Capítulo 20: El prado
Bella Pov.
Me desperté a primera hora después de haber dormido, hoy Edward me tenía una sorpresa. Me vestí rápidamente y baje a desayunar pero desayuné sin saborear lo que comía y me apresuré a lavar los platos en cuanto había terminado. Aunque mi abuela lo dijo que ella sin embargo quería decirle sobre mi relación con Edward, aprovechando que no estaba mi padre.
-Abuela.. Mmm... Tengo algo que decirte.- dije mordiendo mi labio.
-¿Que pasa Bella?.- pregunto poniéndome atención.
-Tengo.. Un..na.. Relación con Edward.- dije tartamudeando un poco, ella me sonrió.
-Lo se, Sólo hay que ver cuando ustedes dos están juntos y me alegró por ti y Edward.-sonreí aliviada, pensé por un momento que no aceptarían ya que Edward me vio crecer y a los ojos de mi papá él era como un hermano mayor para mi.
Apenas había terminado de cepillarme los dientes, cuando Edward entró en mi habitación. su expresión se alegró en cuanto se fijó en mí, y se rió entre dientes.
-Buenos días.- lo salude dandole un casto beso en los labios.
-No deberías tener miedo de Esme y Carlisle yo diría que de Emmett.- suspire, No era nada malo que Edward y yo estuvieramos juntos el y yo no eramos familia de sangre y nunca lo vi como a un hermano o tío.
-lo comprenderá.-ambos bajamos agarrados de la mano, mi abuela nos sonrió, sabia que antes Edward no acostumbraba a sonreír o reír por lo que me habían contando, en todo caso mis padres le decían que era él amargado. Aguardó junto a la puerta del copiloto con una expresión resignada y perfectamente comprensible.
-Hicimos un trato.-le recordé con aire de suficiencia mientras me encaramaba al asiento del conductor. Habíamos apostado por mi parte le dije que mi padre no lo averiguaría de quien estaba enamorada y él dijo que si. Entonces él perdió y hoy me tocaba conducir. ¡Estrenaría mi Mercedes guardián!.
-¿Adonde?.-le pregunté.
-Toma la 101 hacia el norte.-ordenó.
Era sorprendentemente difícil concentrarse en la carretera al mismo tiempo que sentía sus ojos clavados en mi rostro.
-Sabes hay algo que papá nunca me contó diciendo que su historia era aburrida solo me dijo que tu lo rescatastes ¿Porque lo hicistes?.- ya había conocido todas las historias de todos desde pequeña mi mamá decía que era curiosa.
-Fue en 1935 que lo lleve hacia Carlisle para que lo transformara, tenia 20 años, No se porque lo convertí supuse en ese momento que algo de compañía como un hermano no estaría mal.-respondio. pronto atisbamos los límites del pueblo.
Una maleza espesa y una ringlera de troncos verdes reemplazaron las casas y el césped.
-Gira a la derecha para tomar la 101 .-me indicó cuando estaba a punto de preguntárselo.
-Ahora, avanzaremos hasta que se acabe el asfalto.-Detecté cierta sorna en su voz.
- ¿Qué hay allí, donde se acaba el asfalto?.- pregunte.
-Una senda.- respondió sonriente.
-¿Vamos de caminata?.-pregunté emocionada.
-Si quieres o podemos correr.- propuso acorralandome en él auto, puse mis brazos alrededor de su cuello. El me beso con ternura,pero él beso se estaba haciendo apasionado, ambos nos separamos por mi falta de oxígeno.
-Te aprovechas de tu rapidez me ganarías y eso no seria justo... Tramposo.- dije haciendo un puchero, el rió suavemente.
-¿Como podemos solucionar eso señorita Hale?.-preguntó con burla.
-muy fácil señor Cullen en que me cargues.- dije haciendo un movimiento rápido para subirme a su espalda.
