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La mayor parte del tiempo Sakura era positiva ante las situaciones desalentadoras que le presentaba la vida, afrontarlo con una sonrisa en el rostro y ver el lado bueno de los sucesos ocurridos. Muchos lo llamaban defecto, otros un rasgo de su personalidad, pero lo único que sabía, era que llorar no resolvería sus problemas, así que tuvo que tragarse sus lágrimas cuando era una niña y afrontar su nueva vida al lado de su padre controlador ante la muerte prematura de su madre.
Aquello no era nada con lo que ocurrió con su abuela. Afortunadamente sólo se dislocó la cadera, para la edad de Chiyo podría perjudicarle si no pasaba el mes en cama en reposo como le indicó el doctor. Estaba preocupada, Chiyo era como una mamá para ella, y si algo grave le sucedía no se perdonaría por no haberla cuidado mejor.
—Abuela, no sea necia —le reprendió al entrar a la habitación cargando una bandeja con la comida. Había calentado el estofado de la cena, y al regresar vio a Chiyo intentando levantarse de la cama—. Debe descansar, lo ordenó el doctor.
Amaba a su abuela, pero en ocasiones era necia. Ahora comprendía de dónde sacó Kizashi su carácter.
Dejó la bandeja sobre la cómoda y la obligó sentarse con la espalda pegada al respaldo. Chiyo refunfuñó un poco diciendo que no era una anciana decrepita para quedarse todo el día en cama.
—Sabe que no lo es, es la abuela más animada que conozco —le dijo dulcemente empujando la mesita suspendida al aire que adquirió Chiyo cuando ella se enfermó gravemente el año pasado por una pulmonía. De mucho le serviría para que su abuela no tuviera que levantarse, ahí colocó todas las porciones—. Así que debe esforzarte en descansar.
Chiyo observaba a su nieta, su rostro sonriente siempre le fue un alivio a su viejo corazón, le recordaba tanto a Mebuki, tenían la misma sonrisa y positivismo. Lastimosamente, la vida le arrebató a esa gentil mujer y, como consecuencia, una parte de su hijo se perdió entre la avaricia y depresión.
Tomó las manos de Sakura y le sonrió con su arrugado rostro.
—Gracias por cuidarme, niña.
—Usted me cuidó desde que mamá murió —repuso Sakura dándole un beso en la mejilla—. Es lo mínimo que puedo hacer. Ahora coma.
Ciertamente desde la muerte de su Mebuki, Sakura fue acogida por Kizashi y Chiyo se encargó de criarla ante las ausencias largas de su padre. Desde que tenía memoria su abuela la había velado con tanto amor y cariño. Jamás lo olvidaría, por eso mismo no dudaba en profesarle su más profundo agradecimiento y amor a con ella.
—Tendré que avisar que no podré continuar con mi trabajo durante un mes —comentó Chiyo una vez que terminó de comer y Sakura levantaba los platos y la miró un poco preocupada.
Su situación dependía de ambas, y aunque Sakura deseara que Chiyo no siguiera trabajando limpiando exclusivamente un departamento en el centro de la ciudad por tres días a la semana, no la había echo desistir. Por eso encontró trabajo de medio tiempo para intentar ahorrar para la universidad y mantener su hogar. En poco tiempo la edad alcanzaría a Chiyo y tenía que velar por ella ya que su padre lastimosamente no lo haría desde su abuela decidió apoyarla.
Perder ese trabajo sería perder un mes de sus ahorros. Pero podría con ello, sólo tendría que trabajar el doble. En las vacaciones de invierno conseguiría otro empleo y recuperaría lo perdido. Lo más importante era la salud de Chiyo.
—Tendrá que renunciar. —Aseveró.
—Sí...
Vio la preocupación de Chiyo, algo le inquietaba.
—¿Sucede algo?
—Mañana es día de paga. —La respuesta de la anciana congeló la expresión de Sakura—. Él siempre me deja el sobre sobre la mesa.
—¿N-No le puede decir que se lo traiga? —Aquello pintaba mal, lo sabía.
Chiyo negó con la cabeza.
—Es una persona muy ocupada.
—Puedo ir yo en su lugar —dijo rápidamente. No podía dejar pasar el pago, le aligeraría la carga por una semana—. Iré, haré la limpieza si es necesario y recogeré el sobre.
