XIV


Jimin se quedó en completo silencio para escuchar lo que Seokjin tenía para decir.

—Bien... Mis papás me llevaron a Estados Unidos siendo yo aún un niño, la pasé muy mal, tenía compañeros de clase que me molestaban por ser asiático, me golpeaban y la verdad es que no podía vivir tranquilo. Se burlaban porque tenía los ojos verdes, según ellos los asiáticos o chinos, como me decían, no podían tener los ojos claros.

Seokjin lo miró un segundo antes de continuar —Mis padres trabajaban demasiado, yo vivía solo o prácticamente solo... Mi madre tenía un buen trabajo y mi padre también entonces me dejaban a cargo de una niñera, bueno esa niñera tenía una hija mayor que yo... —Seokjin se acomodó en la cama, estaba sintiéndose enfermo al hablar de su pasado —cuando cumplí quince años la hija de mi niñera, que a esa altura ya no era niñera sino que hacía las labores del hogar, se metió en mi cama. Recuerdo que esa noche mis padres habían ido a una cena y como siempre yo quedaba solo. En fin... Esa noche fue la primera vez que estuvimos juntos y pasaron los años y seguimos encontrándonos a escondidas.

—¿La amaste? —Jimin no quería interrumpir pero lo había hecho igual.

—No... Ella se aprovechó de mi enamoramiento juvenil y cuando un día llegó embarazada supe que había jugado conmigo... Yo tenía diecinueve años cuando se presentó en mi casa.

—¿Cómo?

—Yo siempre usé preservativo, jamás la tocaba si no tenía un condón en la mano, ¿los métodos pueden fallar?, por supuesto que lo sé, pero este no era el caso.

—¿Porqué estás tan seguro?

—Deja que termine de contarte... Ella era rubia de ojos azules intensos, alta y muy bonita. Rachel es igual a ella —sonrió al recordar a su pequeña —bueno los meses pasaron y el embarazo no se pudo ocultar. Mis padres me sacaron de la universidad y me echaron de la casa.

Jimin no lo podía creer ¿qué clase de padres hacen eso en contra de sus propios hijo?

—Fuí donde ella, necesitaba quedarme en algún lugar pero ella no me recibió. Me quedé con un amigo, el único amigo que hice en toda mi estadía allá. Él me acogió y... Bueno estaba medio vulnerable en ese tiempo, ahí me dí cuenta que me gustaban los hombres también... Un día me llamó la mamá de esta chica informándome que la bebé había nacido. Yo fuí hasta el hospital y la conocí —su voz tembló un poco al recordar —Rachel no tenia nada de coreana, absolutamente nada, yo no me preocupé en demasía, eso pasa todo el tiempo, que los niños no nazcan con sus rasgos definitivos etc. Mi padre cuando se enteró que había nacido fue hasta el hospital a amenazarme que si le ponía el apellido Kim iba a perder toda su maldita herencia.

—¿Qué hiciste? —Jimin no respiraba estaba demasiado asombrado como para hacerlo.

—La inscribí a mi nombre, como hija legítima aunque tenía la sospecha de que no lo era.

—¿Cómo se llama la mamá de Rachel?

—Se llamaba Sarah... Murió hace un par de años.

Jimin seguía sin poder procesar todo ¿había muerto?

—Cuando Rachel tenía cuatro meses de nacida yo se la quité. Sarah estaba alcoholizada y a veces golpeaba a mi pequeña Rach y... —Seokjin miró a Jimin esperando que no sintiera asco de una persona como él —yo empecé a hacer los papeles y me la traje a este país, prácticamente la secuestré cuando tenía seis meses de vida. No supe de ella porque jamás buscó a su hija, con el tiempo me enteré que la  habían encontrado muerta por sobredosis en un motel...

—Yo, no sé que decir esto es...

—Lo sé... Mis abuelos viven en las afuera de la ciudad y ellos me recibieron con Rachel, mi abuelo hizo los trámites y pasó a Rachel como hija suya para que no hubiera problema. Y como mi padre contrató los mejores abogados para rehacer mil veces su herencia nosotros ya no teníamos nada que tocar ahí. Aunque pasamos mucha necesidad al principio, jamás pedimos su ayuda.

