•Capítulo décimo•[Editado]
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El mal estaba en todas partes, era tan fuerte el olor a azufre que incluso me pareció poder sentir su calor en la yema de mis dedos. Jellal me miraba al pié de la cama y la esmeralda de sus ojos se veía como si tuvieran luz propia. Miedo. Me daban miedo. Me puse en pié tratando de alcanzarlo pero tan pronto como lo hice se abalanzó sobre mi cuerpo.
—¿Creíste que no lo iba a saber?¿Creíste que no iba a enterarme de lo que pasó con Natsu?
Su voz era de ultratumba y yo solo podía retroceder con pasos pesados, él estaba cada vez más cerca. Siento mi espalda chocar contra el cristal frío del inmenso ventanal.
—Creí que ibas a entenderlo— murmuro antes de sentir sus manos agarrar con tal fuerza mis ante brazos que creo que va a quebrarlos, yo en cambio clavo mis uñas en la carne de los suyos pero siento como la fuerza con la que me empuja me hace romper el cristal y caer en el vacío oscuro y frío.
—Yo te amo...
—Yo también te amo...
El aire entra en mis pulmones con tal presión que me saca un alarido ahogado, el sudor que empapa mi cuerpo es frío y mis manos mi vista comienza a enfocarse e los ojos verdes que me miran asustados. Estoy tan fuertemente agarrada de sus antebrazos que mis uñas están clavadas en su carne y no puedo parar de respirar lo más rápido que puedo como si todo el oxígeno del planeta estuviera a punto de desaparecer.
—Gracias a Dios Erza—me arropa entre sus brazos y me siento segura nuevamente, su corazón late desbocado dentro de su pecho, como si hubiera estado corriendo durante horas.
—¿Todo fue una pesadilla?. Era tan... real. —inhalo el oxígeno y siento como mi garganta, que antes estaba casi cerrada está volviendo a la normalidad.— Era... era tan real que casi pude sentirlo
—Pensé que te ibas a ahogar, estabas completamente inmersa en la pesadilla—él resopla preocupado y veo como también está empapado en sudor.
—Vaya, si la vieja de la capucha quiere llevarme mejor que lo haga rápido. Ya van dos intentos en tan solo una semana. —bromeo mientras río un poco.
—No juegues con eso—resopla Jellal con esa cara de enciclopedia andante y le miro detenidamente los antebrazos. Tiene cuatro medias lunas rojas en ellos.
—¿Yo te hice eso?—pregunto y paso la yema de mi dedo por la zona dañada. Pobre, debió haber pasado un buen susto.
—Si, no paras de sorprenderme. Primero tengo que prácticamente traer un cadáver helado a casa y revivirlo. Luego me despiertas a mitad de la noche murmurando cosas y cuando trato de despertarte me agarraste de los brazos—sonríe él nervioso y revuelve su hermosa cabellera azul con sus manos y se escurre entre sus dedos—Erza yo...
Lo veo bajar la mirada y me muerdo el labio inferior nerviosa. ¿Que se trae ahora entre manos?
—¿Que ocurre?—digo rompiendo el silencio para que acabe de desembuchar o de lo contrario me voy a ahogar, de la intriga.
—Em... Nada nada—sonríe nuevamente revolviendo su cabello y yo le hago un puchero
—Dios, y una aquí intrigada por gusto—resoplo, me cubro con las mantas hasta el pecho y me cruzo de brazos. Él va y me abraza apoyando su cabeza en mi hombro.
—El problema es que eres muy curiosa, un día vas a tener problemas con eso—su murmullo tiene un aire de picardía y cuando me giro para mirar su sonrisa de suficiencia prácticamente chocan nuestras narices.
—Y tu eres muy amargado—protesto yo y miro en el sentido contrario para evitar que mi pobre sistema nervioso colapse otra vez. Jellal definitivamente marca un peligro en mi integridad mental y ni siquiera lo sospecha. Me acurruco nuevamente en su pecho mientras siento como hunde su nariz entre mis hebras escarlatas. El sueño no tarda mucho en hacer que mis párpados pesen como si fueran de plomo.