—El problema, niña, es que no deja pasar a cualquiera a su hogar —concreto Chiyo, lo que preocupó más a Sakura—. Pero no te preocupes, mañana hablaré con él y le explicaré la situación, es comprensivo y permitirá que entres.
—Eso espero.
En verdad que sí. Esperaba que el jefe de su abuela se compadeciera de su situación y lo permitiera. Estaría en aprietos si no contaba con la paga de esas semanas.
—¿Se encuentra bien, Chiyo-san? —Naruto mantenía una conversación teniendo un articular en su oreja mientras revisaba el IPad entre sus manos. Debido a que Sasuke se encontraba en una junta importante él contestó el celular al azabache que dejó a su cargo—. Debe enfocarse a recuperarse.... Oh, comprendo su preocupación, pero no se angustie, yo hablaré con Sasuke y le explicaré la situación. Estoy seguro de que permitirá entrar a Sakura-chan... Sí, en una hora le regreso la llamada para darle respuesta. Nos vemos pronto.
Colgó la llamada y regresó a la sala de juntas yendo a la cabecilla de la extensa mesa, ahí, Sasuke se encontraba sentado escuchando atentamente la explicación del jefe de mercadotecnia relacionado con la estrategia del próximo concierto de libros. La sala estaba en un silencio sepulcral que nadie se atrevía a interrumpir a menos que fuera necesario a temor de recibir la fría e intimidante del vicepresidente.
Pero Sasuke parecía absorto, dándose cuenta apenas que su secretario había salido de la reunión. Lo miró de reojo que se sentaba a su lado para continuar su trabajo. Esperó paciente a que la reunión terminara, y después esparcir otras ordenes al área de mercadotecnia, salieron de la sala a prisas dejando a sus empleados suspirar con fuerza. Sasuke ponía a todos nerviosos con esas reuniones.
—¿Qué sigue en el itinerario? —preguntó Sasuke en camino a su oficina, Naruto lo siguió viendo en la pantalla.
—Una breve reunión con Neji para fijar el horario del evento de la firma de libros de Tsunade-san —informó, y Sasuke asintió a medias recordando que por fin se daría el dichoso evento en el que trabajo durante esa semana sin descanso alguno—. La cena que tenías programada para hoy la cancelaron y reagendaron para la siguiente semana, así que terminando la reunión estás libre. Bien merecido después de esta ajetreada semana.
Le dio la razón, pero algo en los gestos de Naruto le indicó que no era lo único a considerar en su agenda.
—¿Algo más? —intentó indagar sentándose en la silla detrás de su escritorio en la espera de Neji.
Naruto enarcó ambas cejas.
—Hoy regresa tu padre, puedes ir a recibirlo al aeropuerto a las cinco.
Ante lo último se detuvo en seco y le dedicó una mirada de soslayo.
—¿Eso último en verdad está en la lista? —inquirió con un toque amenazador.
—Es una sugerencia.
—Pues deséchala. No pienso ver a mi padre hoy —objetó en un gruñido. No quería que arruinara su día, estaba más que seguro apenas lo viese le bombardearía de regaños y terminarían discutiendo, como era de costumbre.
Por hoy simplemente quería estar en paz.
—Él llamó y exigió verte. Le dije que tenías al tope tu agenda y tenían espacio hasta la próxima semana. —Una mentira tan descarada que Naruto le dijo a Fugaku, siempre le hacía tiempo a Sasuke para evitar toparse con su padre. Este, al ser el presidente tenía la agenda el doble de ocupada, incluso dentro de la empresa cuando ambos coincidían no lo hacía por mucho tiempo y terminaban en discusiones—. Te apuesto a que mañana estará aquí plantado frente a tu oficina.
—Tú siempre deseándome lo mejor —destiló con sarcasmo el azabache.
—Por cierto, te habló tu ama de llaves.
Sasuke lo miró intrigado.
—¿Sucede algo con Chiyo-san?
—Se lastimó severamente la cadera —informó su secretario serio, y su jefe no pudo evitar preocuparse. Se levantó casi de un salto de la silla.
—¿Se encuentra bien?
—Afortunadamente sólo se dislocó la cadera, pero debe estar en reposo un mes.
—¿Cuándo se lastimó?
A Naruto no le sorprendía el bombardeo de preguntas que la hacía Sasuke, no era secreto para él que su amigo le tenía mucha estima a Chiyo.
—Ayer en la noche...
