•Capítulo octavo•[Editado]
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Por segunda vez en el día Irene me abría las puertas de su casa pero ésta vez para dejarme entrar en ella como un miembro más de la familia. Era increíble ver con la simpatía que me trataba ahora. La luz naranja que tenía el cielo ahora se colaba por los inmensos cristales de la casa tiñendo paredes, personas y recuerdos de su cálido color que invadía cada rincón. Jellal estaba sentado en un sillón frente al gran cristal que cubría una de las paredes de mi habitación con un libro entre sus manos tan exhorto en la lectura que parecía que el libro iba a tragárselo o viceversa. Yo en cambio me acerqué despacio para ver cuál de todos mis libros estaba leyendo él. ¿En otro lugar?¿Sueño de una noche de verano?¿Estudio en escarlata?. No podía decirlo solo con acercarme un poco y antes de que le preguntara el se volteó hacia mí con una sonrisa.
—¿Literatura para adultos señorita Scarlett?—su tono era bastante sugerente y sentí como mis mejillas ardían del calor. —Así que tienes una mente un poco sucia ¿eh?
Mierda, mierda, mierda. ¿Como ha podido dar con esos libros?. Estaban mezclados con los de misterio.¿Como diablos pudo encontrarlo a la primera?. Suerte de principiante.
—Me lo regaló una amiga hace años—me excuso quitándole importancia al asunto y el asiente para nada convencido de mis palabras.
—Oh que bien. ¿Y los otros diecinueve?—siento explotar mi cabeza. Y una vergüenza terrible me invade.
¿Piensa burlarse de mí todo el día o qué?¿Como demonios sabe que son tantos?. Ahora la imagen que tenía de mí va a cambiar.
—Em... lo hago por la autora. Lucy Heartfilia además de ser una escritora increíble es parte de la famila. Yo, Mirajane e incluso tus hermanas leen sus libros—doy el argumento sostenible y sonrío calmada.
—Un momento... ¿Juv lee esto?¿pero cómo vas a permitírselo?¿no ves que es pequeña para eso?—me asalta la carcajada en cuanto lo veo agitar el libro en mis narices con cara de padre sobre protector.
—Pequeña era cuando la dejaste, ahora tiene dieciocho ¿eso no te dice nada?—le recalco yo aún riendo mientras él me mira con cara de ¿Qué le has hecho?. —¿te crees que es una monja?¿que no ha salido con nadie?¿que no ha tenido romances?
—Espera... ¿que ha salido con algún pelele?—Jellal al borde del infarto se echa aire agitando el libro que en cualquier momento sale volando—¿ella ya...?
—No lo sé Jellal, no nos metamos en la vida sexual de Juvia. Es normal leer ese tipo de cosas, ya sabes, para alimentar la imaginación. —Por supuesto que yo sabía que mi amiga tenía una vida sexual activa, pero sí le digo eso a su hermano le da un infarto yo trato de sacar a Juvia del lío en que la he metido pero el chico de cabellos azules parece calmarse. Respiro profundamente.—ah y para tu información, han sido buenos chicos. ¿Crees que dejaría con vida a cualquier "pelele"?
—Ya los imagino corriendo por sus vidas—sonríe Jellal y regresa al libro para volver a la plática de inmediato—¿estaré a salvo aquí contigo?
—¿De qué hablas?—le pregunto confusa sin saber con qué anda delirando ahora. Él curva sus labios en una sonrisa y toma el libro entre sus manos leyendo en voz alta.
—Susan cerró la puerta con seguro apenas el chico estuvo dentro de la habitación. —Por fin solos ¿no Matt?—la cara del muchacho se tornó en una mueca de extrañeza—oh vamos, no me digas que no quieres f...—estrello mi mano contra su bocaza para que deje de leer esas cosas. Dios mío que vergüenza con este hombre. ¿No puede ser un poco más discreto.
—Aquí el único pervertido que hay eres tú que ya te estás haciendo ilusiones con lo que lees—decreto y camino hacia él quitándole el libro de las manos mientras el peliazul solo me mira sonriente y callado—es normal que tengas ese tipo de pensamientos, puedo oler tu testosterona a quilómetros.
