras observaba a el joven oji azul. El rubio correspondió la mirada de la ministro, apenas iba a agradecer por la información cuando se le interrumpió por la voz demandante de el sacerdote. Dot.

- es un joven monaguillo, quizás este por aquí el día de hoy. A todo esto padre Smith ¿A qué se debe su pregunta? -

El rubio se limito a responder con gran seriedad en su rostro y voz con una simple palabra "curiosidad"
Tras acabar la cena, se despidió de los presentes y se retiro a su habitación, tras darse un baño, cepillar sus dientes y vestirse con ropa cómoda, se poso sobre su fría cama.
Erwin solo podía pensar en la fina mirada del azabache, sus finos rasgos, pareciera que se tratase de una muñeca de porcelana, su piel tan blanca y pura.

-hm? ¿qué estoy pensando?, eso no esta bien.

Intentó hacer caso omiso de sus pensamientos dispuesto a dormir, su mente y cuerpo solo podían imponer negación por poco tiempo, en sus sueños sucedió de todo.
Se sentía sucio y no merecedor de la sotana por haber deseado esas cosas con un menor. Despertó empapado en sudor y semen, su corazón latía con tanta fuerza, que el rubio creyó por un momento que este se saldría de su pecho.
Emitió un suspiro ahogado, se dio un baño y repitió la ceremonia de costumbre.
Tras bajar las escaleras pudo observar una fina silueta limpiando las ventanas.
Su corazón se volvió loco y dentro de su mente se preguntaba cual sería el aroma de ese joven.