ღ 7 ღ
Agradecida de no poner nombre a los capítulo, porqué me estaría matando más la cabeza para sacar algo coherente *c ríe*¨
¡Hola, después de medio año después! -c esconde-
No hay excusas, pero en mi defensa...! Lo había comentado antes, la razón por la que avanzo lento aquí es porqué estaba más centrada en Eterno Equinoccio, esto y que, como planifiqué este fic de principio a fin me dio ¿cómo decirlo? Sí, pereza escribirlo. ¿Razón? Ya sabía que rayos iba a pasar y eso me aburría de sobre manera explayar el capítulo.
Así que dije: ME VALE UN CARAJO y tiré toda la planeación y comencé una nueva, así que eeeeh que bueno que lo hice PORQUÉ POR FIN FLUYÓ *risas*
Como saben, siempre tengo el inicio, puntos importantes y final pensados y anotados, pero lo que sucede en el camino mayormente no. Es una sorpresa para mí como para ustedes, por lo menos aquí en LA. Porqué este fic me gusta como entretención, aunque... no pude evitar ponerle algo de *cof, cof* drama *Cof, cof* LO SIENTO.
Aclaro que no tengo mucha noción de la cultura precisa de Japón, sobre los establecimientos y algunos puntos, así que todo es un aproximado, así que PERDÓN. Pero toménlo o dejénlo, su decisión :D
En fin, disfruten la lectura
Antes de entrar al pent-house de Sasuke, se detuvo en el pasillo apoyando una mano en la pared, tratando de controlar su respiración acelerada y el temblor de su cuerpo. El mismo que se había quedado paralizado en la estación del metro, mirando a la persona en la que una vez confió y la decepcionó.
Fueron escasos segundos, y Dios, logró destantear su mundo. Removiendo viejas heridas y destapando esa horrible lata de gusanos que se esforzó por intentar desechar. De la desconfianza en los demás y en la propia confianza.
De pensamientos que ella no fue suficiente.
De lo ingenua que fue.
De que confió demasiado.
Y el miedo voraz.
Cerró los ojos, contando mentalmente y procurando llenarse de pensamientos agradables. Su gato Perseo. La comida de su abuela. El café capuchino que tanto le gusta. La sonrisa de Sasuke.
Sasuke...
Tragó grueso con las pupilas alteradas. ¿Por qué? ¿Por qué tuvo que relacionar estos pensamientos con Sasuke?
No tardó mucho más al introducir el código de la cerradura e ingresar deslizando una sonrisa en su rostro. Que nadie viera lo alterada y afectada que se encuentra.
Se topó con una realidad con la que se ha enfrentado unos días atrás. No fue recibida por la soledad a la que se acostumbró en el último mes, en cambio, Itachi la saludó desde la cocina con una sonrisa y sosteniendo una espátula.
—¡Hola, pequeña chica!
Lo abrazaba un delantal rosado que pertenecía a Sakura y en él, debía admitir que pintaba una imagen ridícula. El pequeño delantal apenas y evitaba qué se manchase de lo que sea que estuviera cocinando.
Intento no reírse. No es nada educado burlarse del hermano de su jefe, aunque parezca gracioso su aspecto.
Con éxito, consiguió serenarse del todo.
—Buenas tardes, Itachi-san —saludó dejando la mochila en el sillón junto a su bolso y chamarra.
Desde de la primera vez que lo conoció no han tenido oportunidad de conversar a profundidad. Las veces que ha llegado, ambos hermanos iban de salida y se saludaban fugazmente. El que lo encontrará aquí cuando Sakura está en periodo de vacaciones por navidad fue suerte.
Por eso hoy llegó temprano, pero no esperó encontrar a Itachi ya cocinando.
Olía delicioso que fue inevitable acercarse a su lado y observar fascinada el guiso, colores, texturas y aromas. Se le hizo agua la boca y se encontró fascinada.
—Se ve y huele delicioso.