Me desperté con los rayos de sol incidiendo en mi cara y me volteé tratando de encontrar algo de oscuridad en aquella cama. En su lugar me adherí al pecho de Jellal y él casi por instinto me envuelve con sus brazos. Su aroma, una mezcla de colonia suave y su olor característico que reconocería en cualquier parte inunda mis fosas nasales. Si tuviera una lista de mis olores favoritos estoy segura que el de Jellal se llevaría un puesto demasiado alto. Él siempre ha mostrado preferencia por el color de mi cabello, yo en cambio prefiero ese tatuaje escarlata oscuro que tiene en la cara. Y esos labios... llevan a la gloria.
Pero qué tenemos aquí, vamos a bajar los tonitos que viene siendo muy temprano para estas temperaturas.
La ocurrente voz de mi consciencia me hace reír y justo cuando vuelvo a cerrar los ojos siento como Jellal desliza su mano hasta mi mejilla y allí la deja descansar. ¿Que estará soñando?
A los pocos segundos de estar yo con los ojos cerrados siento como él despierta y me mantengo así, haciéndome la dormida hasta que siento sus labios contra mi frente.
—Buenos días—susurro y antes de que pueda siquiera decirle algo más lo veo correr como si su vida dependiese de ello hasta el baño.
—Si creíste que ibas a hacerme esperar horas hasta que terminaras de ducharte lamento decirte que hoy esperas tú por mí—lo siento gritar desde adentro y refunfuño.
Joder, en mi momento débil.
Y cuando siento el agua caer una sonrisa se dibuja en mi rostro, ese maldito va a saber lo que es bueno, siempre ha sido asustadizo el infeliz y la niña mala que llevo dentro se está frotando las manos como villano de caricaturas.
Es mi momento.
Abro la puerta lentamente y me cuelo dentro del baño, veo una masa borrosa—que es lo único que me permite ver la textura del cristal— moverse bajo el agua. Me acerco al interruptor y apago la luz dejándonos a oscuras. Tanteo con las manos y agarro la toalla que dispuso en el colgante.
—Joder, ¿Que le pasa a la luz?—siento a Jellal arañar el cristal tratando de encontrar la manija para salir y me aguanto la risa—¡por un demonio, tengo shampoo en los ojos!
Lo siento gritar de la agonía y me retuerzo de la risa en el suelo tapándome la boca para que no me escuche. Espero de todo corazón que no se quede ciego o la broma me va a salir demasiado cara.
—Erzaaaaa—lo siento llamarme para que "vaya en su ayuda" y me revuelco de la risa.
Oh pequeño akuma, cuanto te falta por aprender.
Me aguanto la risa por unos segundos mientras él intenta desesperadamente encontrar la manija.
Y siento un frío en el estómago cuando escucho que la ha encontrado y deslizado el cristal.
No me veo ni las narices pero me levanto del suelo y retrocedo esperando no chocar con Jellal desnudo luchando por su vida en busca del interruptor. Eso sí sería un espectáculo.
—¿Será que todo está negro porque se apagó la luz o es que me quedé ciego por el shampoo?—lo siento reflexionar con sigo mismo y me muero de la risa, ya me duele la mandíbula y el estómago de tanto aguantar.
Cuando de momento siento una de sus fuertes manos estrellarse contra mi hombro y yo asustada retrocedo.
—Si serás desgraciada—corro por mi vida con las manos delante para no chocar de bruces con algo—sé que estás ahí Erza y lo vas a lamentar cuando te agarre.
Aparte de que estoy consciente de que ésta situación no es nada favorable no puedo evitar reír a carcajadas. Yo podría perfectamente encontrar la salida si me orientara un poco pero ahora el objetivo es que él no me atrape.
Sin embargo hay quien dice por ahí que el karma es una perra.
Siento sus fuertes brazos envolver mi cintura y alzarme en peso como si fuera una pluma. Y, por mucho que pataleo y grito no me suelta sino hasta que lo siento chocar con el cristal y cerrarlo.
Mierda. Ni los diez magos santos me pueden sacar de este rollo.
—¡Pervertido!¡Suéltame!—me deposita en el suelo y antes de que pueda siquiera intentar escapar el abre la ducha y comienza a caerme el agua helada en la cabeza—Me voy a congelar.¿Me quieres matar de neumonía?¡Sácame de aquí Jellal!
—¿Que pasa?¿Ya no es divertido?. Yo si me estoy divirtiendo y bastante—este maldito si sabe vengarse a lo bestia, por mucho que manoteo para que me saque el me tiene sujeta por los hombros y no parece tener intenciones de soltarme.
—Hombre al menos súbele la temperatura al agua que me va a dar hipotermia— chillo tiritando y él se queda en silencio por un momento.
