❤CAPÍTULO 2❤


   —¿Qué tal me queda este?— Le pregunte a Erika que aún no se decidía por qué comprar, creo que ya nos hemos probado media tienda.

    —Te queda bello, pero es que quiero que vayamos en sincronía con nuestros disfraces— Apuntó pensativa y a mi se me encendió el bombillo rápidamente iluminándome con una sexy y morbosa idea.

    —¿Qué tal si vamos vestidas una de ángel y la otra de diabla?— Mi alocada amiga dio un chillido de emoción y me plantó un besote en la mejilla haciendo que me tambaleara por su repentina acción, nosotras y nuestra impulsividad.

   —¡Cuchuuuu! Eres toda una genio pero desde ya te digo que el de ángel es mío— Eso me hizo reír, sé de sobra por qué me lo pedía así que sin intención de negárselo levante mis brazos en gesto de inocencia.
    —Ok, ok todo tuyo.

Nos probábamos los dichosos vestidos frente al espejo del cambiador, la verdad es que nos quedaban de muerte.

    Me encontraba ataviada en un sexy vestidito negro en toda su extensión, que no era mucha, a ambas nos quedaba muy por encima de la rodilla con un pronunciado escote que resaltaba nuestras curvas. La diosa que llevo dentro salta como loca dando aplausos de aprobación.
    —¡Perras no, perrísimas!— Exclamé haciendo reír a Erika.

   Salimos animadísimas del centro comercial. La psquiátrica que tengo por amiga llamó a su chofer para que fuera a recogernos, para nosotras, la pereza era un reflejo incondicionado y caminar no era una opción.

   Mientras tanto yo teclee en mi teléfono un mensaje a mi madre avisándole que pasaría la noche fuera, luego de darle varias leídas, lo envié y ya el auto había llegado, nos subimos y durante el trayecto me enteré que los padres de Erika no estaban en casa debido a un viaje de negocios, seguramente los míos también tendrían que viajar pronto ya que su empresa está asociada a la de el Señor y la Señora Milligan (los padres de Erika). Mi día no hace más que mejorar.

   Al llegar a nuestro destino mi amiga la loca prácticamente me arrastró emocionada hasta su habitación, ya estando dentro, cerró la puerta y nos sentamos en la cama cada una abrazando un peluche y charlando divertidas acerca de nuestras expectativas para esta noche con Miley Cyrus de fondo con sus canciones de adolescente bohemia.

   De repente, en la bocina sonó nuestra canción, Erika subió a tope el volumen y cada una tomó un objeto random simulando un micrófono, yo agarré un cepillo y ella un envase de desodorante y nos pusimos a gritar y saltar en la cama frenéticas, como si no hubiera un mañana al compás de "Who Owns My Heart".

R-O-C-K...Creations show me what to do, I'm dancing on the floor with you and when you touch my hair I go crazy. The music tells me what to feel
like he never is it real
but the time de say good night
I don't know if this is right.

La canción iba in crescendo al igual que nuestra locura. Cuando alcanzó su última nota, caímos muertas en la cama entre risas y peluches, estábamos hechas polvo, como si hubiésemos estado corriendo durante horas. Con la respiración aún entrecortada alcancé a preguntar:
—¿Qué hora es?
—Son las seis y treinta—Objetó Erika con la respiración igual de irregular.

   Ambas nos miramos con cara de espanto a la misma vez y gritamos histéricas —¡¡¡LA FIESTAA!!!— Como dos exhalaciones tomamos las respectivas bolsas donde venían los disfraces y nos encerramos cada una en un baño diferente. Una hora después ya casi estábamos listas, solo faltaba el maquillaje:
—Yo te maquillo y tu me maquillas mi reina— Canturreó juguetona mi compañera de travesuras.

   ¡Diosas! Es lo que somos con los jodíos vestidos, de esa fiesta no saldríamos con la manos vacías, eso denlo por seguro:
—¿Cogiste las invitaciones?— Me preguntó el ángel de la perdición que andaba a mi lado.
—¿Tú que crees?—Dije viéndola con perversión mientras bamboleaba mis pechos de arriba abajo dándole a entender la ubicación de las mismas.

   —¡Guarra!— Chilló mi amiga con fingida sorpresa y ambas estallamos en carcajadas caminando rumbo al desmadre...ejem, a la fiesta.

   Desde la cuadra anterior a la mansión de la familia Boudelaire se podía oír la estruendosa música, a medida que nos acercábamos, se podía apreciar el vaivén de los fiesteros, algunos vomitaban hasta las bilis, otros charlaban animados, mientras que un grupo reducido fumaba algo que lo mejor era ni saber de que se trataba, aunque por el olor característico se podía discernir la sustancia.

   Las puertas de la gran verja azabache estaban abiertas y dos guardias de la altura de un rascacielos estaban ahí con su típico gesto de «Me miras y te disparo» Les entregué las invitaciones y despejaron el camino amablemente cediéndonos el paso.