—Debió llamarme —se quejó el joven dispuesto a tomar su celular para marcarle—. No importa, la llevaré al hospital a que la revisen.
—No te apures. Su nieta está con ella. Y sobre eso... —Le detuvo antes de que llamara, Sasuke le prestó atención a medias, estaba más preocupado en busca del número de Chiyo—. Está preocupada por la paga de esta semana, es hoy. Pidió autorización a que su nieta limpie tu departamento y pueda recoger el pago por hoy. También habló sobre la posibilidad de renunciar ya que estará un mes así.
Sasuke lo miró por fin, entrecerrando los ojos.
—¿Sabes si es de fiar? —Él era receloso con su departamento.
—Conozco a la chica, no habrá problema.
Antes de que pudiera pensarlo mejor y preguntarle más detalles, el teléfono de la oficina sonó y dio paso a la voz de la recepcionista avisando la llegada de Neji. Dio la autorización del que entrase y se giró de nuevo a Naruto.
—Encárgate de todo con Chiyo. Y consigue una suplente de fiar que la sustituya durante el mes que estará recuperándose —ordenó sin reparos poniéndose de pie justo cuando la puerta se abrió y dejó entrever al hombre de cabellos largos y mirada penetrante.
—Sasuke, ¿no me digas que pensabas dejarme plantado? Casi tuve que rogarle a Naruto para que me incluyera en tu agenda —dijo Neji en un tono serio, pero sus ojos tenían esa chispa de diversión cuando planeaba mosquearlo un rato.
Sasuke gruñó.
—Tienes suerte de que seas mi cuñado favorito —le siguió el juego Naruto mientras Neji se acercaba y dejaba caer en la silla frente al escritorio.
—Casi cuñado —aclaró con fervor—, aún no conquistas a mi hermana. ¿Ya tuviste un avance?
Naruto desvió la mirada, nervioso y pronto se dio cuenta de su error, al ver la sonrisa de lado que esbozaba Sasuke supo que lo dejaría en vergüenza.
—Ninguno, el otro día visitamos la cafetería dónde trabaja y ni siquiera saludó a Hinata —aludió el azabache mofándose del rostro fulminante de Naruto.
Neji se enfocó en el rubio y negó con la cabeza, fingiendo desilusión.
—Eres pésimo, Naruto, no pudiste ni saludarla. A este pasó no podrás llamarme cuñado.
—No pensé que te dieras cuenta, como estabas tan ocupado con cierta chica pelirrosa —dijo Naruto adrede provocando que la sonrisa de lado del azabache se desvaneciera y cambiara a un ceño fruncido y en advertencia. El castaño lo miró con interés.
—¿Una chica? —Tal noticia le interesó al tercer hombre.
—Debiste verlo, parecía idiotizado.
Sasuke casi sintió la vena de su sien palpitar.
—Naruto —le habló extrañamente calmo—. ¿No tenías qué hacer algo con mi ama de llaves?
El aludido sonrió secretamente y asintió, retirándose para dejarlos solos escuchando a Neji decirle que debía apresurarse con su hermana. Casi gruñó irritado a que Sasuke lo evidenciara de esa manera, y pronto sonrió de lado y pensó que no estaría mal no decirle a su amigo azabache que era Sakura quién iría al departamento. Perfecto, su venganza estaría completada.
Llegó atropelladamente a casa, apenas se quitó los zapatos y corrió a su habitación a cambiarse, quitándose el uniforme escolar y colocándose unos pantalones de algodón y una blusa cómoda de mangas largas por el reciente frío. Agarró las zapatillas deportivas de su closet y salió disparada a la sala.
—Estoy retrasada —murmuró con fervor.
Chiyo le dijo que a las tres de la tarde debía estar en el departamento y terminar antes de las cinco, ¡pues el reloj marcaba las tres y quince! Y ni siquiera sabía con exactitud dónde era, solamente le dejó las indicaciones escritas en un pedazo de papel sobre la mesa de la cocina.
Intentó preguntarle, pero cuando abrió apenas la habitación de su abuela, la vio completamente dormida que sintió pena el despertarla, durante la noche los dolores fueron intensos y solamente disminuyeron con las pastillas recetadas.
—Tendré que arreglármelas sola.
