•Capítulo tercero•[Editado]

En la frialdad que sumergía mi cuerpo no había espacio para la consciencia. Parecieron siglos, una eterna era del hielo. Incluso pensé que deliraba, me ví de niña en diferentes escenas, una más extraña que la anterior, flash de una vida que no había vivido pero sí que era yo. ¿Será que voy a reencarnarme?. O tal vez esa era la vida anterior, nadie sabe lo que ocurre después de la existencia hasta que lo vive, o más bien muere.

Y de pronto sentí calor

Vaya, el infierno entonces, yo que esperaba mi futura vida como artista o periodista. Pero todo lo contrario, el calor seguía aumentando en esa oscuridad en la que sólo oía la ocurrente voz de mi consciencia y el calor era agradable, muy agradable.

• • •

Abro los ojos y los siento más pesados que nunca, decir que me asusté es poco al ver un pecho desnudo pegado a mi rostro y sentir un par de brazos fuertes envolverme. Decir que mis nervios colisionaron era lo más acertado en el momento en el que ví los cabellos añiles y ese maldito tatuaje escarlata en su rostro.Tanto yo como él estábamos en ropa interior. Pegué un grito tan fuerte a pesar de lo débil que me sentía que lo hice dar un salto. Casi se cae de la cama y yo estoy ahí anonadada, sin entender una puta mierda de este más allá tan retorcido. Lo miro perpleja con miedo a siquiera hablarle.

-Vaya, ¿que clase de otra vida es esta?- se me escapa de los labios pensando aún que es un simple espejismo. Y es que la verdad me imaginaba algo al estilo de En otro lugar que de ser así Jellal y yo tendríamos la misma edad, pero no, ni esto es el Nilo ni lo veo menor.

-De acuerdo, no esperaba esa reacción-me mira reflexivo como si estuviera hablando con alguien que siquiera es capaz de recordar quién es. -¿Recuerdas tu nombre?

Lo conozco demasiado.

-Erza Scarlet-murmuro y apenas lo veo sonreír no me puedo aguantar más. Me aferro a sus brazos y hundo mi cabeza en su cuello.-Dios, he esperado tanto este momento.

No puedo hacer otra cosa que llorar, llorar por todos los años que me faltó y todos los que le falté antes de su muerte. Llorar porque tuve mucha suerte de encontrarlo después de la vida. Llorar porque se siente tan de carne y hueso como la última vez. Llorar porque abandoné todo, por él.

Que a fin y a cabo siempre fue mi todo.

-Lamento decepcionarte pero esto no es el más allá-susurra en mi oído y su aliento caliente me estremece- esto es la vida real Erza, necesito que me escuches con atención.

Mi corazón late a mil. No entiendo a qué se refiere, pero me aferro aún más a su dorso desnudo esperando calmar el constante palpitar acelerado de mi pecho buscando respuestas.

-Siempre estuve vivo. Todo fue una farsa.

Luego de esas palabras siento como se detiene todo el sonido, una sordera me invade producto de la cámara lenta en la que estoy percibiendo las cosas. Y es que no puedes ir por el mundo diciéndole a la gente: Oye, estoy vivo, todo ha sido mentira, todos estos años sufriste como una tonta y yo aquí de maravilla. Siento como me agarra de los hombros y me separa de los brazos para que lo mire a la cara, tal vez porque yo no parezco dar señales de vida, aunque tengo mis ojos abiertos soy incapaz de regresar con el en mis cinco sentidos. Es un lapso de shock.

-Erza, Erza-al fin un sonido y siento como al fin soy capaz de hacerme presente. Me llevo las manos a la cabeza, esto si que ha sido raro. Lo miro confundida-¿estás bien?- pregunta casi en un susurro.

-Si, pero no escuché nada de lo que dijiste-replico aún con la idea de que esto es un sueño porque es lo más increíble y extraño que me ha pasado en la vida.

-Todo fue mentira Erza, simplemente necesitaban hacerme desaparecer del país hasta que las cosas se calmaran. Los medios siempre estaban sobre mí y siempre tenía algún tipo de problema, pero eso ya lo sabías, incluso lo viviste en la torre del cielo, el incendio. Así que decidieron hacerlo por motivos de seguridad, los miembros de Oración Seis siempre trataban de capturarme. -lo miro fijamente y me pierdo en sus hermosas pupilas verdes, tienen un color tan vivo que es imposible no creerle.