   Aquella mansión estaba perfectamente ambientada para recrear una discoteca, yo y mi amiga nos acercamos a la barra moviendo las caderas más de lo estrictamente necesario, en el camino a ella no fueron pocos los comentarios de todos esos chicos de hormonas revolucionadas que se sobraban por ahí, nosotras nos limitábamos a responderles con guiños y eventualmente les sacábamos la lengua, pues sí, somos muuuy inmaduras de vez en cuando.

   Estando ya en la barra tomamos asiento en los taburetes forrados con cuero y pedimos dos mojitos para luego dedicarnos a admirar las vistas que nuestra posición nos brindaba.

     Una vez más mi mundo se dividía en varios grupos, estaban los que fueron buscando diversión que bailaban con desenfreno por todo la pista, estaban los alcoholizados que se podían distinguir fácilmente debido a sus bruscos movimientos (se sacudían por todo el lugar como focas con retraso) y por último pero no menos importantes estaban aquellos que fueron por fines un tanto más lucrativos en cuanto a placer respecta y se besaban y manoseaban todo en un lugar al que decidí llamar "La Pared de la Pasión" (lugar donde todos hacían sus cochinadas).

   Erika y yo nos fijamos en dos titanes mínimo de dos metros de altura que estaban a poca distancia de nosotras charlando tranquilamente, durante unos momentos ambas intercambiamos miradas con ellos y de un instante a otro Erika y yo nos miramos y yo exclamé divertida.
   —¡Que comience la cacería!— Reímos y seguras de nosotras mismas tomamos nuestras bebidas y nos acercamos bailando a aquellos guaperas.

   Durante breves minutos que me parecieron siglos bailamos cerca y a la vez lejos de ellos en plan «*Mata Hari». Ante el aparente desinterés del titán de traje azul prusia, (pues sí, los identificaremos así ya que sus nombres nos son totalmente ajenos así que:
«Blanco de Andrea: Caballero de azul»
«Blanco de Erika: Caballero de gris.») Decidí optar por métodos más drásticos, es decir, más a mi estilo así que fingí tropezarme y derramé prácticamente todo el contenido de mi vaso en el traje de mi "blanco".

   —¡Oh diosss! Lo siento mucho es que aún no me acostumbro a estos tacones son un tanto pesaditos— Exclamé en una verborrea apenas entendible mientras pasaba mi mano por encima de su traje (el claro objetivo era manosearlo un poco, anoten chicassss aprendan que no soy eterna).

   —Tranquila linda, un baile lo compensaría todo— ¡Y el Oscar de este año es paraaa! ¡Andreaa! La diosa que llevo dentro se regodea llena de orgullo y yo que no me quedo atrás.

   De repente en todo el lugar suena la canción "Tiempo pa' Olvidar" de Becky G y Abraham Mateo, sutilmente suavicé el movimiento de mis caderas y este se unió a mi sujetándolas, guiando nuestro acompasado baile, de repente, mi conquista se agacha para olisquear mi cuello, del tiro se me secó la boca y las piernas me temblaron.
   —Mmmm...que bien hueles— Susurró cerca de mi oreja provocando que se me erizada todo.

   —Vamos a un lugar más apartado linda—Añadió con ese tono tan sensual que me traía derretida. Antes de proceder busqué a mi amiga con la vista y la muy perra ya esta devorandole la boca al del traje gris ¡Qué fuerte!

   Tres minutos después yo ya estaba pegada contra "La Pared de la Pasión" con aquel titán besándome con genuina desesperación, su boca asaltó la mía, nuestras lenguas bailaban al compás del ritmo que marcaba la lujuria, sus manos ansiosa por saciar su curiosidad, hurgaban por dentro de mi vestido apretado. La erección de aquel de mirada azulada era cada vez más notable y la frotaba con alevosía contra mi sexo. Calor. El deseo me consumía era una especie de incendio desde dentro hacia fuera ahogado en sus labios y apaciguado por su aliento mentolado. Sus labios abandonaron los míos.
   —¡Que bien besas mujer!
pero no puedo poseerte aquí, sería injusto para ti.

Ah no no...
No te las tires de príncipe azul a estas alturas...
Cógeme y ya.

La diosa que llevo dentro se revolvió indignada en su diván mientras su gesto se contraía en una mueca de disgusto, yo solo lo miré desconcertada ¡Menudo calentón con el que me ha dejado!

   Como campana salvadora sonó mi móvil, miré la pantalla y era Erika.
   —¿Que pasa?—Pregunté totalmente extrañada acercando el telefono a mi oreja.
   —Andrea tienes que salir ahora— El tono con el que me dijo "ahora" no me gustó ni un poco y estaba a punto de salir corriendo cuando de repente.

   —Hey, espera por favor, no te vayas así, al menos dime tu nombre— Preguntó el galanazo de traje azul, casi me conmueve su tono de súplica, pero lo que me hizo no se hace.
   —Llámame bombón solo por esta noche—Musité juguetona alejándome de él, no sé por qué tengo la sensación de que lo volveré a ver.