—Me alegra que lo pienses así —dijo alegremente el chef que tenía un restaurante famoso (sí, tecleó el nombre en internet y es cinco estrellas).
Sakura sonrió un poco atreviéndose a mirarlo un poco más.
—¿Puedo ayudar en algo?
Itachi enarcó una ceja sin dejar de mover el cucharón.
—No te preocupes, hoy me encargo de la cocina.
—Uh...
—Sé que comúnmente le cocinas a mi hermano. —Itachi dejó el utensilio y agarró el trapo para limpiarse las manos. Su expresión se tornó amable—. Debo agradecerte. No es tu obligación y aun así lo haces.
—Yo... —ante el repentino suceso, no pudo evitar ponerse nerviosa. Sonrojándose un poco recordando todas las ocasiones que ella y Sasuke comparten cenas, las miradas cargadas algo indefinido y bromas dispersas—. Lo hago con gusto. Naruto me dijo que él no toma muy en serio su salud. Se escuchó muy grave por teléfono.
Itachi suspiró sonoramente.
—Quizás pienses que exageramos, pero ninguno de nosotros quiere que se repita lo mismo.
¿Repetir lo mismo? ¿A qué se refiere? Las dudas parecían filtrarse por su expresión porqué Itachi tuvo una comprensión muda al verla. Murmurando un "vaya, no sabes".
Sí, Sakura desconoce mucho de Sasuke, y ha de admitir que no le agrada no saberlo, pero evita forzar la mano descaradamente. Considera que el conocer a una persona lleva su tiempo y hay algo entrañable en descubrirlo por su cuenta.
Sin embargo, alguna vez entendió de la peor manera que jamás terminas de conocer a alguien. Como dar un corazón, confiando ciegamente y te lo aplasten de la peor manera posible.
Uno nunca se recupera de una traición, simplemente aprende a vivir y creer sobre el dolor.
Estuvo a punto de zanjar el tema al sentirse incomoda por lo que sea que Itachi dijese, pero él actuó más rápido.
—Hace un poco más de un año, Sasuke fue ingresado al hospital y estuvo internado una semana entera —soltó de pronto él, provocando una sacudida en Sakura en medio de la cocina—. ¿Te imaginas la impresión que me lleve al entrar aquí y verlo desmayado en el suelo? —Itachi negó con la cabeza, suspirando al dejar el trapo sobre la encimera, ocupando sus manos—. Sufrió un ataque de asma... no, quizás el término sería de ataque de pánico.
—¿Sasuke tiene asma? —fue la pregunta que importó en todo esto.
Itachi la miró con ojos tristes.
—Antes, cuando era niño. Dijeron que con el tiempo se les quita y sucedió, desde los quince años no sufrió alguna crisis, pero estuvo a punto de desencadenarlo —agitó la mano negando con la cabeza—. Debió ser por una exposición de emociones fuertes, hasta el día de hoy desconozco qué causó su condición, él no me lo dirá.
—Debió ser algo extremadamente intenso para él —murmuró contraída Sakura intentando imaginarse tal escena.
Itachi apretó los puños y le dio la espalda.
—Tengo mis sospechas.
Ante ojos de Sakura, Sasuke es un hombre impasible y sereno, pocas veces, o, mejor dicho, ninguna ocasión lo ha visto alterado o que su fachada tranquila se rompa. No puede ni empezar a imaginárselo. Comúnmente es miradas dulces, sugerentes y algo traviesas detrás de ese mortal gesto serio que engañaría a cualquiera que no lo conociera bien.
Que algo, o alguien desencadenara así un ataque de pánico...
Tuvo la horrible sensación de que es algo de lo que no debería escuchar de Itachi.
—Lamentablemente se empalmó con otros problemas de mala alimentación y hábitos desastrosos de sueño, y pasó una semana entera pegado a una intravenosa —continuó el mayor un poco más calmo, moviéndose por la cocina en busca de más ingredientes—. Los médicos fueron muy claros en su dieta siguiente y cuando Chiyo-san regresó de sus vacaciones comenzó a cocinarle de nuevo.