-Nunca entendí por qué lo hicieron-prácticamente le murmuro llorando, el me mira comprensivo y prosigue.

-Tenían problemas con la familia y mayormente con mi padre, así que no hallaban mejor manera de encender el viejo conflicto que cargarse al primogénito, el favorito de papá-no despega sus ojos de los míos ni siquiera por un momento, y cuando ve que me quiebro en llanto completamente pone sus manos en mis mejillas. Son grandes, cálidas y fuertes.

-Pero pudiste haberme dicho, he llorado lo que no imaginas y he sufrido hasta la locura. -mi voz suena aguda y no puedo dejar de llorar siquiera un segundo, solo me aferro a su pecho.

-Firmé un contrato de confidencialidad en el que determinaba que no podía mostrarme a nadie que habitara en este país o tuviera alguna especie de relación con él. Allá en Francia no podía dar mi verdadera identidad, allá fuí Siegrain Sociere. Como aquí era una persona que nunca estuvo ajena a la prensa a penas "morí"-hace énfasis en la palabra y hace señal de comillas con los dedos-la noticia se divulgó -me ha dejado atónita, siento como una frialdad se apodera de mi cuerpo, me separo de su pecho y lo miro, por su cara parece que he palidecido de alguna manera.

-¿Entonces por qué estás aquí?. No logro comprender la razón por la que estás de vuelta. -suspiro y lo miro un poco incrédula. Demasiada información. Demasiado rollo para tan corta película.

-Hace poco fueron capturados, cuatro de ellos murieron en un tiroteo con las autoridades, los otros dos están cumpliendo cadena perpetua, aún no puedo mostrarme en público para evitar escándalos. El contrato tenía una vigencia de cinco años, y solo van cuatro años y ocho meses, aún no puedo andar por ahí como si estuviéramos en Halloween. Pero iba en mi auto muy tranquilamente y te veo deambulando como una loca y a punto de lanzarte de un puente y no me quedó de otra que mandar al demonio el contrato-me mira un tanto molesto, yo aún no puedo dejar de llorar, mi sistema nervioso está en crisis. Todo está a 360° de lo que era antes-¿me puedes explicar que te pasó por la cabeza?. A la única persona en este mundo que no imaginaba capaz de hacer esto eras tú.

Yo solo estoy en silencio, abrazada a él sin mediar palabra y parece comprenderlo. Mi Jellal tan único, tan especial, tan indispensable estaba ahí, parecía un sueño pero se sentía tan jodidamente real e idílico. Me siento tan afortunada de tenerlo de vuelta, de poder abrazarlo, que olvido mis problemas.

•. •. •

Apenas lo vi aparecer en la camilla por ese inmenso corredor seguido de muchos doctores, una linda jovencita de unos doce años iba llorando tras el gran ejército de batas blancas. Era bajita y tenía los cabellos cerúleos que le caía en rizos por la mitad de la espalda, sin pensármelo dos veces corro tras ellos pero tanto a mí como a la chica se nos denegó la entrada.

-Oni-chan...-lloraba ella desesperada y yo a la par la miraba un tanto asombrada, había olvidado las muchas veces que me había hablado de su hermana.

-¿Juv?-es lo único que recuerdo de su nombre, porque es así como Jellal la llamaba siempre, aunque juraría que el nombre era más largo. Ella me mira sorprendida, tanto que incluso se le detiene el llanto y solo solloza ahogada.

-¿Cabellos escarlata?-siento que murmura y me mira confusa-¿eres Erza?

Ahora la que estaba confundida era yo ¿como sabía? La miré anonadada, pero este no era momento para preguntas de ese tipo.

-¿Que le ha pasado?-pregunto entre sollozos y veo como sus bonitos ojos azules se tornan un poco oscuros y secándose un poco las lágrimas me contestó:

-No lo sé, comenzó a ponerse pálido y simplemente se calló al suelo sin energía. -ella rompe al llanto nuevamente.