La travesía comenzó en el metro —ya que tardaría más tomar un taxi y que este atravesara el tráfico de la tarde—, la muchedumbre de la tarde fue un martirio para ella, tuvo que ponerse cerca de las puertas quedando con la espalda pegada para no ser víctima de algún acosador. Afortunadamente no tardó más de quince minutos en el transporte y corrió por toda la estación, subiendo las escaleras de dos en dos, respirando agitadamente debido al esfuerzo.
Una vez en la superficie, respiró hondo y tragó grueso, tratando de recuperar el aire perdido. Le hubiera sido de mucha utilidad estar en un club deportivo, pero no, decidió inclinarse a lo cultural y era miembro del equipo de literatura y jardinería. No se dio tiempo para regañarse mentalmente y siguió corriendo.
—Rayos —soltó cuando observó la hora en el reloj de la linterna en el centro del parque. Casi eran las cuatro, debía estar impecable en una hora.
Afortunadamente siguió bien las indicaciones, y después de correr otro tramo, llegó a la zona residencial del centro, incluso el paisaje cambió a uno más agradable, daba un aire hogareño. Se preguntó qué clase de persona era el jefe de su abuela, ¿estaría casado? Mayormente en esa zona vivían familias además de la clase social considerable.
Dio con el portón del conjunto de departamentos, maravillándose por el aspecto del edificio de fachada blanca y bordes azules. Se concentró en arrimarse a la caseta de seguridad y hablarle al hombre que vigilaba las entradas. El señor no tardó en percatarse de su presencia.
—¡Hola, chica! ¿En qué puedo ayudarte? —preguntó, y a Sakura le pareció extravagante las cejas pobladas que poseía.
—Buenas tardes señor vigilante, Gai-san —saludó cordialmente al verla la placa en el torso—. Vengo a... —¡Rayos, se le olvidó preguntarle a Chiyo el nombre del propietario!—. Vengo de parte de Chiyo a limpiar un departamento.
—Oh, así que tú eres quién limpiará el Pent-house.
¿¡Un Pent-house!? Sakura casi se va de espaldas a escuchar la palabra. ¡Nadie le informó de esto!
—Por supuesto, Naruto me avisó de ti. —La chica escuchó con alivio, de antemano agradeció mentalmente al rubio que haya convencido al propietario, tenía entendido que su abuela trabajaba para un amigo cercano de él—. Adelante, señorita Haruno. Al llegar a la entrada del edificio está el asesor, es el último piso, la primera puerta de la izquierda.
—Gracias.
Se adentró a prisas observando apenas los alrededores, le pareció ver unos tulipanes azules en los extensos jardines, e iba a desviarse a fisgonear un poco su belleza, pero se centró rápidamente. No estaba ahí para observar los jardines exquisitos de la privada.
Casi corrió al ascensor y apretó con insistencia el botón del piso quince. Esperó impaciente, y ni siquiera la música de la radio logró calmar sus nervios. Apenas se abrieron las puertas y se abalanzó a la primera puerta de la derecha, observando alucinada el tablero de seguridad. Miró la contraseña el papel que traía arrugado en su mano.
—Perfecto —dijo triunfante una vez que la puerta se abrió y le cedió el paso.
Dentro, no pudo evitar abrir su boca impresionada por la vista. Realmente elegante, y a la vez acogedora. Las paredes de un tenue color blanco, haciendo contraste con las cortinas oscuras que cubrían lo que seguramente eran las ventanas y la terraza, la sala adornada por sillones negros de cuero, tres, el más grande en L y otros dos a los lados, en el centro una mesita de noche con un cenicero de cigarro al tope. Frunció el ceño ante aquello, el jefe era una persona muy fumadora.
Continuó observando, pasando frente a la enorme televisión y el sinfín de discos de vinil acomodados perfectamente. Tampoco pasó desapercibido el minibar en el fondo, con la barra de mármol oscuro y taburetes de metal. También estaba el reloj sobre la pared... el reloj... ¡que marcaba las cuatro!
—¡No! Céntrate —se dijo agarrándose de la cabeza.
Recordó la guía rápida que Chiyo le dicto la noche anterior, al fondo del pasillo se encontraba el cuarto del servicio dónde encontraría lo necesario para limpiar solamente la sala y la cocina, si acaso el minibar también ya que anteriormente se había encargado de las habitaciones. El ver el espacio y cuán grande estaba, entendió porque su abuela venía tres veces a la semana.