Había un tono extraño en su voz, de algo que supone era secreto y cada vez Sakura estaba más incomoda al respecto, pero al mismo tiempo, la necesidad de saber más le calaba.
—Pero me he dado cuenta de que se salió con la suya y engatuso a tu abuela para que dejara de cocinar de alguna u otra forma. Eh, pequeña chica, no culpo a Chiyo-san —aclaró cuando vio el ceño fruncido de Sakura—. Mi hermano es demasiado inteligente y terco para mi pesar, no dejará que otros se preocupen por él. Ah, en ese aspecto es un adulto un poco desastroso.
—Aun así, me estás diciendo todo esto sabiendo que me preocuparé más por él —instigó la chica con ojos entrecerrados a su dirección. La sonrisa tenue y decaída de Itachi le confirmó sus sospechas.
—Me pareces una buena chica, Sakura —dijo su nombre por primera vez desde que se conocieron y le agarró con la guardia baja. Lo miró con ojos muy abiertos—. Puedo intuir que ya te preocupas genuinamente por mi hermano como una amiga que como empleada. Lo dije en serio cuando te agradecí por tu ayuda, parece que eres la única que puede penetrar un poco sus defensas. ¡Ni siquiera nuestra madre puede hacerlo!
—Su madre —repitió ella estupefacta.
—Hm, sí. Es, eh, complicado —Itachi se aclaró la garganta con el puño pegado a su boca y se giró sobre sus tobillos a inspeccionar su creación—. ¡De todas maneras, aprecio tu ayuda!
—... —Sakura se quedó, literalmente, sin palabras.
Estuvo de pie allí en silencio, pensando en qué decir. Al final decidió que no era de su incumbencia indagar sobre las dudas que se pegaron a su mente con todo lo que le dijo Itachi, así que murmuró que iría a limpiar y desapareció por el pasillo a paso rápido mientras su cabello largo amarrado en una coleta alta se balanceaba.
Creyó que el limpiar le ayudaría a despejar su mente.
Grave error.
¡Hubiese sido mejor perder el tiempo conversando cualquier tontería con Itachi!
Los quehaceres la dejaron con mucho tiempo sola, encerrándose en sus propios pensamientos al limpiar las habitaciones. Inconscientemente se demoró mucho en la habitación de Sasuke, observando el espejo del baño privado, preguntándose qué habrá sucedido hace un año que lo hiriera profundamente para terminar colapsando.
¿Él siempre vivió así, en soledad?
Recordó la primera vez que se vieron en este departamento. Él había sonreído sin emoción y descrito su hogar como "frío y desolado". Y al saber las intenciones que encerraban esas palabras, se daba una idea de las emociones que persistían en Sasuke la mayoría de las noches.
Vivir solo es angustioso.
Quizás... ¿si tuviera una mascota lo animaría?
—Tal vez un gato —caviló para sí al salir de la habitación tirando de la aspiradora al cuarto de lavado, el último en ser limpiado—. Son pequeños, independientes, limpios y cariñosos. Bueno, lo último suele ser al azar. Perseo es animado la mayoría de las veces, pero...
—Pequeña chica.
Sakura se sobresaltó.
—¡Yo no estaba pensando en gatos! —exclamó.
—Ah...
Se miraron el uno al otro, con Itachi enarcando una ceja, sumamente curioso por la elección de palabras y Sakura sonrojándose por lo tonta que se vio agitando las manos. Desvió la vista, parpadeando furiosamente intentando despejar la vergüenza.
—Te llamaba para pedirte un favor—Itachi se compadeció de ella y no mencionó su desvió, en cambio, ensanchó su sonrisa y señaló el pasillo con el pulgar—. ¿Puedes vigilar los dangos? Con qué esté a fuego por veinte minutos más estará listo.
