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Apenas era medio día y Sasuke se levantó de la silla giratoria para dar vueltas por su oficina, en busca de un poco de concentración para analizar los importantes documentos que yacían sobre la mesa. Pero simplemente no podía centrarse en ellos debido a que, de una forma impresionante y cabía mencionar, deleitante, no podía sacarse de su cabeza unos ojos verdes.
Esa chica de peculiar cabello rosado llamó su atención. Quizás fue la forma en que lo miró y lo linda que se veía con sus mejillas rosadas, o simplemente el golpe en la cabeza le afectó más de lo que pensó, o se trató de una fuerza de atracción o casualidad.
Él no creía en los amores a primera vista, era absurdo, pero helo ahí, sin poderse sacar de sus pensamientos esa chica colegiala.
Una colegiala.
Entrecerró los ojos. ¿Cuántos años tendría ella? ¿Diecisiete? ¿Dieciocho? Hasta ese punto era válido para él en detenerse y reimplantarse de lo que estaba tentando en hacer: sacarle información a Naruto de la chica.
Suspiró y volvió a sentarse frente al escritorio. Demasiado para él, mientras Naruto no apareciere en ese preciso momento...
—Sasuke. —La voz de su secretario lo sacó de sus pensamientos y partió a la mitad el lápiz que había tomado. Por primera vez maldijo la eficacia del rubio—. ¿Quién es el pobre que te hizo enojar esta vez como para que el lápiz sufriera tu ira? —su pregunta era referente a su actitud.
—No le tomes importancia —dijo serio tirando los pedazos al cesto y miró al rubio que le extendía la carpeta zanjando el asunto.
—Son los reportes de finanzas del mes como lo solicitaste. Y llamaron del almacén, necesitan tu aprobación para-
—Naruto —interrumpió su monologo sin haberle prestado atención. Dejó de escucharlo y supo que atrajo su atención, entrelazó los dedos y recargó su barbilla en un gesto despreocupado—. Te haré una pregunta y no te atrevas a negarte a responder.
El rubio se extrañó ante su orden, y asintió dudoso esperando alguna prueba de fuego relacionado con la empresa. Conocía a Sasuke, quizás le preguntaría en alemán para probar si en verdad estaba perfeccionando el idioma.
—¿Cómo se llama la chica de cabello rosado? —No, Naruto jamás se imaginó que esa sería la pregunta.
Enarcó una ceja y entrecerró sus ojos zafiro sospechando de la actitud del azabache.
—¿Cuál chica?
—No te hagas el idiota que no te queda.
Para variar, su secretario se negó a responder de inmediato. Se cruzó de brazos y lo desafió en silencio.
—Oh, no. Querido amigo, ella no es como las chicas que estás acostumbrado a tratar —le avisó.
—Y según tú, ¿qué chicas suelo tratar? —A Sasuke le irritó que se negara.
—Interesadas que van detrás de tu dinero, un revolcón de una sola noche o hipócritas que buscan beneficio de tu fama. —A cada frase iba sacando los dedos de su mano y su semblante seguía serio—. Olvídalo, ella no está en tu liga.
—Yo no dije que me interesara en ese aspecto. —Y era cierto, hasta ese momento no había pensando en algo tan lascivo y carnal—. Es simple curiosidad.
—Tal curiosidad te meterá en problemas, ella tiene diecisiete años.
Sasuke hizo cálculos mentales y sonrió de lado ante la perspectiva.
—¿Qué son seis años de diferencia? —preguntó astuto.
—Sasuke —le advirtió—, aquí y en el otro lado del mundo ella es ilegal.
—Además —continuó diciendo recargándose en el respaldo de la silla ignorando adrede su comentario—, si no me dices buscaré otra manera. Con o sin tu ayuda lo sabré.
Los ojos de Naruto flaquearon ante su mirada determinada. Ciertamente, Sasuke no relacionó su interés por la chica en cuestión a blasfemias que él decía, algo sucedió y lo podía sentir. Algo espontaneo que no lo dejó dormir esa noche y mejor que nadie notaba esos cambios. En especial su amigo, que lo conocía tan bien como él mismo. Notó que titubeaba y fruncía los labios en un gesto evidente de que lo estaba pensando.
—Eres un cínico. —Terminó por decir su secretario.
—Lo tomaré como un halago.
