Capítulo 7
La semana pasaba lento y molestar a Lizzie se me había vuelto mi nuevo pasatiempo, y aunque no lo podía efectuar todo el tiempo – ya que ella estaba en un grado menor al mío– nunca perdía la oportunidad de hacerlo.
Ella, de alguna forma, resaltaba entre las demás estudiantes, no solo por su peculiar cabello rosado, si no por la extraña manía de usar correctamente el uniforme. Siempre su cabello perfectamente recogido en una pulcra y larga cola de caballo, los lentes escondiendo sus brillantes ojos azules y sin olvidar que no llevaba ni una pizca de maquillaje en su rostro. Bueno, solo el bálsamo labial que de seguro Sandy le había obligado a usar.
Se le había hecho costumbre saludarme con un golpe en la cabeza, no está de más decir que tengo dos chibolos y la semana aún no se había acabado. El ñoño, cuyo nombre empezaba con D pero mi cerebro es muy vago para recordar el resto, pasaba pegado a ella como chicle y me estaba empezando a molestar.
El nombre de Lizzie sonaba por los megáfonos unas cinco veces al día y todo un siempre para la misma barata excusa.
"Señorita Miller, el señorito "Apellido Que No Recuerdo Pero Ustedes Saben A Que Bastardo Me Refiero" la necesita en el laboratorio de matemáticas"
¿Para qué miércoles iría ella a esa sala?
¡Ella odia las matemáticas!
Incluso una vez vino a la casa de Ryan y ese día tampoco me saludó el muy hijo de su mami.
Y tenía esa estúpida manía de llamarla Beth. ¡Beth, esto!, ¡Beth, aquello! Beth... Que apodo para más común y poco original. Apuesto que puedo ir caminando por la plaza, gritar Beth y más de diez chicas se va a girar a mirarme.
Pero lo que más me sacaba de quicio era que ella no hiciera nada. Nada más que reírse, nada más que sonreírle, nada más que eso. No le tiraba libros en la cabeza, no lo llamaba Mono Subdesarrollado, es más, le tenía hasta un apodo. Y no era nada parecido a los que me ponía.
"Dy, es que no comprendo", "Dy, me lo puedes explicar de nuevo"
Dy, Dy, Dy.
Dy, su puta madre...
Yo le estaba enseñando matemáticas, no esa imitación barata de Einstein. Aunque ¿de qué me quejo?, Lizzie es un asco de estudiante –en lo que respecta a matemáticas, claro está–, por un momento sentí hasta pena de él. Hasta que me di cuenta de su actitud conmigo y con el ñoño era diferente en todas las situaciones habidas y por haber. Si él la llamaba por un apodo, se sonrojaba y le reía. Yo la llamaba Lizzie, cabello de algodón de azúcar, Monstrito rosado, y me pegaba con un libro que parecía la fusión de la biblia y el diccionario juntos. Llamase como la llamase, mi cabeza nunca salía ilesa.
Estábamos jugando play con Ryan y Max, mientras que Lizzie y Ñoño estudiaban en la parte de atrás de la sala de juegos, ya que Ryan no los iba a dejar solos en el estudio. En ese momento agradecí a Ryan por ser tan enfermizamente protector.
Tenía que girarme un poco para tener una buena visión de ellos dos. Pero no necesitaba ojos para escuchar su risa, o las indirectas que él le mandaba. Le decía lo linda que era su risa... Patrañas, su risa era horrible. Como una foca bebe riendo, con aplausos incluidos.
Y yo no era el único en notarlo, Ryan y Max también. Al final tuvieron que suspender la sesión ya que Ryan hacía ruidos a propósito para que D"algo" se marche.
Al final, él terminó cediendo y se marchó, me mordí la lengua y resistí la tentación de cantarle Aleluya en la cara. Pero D"algo" no se fue sin antes besar a Lizzie en la mejilla y decirle un meloso "Nos vemos en el colegio, Beth".
En un murmuro repetí lo que dijo, solo que utilizando un poco de exageración y en mi cara se reflejaba una mueca de disgusto. Juro que todo el rato que Goma de Mascar pasó pegado a Lizzie, mi rostro no dejo de hacer expresiones de asco. En unos momentos hasta nausea me dio
— ¿Porque son tan descorteses con él?— nos preguntó en un tono molesto mientras entraba de nuevo a la sala de juegos. Solo que esta vez sin su amigo.
Ese día fue la primera vez que la vi usando shorts. Esa fue la primera vez que pude apreciar sus piernas sin que las medias estén de por medio. No eran ni cortas, ni extremadamente largas. Eran unas piernas normales, como las de cualquier adolescente. Pero por alguna razón no podía dejar de mirarlas.
— ¿Mostrando lo que no tienes, Monstrito Rosa?— le pregunté para molestarla mientras Ryan iniciaba una nueva partida de Call of Duty.
— ¡Calla, mono, que me he quedado sin ropa! ¡Y Kaya no tiene otra cosa que no sean puti-shorts!— exclamó con cólera— esto es lo más largo que encontré— esto lo dijo ya con una voz resignada y más calmada.
Y tenía razón, Kaya no era muy conservadora que digamos. Tampoco es puta, pero le gusta mostrar lo que Dios le dio.
El short que llevaba Lizzie remarcaba el jodido trasero que tenía. Por Dios, no era pequeño, pero tampoco era Nicki Minaj. Yo quería...