Luego de una larga noche nos permitieron entrar a verlo, primero pasó su hermana y luego fue mi turno. Nunca olvidaría lo que ví en esa habitación. Vagamente iluminada y me provocaba un temor inaudito el simple hecho de entrar ahí. Había una cama de sábanas blancas y sobre ella cubierto hasta el pecho con unas mantas del mismo color. A su lado derecho había un monitor de ritmo cardíaco con esa led verde llena de píxeles que solo traza líneas zigzagueantes y que hace un incómodo pitido. Ahí estaba él, parecía sorprendido de que yo estuviera allí. Me acerco y le tomo la mano, de veras me asusta esta situación, siento mi corazón como se aprieta, mi pecho está pesado y me entran unas ganas de llorar terribles. El olor a hospital se metía en cada uno de mis poros.

-Vaya, creí que Juv me decía que estabas ahí fuera solo para darme aliento-me mira un poco apagado y hace un ademán para que me siente a su lado en la cama. Voy sin dudar ni un solo segundo.

-Vas a salir de esta, y lo mejor de todo es que no nos volveremos a separar. Te he echado de menos ¿sabes?-trato de sonar lo más positiva posible. Él me mira haciendo una mueca de duda. Como si tuviera certeza de que las cosas van a ser diferentes.

-Debo ser directo Erza, no voy a pasar de esta noche. -su seguridad me quiebra. Me hace añicos y me entran unas ganas indescriptibles de arrancar todos esos cables y darle una bofetada, pero en su lugar lo observo en silencio y unas lágrimas traicioneras se me escapan.

-No digas estupideces, idiota.-es lo único que consigo decir con la voz temblorosa que me ha dejado el aguante de las lágrimas.

-¿Y decir que te amo es una estupidez?-mi corazón se detiene la milésima de segundo que tarda en pronunciar esas palabras y toda yo soy un trozo de hielo flotando en el Océano Pacífico. Tantos años esperando a que lo dijera e intentando decirlo que no puedo creérmelo. Parece avergonzado, tal vez no esperaba decirlo de una manera tan directa, tal vez una cara pálida y unos ojos llorosos no era lo que esperaba ver en el momento que me lo dijera.

-Entonces yo también soy una estúpida-sonrío y casi por instinto me acomodo a su lado en la cama y me cubro con las mantas tratando de aminorar las frías temperaturas que hacían de esa habitación un lugar escalofriante. Lo abrazo con mucho cuidado por todo lo que trae en el cuerpo y hago lugar en su cuello para mi cabeza. Su aliento era tibio y su respiración era normal, eso me tranquilizaba.

-Ah y yo también te he echado de menos pelirroja-su grave voz murmurante me estremese y yo simplemente me pierdo en sus ojos color aceituna.

La distancia entre nosotros se acorta y mis miles de terminaciones explotan al percibir como sus labios se adhieren a los míos y la fusión se vuelve deliciosamente pasional. Llevábamos años esperando por esto, y si la muerte viene a buscarlo como mismo dice él va a tener que esperar a que terminemos porque no pienso dejárselo. No ahora. De hecho nunca. Nos separamos por falta de aire y él me sonríe tiernamente, pero su mirada se torna triste por un momento.

-Tienes... que prometerme que vas a ser fuerte-el tono de su voz es pesado de un momento a otro y hace un esfuerzo inimaginable para no arrastrar las palabras.

-Jellal...-me quiebro como vidrio y siento que toda yo me voy quedando vacía poco a poco. Tan lentamente que es tortuoso.

-Shhhh escúcha...me, necesito que estés ahí... para Juv. - su voz es más cerena pero habla con una pesadez terrible.-cuando yo no esté tienes que hacer de hermana. Ella es muy sencible.

-Vas a estar ahora y siempre Jellal. Yo... Yo siempre voy a estar para ti y ambos estaremos para ella.-le digo llorando tratando de hacer que se desvíe del asunto que claramente le repercute. Aún tenía la débil esperanza de que si conseguía distraerlo mejoraría, pero no, La última hoja no era nuestro manual en este momento.