Finalmente se dejó caer en la silla frente al escritorio y murmuró que se iba a arrepentir si le hacía algo a la chica.
—Se llama Haruno Sakura, tiene diecisiete años y va en la misma preparatoria que Ino, ambas cursan el último año. Vive con su abuela y trabaja medio tiempo en una tienda de víveres. Su color favorito es el rojo y...
—Detente. —Sasuke extendió la mano, mareado por la información. Él sólo quería saber su nombre, no toda su vida, eso se encargaría de indagarlo personalmente—. ¿Cómo es que sabes tanto?
—Es la mejor amiga de mi hermana, la conozco desde que era una niña. —Apuntó algo tan obvio—. Antes vivía cerca de nosotros, pero desde la escuela media se mudó con su abuela.
Así que vive con su abuela, pensó él emitiendo un sonido con su boca, analizando información recibida. No debía subestimar a Naruto, él siempre sabía lo que necesitaba enterarse. Y, mientras lo pensaba mejor, se percató de la tontería que estaba haciendo: investigar acerca de una chica menor que él.
Frunció el ceño y bajó las manos, casi maldiciendo en su momento de lucidez y sensatez. ¡Indagando sobre una chica colegiala! Estrellar su cabeza contra el escritorio no sería suficiente para acomodar sus pensamientos.
—Bien. Eso es todo.
Sin embargo, Naruto continuó observándolo de esa forma fija y petulante que le irritó.
—¿Qué? ¿Tengo algo en el rostro?
Lo vio sonreír aparentando inocencia.
—¿Te digo la verdad o seguimos siendo amigos?
Bastó para crisparle los nervios.
—Largo —espetó malhumorado.
Al quedarse sólo suspiró tratando de disipar la repentina tensión que se instaló en sus hombros. En lugar de pensar en una chica debería estar concentrado en los reportes y contratos que esperaban a su aprobación y firma. Céntrate en el trabajo, se obligó y retomó los contratos tras un gruñido.
—Me voy primero.
—Gracias por tu trabajo, niña —dijo su jefa, una mujer mayor regordeta muy simpática. Con ella no tenía problema alguno, los detalles eran con su compañero de trabajo, su hijo Sai, que la fulminaba con la mirada cada vez que se veían.
Ella le correspondía con ceño fruncido. Y pensar que intentó hacer las paces con él desde el incidente de la caja registradora, pero el chico simplemente no cedía. Tampoco se mortificaría a que no tuviera una amistosa relación, después de todo, cuando tuviera el dinero suficiente ahorrado para la universidad buscaría otro empleo.
Salió a cuestas ante el frío de finales de otoño, estaban a unas cuantas semanas al cambió de estación a invierno, consideró que era momento de sacar las chamarras y ropa abrigadora que guardaba en lo profundo de su armario. Afortunadamente trajo consigo un suéter ligero, su favorito, podía meter las manos en los bolsillos delanteros y tenía capucha. Perfecto.
Al estar caminando se percató de que detuvo su andar justamente en su cafetería favorita dónde vendían unos ricos pastelillos de tres leches cubierto de nata de vainilla y un toque de canela, lo saboreó olfateando el rico aroma del café. Una de las cosas que amaba en el mundo era el café, ya fuera frío o caliente, un café con leche nunca estaría de más.
—Uh-Uh —murmuró observando su cartera. Quizás podía comprar un café... o un pastelillo. Frunció la nariz al ver su presupuesto, torció los labios y continuó caminando a la estación de metro. No y no. Debía evitar la tentación de malgastar su efectivo en sus antojos, mejor lo ahorraría.
Regresó segundos después cayendo en el engaño y se adentró sin culpas. Una café no mataba a nadie, ¿verdad?
En la entrada la calefacción la recibió y sonrió gustosa, encaminándose a la fila a la caja registradora que atendía una muchacha sumamente amable que a Sakura le gustaba tratar, su nombre era Hinata y siempre le trataba amigable. Hasta la vida le sonreía, solamente habían dos personas delante de ella. Esperaría poco por ese café, ya lo estaba saboreando... Café con leche y un toque de canela, o mejor un chocolate caliente, variar de bebida no estaría mal.
Se había recorrido a la exhibición de pastelillos refugiados por el cristal, considerando que quizás vendría mejor un pastel, al voltear no se percató de que al dar vuelta directo a la caja había alguien ahí. Chocó con la espalda ancha de un hombre y se quejó audiblemente, llevando las manos a su nariz, frotándola.