   Al salir me quedé perpleja, fuera de la mansión estaba nada más ni nada menos que Norbert esperándome fuera del carro, rápidamente revisé mi teléfono, quince llamadas perdidas de mi madre ¡Que pesadita!

   —Eso era lo que pasaba, parece que a tus padres no les gustó que salieras, al menos no hoy— Dijo mi entristecida amiga con pesar en su voz, se que debe sentirse culpable, la conozco se culpa por todo.
   —Heeeey !!! Arriba esos ánimos que valió la pena, la pasamos pipa allí dentro con esos buenorros de traje— Erika rió y me abrazó ¡Por Dios que drama!
   —Te amo cuchuuu cuidate!! Llámame!!!—Me dijo mientras yo caminaba hacia el carro, di un asentamiento de cabeza y sin más me subí.

   —Buenas noches Srta. Andrea— Musitó mi viejo chofer educadamente, como de costumbre.
   —Buenas noches— Dije con  desgano mirando a través de la ventanilla, sentí la mirada preocupada de Norbert en mi nuca y es que no era para menos ¡La que me iban a montar!

   Llegamos, a la casa y salí nerviosa encaminándome al interior de la casona donde vivía, a cada paso la seguridad se desvanecía y mi cerebro le pasaba cuenta a todas las posibles excusas que imaginé en el trayecto, sin embargo, no pude dejar de notar como Norbert no apagó el auto, sino que permaneció encendido y en su lugar, normalmente a estas horas ya es común que esté en el garaje.

   Al abrir el portón todo se esclareció poco a poco, mi queridos progenitores caminaban histéricos de aquí para allá por todo el salón. Al verme entrar se acercaron a mi hechos unas furias. Mi padre se cruzó de brazos y tensó su mandíbula mientras que mi querida madre se preparaba para su monólogo de «Andrea, eres menor de edad».

   —¿¡Que significa esto Andrea?!—Gritó histérica plantando su teléfono en mi cara, tuve que alejarla unos centímetros para discernir que era lo que me mostraba, pude ver que era el mensaje que le envié al mediodía avisándole que pasaría la noche fuera, ya sabía que rumbo tomaría esto pero decidí estar callada y llevar la fiesta en paz, es lo más saludable para el equilibrio mental de todos los presentes.
   —Lo siento pero creo que me dormí en la parte de la película en la que cumplías 21 años ¿Crees que estas son horas de llegar?—Me limité a negar con la cabeza, no tengo la mínima idea de la hora que es, cada vez que salgo con Erika pierdo la noción del tiempo.

   —Está de más decir que estas castigada, nada de fiestas ni de salidas con amigos de la escuela a la casa y viceversa, nosotros tenemos un viaje que durará varios meses pero Simona, tu antigua nana se encargará de ti— Oh no, detesto a Simona cualquiera menos ella, la diosa que llevo dentro se encogió en un rincón de mi conciencia, esa mujer es un monstruo.

   —¿¡Mamá es enserio, tengo diecisiete años no estoy bastante grandecita para nanas!?— Grité con el cabreo en su máxima expresión.
   —El día que entiendas que eres menor de edad todo será mejor para esta familia—Creo que esa fue la gota que colmó el la copa, intente contenerme pero ¡Se acabó!
   —No mamá, el día que TÚ entiendas que tienes una hija adolescente que te necesita todo irá mejor para esta familia—Grité enardecida, ahora si liberé al demonio, se que eso le dolió, pero ya estoy cansada de tanto control.
   —¡Andrea a tu habitacion!
   —Pero...
   —¡¡¡AHORA!!!

   Chasqueé la lengua y corrí fastidiada escaleras arriba, mis ojos escocían pero me niego a llorar, al ingresar a mi habitación di un portazo que debe haberse escuchado en toda la casa.

  Solo dentro de mi habitacion me di el lujo de llorar a moco tendido de pura frustración. Minutos después sentí como se iban, sin siquiera subir a decir adiós, así son mis padres. Me tiré en la cama y tomé mi teléfono ¡Tres de la mañana!

   Tenía un mensaje de Erika avisándome de que había llegado y preguntando como me fue.

«FATAL»

   Le respondí para luego encaminarme al baño para ducharme y ver si puedo sacar ese olor intenso a One Million de mis fosas nasales de una vez por todas.

   Luego de salir me acosté en la cama nuevamente ¡Menudo día! Entre carreritas, compras, saltos, baile, caricias y nervios he terminado muerta. Me dormí al poco rato, soñando con penetrantes ojos azules y grandes manos recorriendo mi cuerpo.

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Instagram: fabio_aguilar05

*Curiosidad:

- Mata Hari fue una bailarina exótica y cortesana de nacionalidad francesa, fue espía también en la Primera Guerra Mundial.

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