XXXIX


Seokjin dejó su lápiz sobre su escritorio y bostezó cansado. Cerró las páginas de internet que había abierto en su computadora y se levantó. Tomó su chaqueta y se la puso lentamente mientras esperaba que el reloj de su escritorio dieran las cuatro de la tarde.

Era viernes y como costumbre él solía salir del banco a esa hora. El reloj dio la hora de salida y rápidamente se dirigió a la sala del personal para marcar su salida.

Se despidió de sus compañeros y antes que lo invitaran a tomar algunas cervezas como buen viernes, salió directo al estacionamiento.

Sonrió amplio cuando vio a Yoongi al otro lado de la calle. Llegó hasta él y cuando el policía lo vio le sonrió también.

—Saliste rápido, pensé que tendría que esperarte un poco más.

Seokjin rió —Estaba ansioso en verdad, siempre el cumpleaños de mi abuela me pone contento.

Yoongi asintió y miró a ambos lados de la calle, hace algunas semanas que se sentía observado cada vez que salía a la calle. —Vamos, todavía debemos pasar por su pastel.

—Cierto.

Ambos hombres caminaron hasta el vehículo del rubio policía y se subieron rápido. Yoongi miró por el espejo retrovisor y Seokjin arrugó su ceño al darse cuenta de su actitud.

—Pareces paranoico Yoonie ¿Pasó algo?

—Espero que no —miró de nuevo y no pudo distinguir alguna amenaza. Su arma descansaba en la guantera del vehículo, odiaba cargarla pero no podía no hacerlo, era parte de él, aunque cada vez que Rachel se subía a su automóvil a él se le pasaban las peores imágenes por su cabeza.

—¿Yoonie?

El rubio lo miró y sus latidos se dispararon en su pecho. Seokjin se veía tan hermoso ese día, su cabello negro y brillante estaba abierto en el medio y sus ojos verdes estaban tan bonitos que Yoongi lo único que quería era mirarlos por siempre.

Suspiró y le sonrió para calmarlo. Encendió el motor y manejó rumbo a al centro comercial en donde se encontraba la pastelería favorita de la abuela Kim.

—Bien, pasaré a buscar el pastel al final de hacer las compras que me faltan.

—No hay problema, yo iré a la comisaría a buscar unos papeles que dejé. Me llamaron hace un rato.

—Bien —Seokjin humedeció sus labios, habían pasado cerca de seis meses desde que Taehyung se había ido, seis meses en que se había mantenido trabajando y cuidando de Rachel de día y llorando cada cierto tiempo por las noches. Aunque cada vez dolía menos, cada día que pasaba se acostumbraba un poco más a su perdida. —¿Me llamarás? —preguntó.

—Si, a penas esté listo.

Ellos seguían siendo amigos, nunca habían traspaso ningún límite. Yoongi estaba cerca de él todo el tiempo, lo acompañaba en su día a día, ya sea visitándolo en casa o llamándolo cuando no se podían ver.

Rachel también parecía aceptarlo, aunque jamás se mostraba tan contenta, lo aceptaba porque veía que Seokjin estaba cómodo con el policía, pero nunca sería como se comportaba con Taehyung.

Se despidieron y Yoongi manejó rápidamente hasta la comisaría. Al bajar observó a su alrededor, pero ya no sentía esa sensación de que alguien estuviera cerca. Entró al edificio y mientras avanzaba saludaba a sus compañeros o superiores. Subió las escaleras y cuando entró a su departamento escuchó los gritos y unos silbidos.

Claro, era su cumpleaños.

Sonrió y negó con su cabeza cuando el agente Choi Soobin le puso una corona de rey en la cabeza. Recibió los abrazos de sus colegas y las felicitaciones de los superiores de su mismo departamento.

Le pasaron una copa con champagne y brindaron por los 30 años del oficial Min Yoongi. Pero no todos estaban tan felices con la celebración.

Park Jimin miraba todo con el ceño fruncido desde el otro lado de la habitación, no se acercó a Yoongi, no todavía.

¿Desde cuándo su compañero era tan amado por sus pares?

Eso antes no era así, Yoongi había sido siempre un agente serio y muchas veces apático con sus compañeros. Muy solitario siempre, metido en su mundo la mayoría del tiempo, por lo que Jimin se estaba preguntando seriamente a qué se debía tanto cambio.

—¿Viste lo feliz que está? —Kang Seulgi llegó a su lado y le entregó una copa —mandamos a Jisung a seguirlo, y a que no sabes lo que descubrió.