Iba a reclamar, pero toda queja murió en su garganta cuando el hombre se dio la vuelta y la miró directamente a los ojos. Sakura inmediatamente lo reconoció: era el hombre que golpeó con el balón la semana pasada, aún recordaba ese día y la vergüenza atacaba sus nervios. La sonrisa de medio lado del hombre centelló provocando que su corazón se acelerara. Le ordenó mentalmente a su corazón calmarse, solamente era un hombre.
Claro, el hombre al que golpeé con un balón.
—Eh... Hola —dijo torpemente bajando sus manos.
—¿Debo suponer que, al no tener balón, intentaste golpearme con tu cabeza? —preguntó el azabache, claramente disfrutando de la situación.
—¡Yo no...! —casi grita, se llevó las manos a su boca al darse cuenta de su exaltación y carraspeó apenada—. Sólo no me fije por dónde iba. Me disculpo por eso, este... ¿Sasuke-san?
¿Sasuke-san? El aludido enarcó una ceja, intrigado de cómo le decía, así que no era el único que sabía el nombre del otro. Aquello le interesó de sobremanera. Este día estaba teniendo un giro estimulante de acontecimientos, justo en que terminaba su reunión con un posible cliente se topaba con la chica que le había robado el sueño la última semana y se negaba a aceptarlo.
—Me parece injusto que sepas mi nombre, pero yo no el tuyo —se quejó Sasuke metiendo una mano a su bolsillo. Hasta ese momento, Sakura detalló que estaba envuelto en un traje negro resaltando su tez y su cabello azabache, se preguntó como un hombre podía ser tan atractivo.
Negó mentalmente con la cabeza ¡Basta!
—Mi nombre es Haruno Sakura. —No dudó presentarse extendiendo su mano, Sasuke la contempló un momento pensando que incluso su nombre le quedaba perfecto—, un gusto Sasuke-san...
—Uchiha Sasuke.
Y tocó su piel, su mano grande cubrió aquellos dedos delgados y delicados. El toque provocó una sensación electrizante y ambos se percataron de ello, por lo que rápidamente Sakura separó su mano y se mordió el labio inferior, más nerviosa que antes.
—Sakura, te tomo tu orden —avisó la cajera amablemente.
–¡S-Sí! —Sakura prácticamente corrió a la barra tratando de librarse de la sensación, sintiendo la presencia del azabache posicionarse a su lado, intentó no tomarle mucha importancia a lo sucedido—. Hola, Hinata. Quiero un... —Miró de soslayo los pastelillos— café capuchino con mucha crema batida. Sería todo.
En todo momento Sasuke no despegó su vista de ella, contemplando sus expresiones al interactuar con la cajera. Esa sonrisa tímida y a la vez amigable daba una sensación de acobijo.
No pasó por alto que miró los pastelillos, y ahora que recordaba, ella estaba de ese lado cuando chocaron, y solamente pidió un café. Entonces una idea cruzó por su mente, probaría su suerte.
Ella volvió a mirarlo ofreciéndole esa misma sonrisa. Sasuke aprovechó la oportunidad.
—Ya que esta es la segunda vez que nos encontramos, hagamos una ofrenda de paz entre los dos —dijo, y Sakura frunció el ceño sin comprender.
—¿Ofrenda de paz?
—Para que la próxima vez no termines golpeándome con otra cosa. —Al decirlo, ella se sonrojó y balbuceó otras disculpas—. Acepto tus disculpas de esta ocasión si permites que te envite el café y bocadillo.
Su propuesta y la forma serena que lo dijo tomó de sorpresa a la chica, al principio creyendo que bromeaba, pero él no se veía alguien que lo hiciera a menudo. Así que, después de vacilar, se negó por completo.
—Te agradezco, pero... —Desvío la vista, nerviosa— no puedo aceptarlo.
—¿Y por qué no?
Sí, ¿Y por qué no aceptarlo? Sakura no encontró de inmediato la respuesta. Quizás porque no lo conocía bien o por no causar molestias; pero se encontró cómoda con él, y una sensación cálida inundó su ser cuando se ofreció a pagarle su bebida y bocadillo favorito, pero no quería parecer una interesada.
Se removió nerviosa en su lugar y lo miró a los ojos dando por sentado que no tenía respuesta alguna. El joven internamente sonrió satisfecho.
