Capítulo 3
Destruida, solo quería irme de esa jodida fiesta, pero no podía, ya que el único lugar que tenía para volver era el puto departamento que arrendaba con el mal nacido de Adrián y no quería verle la cara. No tenía el valor para volver a verlo. Solo quería que se pudriera y se alejara lo que más pudiera de mí, y llorando, no quería que nadie me viese. Sentía vergüenza, mucha vergüenza de que todos hayan presenciado lo que me hizo el poco hombre de mi exnovio y sentada junto a un misterioso pozo antiguo, que Jerry tenía oculto en el otro jardín de su casa, por fortuna, nadie sabía de la existencia de aquel jardín, y triste y angustiada, no sabía que pasaría ahora conmigo. De un instante a otro, mi vida se había ido a la mierda. Todo por depender de un hombre.
Creí que todo sería bonito, que Adrián y yo estaríamos juntos para siempre, que él en verdad me quería, pero lamentablemente todo fue mentira y me equivoqué.
Quise deshacerme de mi jodido disfraz, pero recordé que era lo único que tenía y más me angustié.
Llorando, me sentía tan tonta, como basura, y de pronto pensé en él, en lo que había hecho por mí y se me aceleró el pulso.
Recordé su sonrisa, lo tierno que había sido conmigo, y sin evitarlo, deseé verlo, que estuviese ahí a mi lado. Necesité una vez más de él, de Layne Staley.
Buscándome por todas partes, no lograba encontrarme y preocupado, solo anhelaba el verme y estar a mi lado. Quería, deseaba contenerme y protegerme en sus brazos, de quien fuese y solo pensó en mí y recordó lo que su amigo Jerry le había mencionado.
"— Cuídala Layne. Margarita es una mujer muy sensible y sé que contigo va a estar en buenas manos. Lo sé."
<< Así que es una mujer muy sensible. >>
<< Más anhelo, entonces, el poder contenerla, apreciarla y quererla, como ese imbécil no supo hacerlo. >>
<< Margarita. No sé qué rayos hiciste en mí, pero no dejo de pensar en ti... >>
Aun sentada al borde de aquel pozo, miré con melancolía la estrellada noche. Que ironía, pensé que esa noche de Halloween sería mi noche perfecta junto al poco hombre de Adrián, pero me equivoqué. Todo resultó ser un fracaso, una cruel y sucia mentira, y a punto otra vez de llorar, una mujer me vigilaba seria, desde la entrada, con deseos de querer desquitarse. Sin darme cuenta, aquella mujer, disfrazada de enfermera, me siguió hasta el jardín oculto de Jerry.
Volví a pensar en Layne y anhelé verlo, que estuviese ahí conmigo, cuando de pronto, aquella desagradable mujer se me acercó y yo la miré perpleja.
—¿Con que tú eres la novia de mi querido Adrián? Pues te vengo a prevenir que te alejes de él, si no quieres en verdad problemas conmigo ¿Te queda claro, niñita? — la miré en seco.
—Tienes el descaro de decirme en la cara que te revuelcas con mi novio. Eres igual que él, una mentirosa mujerzuela que destruye parejas.
—¡Cállate estúpida! ¡¿Por qué no lo entiendes de una buena vez?! Tú perdiste. Eres la única estúpida en todo esto, por haber hecho el ridículo creyendo que Adrián te amaba, siendo que siempre me ha preferido a mí — me quebranté.
—...
—Así que escúchame bien, no insistas, porque Adrián, no volverá a tu lado. Tú eres muy poca cosa para él.
—¿Qué dices?
—Lo que acabas de oír. Tú jamás le diste lo que él en verdad necesita, una mujer que si sabe satisfacer sus necesidades y yo sí le ha dado todo lo que tú no supiste darle.
—... — Cristina sonrió con sorna.
—Admítelo. Eres una tonta virginal que no sabe coger — la miré con odio, y cegada, me le abalancé.
—¡Perra!
Le grité y Cristina ardió de rabia y de envidia.
—¡Y tú una virginal!
Me gritó y me dio una bofetada, la que me hizo perder el equilibrio; mis pies se elevaron, y sin poder sostenerme, caí dentro del pozo y grité con pavor solo pensando en Layne.
Entrando a aquel jardín oculto, sus ojos ardieron de ira al verme caer dentro de aquel pozo por culpa de aquella desagradable mujer, la amante de mi exnovio, y corrió a socorrerme.
—¡¿Qué has hecho?! — Cristina lo miró con interés. Lo había reconocido, pero Layne la ignoró, solo quería estrangularla por lo que me había hecho.