—Oh, sí... ¿irás a alguna parte? —preguntó al verlo moverse a recoger su chaqueta.
—Me gaste la salsa de soja haciendo los dangos y me falta preparar la cubierta.
Los ojos de Sakura prácticamente brillaron al ver su oportunidad de oro de la verdadera distracción.
Inmediatamente saltó por su propia chamarra y bufanda alegando que ella iría al supermercado por lo que faltase, no era necesario que Itachi lo hiciera. Por supuesto que Itachi se negó, diciendo que por ningún motivo le pediría ese favor y saliera en la nevada.
Sakura se había reído y negando con la cabeza.
—Soy la ama de llaves —sentenció agarrando su pequeño bolso blanco en el que cabe lo justo y necesario—. Es mi trabajo. Además ¡vine preparada!
Exhibió una sombrilla compacta como si fuese una espesa, Itachi estuvo dividido entre reírse o sorprenderse por lo precavida que era.
—Pero...
—¿Solo necesitas la salsa de soya?
—...
Felizmente Sakura traspasó las puertas del supermercado directo al carrito. No es que fuera a comprar demasiado, pero siempre le divertía empujar del carrito, y le ayudaría a distraerse. Ahora lo necesita para no pensar en la plática con Itachi e intentar desmembrar mil y un escenarios con referente a Sasuke.
Tarareó por debajo al pasar por los pasillos mirando a su alrededor. Agradeció insistir y venir en lugar de Itachi, nunca piso este lugar y le parece algo elegante y sofisticado. Era de esperarse por la zona en la que se encontraban. Parecía un mundo distinto.
Aunque los precios... bueno ¿qué se esperaba de una zona acomodada? La última vez que compró la alacena lo trajo cargando desde la parada del metro.
Bueno, al final Itachi le dio dos tarjetas, una de membresía y otra de crédito. Así que dinero suyo no es.
—Veamos... —murmuró sacando el celular en busca de la lista que Itachi le envío por mensaje. Un contacto más añadido a la lista, a la cual Itachi se auto agregó como "tu próximo cognato" a la cuál, por más que Sakura le diera vueltas y vueltas, no pudo encontrar significado.
La lista no era extensa y los artículos resultarán fáciles de cargar una vez esté en bolsa. Pero al ser un lugar que no ha visitado antes le tomará su tiempo. Itachi prometió que no importase cuanto tiempo tardase, pero insinúo que regresara antes de que oscureciera completamente.
—Primero vayamos por el café.
Sí bueno, al parecer Itachi era parcialmente adicto al café y terminó las pocas capsulas que quedaban.
Hay un placer dudoso en virar a su alrededor y descubrir productos tan sofisticados. Vio el café que aprendió a reconocer como la marca favorita de Sasuke. Tras colocar una pequeña caja en el carrito, con curiosidad escaneó todo el estante en busca de su poderoso café instantáneo y...
No encontró nada.
Caminó por todo el pasillo porqué de alguna manera el café en varias marcas, presentaciones y colores ocupaba todo un estante largo y ancho. Con las manos en las caderas: café de grano, café tostado, café de molido, café de América, café en cápsulas, café, café y más café.
Pero nada de lo que buscaba.
—No hay café instantáneo —jadeó en voz baja, cubriéndose la boca con la mano, sorprendida ante el descubrimiento.
Hubo risa sardónica detrás de ella.
—¿Ese café asqueroso? Qué corriente eres ¡Este lugar perdería reputación si vendieran ese café plebeyo! —dijo una señora con una expresión irónica mientras pasaba empujando el carrito. Un bebé estaba recostado en el portabebés y la miró con sus grandes ojos mientras pasaban.
Sakura boqueó, impresionada por las palabras de la señora.
¿¡Le dijo corriente!?
Bueno, no es qué esté muy equivocada si se refiere a su clase social. Pero no dejará que una señora cualquiera la insulte así. Aunque viniese con un bebé con ella.