-Tú... solo escucha, este no es el fin Erza,esto...no es una despedida agh-agarra aire con fuerza y me mira sonriendo.

-¿Si esto no es una despedida que mierda es?-le digo resignada llorando y el cierra sus ojos para concentrarse.

-Es un hasta pronto, hasta la otra vida-agarra mi mano con fuerza y yo aún confundida, él nunca creyó en la reencarnación, no tenía ni idea de por qué lo decía-no llores, sonríeme por última vez Erza, porque amo tu sonrisa.

Ningún ser en el planeta podrá imaginarse nunca cuanto pudo doler esa sonrisa, que forcé con dificultad y que hice de tripas corazón para sostener. Y en ese mismo instante el molesto pitido intermitente se volvió constante, como acto reflejo giré la cabeza al monitor y ví como las líneas zigzagueantes morían en una simple línea recta. Como él en ese mismo momento.

No recuerdo lo mucho que grité hasta que llegaron con el desfibrilador en un carrito, me sacaron de la habitación alegando que no debía estar allí y mucho menos recuerdo lo mucho que lloré luego de ver las caras de los doctores al salir de la habitación. Ese pitido constante, las líneas zigzagueantes que morían en una plana y el led verde del monitor pestañear en rojo me acompañarían hasta el día en que partiera de este mundo, en pesadillas, en pensamientos intrussivos y en mis paranoias.

• • •

Me adentré sin previo aviso en el rincón más oscuro y frío de mi memoria y recordé con lujo de detalles lo que pasó esa noche. Ahora que lo pienso con calma, había muchos detalles que toman sentido. Como por ejemplo el porqué el ataúd siempre estuvo sellado sin dejar ver el cadáver, el porqué me sacaron de la habitación antes de darle la descarga para reanimarlo si es de mayor prioridad realizar la reanimación que sacar al familiar y el porqué la habitación siempre conservó todo dentro incluso las ropas del clóset.

-Pero Jellal...¿por eso decías que eso no era un adiós?- murmuro sollozando en su oído y su respiración caliente se funde con mi cuello al igual que las palabras que pronuncia.

-Bienvenida a la otra vida pelirroja, soy tu pasaporte al paraíso y no necesariamente tienes que morir para conocerlo-cierro los ojos tratando de inmortalizar el momento. Las cristalinas lágrimas ruedan por mis mejillas sin cesar. Ni siquiera pude imaginar esta complicada historia, algo me dijo siempre que Jellal no estaba muerto pero tampoco tenía ni la más mínima idea de que esto era algo tan complicado. Ni siquiera sentimos la puerta al abrirse, solo la voz de mi amiga nos saca de la burbuja.

-Oni...oh lo siento mucho-sale de la habitación como mismo entró.

¿Como diablos no vió mi cabello? Es imposible no verlo. Yo y Jellal nos miramos extrañados por un instante, su hermano tiene a una chica en su habitación y que ambos estamos en ropa interior, sería bastante incómodo que nos hubiera visto. La puerta vuelve a abrirse y una cabecita de lindos cabellos azules se asoma con curiosidad. Nos separamos inmediatamente.

-¿Erza?-sorprendida corre dentro de la habitación hacia mí con algo de preocupación-vaya, así que no era un espejismo, tu realmente estás aquí. ¿Que ha pasado?

Miro a Jellal tratando de hacerle entender que de ninguna manera debe decirle a Juvia en la situación en la que me encontró. El frunce el ceño y la joven espera mi respuesta.

-La he encontrado en el puente-dice Jellal serio y cuando la jóven se voltea por un segundo para mirarlo le hago una señal amenazante por ser tan poco obediente

-¿Y que hacías tú en el puente?-pregunta y corre alarmada hacia mí colocando sus manos a ambos lados de mis mejillas-Dios mío, estás helada-Clava sus profundos ojos azules en los míos, ella en el fondo sabe que todo salió mal, y maldigo la hora en la que le conté lo que planeaba hacer contra Natsu-¿que hacías en el puente Erza?

-Saltar-responde Jellal con la seriedad más grave del mundo y lo miro con deseos de callarlo con solo eso-no sé que ha pasado, pero definitivamente esta no fue la chica que conocí hace años. Pero la quiero de vuelta.

