17. Mi Querida Hermana.

Cada paso que daba era como si resonara en la calle la cual solo tenía a pequeños grupos de personas las cuales solían reunirse a las puertas de sus casas las cuales varias eran construidas de por tablas y láminas de zinc aunque al igual que otras tambien eran hechas completamente de bloques de cemento y zinc. Solo basto con un par de calles para que Arthur se detuviera a la puerta de una casa que daba a la calle, tres golpes consecutivos y fuertes se alzaron desde la puerta de entrada. Pasos se escucharon desde adentro de la casa, para ser un barrio humilde aquellas calles tenían personas hablando fuera de sus casas muy animadas, era ligeramente diferente a como él lo recordaba, al abrirse la puerta una vez más aquellas miradas se cruzaron y los hermanos estaban cara a cara.

-Y yo que de verdad pensé que no vendrías.-

-Claro que iba a venir, ¿por qué mentiría?... Venga, invitame a pasar.-

-Preferiría que no pasaras Arthur.-

-Igual lo voy a hacer.-

Un suspiro agotado salio de los labios de aquel chico evidentemente menor a él apartándose un poco de la puerta.

-Como quieras.-

-Bien.- Arthur entro a aquella casa la cual parecía una imagen completamente diferente a como estaba afuera, luz lo suficientemente blanca para ver cada esquina y muebles nuevos, todo parecía tan ordenado y limpio, como si el color blanco, marrón y negro fuera ligeramente dominante en aquella sala - ¿Dónde esta mi querida hermanita?-.

Arthur junto sus manos frotandolas cual chico animado por algo, veía todo frente a él con un ligero entusiasmo y empezó a caminar por aquel sitio con gran comodidad, todo pretendía a que este sería un escenario incómodo pero parecía que sería todo lo contrario. -Imaginare que mandaste al viejo a comprar el pan o algo parecido.-

-Salió por unos minutos, pero yo no se lo pedí. ¿Qué quieres Arth?, tu no sueles venir por nada y mucho menos aquí a la casa, si es por nuestra hermana no esperes mucho, ella ya esta bien.-

-Eso lo decidiré yo, además, no me puedes prohibir nada en mi casa. ¿O si?- el cuidado en las palabras de ambos parecían estar llenas de recelo y rencor, como si de un antiguo problema aun presente se tratase.

-Ella esta estudiando en su habitación.-

-Pues creo que la ayúdare con su tarea.-

Arthur avanzó con naturalidad y tocó la puerta de aquella habitación escuchando aquella voz que le animaba tanto escuchar.

-¡Pase!.-

Al girar la manilla de la puerta todo tomaba una perspectiva diferente, realmente parecía la habitación de una adolescente, el color morado era resaltante, varios muñecos de ciencia ficción en varios sitios y alguno que otro manga y comic.

-¿Dónde esta la reina de esta casa?.-

Aquellas dos miradas se cruzaron, Arthur cerró la puerta tras de si y fue empujado por el peso de su hermana quien lo había abrazado.

-Uy... Veo que ya estas más pesada.- para lo alto que era Arthur, le sorprendío ver que su hermana ya le llegaba al abdomen.

-No me dijiste que vendrías. No has venido hace mucho...-

-Si, si, ahorrate el regaño. Pero si te escribí, eso cuenta ¿No?.-

-Claro que no cuenta, no es lo mismo.-

-Pues,podías ir a visitarme tú, solo debías decirme y yo me encargaba de lo demás, no habría sido nada complicado.-

Ella con calma asintió esperando una reacción de su hermano quien con su mirada buscó algo que hacer mirando la TV.

-Veo que tienes una consola, ¿jugamos?.-

-Solo si quieres perder.- pese a ser tan pequeña, tenía aquella actitud egocéntrica que salía de a momentos, algo que evidentemente obtuvo de su hermano y no de sus demás familiares.

Elizabeth estaba acostada en su cama, con su increíble y fantástica fortaleza de no hacer absolutamente nada, miraba al techo de su habitación agotada y pensante, se sentía agobiada, como si algo faltante en su cotidiana vida estuviera incomodandola, ¿su vida siempre había sido tan silenciosa?, ¿por qué ahora todo esta tan... Vacío?.

-Debo estarme volviendo loca.- (Yo siempre e estado así, nada cambió, solo por salir unos días de más no significa que todo sea distinto... Solo cruce un par de palabras con él, además dijo que nos escribiría, dios mío Lizzy, nos preocupamos demasiado...¿Nos?, mente y cuerpo estan discutiendo que pasa, hay dios me estoy volviendo loca!!.) ella cerró sus ojos dejando volar un poco su imaginación dando saltos irracionales en la misma.