Lo siento por lo que escucharás, bebé, la culpa es de tu madre grosera.
Sin embargo, al verla mejor se dio cuenta que no es una señora cualquiera. La ha visto en la entrada del edificio cuando Sakura va a tirar la basura. Es una cara vaga y apenas reconocible, pero verla casi que viene debió haberse quedado su imagen inconscientemente.
Más enojo le provocó.
—Espere ahí ¿cómo me llamó? —se viró a la señora grosera con el ceño totalmente fruncido.
El carrito ajeno se detuvo y esa mujer la escaneó despectivamente con la mirada, como si viese un insignificante animalito. Sakura no pudo evitar ofenderse más, reconocía muy bien cuándo a alguien no le agradaba. Una habilidad que adquirió de una forma no muy grata.
—Corriente. Y vaya que no me equivoque, se ve que no eres de por aquí —expresó con desdén. A Sakura casi le da un lapsus, era de esperarse que no se dignara a mirar a las demás personas—. ¿Por qué dejan pasar a todo tipo de gentuza aquí?
Haruno se inspeccionó a sí misma. Cuando se miró al espejo no creyó que se viera mal, se había puesto unos jeans de cintura ceñidos a sus piernas, unos botines negros y una blusa manga larga cuello de alto negro y encima... una chamarra de mezclilla con bufanda rosa y emoticones de gatos.
¿Es por la bufanda? ¿Los zapatos? ¿El bolso? ¿Su cara? ¿Qué?
—Mi vestimenta no le da el derecho de criticarme a sus anchas, señora —enfatizó la palabra como un insultó y se transmitió perfectamente porqué recibió una mirada sucia—. Su pensamiento clasista en enferma. No puedo creer que existan mujeres mayores frustradas y prepotentes que se metan con chicas jóvenes como yo.
La señora dejó escapar un chillido, llevándose la mano a su pecho como si le hubiese golpeado. A decir verdad, no es que se viera tan mayor, pero te algo tenía que agarrarse porqué Sakura no permitirá que la insulten.
—¡¿Me dijiste vieja!?
—En absoluto, escuchó mal —alegó Sakura cruzada de brazos y nada más hizo un ademán con una mano y viró el rostro—. Permítame repetirle, le dije: mujer mayor frustrada y prepotente
—¡Tú, delincuente!
—Oh, ahora soy una delincuente —estimó que fue suficiente y debía retirarse, gastaría energías discutiendo con una persona sin respeto por lo demás. Una pérdida de tiempo.
—¿Qué está pasando aquí?
Una tercera voz se unió y Sakura suspiró sonoramente. ¿Por qué? ¿Por qué alguien más tiene que intervenir? Era un hombre alto y por la manera en que se acercaba con una caja ilustraba con pañales, supuso que era el esposo de esta mujer prepotente y grosera. Por otro lado, el bebé veía a ambas con sus grandes ojos azules, succionando su chupón viéndose de lo más entretenido.
Al menos alguien se divertía. Alguna que otra persona pasaba entre los pasillos laterales, pero nada más les enviaban miradas de soslayo o murmuraban una que otra cosa intangible.
El humor de Sakura empeoraba, contrario a sentirse nerviosa como al principio. Sacaría las uñas si alguien la insultaba, no dejaría de nuevo que denigraran su persona y mancharan su reputación. Ya tuvo suficiente. Y no le importa que sea una desconocida, con mucha más razón podía desquitarse.
—¡Amor, esa me llamó vieja prepotente! —exclamó la mujer colgándose del brazo de su esposo y señalando a Sakura con un dedo.
—En primer lugar, usted me llamó corriente. En segundo, insultó mi propia persona —enumeró Sakura desafiante—. Pero ya tuve suficiente de esto, no tengo ni las ganas ni el tiempo de discutir. Me marcho.
—¡Alto ahí, exijo que te disculpes!
—Lo haré si usted lo hace primero.
