La Casa

Poco después habíamos llegado a la entrada de aquel parque. Suspiré y me adentre hacia el interior.
-¿Vamos a ir a la casa? -preguntó Felix.
-Si -respondí.
-Tendrá que dejar el coche algo retirado -habló mirando su teléfono.
-¿Y eso?
-Por lo que pone aquí -dijo mostrándome la pantalla. -Parece que el acceso está cortado.
-De acuerdo, lo dejaré donde pueda.
Finalmente habíamos llegado.
-Voy a dejarlo aquí -hable aparcando el coche en un lugar que no molestase.
-Toma tu chubasquero -dije abriendo la puerta para bajarme. - ¿llevas tu arma cargada? - pregunte.
-Sí -contestó. -¿Pero es que pasa algo?
-No pasa nada, pero prefiero prevenir, muchacho -respondió.
Felix tomó su chubasquero y se la puso, yo hice lo mismo.

Ambos nos encaminamos hacia la casa, desde lejos se podía ver que aquella casa, estaba más en ruinas, que la última vez que yo vine.
Como pudimos nos adentramos hacia esta, las zarzas apenas nos dejaban pasar.
-Ya veo a mi padre diciendo "Esto necesita una podada urgente" -habló Felix apartando una rama para que pudiera pasar.
Me eché a reír.
-Pienso lo mismo -conteste.
Lo más seguro es que cuando vuelva a casa tenga arañazos donde jamás pensaría tener.
Cuando Felix apartó la última rama, finalmente habíamos llegado a la casa.
-Pues ya estamos aquí -hable viendo la casa, mientras que sacaba mi arma y la cargaba. -Deberías de hacer lo mismo.
Felix asintió e hizo lo mismo.
Mientras estábamos ahí decidiendo qué hacer, pude ver como una sombra pasaba entre los árboles.
-¡Eh! ¡Oiga! -grité corriendo hacia la sombra, pero cuando llegué no había nada.
-¿Qué era señor? -preguntó Felix llegando a mi lado.
-Me había parecido ver una sombra pasar entre los árboles -respondí dándome la vuelta.
-Yo no he visto nada -contestó.
-Da igual, vayamos a ver si podemos entrar por algún lado de la casa -hable empujándolo hacia esta.

Dimos un par de vueltas alrededor de esta, pero no había ningún acceso que no estuviera destruido.
-¿Cómo narices no hay ninguna entrada en pie? -me pregunté en voz alta.
-¿La gente que viene a ver esta casa, no ha entrado dentro nunca? -Pregunté girando hacía Felix.
Félix sacó su móvil.
-Mm que raro no tengo casi señal -hablo viendo su móvil.
Saqué mi móvil para ver qué señal tenía, y apenas tenía también señal.
-Da igual sigamos buscando, algún hueco encontraremos.
-En la parte del cementerio me ha parecido ver algo en una de las tumbas -dijo Felix viendome.
-Bien vayamos a ver -conteste.
Ambos nos dirigimos hacia la zona del cementerio, aquel cementerio daba bastante cosa, no lo iba a negar.
Felix comenzó a mirar por las lápidas.
-¡Señor! -grito. -Aquí hay un acceso.
Me acerqué a donde estaba.
-Mm, si parece un acceso, pero no a la casa -hable agachándome para ver la madera podrida.
Parecía que la habían abierto no hacía mucho.
-¿Lo abrimos? -preguntó Felix agachándose a mi lado.
-Si, ayúdame -contesté poniéndome de pie, tomando aquella madera por uno de los extremos mientras que Felix lo hacía por el otro lado.
La echamos a un lado, y pudimos ver unas escaleras que bajaban.
Saqué la linterna y la encendí.
-Bajemos -dije alumbrando para poder bajar.
Felix encendió la suya y comenzó a bajar delante mio.

Aquel lugar olía realmente mal... a podrido.
-¡Cómo apesta! -se quejó Felix tapándose la nariz con la manga de la chaqueta.
Después de un rato caminando a través de esos angostos pasillos, llegamos a una habitación con celdas.
-¡Eh! -¿Por qué hay celdas aquí? -preguntó asomándose en una de las celdas abiertas.
Me asomé junto a él para ver. Mientras miraba alrededor de esta pude ver algo brillar en la esquina.
Entré a la celda y tomé aquel objeto, un smartphone. ¿Pero qué hacía un smartphone ahí?
Comencé a ver si podía encenderlo, pero estaba apagado, por lo que me lo guardé en el bolsillo de la chaqueta y seguí investigando la habitación. Mientras que lo hacía Felix estaba fotografiando el resto de las celdas.

Cuando de repente escuche unos ruidos.
Felix se acercó a donde estaba.
-Lo ha oído señor -susurró asomándose a la celda. -Creo que viene alguien.
-Entra y apaga tu linterna -hable bajito para que solo él pudiera escucharme.
-Nos van a pillar -dijo mirando a su alrededor. Parecía algo asustado.
Eche un vistazo alrededor y lo empuje hacia un montón de mantas.
-Aprovechemos el bulto de las mantas.
Ambos nos escondimos entre estas, hice un hueco para poder ver lo que pasaba fuera, cuando aparecieron por el pasillo que habíamos entrado dos hombres de negro. Iban vestidos de la misma manera que los de aquella noche.
-¿Qué ve? -susurró Félix en un tono apenas audible.
Pude ver como uno de los hombres se giraba hacia la celda. ¿Lo había escuchado?, aunque sería algo imposible.
Hice un gesto para que se mantuviera en total silencio.
-¿No te ha visto el oficial Jackson? ¿no? -preguntó uno de ellos al otro.
¿Cómo? ¿me conocían?
-No, pude esconderme rápidamente -Contestó el otro quitándose la capucha de la cabeza.
-Lo que sí que me preocupa es el chico que ha venido con él -siguió hablando.
-¿Por qué? -preguntó mirando de nuevo hacia la celda.
-¿Cómo qué por qué tío? -Mira que hemos hecho todo lo posible para que no haya acceso a la casa, y pum el va y descubre el acceso, donde secuestramos durante años a esos adolescentes.
¿Espera seguían vivos? Mi corazón se aceleró.
-No te preocupes tanto -habló el otro palmeandole la espalda y empujando hacia una celda.
Pude ver cómo aparecía una pequeña pantalla y tecleaba un código en esta. Ambos entraron y la puerta se cerró detrás.