(Maldición, necesito un abrazo.) tras pensarlo, una imagen clara de Arthur le vino a la mente, era tan clara que parecía tenerlo frente a ella, vio como él abrió sus brazos acercandose y ella lo imitó, ambos ojos estaban fijos y paralizados, al tocar y sentir el abrazo de él sobre ella no pudo evitar despertar repentinamente, fue inmensamente rápido y abrumadoramente real... A tal punto que Elizabeth abrazo su almohada con una enorme fuerza entre enojada y avergonzada, pero aunque sus brazos estaban firmes sus piernas no encontraba paz de tantos movimientos.

(¿¡¡QUÉ TIENE QUE VER ÉL CON ESTO!!?, TE ODIO MENTEEE!.) ella estaba mordiendo su almohada, se sentía tan avergonzada de si misma, aunque llegó un nuevo pensamiento a su mente. (¿Tendría algo de malo que fuera así?.) y como si fuera una niña ella tapó toda su cara con la almohada gritando con una lluvia de sentimientos indescriptible en todos los sentidos... Que complicado pueden llegar a ser los pensamientos.

Un par de golpes en la puerta la distrajo de sus pensamientos y una enorme calma le llegó de repente como si el carrusel de emociones desapareciera.

Al levantarse apresurada casi se cae con uno de sus zapatos que estaba tirado en el suelo, llegó a la puerta en cuestión de segundos y al abrirla se topó con una persona inesperada.

-Hola!, disculpa venir tan repentinamente... No tenía nada para hacer y quería hablar con alguien.-

-¿Rachel?, ¿cómo sabes donde vivo?.- sin dudas la sorpresa llegó a ella sin cuidado.

-Isaac me dio tu dirección.-

-¿Y cómo sabía él dónde vivo?.- sin dudas aquella costumbre de decir lo que piensa era muy evidente, tanto que en vez de agobiar a Rachel con tantas preguntas, solo le causaban gracia.

-Pueeeees, tienes a Arthur como amigo, eso es suficiente como para ya no tener secretos.-

-Acaso me estan espiando.-

-La verdad no sé, pero si me dejas más tiempo en la puerta si que nos van a espiar.-

-Disculpa, pasa pasa.-

Elizabeth invito a entrar a Rachel pero no había tomado en cuenta que no esperaba visitas, su ropa estaba en una esquina amontonada, zapatos tirados debajo de la cama. Lo único que se mantenía muy ordenado y limpio era la cocina, extrañamente no había ningun vaso pues todos estaban ordenados.

-No eres muy ordenada por lo que veo.-

-Mierda...- Elizabeth tomó acciones rápidas frente a Rachel, abrió el armario y lanzó toda la ropa que encontró sin cuidado y los zapatos los iba pateando debajo de la cama cuando los veía, fue muy poco delicado pero en cuestión de segundos ya todo estaba mucho más limpio.

-Me sorprende que seas tan descuidada, pareces muy minuciosa.-

-Talvez por ser minuciosa es por lo que soy descuidada.-

-Eso no tiene nada de sentido.-

Elizabeth se lanzo a su cama a descansar pues al no hacer tanto ejercicio como debería, se había agotado con solo un poco de acción rápida. Rachel solo la acompaño y ya sin vergüenza se sentó a un lado de la cama.

-¿Y qué tal estas?, ¿sucedió algo por lo que hayas venido?.- Elizabeth si dudas estaba intrigada, no recibía visitas tan seguido y siempre la mantenía atenta esperando alguna sorpresa.

-Bueno... Estaba pensando en algo... ¿Qué crees que pensaría Isaac si le digo que quiero tener un hijo?.-

(Tan repentino!) fueron las palabras que se cruzaron por la mente de Elizabeth, estaba inmóvil ante la pregunta y no podía pensar en algo diferente.

-Lizzy.-

-Disculpa, me acabas de fundir el cerebro.- cuando Elizabeth volteo a ver a Rachel quedo embobada, ella estaba avergonzada y nerviosa, intentaba no cruzar su mirada con la de Lizzy pero le era inevitable ya que realmente quería una respuesta.

-¿Por qué tan repentino?... Pensé que querías un poco más de tiempo junto con él, sin ruido... Solos. -

Rachel se quito sus zapatos y recogió sus piernas pegandolas al su pecho haciendose bolita, decir aquello en voz alta era muchísimo más vergonzoso que pensarlo.

