Capítulo 4
Kaya me miraba fijamente. Esperando alguna señal de entendimiento. Pero yo no generé ninguno de esos gestos.
-Está bien- ella soltó un bufido y me sonrió -No importa, matemáticas no es fácil para todo el mundo.
Ella cogió el libro de ecuaciones de nuevo y lo volvió a poner en frente mío. Con un borrador con forma de mostacho, eliminó todos los ejercicios que ella había resuelto en su antiguo cuaderno de matemáticas y escribió unos nuevos.
-Aun no entiendo cómo es que no puedas resolver una simple ecuación por método de adición, pero si puedes comerte un libro de quinientas páginas en horas.
Yo le sonreí inocente, ambas estábamos en el estudio de la casa. Era más como una biblioteca-el cielo si me preguntas a mí- de libros antiguos empolvados, apilados por tamaño. Sentía como la mano me picaba por leerlos, deseaba oler el polvoso aroma que sus páginas contenían.
Nunca en toda mi vida había visto tantos libros en un mismo lugar. Eran de distintas formas, colores y tamaño. Uno aún más interesante que el anterior.
Tanta perfección y no la podía tocar. No aún.
Estaba estancada con el único libro que no tenía ni deseos de ver.
El libro de Baldor.
Ciertamente creo que Baldor es el único libro que le ha sacado más de un suspiro- normalmente acompañado con lágrimas- a todos los adolescentes.
- ¿No juzgues a un pez por su habilidad de subir un árbol?- le conteste dudosa.
- ¿Qué?
-Nada, lo dijo Einstein. Mejor dime lo que es una Identidad otra vez. Ya se me olvido.
Kaya dejó caer su cabeza en el escritorio, golpeándose fuertemente con este.
-Así no puedo- se puso recta y empujó la silla para dejar su cuerpo pudiese salir.
- ¿A dónde vas?- le pregunté cuando ella ya estaba cerca de la puerta que daba a la sala secundaria.
-Voy por la artillería pesada- gritó desde lo que supongo que era la sala principal. La niña era muy rápida. Por algo practicaba atletismo.
Dejé caer mi cuerpo sobre el escritorio y solté un grito des-ahogador.
Nunca iba a entender esas fórmulas. Nunca iba a pasar los exámenes de admisión. De seguro me mandarían a primer año, y sería la más vieja de la clase. Luego me harán bullying y terminaré suicidándose en el Empire State.
No es como que me vayan a extrañar.
Mierda, que estoy pensando.
Necesito comprender estas fórmulas. Es de vida o muerte.
-Si sigues holgazaneando así, nunca las vas a entender- dijo una voz, una voz que sólo había escuchado unas pocas veces en los últimos días, pero la conocía muy bien.
Ethan "arrogante" apellido que no conozco.
-Calla, mono subdesarrollado. No ves que el libro me está contando sus conocimientos, por eso tengo la oreja pegada a él. No es que este holgazaneando- dije volviendo a poner mi columna recta, para poder mirarlo mejor.
Mentir sería decir que él no era lindo. Porque, demonios, él era jodidamente atractivo. Y él lo sabía. Lo que aumentaba su arrogancia, eclipsando toda virtud que hubiese en él. Tenía el cabello largo, o bueno, lo tenía de un largo donde casi no se le veían sus ojos y su frente era un misterio. Las puntas de su rubio cabello rozaban ligeramente sus hombros. Siempre lo llevaba suelto y despeinado. Pero no un despeinado de "me acabo de levantar de la cama, mátenme", no. Su despeinado era un "me acabo de follar a una rubia tetona".
Él alzó una ceja y me sonrió arrogante.
-Lo que tú digas, Lizzie.
Lizzie...
Tenía una manía de llamarme así. Desde el domingo pasado, no dejaba de llamarme aquí. De las veinte veces que se había dirigido a mí, diecinueve terminaban con Lizzie. No me gustaba que me llamaran por ese apodo en particular. Ni tampoco Lisa, o Liz, creo que no me gusta ningún apodo. Los apodos traen a mi memoria recuerdos que no deseo revivir.
Pasado pisado, dice una canción por ahí.
Yo cogí con mi mano al Santo Baldor y se lo tiré. Lastimosamente, como apesto en todo lo que es gimnasia o cosas parecidas. No le cayó a él, es más, ni siquiera cayó cerca de él. El "hermoso" libro había caído justo en un estante donde estaba lo que parecían ser reliquias de familia y cosas costosas.
Está de más decir que todas se rompieron, seguidas por el hermoso y melodioso estruendo de vidrios quebrándose.
Yo vi mi fin.
De seguro me regresaban a la casa hogar por eso. Murmuré varias maldiciones mientras caminaba rápidamente hacia la esquina del cuarto, donde los pedazos de vidrios yacían.
Ethan me miró con los ojos abiertos.
Fue cuestión de segundos para que Sandy y Logan estuviesen en el estudio. Nos miraron a ambos, preguntaron por el estruendo, pero ninguno de los dos fue capaz de responder. Naturalmente ellos inspeccionaron el estudio en busca de alguna anormalidad.
- ¡El regalo de mi madre!- gritó Sandy y corrió a recoger unos pedazos de color café.
Mientras que Logan parecía más feliz que enojado.
-Al fin se fue ese estúpido Búho.
- ¡Logan!