—¿Qué es? —preguntó mirando a Yoongi en todo momento.

—Tiene novio... Uno que conocemos muy bien por estos lados.

Jimin dejó de mirar hacia donde estaba el festejado y observó a su sonriente compañera de trabajo —¿Quién es?

—Aquel guapo chico del club nocturno, recuerdo que una vez fuimos a una revisión y estuvimos en su dormitorio.

A Jimin se le cayó la mandíbula mientras la escuchaba. No, eso no podía ser cierto.

—¿Estás segura?

—Claro, ¿Has visto esa sonrisa en Min? Bueno ahora ya sabemos a que se debe. Además ese chico ya dejó el club ¿No?

Jimin se tomó el líquido de la copa de un sorbo. No le importaba estar de turno ese día, no, ya nada importaba mucho.

Yoongi estaba con su chico.

Las cosas no se iban a quedar así.

Ahora Jimin entendía las cosas que habían estado pasando esos meses. Yoongi estaba cada vez más lejano, no salía a tomar cervezas con los demás compañeros como en el pasado. Era el primero en irse al llegar el final de la jornada y cuando antes se ofrecía para hacer turnos extras o apoyar en algún operativo, ahora Yoongi parecía no querer hacer nada de esas cosas que por años lo caracterizó.

Jimin hizo una mueca con su boca.

Las cosas definitivamente no quedarían así.

Yoongi rió cuando uno de sus compañeros le contó un chiste. Se sentía bien ser considerado por sus pares. Dejó su copa y se encaminó hacia el baño para llamar a Seokjin. Cuando llegó a este buscó su teléfono y se lo llevó a la oreja, Seokjin contestó al segundo timbre.

—Yoonie, soy el peor amigo de todos...

Yoongi se miró en el espejo y sonrió. Sabía que el azabache olvidaría que su cumpleaños era el mismo día que el de su abuela. Aunque muy dentro de él se sintió un poco triste de que Seokjin no recordara y no haya sido el primero en llamarlo ese día.

—Me hicieron una sorpresa aquí en el trabajo Jin.

—Me siento fatal.  

—No te preocupes, en serio. No tenías como saberlo.

—Me lo contaste hace con mes Yoonie... Compraré un regalo para ti ¿Si?

No importa, si puedo ver tu sonrisa todos los días, ese es el mejor regalo.

Yoongi mordió su labio y pensó en otras cosas que no sean Seokjin siendo el hombre adorable que era. Miró hacia la puerta cuando esta se abrió —Pasaré por ti en media hora.

—Bien... Disculpa de nuevo por no saludarte Yoonie.

—No te preocupes, en serio —Yoongi no quitó los ojos de Jimin que entró al baño y se quedó parado frente a él. Todo en su compañero de trabajo le decía que estaba enojado —pasaré por ti en un rato más.

—Nos vemos Yoonie.

Yoongi guardó su teléfono en el bolsillo de su chaqueta sin dejar de mirar a Park.

—¿Estás con Seokjin?

—Define estar.

—No te hagas el gracioso conmigo hijo de puta ¿Estás con él? ¡Responde!

—No tengo que darte explicaciones de lo que hago en mi vida. No somos amigos y con suerte somos colegas.

Jimin se acercó a él amenazadoramente y Yoongi se quedó ahí mismo, esperando el movimiento que haría su compañero de trabajo.

—Él es mi ex novio, ¿Cómo mierda pudiste?

Yoongi rió —Eres increíble Park, Seokjin me contó varias cosas de ti, eres un hijo de perra celoso... Estás obsesionado con él.

Jimin sonrió de lado y luego entrecerró sus ojos —¿Ya se acostaron?

Yoongi rodó los ojos —Me aburres —pasó por su lado y sus manos alcanzaron a rozar el pomo de la puerta cuando Jimin lo tomó brusco del brazo haciendo que se detuviera en seco —sueltame.

—Nunca se va a fijar en ti, jamás tendrá ojos para nadie que no sea ese chico rarito... Imagínate que ni estando lejos de él Seokjin te puede ver como algo más.

¿Cómo mierda Jimin sabía tanto de lo que pasaba entre ellos dos?

—Sueltame —repitió muy enojado.

—¿Sabes? Eres bastante fácil de descifrar, Seokjin no te ha tocado, porque si lo hubiese hecho no tendría esa mirada triste —Yoongi se zafó y abrió la puerta. —Suerte con él —siguió Jimin —quizá nunca te llegue a tocar un pelo, es una pena... Follar con Seokjin es como estar en el puto cielo.