Demasiado espacioso, pensó al ver las otras tres habitaciones, y estuvo tentada en abrir cada una de ellas y saciar su curiosidad, no se lo permitió y se concentró en terminar rápidamente.
Recogió las cenizas del cigarro, uno que otra bola de papel que vio sobre la alfombra sólo para descubrir que a la vuelta del sillón se encontraba un cesto de papeles arrugados. Abrió uno de ellos, intrigada por lo que encontraría. Una fina y pulcra letra la recibió, y varias frases sin contexto resaltaron a pluma negra.
—... No pienso ceder a sus juegos... Son sólo caprichos de ellos, y lo sabes... —leyó las líneas visibles que no fueron rayadas con fuerza hasta que la hoja se rompió, parecían retrasos de cartas—. Continuaré negándome... no quiero ser su títere por siempre.
Se dijo que no debía fisgonear la vida de los demás y se propuso a terminar de limpiar, fuera lo que fuera, no tenía porqué importarle.
Con el alma en un hilo terminó de limpiar la cocina, aunque en realidad no estaba nada sucia evidenciando que el hombre apenas pasaba por la casa a dormir, ¿para qué tener un lugar tan lujoso si no lo utiliza? Pensó un poco desconcertada regresando la aspiradora en el cuarto de servicio y cerró la puerta con suspiro.
Eran un poco más de las cinco y media, y, aunque acabó en tiempo récord, no lo hizo a tiempo. Justo cuando marcaron las cinco estuvo nerviosa a que quizás el dueño viniese y la viera, hasta ahora no había aparecido y Sakura prefirió que fuere así. Mientras más rápido se marchará sin toparse con él, mejor para ella.
El sobre del pago lo dejó en la mesa. Tomándolo entre sus manos, sonrió satisfecha. Por lo menos obtuvieron la paga y les beneficiaría económicamente, era una lástima que su abuela tuviera que renunciar, pero primordialmente era su salud.
Bebió un poco de agua para quitarse la sed, y mientras lavaba el vaso que utilizó, escuchó la puerta abrirse y cerrarse. Casi escupe el último rastró de agua que tenía en su boca, terminó tosiendo por debajo y reclamándose por hacer ruido. ¡Debió soportar su sed e irse antes!
—¿Sigues aquí, chica?
Sakura ensanchó los ojos al escuchar esa voz y volteó lentamente a sus espaldas. No puede ser, esto debe ser una broma.
Y lo vio, en medio de la sala mientras se quitaba el saco negro, en cuanto sus ojos chocaron, los de él tuvieron el mismo gesto que ella debido a la impresión. No pudo evitar sonrojarse y que su respiración se detuviera un segundo, jamás imaginó que se toparía con él en estas circunstancias.
Bueno, después de todo siempre se encontraban en medio de las casualidades.
—¿S-Sasuke-san?
El tartamudeo de la chica le pareció adorable. Se quedó pasmado durante dos segundos y rápidamente recuperó la compostura sin que ella se diera cuenta. La sonrisa de medio lado que salía a la luz cuando la veía apareció inconscientemente. Esto, sencillamente, le parecía una broma del destino. Justo cuando creía que quizás no la volvería a ver, resultaba que era nieta de Chiyo. Demasiada casualidad incluso para él.
—Sakura, que agradable sorpresa —dijo dejando el saco en el respaldo del sillón y acercándose a la barra. La escaneó disimuladamente con la mirada, su conjunto de ropa se veía cómoda y aquella blusa se ceñía perfectamente a su pequeña cintura, su cabello lo traía amarrado en un chongo desordenado, y al contrario de verse desliñada, se veía hermosa—. No pensé encontrarte aquí.
La vio dudar, contrayendo sus manos entre sí a su vientre.
—Yo tampoco —murmuró aún sonrojada—, jamás imaginé que fueras tú el dueño de... este lugar. Es... muy bonito.
Al igual que él, pero la palabra encajaría más en "apuesto".
—Sí lo es, igual de frío y desolado, ¿no lo crees? —dijo él en un tono más sereno recargándose en la barra, sin apartarle los ojos de encima provocando que siguiera nerviosa—. ¿Cómo se encuentra Chiyo-san?
Hablar de su abuela le pareció menos peligroso, pero aun así Sakura mantuvo la distancia.
—Bien, supongo. Aunque tiene un poco de dolor y no debe hacer esfuerzo... y sobre eso, imagino que Naruto te informó sobre su reposo de un mes.