—¡Uy!
A este punto la mujer estaba roja de la furia, el esposo debatiendo con una expresión complicada, quizás preguntándose si debía intervenir o darle la razón a su esposa, y el bebé... bueno, existiendo.
La paciencia de Sakura es limitada, incluso ella se cansa.
El hombre se veía incómodo, como si no tuviese la fuerza de voluntad en ir contra de las opiniones de su esposa.
—Amor, creo que...
—¿Le darás la razón a una desconocida?
—... —El hombre miró a Sakura con pena, como si se disculpara en silencio no poder controlar a su esposa y que la pelirrosa haya sido el objeto de su actual desagrado.
Si, bueno ¿y Sakura que culpa tiene? Ya puede sentir que ahora sí había miradas sobre ellos, y de reojo le pareció ver a un guardia de seguridad acercándose. Suspiró, frotándose la frente con los dedos. Menuda boca suya, hubiese sido más fácil marcharse una vez que llegó el esposo, pero no fue suficientemente rápida.
Vagamente se preguntó si la echarán a patadas o la vetarán. No le sorprendería contando el tipo de persona que asiste a estos lugares y con esta clase de pensamientos denigrantes y clasistas. Internamente le sorprende que en la actualidad sigan existiendo personas que creen que el tener suficiente poder adquisitivo daba derecho a denigrar a otra persona, independiente de su estatus social.
El guardia de seguridad ya estaba siendo abordado por la mujer que se explayó apasionadamente poniendo palabras en su boca que nunca dijo. Sakura se preguntó en silencio si ya había oscurecido, por qué no sabe cuánto tiempo estará aquí atrapada. Debería enviarle un mensaje a Itachi avisando que tardará en llegar.
Un mechón rosado que escapó de su coleta le obstruyó su vista al sacar el celular, lo deslizó detrás de su oreja cuando sintió a alguien acercarse por su espalda. Quizás un curioso que quiso obtener de cerca u discusión. Viró la cabeza sorprendida cuando una mano se posó en su cintura y un aroma a menta y madera inundó sus sentidos.
Es un aroma irreconocible para ella.
Sasuke.
La miró boquiabierta aún con el celular en la mano.
—¿S-Sasuke-san? —llamó un poco aguda.
El joven azabache la miraba con una ceja enarcada y una sonrisa asomándose en la comisura de sus labios, cual se extinguió al mirar frente a ellos a las otras personas y el guardia que les devolvía la vista con cierta impresión. Nadie creyó que interviniera una quinta persona, y, siendo sincera, Haruno tampoco lo esperaba.
—¿Hay algún problema con mi acompañante? —preguntó fríamente Sasuke.
Lo que sea que haya respondido el guardia, Sakura no lo escuchó. Estaba muy ocupada lidiando con su nerviosismo en aumento tras caer en cuenta que la mano grande y cálida de Sasuke se posaba casualmente en su cintura, un peso que fue reconfortante, pero al mismo tiempo ardiente.
El calor traspasaba su blusa yendo directo a su piel y su costado pegado a Sasuke también ardía. Sintió sus mejillas un poco rojas y agradeció que se interpretara como su enojo, porqué sería sumamente vergonzoso.
Trato de centrar sus pensamientos, fue muy difícil. Hasta ahora tuvo éxito en aplastar ciertas fantasías en los que se dejaba llevar por sus emociones. No debía ser así.
—... ¿Eso es cierto?
Un par de segundos después se percató que el guardia se dirigía a ella. Ah, se perdió de qué dijo y parpadeó, tratando de enfocarse. Entonces, sólo repetirá lo que sucedió. Lo dijo en una frase muy resumida y terminó con un:
—No me importa sus disculpas ni le ofreceré las mías por qué no la insulté ¿puedo irme ya?
—Tú no te vas hasta haberte disculpado ¡me llamaste vieja!
Haruno suspiró y se frotó las sienes. Detrás persistía la presencia de Sasuke.