Yoongi mordió su labio y se giró —Puedes tener mucha razón Park, quizá no lo podré tener en mi cama nunca, pero por lo menos está en mi vida, tengo el privilegio de conocer su casa, a sus abuelos y a su hija, ahora dime ¿Tú tuviste ese placer? Porque si, follar debe ser una maravilla si es con él, pero conocer su lado más personal es mil veces mejor, imbécil hijo de puta, no me vuelvas a hablar de Seokjin. Estás advertido —salió del baño con un sabor amargo en su boca. Odiaba mezclar lo sentimental y lo laboral, pero tratándose de Seokjin él no hacía distinción alguna.

Volvió con sus compañeros y brindó nuevamente esta vez con agua. Esa noche estaba invitado a casa de los abuelos de Seokjin y él por nada del mundo llegaría borracho, por lo que prontamente se estaba despidiendo de todos y dando las gracias por la bonita sorpresa que le tenían.

Tomó sus regalos, que eran varios para su sorpresa y se subió a su vehículo para recoger al azabache en el centro comercial.

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Seokjin sonrió cuando le entregaron el encargo que había hecho dos semanas atrás.

Era una figura  de porcelana fría de unos 10 centímetros de alto. Seokjin había tomado una foto de Yoongi con uniforme una vez que pasó rápido a su casa a dejarle un libro que el azabache había dejado en casa del policía la primera vez que había conocido su hogar.

Esa fotografía se la había mostrado a la mujer que hacía ese tipo de trabajos  y entonces ella le dio la idea de hacer un pequeño hombre policía con una réplica exacta del uniforme de su amigo.

Y así era, prácticamente Seokjin tenía en sus manos la versión mini de Yoongi, estaba bien bonito en realidad.

Pagó por el trabajo y salió de la tienda. Se dirigió hasta otra tienda y rápidamente se metió por entre medio de los colgadores de ropa hasta llegar al área de los jeans. Tomó el que dos días antes había visto, lo observó de nuevo, era negro y estaba roto en muchas partes de las piernas.

Seokjin se había fijado en la ropa de Yoongi muchas veces, camisetas de todos colores, pantalones de jeans casi siempre en tonos oscuros, zapatillas converse o botines negros. El estilo de Yoongi era simple pero tenía siempre su toque personal, por lo que el azabache estaba casi seguro que esa prenda iba a ser de su completo agrado.

Avanzó por los pasillos y llegó hasta una de las cajas para pagar. Cuando lo hizo tomó la bolsa en la que habían metido el jeans y salió del lugar. Como ya tenía el regalo de su abuela guardado en su casa no tenía nada más que hacer en ese centro comercial.

Llegó al estacionamiento justo en el momento que Yoongi se estacionaba cerca de él. Seokjin avanzó hasta el automóvil y abrió la puerta trasera, ahí bajo el asiento dejó los regalos, lejos de los ojos astutos policía. Cerró la puerta y avanzó hasta la puerta del copiloto, se subió y abrochó inmediatamente su cinturón de seguridad para que pudieran ir por el pastel para la abuela Kim.

Yoongi no encendió la radio, iba en completo silencio. Pero no era de esos silencios incómodos, ambos iban metidos en sus pensamientos, Seokjin pensando en que momento le daría los presentes al rubio policía y Yoongi con el ánimo por el suelo después de lo que había hablado con Jimin en el baño de la comisaría.

—Tengo que pasar a mi casa a buscar algo que me pidió Rachel, antes de ir por el pastel.

—No hay problema.

En ese momento Seokjin se dio cuenta que el tono de voz del rubio no era el mismo que había empleado antes de separarse más temprano ese día.

—¿Estás bien? ¿Pasó algo?

Yoongi negó mientras frenaba en un semáforo en rojo. Pero Seokjin no lo dejaría así, por lo que el azabache se giró y suavemente tomó el mentón del otro para que pudiera ver sus ojos.

El rubio tragó cuando sintió esos dedos sobre su piel y lentamente se giró.

—¿Porqué no confías en mí Yoonie?

Humedeció sus labios mientras miraba los ajenos y luego alzó la mirada para mirar esos hermoso ojos verdes que quería hace mucho tiempo.

—Estoy bien, en serio.

—Mentiroso, ¿Estás molesto por qué no te saludé? —Seokjin dejó su mentón para luego poner su mano encima de la de Yoongi que la tenía sobre la palanca de cambios.

