V


Seokjin corrió a penas el ascensor se abrió. Apenas estuvo fuera respiró el frío aire que golpeó su rostro.

Se sentía asqueado. No era un sentimiento ajeno a su vida, en los dos años que llevaba en el club había estado siempre muy cerca de renunciar. Pero su poca experiencia en otros trabajos que no fueran una cafetería lo tenían atado.

Él podía trabajar en cualquier lugar, pero nunca ganaría como lo hacía en Paradise, después de todo tenía que mantener a sus abuelos, a su pequeña hija y ahorrar para comprar una casa. 

Se apoyó en una de las paredes del lujoso hotel, había un poco de viento a esa hora que no hacía más que desordenar sus mechones negros. Sacó su celular para llamar a un taxi, pero sintió la presencia de alguien al lado suyo.

—Te dije que era un aburrido de mierda, apuesto un riñon a que ni siquiera te tocó.

Jimin estaba a su lado con sus manos en los bolsillos de su ajustado pantalón negro. Su cabello rubio moviéndose al són del viento.

Seokjin lo observó, todo en el rubio decía que era el hombre más sensual del mundo, era sexy, caliente y el pelinegro lo sabía.

No por nada Jimin era el único de sus clientes que lo follaba.

—Pensé que te habías ido. —Guardó su celular.

—Admite que tenía razón, conozco a Namjoon. Él no te iba a tocar por más que quisiera.

El anfitrión pateó una piedra que estaba en el suelo. —Da igual.

—Pero que suerte para ti que yo esté aquí ¿no?

Jimin se relamió sus gruesos labios y se acercó lo suficiente para que Seokjin pudiera sentir su perfume.

—Me tengo que ir Jimin. —Mintió.

—Mentira, no te quieres ir ¿cuándo vas a aceptar que te gusta estar conmigo?

—Me gusta, tienes razón pero no es algo exclusivo contigo. Lo sabes.

El rubio tensó la mandíbula molesto. Seokjin siempre lograba ponerlo de mal humor.

—Bien. Puedes repetirte eso hasta que te lo creas, yo te he visto, he visto tu cara de asco con algunos de tus clientes. —Jimin se acercó un poco más, casi rozando sus cuerpos. —He visto mucho de tí, sé mucho más de tí de lo que crees.

Seokjin tragó nervioso, el perfume del rubio lo embriagaba, toda su presencia lo ponía en alerta. 

—¿Quieres venir conmigo?

—No puedo, tengo que volver al club, estoy cansado y no necesito de tus juegos a esta hora. —Volvió a sacar su celular del bolsillo.

—Puedes dormir en mi casa. Piénsalo. Ya llamé a un taxi, debe estar por llegar. Depende de tí.

El pelinegro tenía claro que pasaría una vez que estuviera dentro de esa casa. Miró hacía el cielo y cerró los ojos un momento.

No sabía si podía elegir estar con Jimin o cualquier otra persona, su tiempo de decidir había pasado. Ahora sólo podía optar a caricias y abrazos pagados y ni Jimin ni nadie podía hacer algo al respecto.

Un taxi estacionó cerca de ellos y Jimin avanzó a paso firme hacía el vehículo. Abrió la puerta y lo miró. Seokjin se debatía internamente, pero aún así avanzó hasta el taxi. Se subió y medio sonrió cuando vio los ojos llenos de deseo de Jimin.

—No lo digas.

—Yo no iba a decir nada. —Jimin le dió la dirección al chofer y se acomodó en el asiento con una sonrisa maliciosa en sus labios.

︿︿︿︿︿︿︿

Apenas entraron Jimin fue directo a darse una ducha, Seokjin conocía muy bien ese lugar por lo que fue directo a la cocina a preparar té. Era tarde, pero tenía ganas de tomar algo que lo relajara, estar cerca del policía lo alteraba un poco.