- ¿Qué?- le preguntó el aún con su sonrisa de Cheshire. Sandy le mando una de esas miradas reprendedoras que te hacen sacudir todo el cuerpo. Él dejó de sonreír y con una cara seria preguntó por el culpable.
-Fui yo, Señor Miller- dijo Ethan, antes de que pudiese aceptar mi culpa.
-No, ¿Qué hablas?- dije mirándolo buscando una explicación por sus actos. Yo había pensado que me iba a mandar al frente -No es culpa del mon-Ethan, es mía- les dije autocorrigiéndome en el nombre del mono subdesarrollado.
Ethan me miró feo y yo le sonreí inocente. Una de las pocas veces que le había sonreído sin una sola pista de sarcasmo o burla, cabe decir.
Sandy hizo un gesto de ternura.
-Se defienden el uno al otro. Logan, te acuerdas cuando hacíamos eso.
Ella corrió a su esposo y enroscó sus brazos en los de él. Logan sonrío nostálgico.
-Bueno, ya que no hay culpable. No hay castigo verdad- murmuró Ethan.
-Está bien niños. No hay problema- dijo Sandy aun mirando a Logan como una colegiala enamorada.
Ambos sonreímos.
*****
- ¡Es que no entiendo!- exclamé tirando el lápiz sobre la mesa. Mis manos por inercia se dirigieron a mis sienes para apaciguar el dolor de cabeza que Baldor me facilitaba.
- ¡Porque no te concentras!- me gritó Ethan notoriamente frustrado.
Al parecer la definición de artillería pesada, era llamar a Don "Egocentrismo" Ethan.
Estábamos chequeando sus cuadernos. Su letra era un asco, la única parte de ese cuaderno que entendí fue la carátula y eso porque era hecha a computadora.
"Ethan Maximiliano Blade White" ese era su nombre. Ethan Blade, sonaba bien. Me gustaba el nombre.
- ¡No me grites!- le grité de vuelta, mientras cogía a Baldor para pegarle en la cabeza, pero él lo esquivó.
- ¡No me pegues en la cabeza!-me retó, a lo que yo le contesté sacándole la lengua. Infantil pero efectivo.
Él frunció el ceño.
- ¡Me rindo!- exclamó y empezó a dirigirse a la salida del estudio.
Mierda. Mierda y más mierda. Aunque me doliese aceptar él era mi única opción para pasar ese examen de admisión. Kaya se negaba a explicarme, la gemelas estaban en el mall con sus amigas y Lana estaba preparando sus maletas para irse a Alemania.
Ethan era lo único que tenía.
- ¡Ethan, espera!- dije cuando él estaba por salir. Su mano agarraba la cerradura de la gran puerta marrón que dividía la sala y el estudio.
-Dime, Lizzie.
Él giró la cabeza para mírame, ya que estaba de espaldas, con todo su cuerpo dirigido hacia la salida. Su sonrisa arrogante se plasmaba una vez más en su estúpido rostro. Sentí deseos de pegarle con Baldor para quitarle esa sonrisa, pero me retuve. Cerré los ojos tratando de contener mi enojo por que una vez me había llamado Lizzie, cuando él sabía muy bien que no me gustaban los apodos.
-Nunca pasaré ese examen y eres el único que me puede ayudar. Tenme un poco de paciencia- dije mirando a cualquier lado menos a donde él estaba.
Sabía que si dirigía mi mirada a su rostro, iba a encontrar su sonrisa arrogante y sus ojos azules que iban a estar reflejando la notoria diversión que sentía al verme tragar mi orgullo.
-Lizzie- solté un gruñido, se estaba aprovechando de la situación.
Pude escuchar cómo se acercaba. Sus converse negros hacían que el suelo rechinara una poco. Cerca, cada vez más cerca.
Cuando me di cuenta, lo único que nos separaba era el gran escritorio de caoba dura. Escuché el crujido de las hojas cuando sus manos se posaron sobre ellas para poder apoyarse. Sentí como su cuerpo se agachó para poder estar a mi estatura. Con una mano me cogió de la barbilla y lentamente tiró de ella para que yo lo mirara.
-Te ayudaré- susurró en mi cara -Pero, tienes que prometer que no me vas a pegar más con tus libros.
Su rostro estaba muy cerca para mi gusto. Disimuladamente, con mi mano izquierda, agarré el libro de Baldor, lo elevé y deje que cayera sobre su cabeza.
- ¡No invadas mi espacio personal!
El libro resonó fuerte al hacer contacto con su cabeza, él se hizo para atrás y se rasco la cabeza.
- ¡Muy bien, he tenido suficiente. Me largo de aquí!- dijo molesto, mientras cogía su cuaderno de matemáticas.
- ¡No! Ethan...- él alzó una ceja. Esperando a lo que iba a decir después. Bufé -Esta bien, no te voy a pegar con el libro- murmuré -por hoy- murmuré aún más bajito.
Él sonrió.
-Bueno. Empecemos, Lizzie.
Decir que no me moría por pegarle con el Baldor sería la peor mentira que alguna vez he dicho.
Hola!!! Hasta aquí el capitulo. Bueno, no se ustedes pero yo amo a Ethan. Es tan qisjuqbiakan.
Lol, bueno. Gracias por sus hermosos comentarios y sus alentadores votos.
¡Las amo!
Y Ethan también(pero es mío, solo se los presto ;) )
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