❤🐺


"Necesito algo tuyo"

Lo dijo para protegerla, era lo único que esperaba: impregnarse con su esencia para no destazarla.

Nunca creyó que pasaría de una necesidad para la sobrevivencia de ella, a una necesidad para la sobrevivencia de él mismo.


Su mente no dejaba de repetir, de anhelar, de desear, de necesitar:

Elsa Bloodstone.


Había pasado la peor Luna Llena de la vida: en su interior luchaban la necesidad por cazar y la necesidad por Elsa. Habría sido mucho más lógico y tolerable una sola necesidad por cazar a Elsa, pero era un ansia de tenerla, sentirla y protegerla, en una contienda imparable contra la necesidad de matar cualquier otra cosa.


Habían sido tres noches de mierda, con mañanas de mierda en que sentía que diez perros se habían peleado dentro de su cráneo.


Ted no dejaba de mirarlo preocupado, y se forzaba a agradecerle, por supuesto que le agradecía, pero solo podía decirle "Gracias, Carnalito" y no "Gracias, Carnalito, pero a quien quiero aquí es a Elsa Bloodstone".


No podía herir sus sentimientos contándole de su inexplicable deseo por un miembro de esa familia que apenas unos días atrás le había hecho tanto daño en una cacería ritual. Aunque le hubiera ayudado a salvarlo, ahora tenía la piedra, y no tenían idea de para qué la quería.

Tal vez solo por el valor sentimental de quedarse con una baratija familiar y no compartirla, pero tal vez quería exterminar a los seres como ellos por su cuenta y si se atravesaban en su camino no dudaría en asesinarlos.


Había sido amable para conseguir la reliquia, no lo había atacado para conseguir la reliquia. No fue verdadera amabilidad ni camaradería ni mucho menos deseo o necesidad. No había manera de que ella sintiera lo mismo que él, simplemente porque ella era humana y tenía necesidades humanas, nunca entendería la necesidad de un hombre lobo.

Ni siquiera él la entendía. Tal vez no lo estuviera llamando el deseo por Elsa si no la piedra, tal vez el contacto con su energía le había dejado un enlace irrompible que ahora lo llamaba sin cesar. Tal vez su sangre se había vuelto de alguna manera adicta a la piedra.


Era eso o su alma se había vuelto adicta a la mujer.


Así que finalmente decidió arriesgarse y contarle a Ted.

La criatura lo miró consternado, temeroso, justo lo que Jack no quería causarle al pobre. Lo único que estaba logrando era preocuparlo.

Se quedaron en silencio unos minutos, hasta que la manaza verde de su amigo le palmeó la rodilla con ternura y con gruñidos lastímeros le dijo: Debes ir y averiguarlo.


Rogaba porque ella no estuviera en casa. En esa mansión construida sobre la sangre de los suyos. En que los restos despedazados de seres como él se exhibían como trofeos, masacrados con odio, como muestras de sus intenciones de una exterminación total.


¿Porqué tenía que estar obsesionado justamente de una Bloodstone?

¿Y qué tal si era una Bloodstone diferente?

No, ¿porqué lo sería?

No los había cazado...

Pero seguramente fue solo porque le ayudarían a conseguir la piedra.

Y luego le ayudó a asesinar a todos los que la querían muerta.

Pero lo dejó ir, no fue tras él.


Se detuvo de golpe, cuando una nueva sensación recorrió su sistema nervioso al completo en un pulso tan violento que casi lo hizo caer: estaba cerca de la mansión, y Elsa estaba en la mansión. Pudo olerla.


En medio de todo ese deseo continuo, nunca había evocado su olor, que su nariz volviera a registrarlo fue un golpe tan embriagador que su cuerpo se meció suavemente por un par de segundos, recalibrando el sentido de mantenerse pegado al suelo.

Sintió que su corazón se aceleraba y sus labios se curvaban en una media sonrisa que seguramente lo hacía lucir como un bobo adolescente, mientras la voz en su cerebro pasaba de repetir "Elsa Bloodstone" en una cadencia suave y a alargada a un "¡Elsa! ¡Elsa! ¡Elsa! ¡Elsa..." frenético.