Puso la tetera a hervir y se quedó en medio de la cocina a oscuras y se odió por sentirse cómodo en ese lugar. Odiaba sentir el aroma de Jimin por todos lados y que le gustara.

Pasaron los minutos y la tetera comenzó a silbar, la sacó del fuego y buscó dos tazas. Escuchó la puerta del baño abrirse, Seokjin se giró y se apoyó en la isla de la cocina.

Por nada del mundo se perdería la magnífica vista de ver a Jimin salir de la ducha con una pequeña toalla anclada a sus caderas, su cabello mojado lo hacía ver malditamente sexy.

—¿Estás haciendo café?

—Té. —El pelinegro no perdió de vista las pequeñas gotitas que bajaba por el abdomen del rubio.

—¿Te gusta lo que ves? —Jimin preguntó muy seguro de saber lo que provocaba en el anfitrión.

Jimin tiró su cabello hacía atrás y le guiñó un ojo. Pasó su mano por su trabajado cuerpo mientras veía como Seokjin lo observaba con lujuria. 

—Deja de hacer eso —demandó en un susurro.

—¿Qué?  —Jimin rodeó la isla de cocina y a medida que avanzaba Seokjin retrocedía.

Lo alcanzó en el refrigerador y lo acorraló con sus brazos.

—No te sacaste los zapatos. —Jimin se acercó y pasó su lengua por el labio inferior de Seokjin.

El pelinegro lo tomó por la cintura y lo atrajo completamente hacía él. —Sin besos Jimin. —Susurró cerca de su boca.

—Lo besaste a él, ¿que diferencia hay? Ya rompiste la puta regla hoy.

—Tenía que hacerlo, estaban todos mirando, se supone que soy su novio.

El rubio chasqueo la lengua irritado pero no se alejó, dejó un beso en la garganta y luego en la clavícula de Seokjin.

—Solo un beso.

—No puedo Jimin.

Y es que Jimin no entendía que besar a Namjoon había sido parte del espectáculo, que si bien él disfrutó, no era como si lo fuera a repetir. En cambio con él Seokjin sabía que una vez que probara esos gruesos labios no iba a querer parar.

Y eso lo tenía demasiado asustado.

El rubio lo miró, Seokjin sabía que estaba molesto por tu negativa a los besos, pero no podía ceder. Tenía que continuar, aunque no sabía por cuanto tiempo más iba a durar.

De pronto un teléfono comenzó a sonar y Jimin se alejó rápidamente para contestar. Seokjin suspiró aliviado mientras escuchaba al policía hablar.

—No estoy de servicio... No, no puedo ir —Jimin caminó hasta una de las ventanas de la sala —Tomé alcohol Jung. —Jimin se volteó a mirarlo y Seokjin se giró a buscar la caja de té en la alacena. —Nos vemos el lunes.

Se hizo un silencio en la casa que puso más nervioso a Seokjin.

—¿Tomaste tu té?

—Oh, estoy en eso.

—Llevalo a la cama, estoy cansado.

Seokjin asintió mientras levantaba la taza y la llevaba consigo al dormitorio principal.

Jimin yacía acostado sobre las sábanas completamente desnudo.

Seokjin dejó la taza en el velador y comenzó a sacarse su ropa. El rubio no quitó los ojos de él en ningún momento y mientras el pelinegro comenzaba a sacarse su ajustada camisa. Siguió con su pantalón, dejó su celular y las llaves de su habitación sobre el velador y solo en boxer se metió a la cama.

Jimin lo siguió y buscó un libro dentro de su mesita auxiliar.

—¿Qué lees?

—Un libro sobre como enamorar a un hombre misterioso.

Seokjin rió, y esa era la primera vez que Jimin lo provocaba.

—No creo que necesites eso para enamorar a un hombre.

Jimin lo miró —Créeme, lo necesito.

—Está bien. —Tomó un sorbo de su té y cerró los ojos cuando el líquido bajó por su garganta.