Felix y yo salimos de aquellas mantas.
Me dirigí directamente a aquella celda a averiguar dónde estaba aquella pantallita.
-¿A dónde va señor? -preguntó nervioso Félix. -Nos van a descubrir.
Me giré hacia él y lo tomé de los hombros.
-Quiero que me escuches con atención, muchacho -hable viéndolo a los ojos.
-Quiero que salgas por donde hemos entrado -seguí hablando. -¿Te acuerdas del camino, no?
Felix asintió.
-Bien.
-Escúchame, quiero que salgas y vayas al coche -hable rebuscando en el bolsillo de la chaqueta, hasta dar con las llaves.
-Ves a la central de policía más cercana y explica que está pasando.
Le ofrecí las llaves y lo empujé hacia la salida, me quedé viendo como se alejaba.

Me giré de nuevo hacia la celda y comencé a mirar a mi alrededor. Pero tan solo encontré la puerta, ahora me faltaba encontrar esa maldita pantallita.
Mientras seguía buscando, pude oír unos pasos acercarse, me escondí todo lo rápido que pude.
Aquella persona entró a la celda y tocó algo en la pared, haciendo que la pantalla apareciera, como pude me asomé para ver que código tecleaba.
La puerta se abrió y entró.
Salí corriendo de mi escondite y tomé la puerta antes de que esta se cerrase.
Me adentre en un pasillo gris y con apenas iluminación. Mientras andaba por aquel enorme pasillo, pasé por uno que me llamó la atención, estaba completamente a oscuras, por lo que encendí la linterna y me adentre. Pudiendo ver habitaciones con ventanitas en las puertas.
Fui alumbrando hacia el interior, hasta que tope con una habitación acolchada. Estaba cubierta de sangre y en una de las esquinas había un grupo de jóvenes acurrucados, dándose calor.
-¿Hola? -susurre.
Pude oír como uno de los chicos comenzaba a sollozar, temblando.
El que parecía el mayor, abrió los ojos.
-Tranquilo soy policía, soy el oficial Jackson Wang -dije mostrando mi placa a través de la ventana.
-¿Sabes como puedo abrir la puerta para sacaros? -pregunté.
-Esta abierta -hablo.
¿Aquella voz? Era el chico que había llamado, podía reconocer esa voz ronca en cualquier momento.
Tome el manillar de la puerta y la empuje, efectivamente estaba abierta.

Me acerqué a ellos, para poderlos revisarlos, pero el que me había hablado los abrazo como acto reflejo.
-Tranquilo, joven no les voy hacer nada -hable intentándolo tranquilizarlo.
Mientras los revisaba, le pregunte que porque no habían escapado si tenían la puerta abierta y tenían teléfono, dije mostrando este.
-Lo hemos intentado en muchas ocasiones desde que nos tienen aquí cautivos, pero cada vez que nos han pillado hemos recibido la paliza del siglo, o días sin comer. Explico. -Ese teléfono se lo robé a uno de los secuestradores.
-De acuerdo, joven -hable viendo a uno de los chicos, estaba en los huesos.
-¿Cuántos días lleva sin comer? -pregunté tocando su frente.
-Tres días -respondió uno de los chicos.
-¡Que no lleve más! -habló uno de ellos.
-¿Como?
Ambos comenzaron a explicarme cual había sido su nuevo plan de escape, pero este había fracasado. Haciendo que su amigo recibiera una paliza y estuviese encerrado en la celda de los castigos.
-¿Qué celda de los castigos? -pregunté.
-Por dónde ha accedido ¿no habían unas celdas?
Asentí con la cabeza.

Mire a mi alrededor y tome una de las mantas sucias.
-Ayudarme a ponerle sobre su espalda.. -dije señalando al chico herido.
-Se llama Jimin -hablo viéndolo. -Yo soy Namjoon.
-De acuerdo.
Dos de los chicos que parecían ser los mayores me ayudaron a cargar el cuerpo frío sobre la espalda de Namjoon. Lo envolví con la manta.
-Ayudarme ahora con él -dije señalando hacia otro de los chicos que se encontraba de pie, pero no apoyaba su pierna, al parecer estaba roto su tobillo.
Me agaché y ambos chicos le ayudaron a que se apoyase sobre mi espalda.
-Salgamos de aquí -dije dirigiéndome hacía la puerta.
Cuando salimos de la celda me giré hacia ellos.
-Escucharme bien, cuando grite que hay que correr, correr.
Todos asintieron.

Finalmente salimos al exterior, cuando salió el último de los chicos, pude escuchar unas sirenas a lo lejos y a Felix gritar mi nombre.
Felix me vio entre las ramas y vino corriendo a donde estaba, abrazándome.

Poco a poco aquel cementerio comenzó a llenarse de policías y paramédicos, atendiendo a los jóvenes. Mientras que estaba ahí con Felix explicando lo que había visto, apareció aquel joven que encontramos en el 95. Este corrió hacia sus amigos abrazándolos.

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