Jellal se pone en posición de ataque y parece que va a contraatacar de una forma digna pero un suave toque en la puerta nos saca de transe rompiendo el ambiente que habíamos montado.
—Adelante—digo resignada con quien fuera que estuviese llamando para cualquier cosa e concreto.
Una melena plateada aparece por la puerta muy lentamente como si al otro lado hubieran una banda de mafiosos armados.
—Mirajane Strauss, ¿Así que no has perdido tu sentido del humor y esa diabólica inclinación hacia las bromas?¿No te has planteado una terapia?—Jellal tenía deseos de revancha y Mira solo lo miraba sonriente como si le acabará de aparecer Papá Noel con un bolso de regalos todito para ella. Tengo entendido que esta tendencia mutua a molestarse surgió en la infancia, en la época en la que los Strauss no tenían nada que ver con mi familia ni nosotros dos con la Torre del Cielo. Tal parece ser que ella fallecida madre de Mira era buena amiga de Jessica y digamos que ha seguido en pié luego de tantos años.
—Ya sabes lo que dicen, quién está vivo siempre aparece ¿No Jellal?—sonríe como si fuera la criatura más inocente del mundo—en fin, yo solo vine a decirles que la cena está lista dentro de poco y que quiere que bajen ahora. No sé que planea pero, como de ella siempre hay que esperarse lo peor, yo que ustedes me preparo para un atentado o algún conjuro de magia negra de esos que nadie puede negar que hace. Me pregunto... ¿cuántas cabras le habrá costado traerte de vuelta Jellal?
—Ya sabrás tú demonio—y dichas estás palabras nos disponemos a bajar las escaleras en busca de la matriarca, algo debe de querer o presisar con urgencia como para llamarnos ates de hora.
Una vez estábamos sentados como si se tratara de un círculo de ayuda mutua Irene se sentó a charlar un rato de temas de lo más triviales. Pasado un rato el timbre de la puerta se metió en nuestros oídos como una explosión incómoda. Irene sale corriendo hacia la puerta como si de eso dependiera su vida.
—De seguro que llegó su pack de bruja para profesionales 3 en 1—susurra Mira pero mamá no regresa sola. Todos quedamos sorprendidos al ver a la chica alta, rubia y de ojos chocolate que ahora está a su lado.
—¿Lucy?—murmuro yo sin creerlo. Hacía tantos años que no regresaba de Europa que ya esperaba volverla a ver en el velorio de mi madre.
Lucy es la predilecta de mamá en todos los aspectos. Comenzó a vivir con nosotros a los cinco años cuando sus padres Layla y Jude—hermano de mi madre—fallecieron en un accidente de avión. Siempre fue la niñita perfecta y nuestra gran amiga de la infancia, pero para cuando regresé de la Torre del Cielo ya se había ido a estudiar a Europa donde desarrolló una magnífica carrera como escritora, después de tantos años... ¿Por qué regresaría justo ahora?
—¡¿La escritora de relatos eró...?!—carraspeo con fuerza para que no termine la oración si no quiere que mi madre saque a otra más de la herencia.
—¿¡Jellal Fernándes?! What the hell it's going on?!—la rubia, que sobra recalcar que siempre ha sido un tanto escandalosa pegó el grito en el cielo y palideció como una hoja de papel.
—¡Niña!¿No te enseñan modales en Europa?—refunfuña Irene a su lado mientras le acomoda uno de los rubios mechones tras la oreja.
—En ningún manual de etiqueta hay un artículo llamado: ¿Que hacer cuando se te aparece un espíritu? Normas generales y consejos. —bromea ella aún sin despegar la vista de Jellal un tanto anonadada.
—Ni siquiera yo sé cómo es que está vivo, pero eso lo sabremos en la cena ¿No querido yerno?—dice Irene sonriendo mientras hace una seña para que la sigamos hasta el comedor.