Yoongi volvió a tragar nervioso, las manos de Seokjin se sentían tan bien sobre las suyas, que tomó todo su autocontrol para no llevarse esas tibias manos a su boca y dejar un beso sobre el dorso de estas. Seokjin jugaba dolorosamente con sus emociones.

—Creo que puedes tener un poco de razón, pensé que me ibas a saludar —se encogió de hombros tratando de no mirada sus manos juntas sobre la palanca de cambios.

La bocina del vehículo de atrás los hizo saltar en sus sitios. Seokjin dejó la mano del policía y Yoongi gruñó bajito por la interrupción.

No todos los días Seokjin lo tocaba, en realidad casi nunca.

Se habían abrazado un par de veces, pero más que eso no pasaba.

—Bien, ya estamos aquí, ¿Necesitas ayuda? —dijo Yoongi cuando estacionó fuera de la casa.

Seokjin pensó que sería un buen momento entregarle el regalo dentro de su casa, ya que donde su abuela no iban a tener nada de privacidad.

—¿Podrás ayudarme a bajar la caja de Rachel?

—¿La de disfraces?

—Esa misma —Seokjin sonrió.

—Claro.

Se bajaron del vehículo y Seokjin bajó la bolsa y la caja con la figura sin que Yoongi se diera cuenta. Entraron a la casa y Jin dejó los presentes sobre la mesa de centro.

El rubio arrugó su ceño al darse cuenta que en donde antes habían fotos de Taehyung ahora habían fotos de paisajes muy bonitos. Se sorprendió ya que había pasado una semana desde que había pisado por última vez la casa de los Kim y ese cambio no se lo esperaba para nada.

De todas formas no le enojaba. Todo lo contrario.

Seokjin quien había ido a la cocina volvió con un pequeño pastel de chocolate que traía una vela encendida en la superficie. Yoongi abrió su boca sorprendido por el acto.

—¿Cómo crees que me iba a olvidar de tu cumpleaños? —Seokjin cantó y Yoongi sonrió en todo momento. Si alguna vez había odiado la canción del cumpleaños, ahora le parecía lo más hermoso de la vida, siempre y cuando Seokjin la cantara para él.

Luego de terminar de cantar Yoongi pidió sus tres deseos y sopló. Seokjin rió y dejó el pequeño pastel sobre la mesa de centro. Tomó la caja de madera y se la entregó.

—Un pequeño presente.

Yoongi tomó la caja y decir que no estaba emocionado sería mentir. Su corazón golpeaba furioso en su pecho mientras abría la caja. Rió y echó su cabeza hacia atrás encontrando malditamente adorable la figura que descansaba dentro de la caja.

Levantó la mirada y observó esos verdes ojos hermosos y agradeció por el obsequio. Hubiese querido sellar el bonito momento con un beso pero eso sería demasiado pedir. Por lo que se acercó hasta el azabache y palmeó su hombro y volvió a agradecer por el regalo.

—Tengo algo más para ti Yoonie.

—¿Es en serio?

—Ajá.

Seokjin tomó la bolsa y se la entregó. Yoongi sacó el pantalón y asintió conforme —Me gusta.

—Espero haber acertado con la talla. Deberías probartelo.

—¿Ahora? —Yoongi alzó una ceja —¿Me quieres ver sin ropa Jin?

El azabache rió nervioso y negó.

Yoongi lamió sus labios —Gracias por esto. Aunque no lo creas me gustan mucho las sorpresas.

—De nada. Debía hacerte un buen regalo —se encogió de hombros.

—Y lo hiciste ¿En serio esta figura tiene mi uniforme? —Yoongi metió el jeans dentro de la bolsa y sacó de la caja la figura de porcelana. —Tiene hasta mi placa —sonrió como niño pequeño.

A Seokjin le gustó esa sonrisa, sintió un calor en su pecho que no había sentido hace tiempo, pero no le hizo caso.

Luego de varios minutos ambos bajaron la dichosa caja de disfraces y Seokjin llevó un poco más de ropa para su hija ya que ella se quedaría a dormir en casa de sus abuelos.

Volvieron al automóvil y salieron a la avenida principal a buscar el pastel de la abuela Kim.

Yoongi no podía pedir más de su vida, si bien no tenía la compañía de Seokjin como pareja, tenía su compañía como amigo y eso lo tenía muy contento.

El rubio policía encendió la radio y ambos cantaron y rieron mientras el automóvil avanzaba por las calles de la gran ciudad.


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#AmoElJinsu

Amo las premiaciones, siempre nos dejan imágenes tan buenas 😍.

Tengan una buena semana ❤️

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