—Bien, entonces elige. —Sasuke señaló los bocadillos con un ademán.
Ella dudó al principio antes de acercarse y escanear brevemente el repertorio de bocadillos en exhibición, inclinándose ligeramente sin percatarse de qué Sasuke imitaba su acción, de forma inconsciente, quedando a su lado.
—¿No sabes cuál elegir? —Escuchar su voz tan cerca le provocó un respingo. Volteó a un lado notando la cercanía y volvió a intimidarse, jugó un poco con el pliegue de su suéter y mordiéndose el labio inferior. ¿Por qué era tan apuesto? Parecía un hermoso ángel oscuro. Su perfil derecho era perfecto, por no decir la loción a menta y madera que desprendía.
—Eh, pues...
—Si buscas el de tres leches y canela, justamente lo tenemos listo —irrumpió Hinata del otro lado del mostrador, Sakura asintió con fervor.
—Por favor... es mi favorito —aclaró al ver la intriga de Sasuke ante la conversación y no tardó en comentar divertido:
—Parece que saben tus gustos, debes ser cliente frecuente.
—Lo soy —lo dijo con tanto orgullo observándolo sacar su billetera y entregarle una tarjeta a la chica de ojos perlados e intercambiaron un corto saludo amigable. Intentó no prestarle demasiada atención, toqueteando el paquete de galletas que estaban en el mostrador—. Incluso tengo una tarjeta de cliente consentido —murmuró.
—¿Acaso existe algo así? —Sakura no creyó que la haya escuchado, pero extrañamente se sintió bien que lo hiciera, no le había quitado la atención en lo absoluto. Parecía ser un tipo de persona que realizaba varias funciones a la vez. Sospechó que quizás era algún tipo de manager o oficinista, por la forma en que vestía, además, sabía que Naruto era secretario en una prestigiosa compañía.
Nunca había sido participe de juzgar a las personas por su apariencia, pero contando de que le daba pena preguntarle algo tan banal como a qué se dedicaba y su edad, tenía que conformarse con las pequeñas pistas que estaban a su alcance.
—Por supuesto, pero no lo traje. Lo olvidé en mi mochila —dejó de jugar con las galletas y ladeó la vista para observarlo de nuevo. Él terminaba de pagar el consumo y recibía el ticket, pero jamás desatendió su conversación.
—Está listo su pedido, señorita. —Sakura reaccionó ante el llamado de otro empleado y recibió su capuchino y bocadillo que venía dentro de una bolsita de papel de bonita decoración, de esas que no daban ganas de tirar a la basura.
—Yo... gracias por esto. —Una vez que se apartaron, no dudó en expresarle su agradecimiento, ofreciéndole su inigualable sonrisa y sintiendo sus mejillas aún calientes. Reclamándose de que su propio nerviosismo y que siguiera sonrojándose sin motivo alguno—. Quiere decir que tenemos una tregua.
De nuevo Sasuke la miraba con ese semblante sereno, aunque no conocía todo el repertorio de sus expresiones, por un mísero instante se sintió especial bajo ese gesto. No pudo evitar suspirar inconscientemente.
—Espero que la próxima vez no me recibas con un golpe.
—¿Habrá una próxima vez? —preguntó de pronto Sakura, su voz reveló parte de su inusual atrevimiento y anhelo sorprendiendo a Sasuke sin que llegara a demostrarlo—. Quiero decir... estos han sido encuentros casuales, pero...
Se calló. Quizás se dio cuenta de lo que estaba diciendo y se ponía roja debido a ello. Desviando la vista y aferrándose a la bolsa entre sus manos. Por un instante, Sasuke tuvo el impulso de acunar aquel delicado rostro entre sus manos, su piel se veía suave y necesitaba que lo mirara a sus ojos para tomar una decisión.
¿Qué diantres estaba haciendo?
—Sasuke, ya está listo el auto. Debemos apresurarnos.
Antes de que pudiera responderle, Naruto interrumpió su conversación. Giró en dirección a su amigo que se adelantó a su lado y lo miraba con sospecha sin que Sakura se diese cuenta. Supuso parte de sus pensamientos y no pudo evitar gruñir por debajo.
—Hola, Sakura-chan —saludó el rubio amigable a la chica que respingó y retomó su sonrisa—. Cuánto tiempo sin verte.