—Espera... ¿yerno?¿Está con Erza?—preguntaba Lucy al borde de otro colapso nervioso
—En un instante suegrita—define él y me sorprende la naturalidad con la que se hablan de igual a igual. Nos sentamos en la mesa y todos están más desesperados por conocer los detalles del extraño suceso que por comer.
—Sabe usted que estuve yo junto a su hija en la Torre del Cielo por medidas de seguridad. Pues... digamos que esta fue una de ellas,decidimos fingir mi muerte y enviarme a Francia para continuar allá con mi vida cómo Siegrain Sociére durante los cinco años que tendría de vigencia mi contrato.
—Ah, ahora por fin lo comprendo todo—murmura Irene bebiendo de su vino mucho más serena de lo que estaba antes.
—Y bien tortolitos... ¿Hace cuánto están saliendo?—la pregunta de Lucy me estremeció, no habíamos planeado una reacción para este tipo de situaciones.
—Hace dos meses, en cuanto regresé la busqué y le pedí que mantuviera mi existencia en secreto hasta que pudiéramos establecernos cómo es debido ¿No amor?—Jellal me mira sonriente y siento como Irene tose un poco ahogada de seguro con el vino.
Apuesto que estás armando los cabos sueltos, que ya te huele a engaño, a traición y a oportunismo. No Irene, yo no soy tú.
—Entonces Jellal... ¿Has leído alguna de mis obras?—la rubia lo mira sonriente y le guiña un ojo dándole a entender que no mencione ninguna palabra delatora.
—Algo así, digamos que le eché un vistazo a los libros de Erza—me mira con cara pícara y Lucy sonríe orgullosa.
—A ella le encanta leer ese tipo de cosas—susurra Lucy y yo no grito por el mínimo hecho de no hacer escándalo—no tienes ni idea de lo pervertida que puede llegar a ser.
—¿Disculpa?. Yo no he escrito unas tres secuelas y unas cuatro trilogías así que no me juzgues genio—le sonrío triunfante y ella parece busca contraataque
—¿Y van a dormir juntos?—sonríe Lucy co cara de la venganza es dulce y Irene se revuelve un poco incómoda en el asiento mirándonos a todos.
—Claro que sí Lucy—responde ella con su voz severa. ¿En serio?.Nunca esperé esto de Irene. Mucho menos ahora.
—¿Really?—susurra la rubia un tanto extrañada. Estoy segura que esa es otra que pensó que era una impostora. —siempre fuiste tan conservadora.
Todo cabe en la mente de una escritora. Mucho más si se trata de una tan fantasiosa como Lucy.
—Y sigo siéndolo, solo que ya no hay nada que pueda conservar — hubo un pequeño silencio. Ni Jellal ni Lucy parecían entender a qué venía la referencia. Nosotros lo sabíamos perfectamente.
—Hablando te todo un poco... ¿Dónde está Ercy?—la pregunta resonó en mis oídos y Irene no tardó mucho en responder.
—En el hospital... ¿Que crees?. Tuvo otra recaída, fue algo... Inesperado—hace énfasis en la última palabra y clava sus ojos rojos en mí. La sala se carga de una tensión un tanto insoportable durante una milésima de segundo.
Todos terminamos de comer y nos retiramos de la mesa. Lucy entonces quiso evocar los viejos tiempos en los que nos quedábamos charlando hasta deshoras y ella tenía muchas preguntas que hacer con esa mala manía de ella de hacer todo tipo de cuestionarios.
—Vaya pareja tan fría, no los he visto besarse ni nada por el estilo—protestó la rubia que quería ver acción esa noche—siempre consideré que harían bonita pareja.
Jellal me miró cómplice, esa mirada que siempre ha significado entre nosotros: sígueme el juego y no metas la pata.
—Eso es porque estamos en público—Jellal sonríe con picardía y me mira coqueto. ¿Tengo algo en la cara o qué?¿La cena tenía un afrodisíaco?
—¿Me estás insinuando que prefieren la intimidad?—la rubia se echó a reír seguida de Mira y Lyon.