Jimin dejó el libro y se giró en la cama, apoyó su cabeza en su mano derecha mientras observaba al pelinegro tomar su bebida caliente.

—Deberías venir cada vez que quieras, verte en mi cama es jodidamente caliente.

Seokjin dejó la taza en el velador y se acostó mirando de frente al rubio policía.

—Tú sabes que eso es imposible.

—Tus reglas me tienen sin cuidado. Pensé que te había quedado claro.

—No son sólo mis reglas Jimin, son las de...

Jimin se subió sobre él y en un solo movimiento atrapó sus dos brazos y los subió sobre la cabeza del pelinegro.

—Jimin...

Besó su pecho y siguió subiendo hasta su cuello, chupó fuerte, quería marcarlo.

Y lo haría, Seokjin jamás se quejaba.

Siguió subiendo mientras sentía al pelinegro patalear sobre la cama, estaba llegando peligrosamente a esa boca que lo tenía loco. Tenía que probarla.

—¡Quédate quieto maldita sea!

—No lo hagas...

Pero no hizo caso, sabía que de una patada el pelinegro podía botarlo de la cama, podía sacar sus brazos de su agarre, pero nada de eso pasó y Jimin se acercó mucho más y atrapó esa maravillosa boca.

Labios suaves y llenos. Succionó el labio inferior y Seokjin gimió. Introdujo su lengua lentamente tanteando el terreno, y de nuevo, el hombre que estaba bajo él no hizo nada por apartarlo.

Sus lenguas se encontraron y Jimin soltó las muñecas del pelinegro, lo siguió besando mientras sus manos recorrían ese maravilloso cuerpo.

En el silencio de la habitación solo se podían escuchar los sonidos que habían sus bocas, Jimin lo besaba con hambre y Seokjin se dejó.

Pronto hacía calor en la habitación. Seokjin apretó los glúteos del rubio, echó su cabeza hacía atrás mientras dejaba que Jimin marcara como quisiera su cuerpo.

—¡Mierda! —gritó cuando el rubio succionó uno de sus pezones. —Por favor.

—¿Quieres que te folle hermoso?

—S-si, hazlo.

Jimin le sacó rápidamente el boxer y buscó en su mesa auxiliar un condón y lubricante.

Seokjin se sentó en la cama y tomó a Jimin de los hombros y estampó un acalorado beso sobre quien en el pasado había sido su cliente. Se sentó a horcajadas sobre sus muslos, estaba ansioso por sentir a Jimin dentro de él.

Jimin abrió la botella y dejó caer un chorro de líquido sobre sus dedos. Introdujo un primer dígito y luego un segundo. No quería perder el tiempo, quería enterrarse lo más pronto posible en el interior de su estrella favorita.

—Hazlo, por favor. Estoy listo.

Seokjin agarró el condón y tomó la dura erección del policía y lentamente se lo puso. Jimin apretó su mandíbula mientras acariciaba los muslos del hombre que lo volvía loco.

El pelinegro se volvió a acomodar y lentamente se dejó caer sobre la polla del policía.

—Siempre tan estrecho. —Jimin mordió su labio.

—Eso es por qué solo tú entras en mi Jimin.

Seokjin gritó cuando finalmente la polla de Jimin entró completamente en él, el calor recorrió su cuerpo y de pronto se vió besando apasionadamente al rubio mientras subía y bajaba por esa larga y gruesa extensión.

Seokjin lo volvía loco, desde la primera vez que lo había visto y no le había tomado mucho trabajo llegar todas las veces que Seokjin estaba en el club. Tampoco le importó en el pasado pagar cantidades absurdas de dinero con tal de tener unas horas de intimidad con él. Aunque con el pasar de los meses Jimin y Deneb dejaron de verse solo para tener sexo, con los meses el anfitrión dejó de recibirlo en el club y se encontraban a escondidas en la casa del policía, comenzaron a compartir cenas e historias, y aunque era Jimin el que siempre hablaba de su vida eso no frenaba las ganas que tenía de estar al lado del pelinegro en todo momento.