—¿Cómo lo pidieron hacer?, eso del cambio de apellido.

—Pagamos y mentimos mucho.

—Lo imaginé.

—Hace dos años estaba realmente mal económicamente, ningún trabajo me pagaba lo suficiente para mantener a mis abuelos y pagar lo de Rachel... Y es por eso que entré a Paradise, ese lugar me salvó el culo, lo malo que tuve que dejar a mi pequeña con mis abuelos para que yo pudiera vivir aquí.

—¿Por eso vives en el club?

—Si, me va bien... Bueno eso tú lo sabes... Lo siento es la costumbre.

—Está bien, si hay algo a qué debo agradecer el haberte conocido es a ese maldito club —Jimin sonrió amplio y sus ojos desaparecieron en final líneas.

Seokjin recordó la conversación con Rachel acerca de su profesora, a Jimin también se le hacían pequeños sus lindos ojos.

—Yo sé que no soy un hombre convencional, lo sé, estoy al tanto y es por eso que yo no puedo elegir...

—Bebé, si puedes elegir y yo te amo, estoy seguro que también amaría a tu pequeña —Jimin entrelazó sus dedos con los del pelinegro y sonrieron.

¿Era real todo lo que decía Jimin?, no lo sabía pero se escuchaba tan dulce, tan fácil que eso solo hacía que el tuviera más miedo. Quizás era por eso que Seokjin era tan cobarde como para dejar su trabajo actual, Jimin le estaba ofreciendo una vida, un nuevo comienzo, pero él seguía estancado en el mismo lugar.

—Gracias por contarme esto y perdón por orillarte a que lo hagas, sé que no te puedo pedir explicaciones de nada, no tengo el derecho a nada... Pero yo te amo y eso no ha cambiado.

Seokjin sonrió ligeramente, se había quitado un gran peso de encima al haber contado parte de su pasado. Se sintió tan cansado.

—Vamos a dormir ¿si?

Se metieron entre las sábanas y Seokjin se pegó al cuerpo del policía. Apoyó su cabeza en su pecho desnudo y lo abrazó por la cintura.

Jimin cerró los ojos y se obligó a no preguntar nada más. De verdad quería una vida con Seokjin y si había una hija a él no le importaba. Realmente él quería estar con Seokjin, nunca antes había sentido la gran necesidad de formar algo con alguien. Seokjin había llegado a cambiar su vida completamente.

—Una casa...

—¿Qué? —preguntó Jimin confundido.

—Sigo ahí por qué quiero comprar una casa para Rachel y necesito una cierta cantidad de dinero para ponerle mi apellido de nuevo.

—No tienes que explicarme nada bebé yo puedo entender... —mintió porqué cada vez se le hacía más difícil compartir a Seokjin.

—De todas formas, quiero que sepas que no es algo que disfruto al cien por ciento... No te voy a negar que hay clientes que son bastante especiales para mí y que me han propuesto lo mismo que tú, pero se siente diferente ahora. Ellos no saben nada de mí y tú sí...

—La mayoría del tiempo estoy celoso Seokjin y sé que está mal porque te repito... No tengo ningún derecho pero lo hago. Estoy trabajando en eso —rió despacio y siguió acariciando los cabellos negros que tanto amaba.

Seokjin lo abrazó un poco más fuerte y enterró su nariz en el cuello del rubio. Amaba el olor del policía. Dejó un beso y cerró los ojos.

—Me siento tan seguro a tu lado.

—Deberías... Tengo un arma en cada rincón del departamento.

Seokjin se rió —No me refería a eso tonto.

—Lo sé —besó su cabello —ahora a dormir... Tendremos todo el tiempo para hablar de nosotros más adelante, no creas que te vas a librar de mí tan pronto.

Seokjin no quería que eso pasara, le gustaba pasar el tiempo con él, se sentía un poco más normal cuando estaba en sus brazos se acomodó mejor y prontamente el sueño llegaba a él.

—Yo te voy a cuidar a ti y a tu pequeña, no te preocupes nada malo va a pasar —susurró Jimin sobre su cabeza.

—Te quiero mucho —susurró Seokjin antes de quedarse dormido.