—Yo no hice nada. Esa tonta niña se cayó sola — él la miró con rencor.
—Eres una basura al igual que tu amante. Te vas a arrepentir de esto.
—...
Cristina se quebrantó por lo que acababa de decirle Layne, e intimidada por su amenaza, prefirió huir y salió corriendo de aquel oculto jardín y de la casa de Jerry.
Layne desesperado miró al vacío del pozo.
—¡MARGARITA! ¡MARGARITA!
Gritó con exaspero para ver si lograba verme, pero solo veía oscuro y una profundidad, que, al parecer, no tenía fin.
Solo pensando en mí, no lo dudó y bajó al pozo por la escalera que había al interior de este.
Sacó con cuidado el celular de su bolsillo y encendió la linterna para iluminar el vacío del pozo y sus ojos se armonizaron al verme tirada al fondo de aquel pozo.
—¡Margarita!
El corazón se le aceleró de anhelos y bajó más que rápido por las escaleras.
Yo desmayada, Layne se bajó de la escalera y corrió a tomarme en sus brazos.
—Margarita, cariño. Despierta, despierta, por favor — me pidió nervioso y tocó con cariño mi pálida mejilla, para hacerme reaccionar.
Preocupado de que me haya lastimado por la caída, tocó con cuidado mi cabeza y se cercioró de que no tuviera ninguna herida, y afortunadamente, no tenía nada. En apariencia, solo me había desmayado por el miedo.
—Mi Margarita — me cargó con afecto y cuidado en sus brazos y me miró con detenimiento en ellos — Aun así, desmayada, es hermosa.
Miró hacia arriba, a la lejana superficie del pozo, y sin dejar de iluminarnos con su celular, me sostuvo fuerte y me llevó con él en sus brazos.
Sin soltarme, me tomó fuerte y subió con sumo cuidado por aquella interminable escalera...
Nervioso, me miró y más me sujetó. Solo rogaba de no soltarme por nada y de que llegáramos pronto arriba.
Jerry buscándonos por todos lados, recordó el jardín oculto, y a punto de ir para allá, entró Layne conmigo cargándome en sus brazos.
—¡¿Qué pasó?! ¡¿Y Margarita?! ¡¿Qué le ocurrió?!
—Cayó dentro del pozo por culpa de la amante de su novio. La empujó.
—¿Qué? ¡Entonces hay que llevarla a un centro de salud!
—Tranquilo, solo está desmayada. Por suerte la caída no la lastimó.
—Hijo de puta. Jamás le perdonaré que se haya reído de mi amiga.
—Si te sirve de consuelo, tampoco le perdonaré lo que le ha hecho, ni a él, ni a esa mala mujer. A ambos no les dejaré pasar esto — Jerry lo miró con detenimiento y Layne un poco sonrojado e incómodo, volvió a mirarme en sus brazos.
—...
—Bueno, es mejor que me lleve a Margarita a mi departamento. Ya ha sido bastante para ella por esta jodida noche.
—¿A tú departamento? Disculpa amigo, pero ella recién te viene conociendo y no creo que sea correcto que te la lleves, así como así, a tu departamento. No estoy de acuerdo — Layne frunció el ceño.
—Jerry, no voy a hacerle nada ¿De acuerdo? Te recuerdo que no tiene a donde ir por culpa de ese hijo de puta y lo menos que yo puedo hacer por ella es alojarla en mi departamento ¿Qué malo hay con eso?
—Lo sé, pero...
—¿Qué te pasa? Actúas como si no me conocieses, Jerry — él le encontró la razón y sintiéndose culpable, no supo que decirle. Era obvio que conocía a su amigo Layne.
—... Es cierto, tienes razón. Lo siento, Layne, es que todo esto me saca de mis casillas.
— Lo sé y te comprendo.
—Quería hacer esta fiesta para que todos estuviéramos bien, nos divirtiéramos y ver a mi amiga de juventud, pero no pensé que todo esto terminaría así.
—Sé que la vengo recién conociendo, pero sé que es una buena muchacha. Tierna y de muy buenos sentimientos y no se merece que dos imbéciles le hayan cagado su vida en un instante, no es justo.
—Así es — volvió a mirar a su amigo con detenimiento y luego me miró a mí en sus brazos — ¿Sigue desmayada? O es que ya se acostumbró a tus brazos — Layne río apenado.
—Vamos, Jerry.
—Como sea, si te las vas a llevar, cerciórate de que esté tranquila y bien — Layne le sonrió.
—Lo haré, de eso no te preocupes.
Ambos volvieron a sonreírse, y yo sin despertar, Layne me sacó en sus brazos de aquella fiesta de Halloween.
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