—Sí, algo me dijo —recordó vagamente el azabache, estaba maquinando un plan—. Pero creo que ya encontré la solución al problema.
—¿Solución? —Sakura intentó enarcar una ceja, lo cual fue inútil y terminó alzando ambas, pareciendo sorprendida. Volvió a refunfuñar internamente y se llevó las manos a su frente, revolviendo su flequillo.
Una acción que encantó a Sasuke y no dudó en plantear su improvisado plan, la oportunidad se presentó frente a sus ojos y no la desaprovecharía.
—¿Te parece sustituir a tu abuela mientras se recupera? —propuso tomándola desprevenida.
La pelirrosa parpadeo, perpleja. Tragó grueso, pesando otra vez que bromeaba. Él la dejó en suspenso mientras doblaba las mangas de su camisa azul y le lanzaba su oscura mirada.
—¿C-Cómo? —dijo confundida, y por el temple serio del joven, supo que lo decía en serio—. Pero tengo entendido que no dejas entrar aquí a cualquier persona.
—Tú no eres cualquier persona —replicó de inmediato, y la vio sonreír un poco divertida con dejé de burla, aquello le pareció interesante.
—Apenas me conoces, no sabes quien soy.
—No es bueno juzgar a las personas por su apariencia —replicó, observándola acercarse un poco más a la barra donde se encontraba él—, pero no te ves una persona que saquea casas.
—Te puedes llevar una sorpresa.
—¿Cómo saber si confiar si no das el beneficio de la duda?
Beneficio de la duda. Haruno le dio la razón en ese punto, entrecerró un poco los ojos y se percató de que inconscientemente se acercó a la barra, cerca de él. El nerviosismo la volvió a atacar y se alejó un poco, aclarando su garganta.
—Pero tengo otro trabajo de medio tiempo por las tardes y estudio en las mañanas, me será imposible sustituir a mi abuela —se justificó, y espero con ansias la respuesta que le daría.
Lo vio enderezarse cruzándose de brazos.
—Renuncia a tu trabajo.
—No lo haré, Sasuke-san —replicó condescendiente—. Y el limpiar aquí es por las mañanas, ¿verdad? Aunque renuncie, no podré.
Comenzó a caminar directo a la sala en busca de su mochila y marcharse. Sentía la insistencia de Sasuke y cedería si seguía insistiendo, se conocía, pero no quería involucrarse a fondo. No era tonta, ella misma notaba su atracción por él.
Si continuaba así ella...
—Bien. Puedes venir por las tardes si ese es el problema. —Su voz resonó en su propuesta y Sakura lo observó sobre su menudo hombro, él se recargó en la barra con los brazos cruzados y no evitó el pensamiento de que se veía genial en esa pose.
—Yo no...
—Y te pagaré el doble.
¿¡Dijo el doble!? Sakura abrió mucho los ojos y lo miró perplejo. Le dio la espalda e hizo cuentas con sus dedos, si acepta el trabajo no tendría porqué pausar sus ahorros para la universidad y no se vería forzada a conseguir trabajo durante las vacaciones de invierno.
Un momento... las alarmas sonaron en su cabeza, y se giró a él abrazando su mochila.
—¿Por qué me pagarías el doble?
—No quiero reemplazar a Chiyo-san por cualquier persona, y tú eres mejor opción que un desconocido. Además, sería por un mes.
Incluso para la pelirrosa su razonamiento era válido indiscutible. La razón detrás de su propuesta a que no quería despedir a su abuela, ganó otro punto extra ante el lado amable.
Pero seguía dudando... y eso lo notó Sasuke. No quería forzarla o terminaría asustándola y su oportunidad de interacción se iría por el caño. Se encontró deseando esa oportunidad, haría uso de su inexistente caballerosidad por el momento.
—Piénsalo.
Pensarlo. Sakura lo miró dubitativa cuando se acercó a ella y le dedicó una serena mueca.
—Vamos, te llevaré a casa.
Pocas veces la muchacha se quedaba sin habla. Estar en el mismo automóvil del hombre en el que pensaba demasiado no le ayudaba en nada a calmar sus nervios. De echo, estaba a punto de abrir la puerta y salir disparada apenas él arrancó, solo porque escuchó los seguros automáticos descartó la posibilidad.
Debía calmarse, Sasuke no iba a secuestrarla ¿o sí?