—Señalé que es una mujer mayor, lo cual, es un hecho —expresó por quién sabe cuánta vez.
Se estaba mareando, el calor de Sasuke en sí era reconfortante, pero sus nervios provocaban que se volviera sofocante. El aroma a menta la envolvía y en cualquier momento comenzaría a tener deslices con su lengua, ya podía sentirlo. Y no podía simplemente apartarse, la mano sobre ella se veía tan casual, pero sus dedos impedían que se alejara, como una jaula de la que quisiera nunca abrir.
—Señor, dudo mucho que quiera ser mediador de una discusión sin sentido —se dirigió al guardia qué parecía de lo más cansado al comprender la situación. Ah, entendía el sentimiento de lidiar con problemas de clientes. Cuando trabajó de cajera surgían casos similares de estudiantes o amas de casa discutiendo por el último producto en stock—. Déjenos ir y asunto arreglado. Le doy mi palabra de que nunca más me verá por aquí.
—¡Huh! Es lo mínimo que se espera —dijo la mujer aún con el ceño fruncido.
—No me parece justo —intervino de pronto Sasuke que había escuchado en silencio y le pareció un buen momento para hablar, los ojos entrecerrados en dirección a la pareja casada, un brillo que advertía una contienda en la que ganaría— que prohíban la entrada a quién únicamente se defendió. Tú causaste este alboroto con tus comentarios.
¡Sasuke, no! Exclamó internamente Sakura al ver cómo la señora prepotente comenzaba a discutir, le dio un codazo disimulado y él respondió con un apretón qué casi hace colapsar su corazón.
Se desvío lanzando una mirada de disculpa al guardia. Discúlpame, amigo. Lo intenté. El guardia arrugó la nariz alternando la mirada entre Sasuke y la señora.
Ante la intervención de Sasuke, el esposo de la señora dio un paso al frente tomándola del hombro y haciendo que retrocediera un poco. Sakura estimó a que se debía a la fría mirada que Sasuke les dirigía a ambos.
—Nos disculparemos ¿de acuerdo? Es innecesario agravar el malentendido.
De inmediato la mujer se alebrestó y se soltó del agarre.
—¡Estás loco si piensas que me disculparé! ¿No estás viendo la injusticia de la situación? ¡Y tú! —señaló al guardia— ¡Permites que cualquiera insulte a los miembros exclusivos que pagamos la membresía premium! ¡Nuestro dinero paga tu sueldo, empleaducho!
Oh, así que de ahí venía toda la parloteada de "corriente" y "gente exclusiva". Se preguntó vagamente con morbo que pasaría si sacaba la tarjeta negra de membresía que Itachi le dio y que dice con letras plateadas "miembro VIP". ¿La señora se desmayaría? ¿Daría fin a este problema?
Con entusiasmo revisó la bolsa interna de su chamarra, pero luego se quedó estática al sentir un apretón en su cintura, al mirar a Sasuke, él negó con la cabeza como si adivinase sus pensamientos.
Su mano ardía contra ella. Dios ¿cuándo la va a quitar? No está soportando la tensión de su cuerpo y luchar contra el impulso de dejarse llevar.
Se repetía una y otra vez que no era correcto. Ella y Sasuke no son nada. Sería presuntuoso de su parte dejarse hundir por completo. Todo a su tiempo. Todo a su tiempo.
—El hecho de que sea miembro o no, no te da derecho a hablarle así a mi novia, ni tratar despectivo al guardia frente a ti —destrozó Sasuke con sus palabras. Una, a la señora que parecía haberse mordido la lengua por sus palabras mordaces.
Otra, a Sakura qué apenas registró en su mente más allá de "mi novia".
¿Qué dijo él qué?
¡¿Qué insinuó Sasuke!?