—Naruto. —parecía encismada—. Me alegra verte... me quedaría a platicar, pero veo que están ocupados. —En eso último le lanzó una mirada de soslayo a Sasuke que se mantenía en silencio.
¿Cómo pudo caer en sus impulsos descarrilados? Se convenció de que su aspecto agraciado y gestos dulces la estaban aturdiendo.
—Nos vemos, Naruto, Sasuke-san —se despidió tan rápido que no le dio oportunidad a ninguno de devolverle la despedida. Salió atropelladamente de la cafetería y desapareció tan rápido de la vista de ambos jóvenes.
Sasuke la siguió con la mirada en todo momento hasta verla perderse entre la multitud. Volvió en sí al ver a Naruto plantarse de frente con los brazos cruzados. Él enarcó una ceja, escéptico por su repentina actitud.
—¿Qué estás tramando? —El rubio fue al grano, y no pudo evitar entornar los ojos y caminar a la salida.
—Nada que te incumba, fue una simple coincidencia —se defendió sin mucho esfuerzo, solamente decía la verdad. Tampoco debía darle explicaciones de este asunto a su amigo, pero entendía que al ser Sakura una conocida de él le preocupaba su entorno.
—Claro, no sabías que ella trabaja cerca —ironizó—. No me sorprendería que ya la hayas investigado a mis espaldas.
—No irrumpiría su privacidad de esa forma —sentenció. Por supuesto que no, le parecía aberrante ultrajar la vida privada de la chica de esa manera. Además, si lo hacía, daba por sentado que en verdad le interesaba Sakura y no quería caer en su propio juego. Hasta el momento siguió sus impulsos y el destino se encargó de encontrarlos por segunda vez.
Frente al automóvil, giró la vista por dónde marchó la pelirrosa preguntándose qué pensaría ella.
—Pero aun así... —Y su secretario seguía diciéndole.
—No creo que haya una tercera vez —le acortó apenas mirándolo fijamente, convenciendo al rubio de sus palabras—, tampoco me enredaría con una colegiala.
No mientras no la vuelva a ver, pensó una vez dentro del automóvil rumbo a la empresa. La olvidaría en cuestión de semanas y catalogaría el encuentro como una experiencia que no quisiera repetir. Quería creer que no caería en algo tan banal como un enamoramiento le parecía una broma satírica de mal gusto. Tenía malos recuerdos del amor, historias de terror que vio y le contaron, que no quería experimentarlo.
Se aferró a la esperanza de que no la vería de nuevo, y entonces quedaría así: un hermoso recuerdo.
—Un hermoso recuerdo... —Una voz interior que le decía.
Sakura observaba la bolsa de papel de su cafetería favorita, no lo tiró a la basura ya que le parecía un desperdició hacerlo. O más bien, se engañó con esa excusa ocultando su verdadera razón de ligarlo con su encuentro con Sasuke.
La semana posterior a ese encuentro visitó la cafetería con la esperanza de topárselo, pensando que él recurría a ese lugar, pero jamás se encontraron llevándose una decepción, ¿qué más esperaba? Solamente fueron encuentro casuales, pero admitía que quería verlo. Algo en sus ojos negros y su voz la cautivó, dejando de lado el hecho de que se portara caballeroso con ella.
No había coincidido con él y estuvo a punto de preguntarle a Naruto su número, ¿sería extraño mandarle un mensaje? Se frenó a tiempo al pensar que tal vez Sasuke la vería como una acosadora; por otro lado, él únicamente fue amable, tampoco le ofreció el cielo y la luna, pudo haber sido un casual coqueteo.
Sus ilusiones se estrellaron contra el muro cuando pensó esa posibilidad. Y era cierto, ¿Interesarse en ella? Absurdo. Aunque... podría jurar que sintió una conexión especial entre ellos las dos ocasiones que se encontraron.
Fue real, ¿verdad?
—¿Tú que dices, Perseo? —preguntó a su gato de pelaje blanco que yacía recostado a su lado, moviendo perezosamente su cola y con los ojos cerrados—. ¿Fue real nuestra conexión?
El gato la miró pesadamente con sus potentes ojos verdes por unos segundos y dio media vuelta quedando con el estomago al aire e ignorándola por completo. Sakura bufó y se enderezó de la cama hacía él, riéndose.