—No voy a secuestrarte, Sakura. —Aquello lo dijo él divertido.
La aludida dio un respingo al verse descubierta de sus pensamientos.
—¿Acaso tienes alguna capacidad de leer mentes? —cuestionó ella en medio de un murmullo.
Sasuke la miró de reojo, concentrado en la calle frente a él.
—Con sólo observarte un poco basta, ¿te han dicho que eres fácil de leer?
Sí, de echo Sakura detestaba esa parte de sí. Sus expresiones hablaban por ella, había trabajado mucho con esa parte que la creía casi nula. El que Sasuke lo traspasara la hizo sentirse desprotegida.
—Bien. Si no quieres que piense que me vas a secuestrar... háblame de ti.
¿De dónde sacó el valor para hablarle así? Sakura no lo sabía, pero se encontró cómoda y desafiante, emocionada por una extraña razón. La sangre se acumuló en sus mejillas cuando Sasuke le dedicó una corta mirada y ella volvió a su pose inicial, aparentando no haber hablado. ¿Qué estaba pensando?
—¿Quieres saber algo en específico?
—Tu edad. —Soltó sin dudarlo, volviendo la vista a él, ansiosa a qué cediera.
Lo escucho reírse quedamente, y por Dios, tal sonido le pareció extremadamente encantador y profundo, la dejaba embelesada.
—Tengo veintitrés años —respondió él de lo más calmo.
Entonces notó él, que bajaba la vista a sus dedos y disimuladamente sacaba cuentas a la par que sus pensamientos. La escuchó murmurar su diferencia de edad, no muy convencida y diciendo algo de: «seis años».
—¿Y tú? Déjame adivinar —Sasuke se encontró a gusto teniendo esa conversación—, por el uniforme que traías la primera vez, me atrevo a decir que estás en preparatoria.
—Muy atinado —respondió ella siguiéndole el juego.
—¿Tercer año?
—En efecto. Diecisiete años, por si te interesa.
—Créeme que si lo hace —susurró Sasuke absorto.
La pelirroja se sonrojo tras escuchar el comentario y apretó las manos, bajando un poco la cabeza. Le abochorna imaginar que la misma atracción que sentía por él era mutua, le gustaba estar en su nube de fantasía el cual se rompía al recordar que no era real. Sin embargo, Sasuke la miraba tan intensamente, como si quisiera saber sus pensamientos.
Y quizás era así, por primera vez en su vida el azabache estaba a nada de golpear la cabeza en el volante con tal de saber sus pensamientos.
—¿Eres alguna clase de empresario? —desvío el tema, jugando con la correa de su mochila—. Sé que Naruto es secretario en una empresa de publicidad.
—Ah, sí. —Por lo evasivo que fue, supuso que no era un tema de su agrado—. Mayormente soy el que toma las decisiones importantes de la empresa.
Los ojos verdes de Sakura captaron la interpretación detrás de sus palabras, sorprendiéndose a que fuera alguien así de importante a su edad. Sin embargo, decidió no preguntar más por respeto, aunque la curiosidad le ganaba en hacerlo.
El viaje fue demasiado rápido para gusto del joven, cuando estacionó frente a la casa dónde la pelirrosa le indicó quedaron en un repentino silencio, él observándola y ella mordiéndose el labio inferior debido al nerviosismo.
—Piénsalo. —Fue lo único que él dijo.
Sakura agradecido el que la haya traído a casa y salió del automóvil. Buscando las llaves en lo profundo de su mochila, una vez que abrió la puerta escuchó el coche avanzar, se giró en el último momento sólo para ver el flameante transporte deslizarse sobre el asfalto.
Hola hola! Aquí el tercer capítulo de este fic. ¿Qué les pareció el tercer encuentro de nuestros protagonistas? Les dije que vendría pronto. Me encanta escribir este tipo de relación entre ellos, una atracción a primera vista. Aunque Naruto no le dijo nada a Sasuke creyendo que no se encontraría, destino tenía planeado otra cosa jajaja
Espero que les haya gustado este capítulo que, aunque está un poquito largo fue necesario. No quería dividirlo en 2 ya que perdería el suspenso. Así que ahora sólo quedará saber la decisión de Sakura ante la propuesta de Sasuke.
En fin, ¡muchas gracias por leer y el apoyo que el fic está recibiendo!
Nos leemos pronto,
¡Alela-chan fuera!
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