—Puedo hacer otra cosa—lo escucho murmurar y tomando mis mejillas me impulsa hacia él con la intención de que terminemos en un beso, yo deslizo mis manos por su pecho y siento mi piel arder. ¿Es que la oscuridad le da valor o qué demonios?
Solo sé que este es uno de los mejores escenarios aleatorios inimaginables. Yo a oscuras, con mi amor eterno/recientemente resucitado siguiendo el estilo de Adán y besándome como si se hubiera comido todos los frutos prohibidos del árbol. Enrollo mis brazos en su cuello y él pega sus manos en mi cintura acercándome a él. Por un momento se despega de mis labios y me deja jadeando.
—Yo también—murmura él sonriendo y entro en un estado de duda absoluta. ¿Él también qué cosa?. Lo dice con voz de niño ilusionado y su ternura me desgarra. ¿Como una persona puede ser jodidamente sexy y adorable en solo unos segundos?¿Y de qué demonios habla para empezar?
—¿De qué hablas?—murmuro y lo siento separarse de mí extrañado.
—Soy un imbécil—ahora su voz se oye como si estuviera pasando la mayor vergüenza del mundo—ayer mientras dormías dijiste...—ahora sí que estoy en shock. ¿Hablé dormida?. De seguro dije pura estupidez.
—Si dije algo probablemente sea algo tonto, me pongo así cuando tengo una pesadilla—murmuro riendo y lo siento separarse de mí y tengo en mi estómago un revuelo terrible. Nada de mariposas, aquí adentro hay un gato con alas.
—Debí imaginarlo, pero se oyó tan sincero que... olvídalo—su voz sigue siendo la misma de la intervención anterior y eso me provoca una ligera sensación de molestia.
Como si se me escapara de las manos.
—Jell... espera— agarro aire con las manos tratando de coincidir con su brazo en la oscuridad que nos rodea—al menos dime qué dije yo...
—Te amo— mis piernas temblaron en ese instante y por un segundo me vi a mi misma cayendo de bruces. Me quedo en blanco sin poder reaccionar. Nunca se me había ido el habla y junto a la falta de luz y el silencio me sentí en la nada.
Apenas pude reaccionar con el click del interruptor, y para cuando salí de la ducha solo pude ver la puerta cerrarse. Un tanto preocupada y con los nervios a flor de piel me di el baño más rápido de la historia y cepillé mis dientes. Tomé una de las toallas blancas que estaban en el cajón y me puse la camisa que Jellal había dejado con el apuro. Ahora debía valerme de esa única prenda para sobrervivir hasta que se aclararan las cosas.
Salí con cautela, Jellal estaba de espaldas a mí, no notó mi corta estancia y si lo hizo no quiso siquiera demostrarlo. Para cuando estuve vestida, lista y aprobada por mi subconsciente fue como recibir la señal de despegue, salí de ese baño a toda velocidad y me aferré a su espalda enrollando mis brazos en su torso.
—Si fui capaz de decirte Te amo mientras veía como me lanzabas ventana abajo puedes estar seguro de que puedo decirlo también hasta en el mejor de mis sueños—murmuro un tanto avergonzada y él se queda en silencio por unos instantes.
—¿Y en la vida real?—su voz suena dubitativa y yo suelto una carcajada eufórica.
—Si pudieras leer miradas de seguro lo sabrías Fernándes—ronroneo y siento su torso y espalda vibrar cuando ríe—nunca he dejado de decírtelo.
Jellal se gira quedando frente a mí, sus ojos aceituna brillan increíblemente y el tatuaje me parece hoy más rojo que de costumbre. Me regala otro beso esta vez más tierno y dulce que el anterior que me tenía echando chispas. Un beso efímero que no dura más de un minuto.
Y entonces mi alma regresa a mi cuerpo, nunca me sentí tan completa como justo ahora. Y caigo en cuenta de que se nos ha pasado el desayuno y que probablemente los temas que se están discutiendo allá abajo no nos hacen justicia. Tomo la mano de Jellal y lo hago seguirme hasta el comedor.
Las risas de Lucy y Mirajane nos dan a entender que probablemente estemos apunto de escuchar una teoría conspirativa por parte de la rubia, así que le sugiero a Jellal que nos quedemos quietos tras la columna por un momento para escuchar lo que dicen.
—¿Estás segura de lo que dices?—escucho la voz de Lyon y me siento mucho más intrigada.