-Sujetate bien mono araña.-cuando ya estuve acomodada, lo rodeé con brazos y piernas, cruzó como una bala, como un espectro, la oscura y densa masa de maleza del bosque sin hacer ruido, como era la costumbre de la familia. pude ver sin ningún género de duda una luminosidad en los árboles que se hallaban delante de mí, un brillo que era amarillo en lugar de verde. Me baje de la espalda de Edward y camine hasta alcanzar el borde de aquel remanso de luz y atravesé la última franja de helecho para entrar en el lugar más maravilloso que había visto en mi vida. La pradera era un pequeño círculo perfecto lleno de flores silvestres: violetas, amarillas y de tenue blanco. Podía oír el burbujeo musical de un arroyo que fluía en un lugar cercano. El sol estaba directamente en lo alto, colmando el redondel de una blanquecina calima luminosa. Pasmada, caminé sobre la
mullida hierba en medio de las flores, balanceándose al cálido aire dorado.
-¿Te gusta?.- preguntó abrazandome por detras recline mi cabeza en su pecho.
-Me encanta.- era verdad, era hermoso estar aquí. Avance yo sola hasta llegar en medio de aquel prado. Edward pareció inspirar hondo y entonces salió al brillante resplandor del mediodía. Su piel centelleaba literalmente como si tuviera miles
de nimios diamantes incrustados en ella, Ya había visto a mi mamá ponerse a la luz del sol solo por curiosidad pero solo fue su brazo era peligroso que un humano nos viera .
Yacía completamente inmóvil en la hierba, con la camiseta abierta sobre su escultural pecho incandescente y los brazos desnudos centelleando al sol. Mantenía cerrados los deslumbrantes párpados de suave azul lavanda, aunque no dormía, por supuesto como todos de la familia a excepción de mi. Parecía una estatua perfecta, tallada en algún tipo de piedra ignota, lisa como el mármol, reluciente como el cristal. Poco a poco, me acerqué más y extendí toda la mano para trazar los contornos de su antebrazo con las yemas de los dedos. Después de pasar un rato en un silencio cómodo decidi hacer algo.
-Quiero mostrarte algo.- dije volteándolo a ver.
-¿Que?.- preguntó, me concentre en pensar todo de mi niñez.
Había comprendido que había familias distintas y yo no era como un humano al menos lo que decía mi abuelo, comprendí que yo era hija de un vampiro, mis padres eran amorosos conmigo solo que al ver Sus ojos dorados negros que se mostraban algo tristes, deseaba poder ayudarlo y estar cerca de él.
Mi padre siempre mencionaba que le daba pena por Edward ya que él era él único que estaba solo en la familia, ¿acaso yo no contaba? El parecia feliz conmigo y yo igual me gustaba pasar tiempo con Edward
Mi primera caza estaba emocionada sobre todo porque Edward me ayudaría, fue sorprendente verlo cazar.
Ir por primera vez a la biblioteca era emocionante, aunque tenia demasiados libros en casa seria mi primera salida a la ciudad, ahora entendía porque teníamos que tener autocontrol. Me gustaba como Edward tocaba el piano.
La razón por la que quería cazar un puma era porque a Edward le gustaba y yo quería saber ¿porque?. Cuando me dijeron que quería a Edward como un hermano prácticamente mi mente decia que era algo distinto a eso.
Todavía me faltaba practica, demasiada para poder controlar mi don.
-¿Como lo hicistes?.- pregunto sorprendido se que él tenia curiosidad por lo que pensaba.
-He practicado.-respondi sonriendo.
-¿Me lo muestras otra vez?.-pregunto emocionado por saber que mas pensaba.
-Después es algo cansado.- dije besándolo, ambos pasamos una hermosa tarde juntos, al volver a casa. Todo estaba en silencio, mis padres regresaban hasta mañana de su Caza por los osos.
-Jasper y Alice están ocupados y Esme y Carlisle salieron.- dijo sonriendo. Debíamos aprovechar este momento que no había nadie alrededor, ambos nos besamos apasionadamente, me paralice cuando escuche un gruñido....
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