Se sonrojó furiosamente y buscó encararlo ¿No se da cuenta que está causando otro malentendido? Y no solamente eso ¡su corazón no puede con tanto, oh, no, explotará de lo rápido que está latiendo! Al moverse lo único que consiguió fue que Sasuke terminara de enrollar su mano alrededor de su cintura, apegándola a él. Nunca apartó la mirada de la pareja frente a ellos.
Sakura se mareó, apoyándose en él. Fue tan impactante que se perdió un poco de la conversación y debió ser algo muy importante porqué de pronto la pareja frente a él se puso lívida; y la señora, por primera vez que la vio, parecía asustada.
—¿Cómo sabes nuestros nombres?
¿Eh? ¿Los nombres de la pareja?
Sus ojos verdes parpadearon, desplazando la vista de la pareja a Sasuke, quién tenía una sonrisa nada amable en su rostro. Era una fría y despectiva, algo de irritación filtrándose a los bordes y letal en cada rasgo de su rostro.
—Es normal conocer de la identidad de las personas que arrendan mi edificio.
—...
—...
—...
—¿¡Tú qué!?
Finalmente, tras varias palabras, arrastraban amablemente a Sakura al estacionamiento. Sasuke iba al frente y mantenía sus manos unidas. Todavía Sakura seguía sorprendida por los acontecimientos previos y no se había molestado en deshacer el agarre. La mano de Sasuke, como percibió antes, emitía mucha calidez.
Ordenando sus pensamientos, lo primero que logró soltar cuando llegaron al estacionamiento fue:
—¿Eres dueño del edificio?
—Mn, sí.
Vaya, eso explica muchas cosas. Como, por ejemplo, que viviera en el pent-house que ocupa todo un piso.
—... Impresionante —alegó. Su curiosidad pudo más—. ¿Cómo llegaste a ser dueño del edificio?
—Es una herencia de mi abuelo materno. Murió hace cuatro años y me dejó el edificio, a Itachi los bienes de Milán, donde tiene su restaurante —aclaró.
Le dio un apretón a su mano y Sakura se estremeció, abochornándose nuevamente. El calor desapareció cuando él se apartó buscando en los bolsos de su gabardina las llaves del automóvil. Ella trató por todos los medios que no se notara el anhelo que dejó atrás.
—Al principio no era tan exclusivo, de echo era considerado de los más viejos. Hice que remodelaran ciertas partes, dieran mantenimiento al jardín general y construir una caseta de vigilancia controlado las entradas y salidas.
—La seguridad es importante, bien pensado por tus inquilinos.
Sasuke le dio una mirada complicada. Ella notó que había algo más en esa expresión.
Se abstuvo de indagar. Sasuke le abrió la puerta del copiloto, instándola a entrar. Sakura se deslizó rápido buscando un poco de calefacción. El invierno trajo consigo una oleada de brisa fría, y al estar a una semana de nochebuena, habrá bajas temperaturas. Ajustó la bufanda mientras Sasuke encendía el trasto.
A todo esto...
—¿Cómo me encontraste? —preguntó. Quizás sea un poco ingenua al pensar que fue por casualidad, como sus anteriores encuentros, pero siente que esta vez no fue así.
Y vaya que atinó.
—Llamé a Itachi y me dijo que estarías por aquí —expresó con la mirada al frente tras incorporarse al tráfico—. Y que oportuno fui.
—Muy oportuno —concordó suspirando, se relajó contra el asiento dejando ir la tensión. Al final, nadie se disculpó, el guardia terminó harto y Sasuke los sacó a ambos dando por finalizado la conversación—. Pero... no compramos nada.
Sasuke le dio un vistazo con una sonrisa asomándose en sus labios.
—Vamos a otro lugar.
Que Sasuke fuera dueño del edificio no era mi plan inicial, así que ( ͡❛ ▿ ͡❛)//
Estoy teniendo un poco de problemas con la edad de ambos, pero, aja *se mete una piruleta a la boca* equis ya pronto será legal.
¿Alguna teoría de quién puede ser la persona que menciona Sakura al inicio?
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