—Que sí joder, escucha lo que digo... ayer en la madrugada escuché a Erza balbucear el nombre de Jellal y él también repetía el de ella entre jadeos, luego escuché un alarido de ella y todo quedó en silencio. ¿Eso es suficiente o tengo que hacer una saga completa para que lo entiendan?
Es increíble cómo trabaja la mente de Lucy, es una fábrica de erotismo ambulante. ¿Y qué mierda hacía ella despierta a las cuatro de la mañana?
—A mí no me engañas Lucy—escucho la voz de Irene serena como de toda la vida—tú para poder escuchar todo eso tuviste al menos que estar detrás de la puerta. Eres igualita a tu padre, era un chismoso de primera, a los pocos meses de casados ya Layla andaba también oyendo cosas por ahí, solo que ella sabía guardar un secreto. Era muy discreta.
Uh, golpe bajo por parte de Irene. Una indirecta muy directa. Yo y Jellal nos quedamos tras la columna por un momento.
—Y por lo que veo—agrega Irene—tenemos dos personas que también están contagiados, hey Erza ¿Tú también heredaste la curiosidad de Jude y ya se la pegaste a tu prometido?
Decir que yo y Jellal estamos avergonzados de que nos pillaran aquí de chismosos es poco—avanzamos hasta la mesa y tomamos nuestros respectivos asientos.
—Yo diría que ella la usa más al estilo de mi fallecida madre—contesta Lucy sonriendo y bebe de su jugo—no me juzguen por lo de la puerta pero en mi defensa he de decir que necesito información para todo lo que escribo y ustedes eran la fuente más cercana.
Y este es en el momento en el que diría: No es lo que piensan, pero todos sabemos que esa frase ya no tiene ningún valor argumentativo por estos días, todos los jodidos mentirosos y los no tan mentirosos la dicen por algún motivo. ¿No tienen nada más inteligente que decir?.
—¿Que le ocurrió a tu brazo Jellal?—Lucy, que se encuentra a un asiento de distancia ya ha clavado sus ojos achocolatados en el antebrazo de Jellal.
—Parecen uñas marcadas—sonríe Mirajane y bebe de su café como si frente a ella tuviera a la reina Isabel.
—Y lo son—dice Jellal con la mayor tranquilidad que puede reflejar su rostro y yo me revuelco incómoda en mi asiento.
—¿Por qué no hablamos de otra cosa?. Como por ejemplo Lucy... ¿Por qué no le dices a mamá de que va tu último libro?—sugiero como si fuera la idea más interesante que pude haber tenido. Toma eso víbora, tu propio veneno.
—Ah pues ejem—Lucy carraspea nerviosa y me mira con cara de genocida—la naturaleza humana es muy compleja tía de eso iba todo. Digamos que me gusta ser... explícita—sonríe ella con cara de comercial y Irene se inclina sobre la mesa.
—Si con explícita te refieres a algunas escenas por las que yo personalmente te cesuraría el libro, sí, eres demasiado explícita—todos nos quedamos en silencio y con los ojos abiertos como platos—pero bueno... eso atrae al público y a las editoriales así que...—seguimos sin siquiera respirar y Lucy parece ver cada momento de su vida pasar por frente a sus ojos—¿Que?. No me digan que pensaban que yo no estaba al tanto. Es obvio que los he leído, desde el punto de vista profesional desde luego. Yo sigo la carrera de Lucy desde cerca.
Estamos sin palabras, ni siquiera podemos imaginar a Irene leer ese tipo de cosas. Estamos a punto de entrar en un shock colectivo.
—¿Y donde están los matones?¿Y las armas?¿No me vas a matar?—Lucy susurraba traumatizada, ya veía su nombre ser sacado del testamento, puedo apostarlo.
—Los Heartfilia siempre han sido muy... liberales. Ni yo ni nadie va a cambiar eso.—explica Irene y nosotros sonreímos dándole la razón. El tío Jude fue el desterrado, lo sacaron del testamento cuando era un muchacho y él generó su propia fortuna, incluso se cambió de apellido. Mamá nunca lo ha admitido, pero como su hermana menor creo que siempre vivía de cómplice.
Todo queda en silencio por un momento y veo la mirada de todos dirigirse a un punto exacto de la sala. Antes de que pueda siquiera preguntarlo escucho una voz que perfectamente conozco resonar en la habitación.