-No se, cuando estoy en casa se siente muy solo... Creo que me aburrí de estar en silencio, creo que... Talvez me gustaría un poco más de color en mis días con Isaac... ¡No lo se!, solo me hice la idea y me gustó como se sintió.-

Ella ahora ocultaba su rostro entre sus rodillas mientras Elizabeth solo la miraba embobada y un par de palabras se cruzaron por su mente (Que linda).

-No puedo entenderlo, digo, solo deberías decírselo... Aunque creo que soy la peor para darte un consejo, no entiendo mucho de eso.-

-¿Eso?.-

-Si, las relaciones. Solo puedo decir, si crees que es bueno para ti, si el camino es estable, deberías intentar avanzar sin avergonzarte. Quieres una familia y eso es respetable, y él ps, es Isaac, si tu se lo dices de seguro lo aceptará.-

Lizzy miró por un par de segundos al techo hablando sin notarlo, muchas veces lo hacía, aunque dijera que su opinión no tendría relevancia, quellas palabras que dejarían pensante a Rachel.

-Ese talvez sería uno de los mayores problemas, Isaac siempre acepta todo sin dudarlo, desde que estamos juntos siempre es complicado saber lo que quiere ya que todo lo hace por los demás... ¿Sabés algo divertido?, Isaac odia Alemania y solo por que yo iría armo todo un viaje con todos juntos, es estresante no saber lo que él quiere.-

Elizabeth solo podía mantener algo de silencio, prefirió escuchar por unos segundos hasta poder soltar su comentario.

-Él siempre a sido así, reservado, tomando confianza muy rápido con todos... Dios, me siento como una niña hablando de esto... Perdón por hablar de eso, me fui del tema si notarlo.-

Elizabeth movió la cabeza negando mientras movía sus pies que colgaban de la cama.

-Es lindo saber que aunque hayan pasado tanto tiempo juntos, aun estan tan enamorados como cuando comenzaron a salir... Me hace pensar que talvez enamorarse no es tan malo.-

Aunque su perspectiva de las relaciones era burdamente tosca, sus palabras eran en base a lo que conocía de los romances y tras decirlo en voz alta no podía evitar sentir que aquel sentimiento tan incomodo se acrecentara en su pecho.

-Yo te habia dicho que nunca supe cuando estuve enamorada de Isaac hasta que simplemente por algunas cosas lo acepté... Dime, ¿qué crees que deba hacer con lo que te dije?.-

Lizzy se levantó de la cama de un solo salto, era como si todos los ánimos del mundo llegarán a ella de repente.

-Eres demasiado cuidadosa y él muy descuidado, solo preguntale y espera lo mejor, no te carcomas la cabeza con ideas solo haz la pendejada y luego arregla los detalles malos.-

-Intentare hacerlo.-

-¿Cuándo?.- Elizabeth se paró frente a Rachel esperando la respuesta mirandola fijamente, Rachel no respondió mientras intentaba buscar una excusa a lo que Elizabeth sujeto las mejillas de la mayor alzando su cara y pellizcandola con algo de fuerza. -Dime cuando.-

-Da plodsima semanna, duedtame... ¡DLIZZY!- sus palabras se le hicieron tan graciosas que Elizabeth dudo si soltarla o no, pero Rachel la alejo antes de que pudiera tomar una decisión. -Eso duele tonta.-

-Rache, una enorme pregunta que me carcome, ¿acaso no tienes más amigos?, digo, viniste a pedirme ayuda para algo tan serio y nos conocemos desde hace poco... Es.-

-Tengo más amigas y amigos... Amigo. ¡Pero tengo más amigas!, solo que ellas trabajan lejos y por muchas horas, pero siempre hablo con ellas...Casi siempre. Solo necesitaba hablar con alguien y caminar un poco, Isaac salió y bueno, odio estar sola pues ya escribí demasiado.-

-¿Qué tan complicado puede ser escribir un libro?.-

-En realidad, es muy complejo, hay muchos aspectos que pulir y recordar todo cuando tienes que unir varias obras es excesivamente complicado... Pues se me suele olvidar casi todo. Es como hacer una prueba de matemáticas, sabes que viste todo lo que hay en la prueba, pero no te acuerdas de nada.-

-Que bien, yo odio las pruebas de matemáticas. ¿Quieres café?.-

-¡Claro!.-

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Gracias por leer.

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