A la mañana siguiente Seokjin despertó primero. Miró a Jimin dormir un rato y deseó poder hacer eso todos los días de su vida. Simplemente el policía había entrado en su vida y él ya no quería que saliera jamás. Tocó una de sus mejillas y suavemente dejó un beso en sus labios.

Esos labios eran maravillosos.

Se levantó despacio, se había dormido con su ropa puesta por lo que estaba un tanto incómodo, miró a su alrededor hasta dar con el armario en donde Jimin le tenía una muda de ropa solo para él. Se metió a la ducha y luego de diez minutos salió bastante renovado.

Jimin seguía durmiendo por lo que no hizo ruido y salió para preparar el desayuno. Encendió el televisor y lo dejó en volumen bajo. Tenía esa manía desde pequeño, encender la televisión pero no mirarla, algo así como una compañía.

Se dirigió a la cocina y puso agua en la tetera, revisó la hora. Eran las nueve de la mañana, esperaba que Jimin no trabajara esa mañana, quería hacer algo diferente ese día, Seokjin debía volver a Paradise cerca de las cinco por lo que tenía toda la tarde para compartir con su policía.

Hizo el desayuno y puso todo en una gran bandeja que encontró por ahí. Llegó hasta la habitación justo cuando Jimin abría los ojos. Se miraron un momento y se sonrieron.

—Hice de todo un poco, no sabía si tomabas café o jugo. Traje de los dos.

Jimin sonrió, Seokjin estaba vestido con la ropa que él había comprado para cuando se quedara en su casa, amaba verlo ahí como si fuera algo de todos los días.

Pero no quería ilusionarse, finalmente Seokjin esa noche volvería a su vida de siempre y él quedaría solo en su departamento.

—¿A qué hora trabajas hoy?

—Tengo libre —respondió el rubio mientras tomaba una galleta de chocolate.

—Eso es genial yo tengo hasta las cinco ¿quieres almorzar conmigo?

—Si, ¿qué te gustaría comer?, puedo cocinar yo esta vez.

—No, nada de cocinar quiero que salgamos a comer.

—Oh, está bien. Claro que quiero.

—Bien.

Terminaron de desayunar en silencio. Jimin dejó la bandeja casi vacía en el suelo y se acomodó cerca del pelinegro.

—Cuéntame de tu hija —pidió el rubio.

—Ella es... Es mi todo, a pesar de que no nos vemos mucho yo trato de ir cada vez que puedo donde mis abuelos. Rachel tiene muchos talentos distintos, ama la música, bailar y por sobre todo dibujar... No te miento cuando te digo que ella es muy talentosa.

Jimin sonrió al escuchar a Seokjin, se notaba lo mucho que amaba a su pequeña y lo orgulloso que estaba de ella.

—Ella ha tenido que crecer sin tenerme a su lado todos los días, la verdad que sin mis abuelos yo no podría haberla criado. Estoy muy agradecido con ellos.

—Ellos te han apoyado ¿qué pasó con tus padres?

Seokjin suspiró —Ellos jamás preguntaron por mí, se olvidaron que tenían un hijo, hace mucho años que no sé nada de ellos. Mis abuelos tampoco saben nada. Aunque te debo confesar que he buscado por internet y ellos están bien, siguen amasando una gran fortuna.

—Lo siento por eso.

—No —Movió sus manos —no te preocupes, estoy acostumbrado, de hecho muchas veces olvido que están vivos.

Sonaba terrible, pero así lo sentía Seokjin.

—Mis padres viven aquí en la ciudad, tienen una cafetería —dijo Jimin —les va muy bien en realidad. Gracias a eso yo pude asistir a la academia y mi hermana a la escuela de medicina.

—Rosé ¿no?

—Ajá, la mejor hermana del mundo si tengo que decir.

—Me gusta que te lleves bien con ella, a veces los hermanos tienen problemas en la adultez.

—Nosotros nunca hemos discutido. Ella es mi mejor amiga.

Seokjin jugó con los dedos de Jimin y los entrelazó con los suyos.

—Me hubiese gustado haber tenido una hermana.