—Veo que están muy animados, ¿Quién es él?—Ercy está frente a nosotros con la cara más fría y sería que le he visto tomar nunca—¿No me lo van a presentar?. No hay problema, yo estoy al tanto de todo.
—Ercy hija mía toma asiento—mamá se levanta y le da un abrazo y la lleva a su nuevo lugar en la mesa. Lisana, a su lado solo se limita a tomar asiento de igual manera sin siquiera mirarme.
—Que bien que nuestro invitado tomara mi lugar en la mesa, no creo que sea capaz de volver a sentarme ahí—dice asqueada apenas bebe un poco de café y yo respiro profundo. Allá vamos.
—Ercy... por favor—Mirajane clama por un poco de paz pero no parece funcionar.
—Aunque no lo crean yo estoy súper feliz—la veo sonreír, una sensación extraña invade mi cuerpo. Algo malo viene, muy, muy pronto—Si quieres te puedo prestar mi vestido de novia también, a fin y a cabo sabes perfectamente que no lo voy a usar.
Jellal mira extrañado a todas partes como si estuviera hablando en otro idioma. Apenas su mirada choca con la de Ercy veo como sus ojos chispean.
—Aunque todos sabemos que no puedes casarte de blanco, el blanco es pureza y tú no tienes nada que ver con la palabra. ¿Ya lo sabe tu... víctima o también lo estás engañando?. Si Jellal créeme ella es experta en ese tipo de cosas, podrá sorprenderte lo buena que es para las artimañas
Siento a Jellal a punto de hablar y pongo mi mano en su pecho para que ni siquiera lo piense. Me pongo en pié y siento como todo mi cuerpo tiembla. No quiero que Ercy se encargue de decirle a Jellal todo lo que pasó sin antes conocer mi punto de vista.
—Ercy... yo de veras lo siento, sé que lo justo es que sepas los motivos por lo que hice... aquello pero espero que los veas por tí misma—le digo y la veo ponerse en pié también. Ella camina calmada hacia mí.
—Lo único que he logrado ver por mi misma es lo zorra que puedes llegar a ser—su voz suena ronca, parece una maldita loca desde que entró por esa puerta, incluso no me cabe duda de que si pudiera me clavara el tenedor en el cuello. En su lugar oscila una de sus manos y yo cierro los ojos antes de que llegue a su objetivo:mi cara.
Sin embargo no siento el impacto, siquiera el sonido de choque. Cuando abro mis ojos veo su mano suspendida en el aire, sujeta por la de Jellal de la que se libra de un solo tirón.
—Yo te respeto Ercy— la voz de Jellal suena relajada pero puedo ver como su cuerpo está tenso—te respeto por ser miembro de esta familia y por ser mujer, pero no me voy a quedar de brazos cruzados mientras veo como golpeas a Erza.
—Si que eres buena manipuladora Erza, ya tienes al chico controlado.—murmura ella mientras regresa a su asiento—mi comportamiento con ella es especial Jellal, no soy así con todo el mundo.
—Eso espero—murmuró él dándole una mordida a la tostada.
—¿Ya le dijiste Erza?—siento un escalofrío invadir mi cuerpo y Jellal la mira confuso—¿Ya le dijiste cómo es que terminaste en la ca...
—Basta ya Ercy—la voz de mamá suena a rabia pura. Ya bastante tuvo que escucharla delirar y ella no tenía paciencia para lidiar con eso—Erza terminó en la calle por cosas que no vienen al caso—termina ella misma la palabra inteligentemente tratando de impedir que Jellal desconfíe en los hechos y por fin puedo respirar calmada.
—No puedes ocultar el pasado para siempre Erza—sus palabras resonaron en mis oídos y mi cuerpo reaccionó levantándose de la silla y corriendo escaleras arriba no sin antes escuchar a Mirajane decir unas palabras.
—Si quieres ser una perra bipolar puedes ir siéndolo también conmigo porque yo si no dudaré en darte una buena bofetada en cuanto abras esa boquita—el demonio emanaba de su cuerpo. Pude saberlo con solo escucharla y los pasos de Jellal detrás mío me tranquilizan.
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Pronto alcanzaré el punto de la actualización y estoy muy feliz con sus vistas y votos.
Deja tu estrellita 🌟 y me sentiré inspirada.
Deja tu comentario💬 y estaré contenta.
Sé feliz con esta historia, eso para mí es suficiente.
✂--------------------Hannah Blue---------------------
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