-¿Creiste que fuiste el único que se fue esa noche?-lo miro y parece sorprenderse de que le hable así, tal vez no se esperaba que lo enfrentara, no después de todo. -esto fue lo que quedó y con esto he sobrevivido hasta ahora. No me puedes exigir que sea la persona que era antes porque eso no existe, en el mismo momento en que declararon tu "muerte" dejé de ser esa persona-mi voz es fuerte, tal vez un poco parecida a la de él cuando me dijo lo que me provocó. Simplemente me dolió que dijera que no era la de antes cuando él fue el primero en irse.

-Pero yo regresé, y lo mínimo que espero es que ella también regrese-su voz se suaviza un poco pero el ambiente aún huele a desacuerdos- Yo iba por ese camino, a esa hora, en el mismo instante que caminabas tú, no sé cómo lo llamas tú, pero eso no es una casualidad. Tú me viste morir, yo prácticamente te pierdo esta noche. Estamos a mano pelirroja.

El tono bromista que usa me hace reír a pesar de la molestia que sentía antes. Solo Jellal Fernándes sabe como hacerme reír en medio de una guerra y eso es algo que muy pocos dominan. Pero Juvia continúa demasiado seria. Ni siquiera parece respirar. Agarra aire en los pulmones y lo expulsa.

-Me dan deseos de golpearte, pero supongo que eso ya lo hicieron. No puedes hacer eso, ¿en que estabas pensando?¿que habría pasado si Jellal no hubiera estado ahí?. Nunca creí que fueras tan incensata e inconsecuente hasta el día de hoy. -me sorprende el color rojo que toma su cara que siempre había lucido como de porcelana. Está indignada y no es para menos, pero en mi defensa he de decir que todo fue demasiado rápido e intenso, solo puedo ver muchos flash que tal vez mañana recuerde mucho mejor. Yo teniendo sexo con Natsu, Ercy irrumpiendo en el cuarto, Natsu con su ridículo show, siendo golpeada y viendo caer a Ercy, luego mamá abofetandome y echándome de casa, la lluvia, el hospital y la amenaza de mamá sobre el casamiento. Si eso no era el infierno en la tierra era una de sus tantas réplicas y solo pensé en desaparecer, tomé la decisión con la cabeza caliente y lo hice... simplemente pasó.

-Basta Juvia, es suficiente. -él le muestra la palma de su mano pero ella en cambio parece más motivada aún para dar su discurso.

-No, no lo es. Pudiste hacerte mucho daño en la caída, la fuerza del impacto pudo hacer que te partieras muchos huesos con solo llegar al agua-la carcajada de Jellal mezclada con la mía resuena en toda la habitación. -¿que da tanta gracia imbéciles?. No estoy bromeando, estoy informada. -estallamos en risas y aún agarrándome el estómago y riendo exclamo.

-¡Por amor de Dios!. No era el Golden Gate Juvia. Era un simple puente de unos cuantos metros de altura, no estamos en San Francisco. -Jellal pega la carcajada nuevamente y ella sólo nos mira con cara de bibliotecaria. Hace una breve pausa y mira a su hermano expectante.

-Oni...¿puedes salir del cuarto?-él duda un momento pero salgo en su defensa y en la mía.

-No quiero hablar de eso ahora Juv ¿está bien?-ella asiente preocupada y voltea a ver a la puerta. Camina hacia ella sin pronunciar palabra alguna. Detiene su mano sobre el pomo de la puerta y se gira hacia nosotros sin soltarlo.

-Puedes hablar de eso cuando quieras Erza-desaparece y el ambiente se torna un poco incómodo, Jellal va a querer saber lo ocurrido y ya puedo imaginar su cara de decepción si le cuento todo. Porque tiene cara de confianza y no sabe aún que estoy postulada a la hija defectuosa de la familia. Así que camino a la cama. La debilidad me consume y él me sigue y se recuesta a mi lado.

-¿Que tal tu vida en Francia?-siento la necesidad de variar el tema y esto de verdad me intriga desde el momento en que dijo que continuó su vida al otro lado del mundo.Tiene veinticuatro años ¿Y si está comprometido?¿o tiene hijos?. Actualmente desconozco los detalles de su vida.