—Son geniales, Chae-young es muy dulce, ella fue la primera en saber que era gay. Todavía recuerdo que ella fue la que le contó a mis padres en el almuerzo, como si fuera lo más normal del mundo —Jimin se rió y siguió contando su historia —mis padres me apoyaron enseguida y así fue más fácil todo.

—¿Y en el trabajo no tienes problemas?

—No, no es como el ejército o la armada, de todas formas no tenemos permitido por ejemplo tener relaciones amorosas entre colegas.

—Entiendo...

—Pero sé de muchos que tienen relaciones a escondidas.

Seokjin asintió, era muy obvio que mientras más prohibiciones hubieran, más tentados se sentirían a romper esas reglas. Él mismo era un claro ejemplo de que las reglas se podían romper fácilmente.

Jimin apoyó su cabeza en el pecho del pelinegro y cerró los ojos. Tenía muchas ganas de detener el tiempo y quedarse por muchas horas más acurrucado con Seokjin en su cama.

—Me ofrecieron ir de viaje este fin de semana.

Jimin dejó de respirar —¿Un viaje?

—Por cuatro o cinco días, ya no recuerdo.

Jimin no quería saber más y tampoco quería preguntar, los celos comenzaron a subir por su sistema.

—Pero no iré —Seokjin se sentó en la cama —¿Sabes que fue lo primero que pensé acerca del viaje?

—No.

—Pensé en que iba a extrañar a Rachel y a ti... Últimamente pienso mucho en ti, en lo que pensarías de mí... Te extraño todos los días... —Seokjin vió alivio en los ojos del rubio.

—¿No vas por mí?... Y por Rachel obviamente —una sonrisita tirando de sus labios.

Seokjin sonrió y Jimin no necesitó más para tirarse sobre él y besarlo cariñosamente. Suspiró en sus labios y chupó su lengua.

—Dios, besas tan bien Jimin —Seokjin jadeó y sus manos se fueron directo al trasero del rubio —dime algo...

Jimin se separó un poco y comenzó a besar su cuello.

—Tú... —mordió su labio mientras Jimin chupaba su clavícula —¿Tú has estado con algún compañero de trabajo?

Jimin se detuvo enseguida —¿Qué?

Seokjin se rió nervioso —Eso...

Jimin se sentó en la cama y pasó su mano por su cabello rubio y suspiró —Si.

Seokjin se quedó esperando más información pero al parecer Jimin no quería hablar de eso.

—No quería incomodarte, no pongas esa cara —el pelinegro jugó nervioso con sus dedos.

—No es eso, solo que me tomaste por sorpresa.

Seokjin se encogió de hombros —También siento curiosidad por ti ¿sabes?

Jimin no quería sentir todas las malditas mariposas en su interior, pero las sintió, estaban ahí revoloteando como un jodido adolescente en su primer amorío.

—Jong-dae.

Asintió y apretó sus dedos, quería saber todo pero parecía que Jimin estaba disfrutando de su miseria.

—Y él... Um...

—Él fue transferido hace un año más o menos a Busan. Teníamos una especie de relación pero nada formal.

—Ya veo...

—¿Estás celoso?

—Un poco —Seokjin dejó sus dedos y miró a Jimin a los ojos.

Deneb y Seokjin no podían ser el mismo hombre. Jimin no podía con la dulzura de Seokjin ni con la sensualidad de la estrella preferida del club. Su estrella, la más brillante que había cambiado la forma de ver la vida.

—No lo estés, él está muy lejos.

Seokjin mordió su labio, ¿cómo le podía decir a Jimin que él no estaba celoso por el tipo en sí, sino por lo que otro hombre le podía dar y que él lo más probable no podría darle jamás?

Se sentía mal, él estaba siendo egoísta con el rubio, porqué no podía darle nada más que encuentros esporádicos y a escondidas.

Era un egoísta de mierda pero ya no podía parar. No había vuelta atrás, debía empezar a arreglar su vida. Él quería tanto dejar de trabajar en ese club y Jimin le estaba dando un pequeño pero significativo empujón para que lo hiciera.

Solo debía atreverse.

Con ese pensamiento Seokjin se acercó a Jimin y lo besó hasta cansarse. Cayeron a la cama nuevamente y como si estuvieran hecho para eso se dejaron mimar el uno por el otro hasta que el hambre los sacó de la cama y salieron a almorzar por primera vez juntos.