—¿Tu que crees?—él la miró insinuante y se pone en pié, yo repito su acción y él me toma de la cintura mientras yo apoyo mi mano en su hombro y nos disponemos a subir las escaleras—es tarde yo y Erza vamos a subir.
Bien pensado Jellal, retirada estratégica. Mamá también sale del salón en el que estaba y mira a los presentes.
—Y tú tía... ¿Cuántos amantes tienes?—Lucy definitivamente quería guerra y estaba dispuesta a conseguirla con quien fuera.
—Quien sabe , quizás uno o dos—nosotros que nos detuvimos con su respuesta a mitad de la escalera vemos cómo desaparece en ella.
—Yo solo les pido que no hagan mucho ruido—se dirige ahora a nosotros—ha sido un viaje agotador y necesito descansar, mi habitación está al lado de la suya.
—Si te despiertas con los ruidos igual no dudes en tocar nuestra puerta y te nos unes—Lucy lo miró avergonzada y yo pegó un respingo mientras subimos escuchando las carcajadas de los Strauss.
Jellal decidió retirarse antes de que la cosa empeorara, todos estaban en riesgo de caer en manos de Lucy, porque en la mente de una escritora para público adulto—cuarenta por ciento drama y sesenta por ciento contenido erótico—cabe cualquier cosa.
Una vez en la tranquilidad de mi cuarto pudimos deshacernos del papel que habíamos tomado frente a ellos. Éramos dos amantes frustrados conscientes de ello, pero ya yo había dado el primer paso muchas veces, esta vez el debería hacerlo si en realidad lo quiere.
—¿Por qué tomaste está decisión tan a la ligera?. A decir verdad yo no quería meterte en mis problemas familiares—suspiro mirándolo seriamente mientras agarro la ropa que me voy a poner luego de la ducha y él parece tener intenciones de responderme.
—Llevo meses en mi casa, escucho todo lo que se comenta pero ese día, escuché una parte de la discusión entre mi hermana y el Dragneel, discutían por tu gemela y según pude entender a tu madre no le importaría a qué sometieran a la chica con tal de llevar a cabo el casamiento, así que desde que supe que te habían echado de la casa pensé que sería una forma de estar de vuelta.—Jellal juega nervioso con sus manos, como si temiera que yo fuera a darle un discurso o algo de estilo similar.
—Sólo no quería meterte en esta locura, cuando Ercy llegue del hospital junto con Lisana que está allí con ella vas a saber lo que es el infierno entre cuatro paredes—le digo y me dirijo hasta el baño cerrando la puerta tras mi paso procedo a desvestirme.
—Pues según tu madre me contó mientras tú y Mira hablaban con Lucy tu hermana no tardaría mucho en regresar, quizás unos tres días—Jellal gritaba del otro lado de la puerta para que pudiera oírlo y el simple hecho de pensar todo lo que podía hacer Ercy para hacer de mi vida un desastre se me heló la sangre.
El agua caliente arrastra mis pensamientos hasta el desagüe y por un momento mi mente queda en blanco. Disfruto de mi ducha mientras dura y me meto en mi piyama una vez he secado mi cabello. Mi habitación está alumbrada únicamente por la lamparita que descansa junto a mi cama en la que tengo a un dios cómodamente recostado disfrutando de su lectura y me apresuro a comprobar la integridad moral de lo que lee. Para mi suerte es un ejemplar de Agatha Christie: Navidades trágicas. Me cruza por la cabeza la idea de criticar su mala elección teniendo en cuenta las fechas que se avecinan pero en su lugar me recuesto a su lado y lo abrazo tratando de dejarme absorber la cálida energía que irradia todo él como si fuera un cuerpo divino.
Bueno, un cuerpo divino sí que lo tenía.
Él deja su libro a un costado y me envuelve en sus brazos y me siento entre ellos cada vez más pequeña, como un osito de peluche. El osito más afortunado de la tierra. Pero la noche es larga... más de lo que me gustaría reconocer.
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El próximo capítulo será un especial Gruvia, no les voy a mentir...
💀Seré cruel💀
Un besote cargado de morfina:
✂------------------------Hannah Blue-----------------------
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