Pero Jimin no era idiota, él sabía que debía compartir y aunque al principio no le importaba, ahora era diferente. Mientras veía al pelinegro gemir con cada embestida tenía más que claro que ya no se trataba solo de sexo.

Jimin quería más, mucho más.

Seokjin se acostó en la cama y el rubio policía rápidamente se metió entre sus piernas, delineó su miembro y entró una vez más en él.

Jimin le robó tantos besos como le fueron posible mientras seguía entrando y saliendo del interior del que alguna vez fue su anfitrión. De pronto una mezcla de sentimientos se apoderó de él. Quería tenerlo a su lado todos los días, besarlo y acariciarlo cuando quisiera y no cuando Seokjin llegara donde él asustado y afligido por cosas que Jimin no sabía y que tenía miedo de preguntar.

Seokjin tiró de Jimin para que se pudieran besar, embriagado en su olor, en su esencia. Un delicioso orgasmo se comenzó a construir en su interior. Mordió y gimió sobre los labios de Jimin y sin más se corrió entre sus cuerpos sudados.

Jimin gimió al sentir aún más estrecho al pelinegro. Entró una vez más y se dejó ir por todas las sensaciones que nacían de la parte baja de su cuerpo.

Agotado apoyó su frente en el hombro de Seokjin, casi sin aliento y luego de tomar unas cuantas respiraciones susurró —Quédate esta noche.

El pelinegro mantenía los ojos cerrados, relamió sus labios y asintió.

Jimin se alejó, para botar el condón y buscar algo para limpiar sus cuerpos. Cuando volvió le limpió el abdomen y se limpió él mismo.

Se acostó al lado del hombre que se robaba todos sus pensamientos, lo observó, Seokjin parecía estar teniendo un gran debate mental y Jimin tenía miedo que esa noche terminara como la última en la que ellos habían estado juntos.

—Jimin. —Habló ronco por la resequedad en su garganta. —Si me quedo esta noche es porque ya es tarde para volver.

—Lo sé. Estoy al tanto.

—No te enojes tú me conociste en ese lugar, no esperes nada más que...

—Basta, deja de hablar de eso.

Jimin se giró en la cama dándole la espalda. Estaba enojado, pero no con el pelinegro, estaba enojado con él mismo. Se dijo una y mil veces que no podía enamorarse de un hombre como Seokjin. Pero, y a pesar de la distancia que por mucho tiempo puso entre los dos, nada había salido como él lo había planeado y ahora ya no había nada que hacer porque estaba asquerosamente enamorado de Kim Seokjin.

Sintió que el pelinegro se movía detrás de él, se congeló cuando sus largos brazos rodearon su cintura y unos labios tocaron su cuello.

—Lo siento.

Seokjin estaba siendo egoísta, pero ya esa noche había sido lo bastante egoísta para arrepentirse. Se aferró a ese firme cuerpo y cerró los ojos.

Ya mañana tendría tiempo de retractarse, por mientras disfrutaría de la seguridad y por que no decir, el cariño que Jimin le ofrecía.

Y que él sin medir los daños que causarían en el futuro, lo tomaría todo.

════════════

Hola 🙋.

Como primera cosa debo decir que los dedos de Jimin en esta historia son largos, para que quede claro desde ya 😂.

Tambien quería agradecer a quienes están apoyando esta historia. Tienen todo mi amor 🤗❤

☆゜。。゜★
sujin084 

Feliz cumpleaños atrasado! 
Gracias por el apoyo y por las conversaciones tan entretenidas ❤
Espero que tengas un hermoso nuevo año de vida y espero que no te vuelvas más dramática de lo que ya eres 😌

Una foto del príncipe para que sigamos babeando 😁.

Eso es todo.

Cariños a todos los que leen ❤.









Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top