-Pues ha sido algo agobiante, tu despedida a decir verdad me complicó la jugada demasiado-lo miro un tanto sorprendida y el asiente, la verdad me he estado preguntando cómo demonios fingió la muerte. -estaba planeado que hablara con Juvia hasta que hiciera efecto el somnífero que me estaban pasando por intravenosa, que harían que mis músculos se relajaran y mi pulso cayera hasta dejarme en un estado tan cercano a la muerte que la máquina un tanto defectuosa a la que me habían conectado daría el código, porque solo dos de los médicos que fueron a auxiliarme sabían sobre la farsa, para el resto debía ser creíble.

-Dios mío, aún no puedo creerlo, fueron tantos años-me pierdo en el verdoso cristalino de sus pupilas por un instante y él me arropa contra su pecho. Lo abrazo y veo como se estira para apagar la luz que nos ilumina.

-Jellal... he hecho algo terrible.-me lamento aún sin sacar todas las ideas locas que tengo en mi cabeza y puedo imaginarme su cara de sorpresa ante mis palabras.

-¿Algo como qué?-pregunta hundiendo su nariz en mi cabello. La duda entre decirle o no me mata.

-He hecho daño a una persona que quiero-suelto en un susurro y espero su respuesta.

-¿Tuviste motivos?-la oscuridad que nos rodea me hace sentirme segura y sus cálidos brazos me arropan bajo las mantas. Es el lugar más seguro y silencioso del mundo.

-Si, la verdad los tuve-pronuncio casi en un murmullo y la imagen de Natsu regresa a mi cabeza, me siento tan protegida con Jellal que ni siquiera me duelen las reminiscencias.

Rompí nuestra promesa Jellal....

O tal vez ya eso no importe.

Hacen unos ocho años dejamos de ser ese Jellal y esa Erza, que se prometieron amor. Jóvenes, inocentes y solitarios, hambrientos de golria. Llenando el espacio vacío que una vez ocuparon nuestras familias con vivencias de ambos. Las mejores que conservaré hasta el día de hoy. Tal vez hace mucho tiempo que dejamos a esa antigua versión de nosotros en el cajón de recuerdos veraniegos.

De nosotros no quedaba ya ni la sombra de lo que éramos.

-Entonces no hay nada por hacer, solo esperar a que esa persona vea por si misma esos motivos-sus suaves palabras me sacan de mi bucle de pensamientos y esbozo una pequeña sonrisa. Ha dicho lo que quería oír. Estamos uno de frente al otro, tan cerca que puedo sentir su respiración mezclarse con la mía.

Entro en un estado de hipnosis y lo único en lo que puedo pensar es en acercarme a él que para mi sorpresa pega sus labios a los míos. Mis miles de terminaciones nerviosas se electrifican de una manera alucinante, es un beso suave y cargado de añoranza, tiene sus manos en mis mejillas y yo las mías en su cuello. Es tan increíble que me da vueltas el mundo y la obscuridad de la habitación parece deborarme viva, incluso me invade el temor vago de que sea tan solo un dulce y efímero sueño. Pero el pequeño bote en su pecho mezclado con el mío me tranquiliza, nos separamos lentamente y el peso de la confusión nos cae encima.

-Yo... lo siento mucho Erza, no debí...-luego del paraíso caí en el infierno. ¿Por qué se disculpa?. Creí que el también lo deseaba pero al parecer metí la pata.

-Descuida, yo... debería disculparme-las mejillas me arden y mi pobre sistema nervioso al borde del colapso se da por vencido al intentar comprender toda la información que ha recibido hoy.

Jellal se acaba de disculparse por un beso que podría apostar que disfrutó.

Murmura mi consciencia y me dejo caer por la somnolencia y puedo percibir como sus brazos me pegan a su cuerpo.

-Me disculpo por ser tan cobarde como para no poder asumir lo que siento-su voz se escucha tan distorsionada y lejana que siquiera puedo decir si se trataba de un sueño o de una realidad que de seguro me habría gustado vivir.

De seguro solo lo soñé...

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