—Tú eres el único que, aunque me ignore y desprecie seguiré amando —aseguró abrazándolo. El gato se dejó ser, era el animal más perezoso que conocía, y con tal de no hacer esfuerzo alguno, se dejaba cargar.
Compuso de nuevo su expresión melancólica. No debía pensar en un chico a estas alturas, centrarse en sus estudios para aprobar los exámenes y así aplicar a una buena universidad; esto último no tenía el debido entusiasmo, y todo por que marcaría la etapa de su vida a que caería a las exigencias de su padre.
Un ruido seco la sacó de sus pensamientos, y después escuchó el grito de su abuela.
—¡Ay, ay!
—¡Abuela Chiyo! —gritó asustada y salió de su habitación rumbo al pasillo lanzando al gato a un lado.
Cuando llegó al baño dónde provino el grito, vio a su abuela tendida en el suelo quejándose de dolor. Ahogó un grito y la socorrió de inmediato.
—¡Abuela! ¿Qué sucedió? ¿Se encuentra bien? —le preguntó atropelladamente ayudándole a levantarse. En todo momento su abuela se quejó y tuvo miedo de que se hubiera lastimado severamente.
Le ayudó a sentarse en la taza del baño, bajando la tapa. Con sumo cuidado, permitió que se recostara ahí y no la soltó en ningún momento. Esperó paciente a que ella le contara lo sucedido. Advirtió de los rastros de agua en el suelo y las toallas esparcidas y se dio una vaga idea de lo ocurrido.
—Intenté tomar una toalla de abajo, no me di cuenta que se derramó el vaso que dejé encima del lavabo y resbalé —explicó la anciana componiendo una mueca de dolor, tomándose su espalda—. Temo decirte esto... pero sonó algo cuando me caí.
La preocupación de la chica aumentó al ver que se quejaba y tocaba su costado con insistencia; a pesar de que Chiyo era una mujer con fuerza y vitalidad en plena edad, no se eximia a que una caída como esta no le perjudicase. No dudó en levantarse y actuar con rapidez.
—Iremos al doctor de inmediato. Iré por mi mochila —avisó apresurándose—. Espéreme aquí.
—¿A dónde más iría, niña? —rezongó la anciana.
—Cierto. —Sakura sonrió nerviosa y corrió a su habitación.
Agarró a cuestas su mochila metiendo los pocos artículos como su celular, audífonos y cartera. Se aproximó al cuarto de su abuela y se dirigió al mueble al fondo, ni un vistazo le dio al gran espejo y se arrodillo para sacar la cajita dónde guardaban los ahorros de ambas. Tomó un tanto y lo metió a la mochila.
—Situaciones desesperadas, requieren medidas desesperadas —murmuró regresando con Chiyo. No se había movido de su lugar, seguía quejándose—. Vamos, abuela. Le ayudaré a levantarse.
El accidente de su abuela disipó todo pensamiento relacionado con Sasuke. Luego, con más calma, continuaría desilusionándose y se enfocaría de nuevo en su día a día.
Hola! Hola!
Actualización flash como el tiro al blanco.
En este capítulo vimos su segundo encuentro, el tercero está a próximo a verse y sorpresaaaaa.
Me alegra tanto que les haya gustado la premisa de este fic, no planeo que tenga más de veinte capítulos -lo dice quién dijo que RTN no tendría más de 15 y termino con 30 y pico *risas*- pero espero no alargarme, espero que esta sea lectura amena intento de cliché romántico de una colegiala y un empresario.
Creo que debo tomar este espacio, en el anterior capítulo noté que algunas lectoras me preguntaban sobre si habrá lemon -debido a la etiqueta de contenido para adultos- la respuesta (y sé que les desilusionará) es: no habrá lemon. Si vienen de ESDS sabrán que no soy propensa a escribir lemon, no se siento a gusto escribiendo algo tan explícito, sin embargo, puedo con algo de lime (que es lo que habrá en este fic, por eso la etiqueta). Así que sean felices a medias (? -no cierto, sean muy felices por el lime escaso, gracias por todo el apoyo a este fic-
Aclaro este punto, espero que no sea un impedimento para que sigan disfrutando de lo que vendrá en el fic.
En fin, ¡muchas gracias por leer! Espero que les haya gustado esta interacción. Estaré trayendo pronto el siguiente capítulo, así que espérenlo con ansias.
Cuídense y tomen mucha awa.
¡Alela-chan fuera!
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