Y Ryan me pegó una colleja, seguido luego por Max. Lizzie sonrió complacida, complacida de verme sobando mi cabeza y con una expersión de doloren mi rostro. Estoy empezando a creer siente placer al verme sufrir.
— ¡¿Que tienen los Miller con pegarme en la cabeza?!— exclamé indignado.
—Tenemos la esperanza de que lo sea que tengas allí dentro de la cabeza, vuelva a funcionar— Lizzie se encogió de hombros y caminó hasta la mesa donde estaban ella y ñoño D estudiando.
Ñoño D... Ese apodo me gusta.
Empezó a recoger y apilar los cuadernos que habían dejado regados. Con el codo golpeó ligeramente un vaso de metal donde ponía los lápices y borradores, este por obvia razones se cayó. Ella bufó y se agacho de una forma que dejaba a mis ojos admirar su...
—Deja de mirarle el trasero— murmuró Ryan enojado. Max era el único que había dejado de tomarle atención a Lizzie y empezar a tomar revancha en el juego.
Mierda...
— ¡Gané!— exclamó Max mientras se sacaba la camiseta y empezaba a correr por todo el cuarto. La camiseta cayó quien sabe dónde y a Max no parecía querer molestarse en saber dónde, simplemente siguió corriendo por el cuarto gritando.
"Soy todo un Crack" "Soy el Rey del Call of Duty" "En sus caras perras "Chúpense esa, Perdedores"
Y al final se paró frente a nosotros y dijo con voz de Batman.
"Desde ahora me han de llamar *Max, el nigga crack del Call of Duty*. Entendieron sucios perdedores"
Ryan giró los ojos y le lanzó un cojín en la cara. Él le sacó la lengua a Ryan y con la mirada empezó a buscar la camiseta. Estas reacciones de Max eran normales para nosotros. Pero era notorio que para la peli-rosada, estas actitudes eran de otro mundo.
— ¡Mira! Ya la traumaste- comentó Ryan señalando a Elizabeth, quien seguía con los ojos abiertos como sapos. Se le veía chistosa, sin saber qué hacer, o cómo reaccionar.
—Ignóralo. Nos vino con defecto de fábrica. — Ella asintió.
— ¡Oye! Ten más respeto, soy el hermano mayor— grito Max, quien estaba en la parte trasera de la habitación poniéndose la camiseta.
— Lo que digas— le contesto Ryan indiferente.
Max corrió hasta el sillón y se sentó a lado mío de un brinco. El sillón era lo suficiente mente grande par abracar hasta cinco personas y sobrar espacio para dos elefantes. Era el típico sillón que tienen las familias numerosas.
—Eh, Li-digo Elisabeth, ¿no quieres jugar con nosotros?— le preguntó Max auto corrigiéndose en el nombre al sentir las miradas matadoras de parte de Lizzie, y porque no decirlo también, también mías. Solo yo podía molestarla con el apodo de Lizzie.
Ella le sonrió y asintió caminando para sentarse a lado de Ryan, quien le extendió el control de la play.
—Un duda... ¿Cómo se juega?
Ella nos sonrío inocente, como disculpándose por no saber. Ryan le explicó las reglas y las trampas del juego. Él hablaba y ella asentía en señal de compresión, en pocos minutos ya estábamos jugando.
***
— ¡¿Cómo?!- preguntamos un poco mucho anonadados.
Ella sonrió angelical, como si el juego en el cual nos había ganado era My Little Pony, no Call of Duty.
Max se acercó a ella, la cogió de los hombros, mientras la batía exigiendo una explicación de su "des coronación" como el Rey del Call of Duty. Constantemente repetía que no era posible, que él era el nigga crack Rey del Call of Duty. Juro haber visto una lagrima pequeña correr por su mejilla, aunque cada vez que se lo pregunto me lo niegue.
— ¡Max!— lo regaño Ryan.
Él se detuvo, pero el daño ya estaba hecho. El rostro de Lizzie se puso pálido, rápidamente dirigió su mano a su boca. Sus ojos se abrieron de par en par en busca del tacho de basura. Desgracia nuestra, Sandy se lo había llevado minutos antes para recoger la basura y cambiar de funda.
Rápidamente Ryan empezó a abanicarla, mientras yo le pegaba en la cabeza por tarado.
Poco a poco su cara empezó a tomar color y retiró su mano de la boca.
—Idiota —dijo mirando de una manera que nadie desea ser mirado— me mareo con facilidad.
—Perdón—Él puso cara de perrito arrepentido y la agarró entre sus brazos formando un abrazo. Lizzie pareció sorprendida ante el acto, como si de todas las cosas que Max pudiese haber hecho, esa era la última que escogería.
—Está bien, ya no importa- dijo correspondiéndole el abrazo.
— ¡Eh, suéltala!¡Se supone que yo soy el hermano favorito!- espetó Ryan, jalando a Lizzie deshaciendo el abrazo que tenía con Max.
Lizzie empezó a reír. Su risa, no era estética, era muy peculiar, cabe decir. No era horrible como había dicho antes, pero tampoco era canto de ángeles. Pero por alguna razón me encantaba escucharla.
Inconscientemente una sonrisa se coló entre mis labios y al igual que Max me uní al abrazo de hermanos, aunque yo no era uno.
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