— —

El restaurante elegido era uno bien pintoresco, tenía lámparas de todos colores colgadas en el techo, muchos cuadros de fotos de distintas partes del mundo. Era bastante acogedor.

Se sentaron al lado de la ventana en una mesa para dos. Luego de pedir su comida se dedicaron a conversar y tomar de su copa de vino.

Jimin se levantó a contestar su teléfono y se alejó hacía el baño. Seokjin se quedó mirando por la ventana a las personas y automóviles pasar, pasó uno negro y de pronto recordó lo que había pasado el día anterior ¿sería buena idea comentarle a Jimin que lo habían estado siguiendo?

El policía volvió y se sentó frente a él justo en el momento que llegaba su comida.

El mesero se marchó y el silencio incómodo de Seokjin llamó la atención del rubio.

—¿Pasó algo?

Seokjin lo miró con esos ojos verdes hermosos y parpadeó un par de veces antes de suspirar y dejar sus palillos al costado del plato.

—Ayer cuando iba a casa de mis abuelos un automóvil negro me estuvo siguiendo. Apenas salí del club me sentí vigilado y cuando me dí cuenta me puse muy nervioso.

Jimin dejó de comer y arrugó su ceño —¿y qué hiciste bebé?

—Me metí a una tienda de mascotas, el vendedor me ayudó hasta que el auto se marchó.

—Muy bien, eso es lo que tienes que hacer, buscar ayuda y de ahora en adelante si vuelve a suceder me debes llamar enseguida ¿si?, yo te iré a buscar donde sea que estés.

—Um, ¿aunque estés trabajando?

—Aunque esté trabajando —dijo el rubio muy seguro —te voy a proteger siempre, solo debes buscarme cuando eso pase. ¿Pudiste ver la patente o la marca del automóvil?

—No, solo ví que era negro, los vidrios totalmente negros también.

—Ya veo... —Jimin apretó los puños bajo la mesa.

No dejaría que nadie le hiciera daño a Seokjin. Tenía que hacer algo para averiguar quién estaba detrás de su estrella.

Tenía las herramientas solo debía saber usarlas.

—Gracias por preocuparte por mí —Seokjin extendió su mano y Jimin levantó la suya para juntarlas arriba de la mesa. El pelinegro acarició el dorso de su mano con su pulgar.

—Ya te dije que te amo —Jimin tragó nervioso —lo digo de verdad, no dejaré que nadie te haga daño. No tengas miedo.

—No lo tengo... Ya no —el pelinegro le sonrió y bajó la mirada avergonzado por sus palabras.

Jimin quería besarlo ahí mismo por lo que se levantó de su asiento y le dió un beso con la boca abierta y a pesar de que Seokjin al principio se sorprendió recibió encantado el beso del atractivo policía.

—Lo siento no me pude contener.

El rubio volvió a su lugar y siguieron comiendo tranquilamente como una pareja normal...

Qué ciertamente no eran...

Hoseok estaba de punto fijo fuera del Paradise. Llevaba más de cinco horas en dicho lugar y aún no había rastro del anfitrión de ojos verdes.

Se frotó los ojos cansado por la espera. Decidió que ya era hora de volver al trabajo. Miró por última vez hacía la puerta trasera del club.

Justo en ese momento paró una camioneta roja. Grande fue su sorpresa cuando vió bajar a uno de sus agentes seguido del chico de ojos verdes.

Alzó una ceja cuando su agente Park Jimin tomó de la cintura al anfitrión y le dió un largo y caliente beso en la boca.

Apretó sus manos en el volante mientras veía a Park marcharse del lugar.

Tomó su celular viendo como Seokjin entraba al club.

—Jung aquí, necesito toda información sobre el agente Park Jimin... Sí, rutinas, horarios, antecedentes familiares etc. Bien. Adiós.

Dejó su celular en el asiento del copiloto, encendió el motor y salió veloz rumbo a su oficina.

☆★

Ahora saben un poco más de ambos y son tan bonitos juntos... Pero no sé acostumbren 😂

Nos leemos por ahí 😘

♥️

  

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