Sintió un escalofrío al reconocer la mansión, pero fue reprimido instantáneamente por el ansia.


Estaba ahí, a unas decenas de metros. Sólo debía correr y tocar la puerta y preguntarle al mayordomo que parecía tener 200 años que le permitiera ver a...

"¡Elsa! ¡Elsa! ¡Elsa! ¡Elsa! ¡El-

-Lárgate.


En lugar del mayordomo arcaico, Elsa había abierto la puerta y...

Le apuntaba con una ballesta.


-Me perdonaste la vida, te doy dos minutos para correr y no matarte aquí y ahora sin que puedas defenderte. Lárgate.

-Elsa, escúchame...

-¿Porqué te escucharía? Soy una Bloodstone, monstruo.

Dispararle en el estómago para tardar un par de horas en morirse le hubiera dolido mucho menos.


-No soy un monstruo.

-Lo eres. Tal vez uno bueno. Pero lo eres. Y voy a cazarte.


Él levantó las manos para mostrar que no lucharía, ¿pero realmente tendría oportunidad contra ella?


-Elsa, no eres como el resto de tu familia.

-No, soy mejor. Pero seguiré cazando a los tuyos. Empezando por ti, o vas a impedírmelo.

-Claro que te lo impediría, no quiero que asesines seres inocentes. Aunque ciertos güeyes son cada caso que... bueeeeno...


Su media sonrisa burlona se borró cuando la ballesta pasó de apuntarle del pecho a la cabeza.

-Comienzan los dos minutos.

-No hablarás en serio... Elsa, soy yo. Nunca lastimaría a ninguna persona si no me ataca primero, lo sabes. Y si no quieres que te impida cazar, no lo haré.

-Sí lo harás -reprochó, su mirada se volvió aún más fría- porque sentiré que no debo matar a los tuyos. Es lo que siento ahora, es lo que sentí desde hace unos minutos: te sentí venir.

Jack parpadeó de sorpresa por un segundo y no pudo evitar una enorme sonrisa de puro gozo -Yo también sentí que estabas aquí.


-Soy una Bloodstone y debería desear acabar con tu vida. Y siento lo opuesto. Quiero que me tomes en tus brazos y besar esa estúpida cara tuya y protegerte y no separarme de ti nunca más. ¿Voy a sentir esto por todos los que son como tú? No puedo permitirlo. Mientras estés vivo vas a arruinarme.

Le quitó el seguro a la ballesta, recordándole que el tiempo corría.

-Elsa, no voy a huir.


El arma tembló un poco, haciendo gruñir de frustración a la mujer. ¡Era una Bloodstone, carajo! ¡No podía ponerse a temblar como una chiquilla enamorada!

-No vas a arruinarme -repitió.


La mirada de Jack mostró una profunda ternura, aunque dejó de sonreír y sus labios mostraron un claro dolor.

-Si matarme es lo que necesitas para estar bien, lo aceptaré. Porque no voy a dejar de sentir ésto por el resto de mi vida. Que mi última vista de éste mundo sea mi rostro.


Suspiró, resignándose a su fatal destino.

-Un último favor: ¿podrías sonreír? ¿Podrías al menos fingirlo? ¿Puedes tener un último gesto de piedad con un... uno de los míos, mandándolo al otro lado con tu bella sonrisa? Es lo único que pido, vida mía.


Y lo logró. El maldito licántropo lo logró.

Rompió a Elsa Bloodstone.


Bajó los brazos y dejó caer la ballesta, Jack apenas y se movió cuando la flecha voló junto a sus pies, pero sí que dió un salto del susto cuando un par de brazos lo rodearon fuertemente.

Elsa comenzó a llorar, sin hacer ni un ruido.


La voz volvió: "Elsa. Elsa está aquí..." y Jack lo entendió, sus brazos por fin reaccionaron para rodear su cintura y acariciar su cabeza.


-Que te quede claro que te odio por hacerme esto -soltó en un susurro escurrido la cazadora.

-Si no me mataste, vida mía ,me queda el resto de la existencia para cambiar eso.

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