Capítulo 23: Alucinación

Siguieron caminando dentro del bosque Brumar, el grupo de Jena, el de Denathal y el grupo del príncipe Edmund, al principio parece que es pacífico y sin amenazas. Una de las sacerdotisas, miembro del grupo del vampiro, se había fijado en unas plantas muy bonitas, por lo que quiso verla más de cerca y tomar algunas. Como iba detrás de los demás, no se percataron el momento en que se separó del grupo.

Lizari va más delante junto a Jena, ambas con su arco en mano por si alguna cosa ocurre, el joven príncipe y Renfaz, junto al vampiro les siguen. Los demás caminan detrás, mirando y siguiendo los pasos de sus capitanes de grupos.

—Se ha vuelto un poco largo, ¿no? —dice Vía.

—Sí, jamás llegaremos al dichoso calabozo —suspira Tommus, mientras voltea hacia atrás—. Eh, ¿chicos? —dijo mientras se estaciona.

—¿Qué pasa, Tommus? —pregunta Edmund.

—No veo a Tyreesa por ningún lado.

—¿Cómo?, ¿cuándo se separó? —cuestiona la elfa con asombro.

—Creo que se quedó más atrás, pensé que vendría rápido por eso no dije nada —dijo Won con la mano en la nuca.

—¡Won! —exclama el vampiro mientras va en búsqueda de la joven sacerdotisa.

Los demás lo siguieron, buscándola por todos lados.

—¡Tyreesa! —exclaman algunos, llamándola para ver si responde.

Siguen buscando desesperadamente, con temor a cualquier cosa. Lizari camina junto a Jena hacia la derecha, mientras que el vampiro junto a su amigo Won, van por otro lado.

—Won, como se te va a pasar...

—Lo siento amigo, iba a decir.

—Lo importante es hallarla, ¡Cuánto antes! —expresa el joven Edmund que va detrás de los chicos.

—¡CHICOS! —grita una voz de mujer

—¡Es Tyreesa! —dice Vía y Tommus.

Todos caminaron hacia donde estaba gritando Tyreesa, aproximándose cada vez más al lugar. La voz sigue aumentando.

—¡Chicos! —Vuelve a sonar la voz de Tyreesa.

—Estén pendientes... debe estar cerca —anuncia Edmund mientras camina velozmente hacía en dirección a la voz de la joven Ibars.

El sitio al que se aproximan, comienza aparecer una niebla que con cada paso que dan, va haciéndose más espesa, imposibilitando ver por dónde van.

—¡No se separen! —dice Jena alertando—. Liza...

—Aquí estoy —responde, tomando la mano de su amiga elfa.

La mano que toma se le hace extraña y esta la va llevando a otro lugar, fingiendo ser Jena Vendaval.

—Ven amiga, busquemos por acá —dice.

—Jena, pero dijiste que no nos separáramos... ¿Jena?

Trata de soltar la mano de aquella elfa, quedando sola en medio de la espesa niebla que impide la visión y desorienta. La joven se siente un poco confundida, comienza a ver sucesos pasados, lo acontecido desde que Denathal llegó a su vida, comenzando a alucinar.

—¡No, no! Otra vez eso... —dice la joven cazadora.

Puede ver imágenes del vampiro, también de su dificultad con la esencia arcana y las palabras de Tián, al referirse como inútil y sin don. Por otro lado, el joven vampiro conoce que está dentro de un encantamiento, que hace que los presentes comiencen a alucinar y a imaginar catástrofes. Conoce bien del tema, ya que en Oeste Sombrío abunda ello.

—¿Won, donde estás? —pregunta el vampiro.

—Aquí estoy, es parecido a Oeste —dice Won—. A los demás puede afectarles... sobre todo a los de mentes débiles.

—Lizari, debo ir por ella.

—Ten cuidado amigo.

—Lo tendré, cuida del resto.

A su vez, Jena busca con desespero a su amiga, pero la niebla comienza a abrumarla. Haciendo que empiece a perder la cordura.

—Jena, pronto serás mía... pronto me servirás —dice una voz de mujer, extraña y espeluznante que hace que la elfa se espante.

—¿Quién eres? ¿Qué hiciste con Lizari? —cuestiona Jena, mirando a su alrededor y caminando—. Liza, ¿Dónde estás?

—Pronto... ¡me servirás! No te resistas, así podrás cuidar mejor de tu "amiguita" —repite la voz extraña.

—¡Cállate!, solo sirvo a Claro Este.

—No por mucho —susurra aquella voz.

El resto está sumido en alucinaciones, Edmund siente aún más celos debido a las proyecciones que la niebla hace que vea.

—El, te está separando de la chica, por culpa de su llegada... hasta tu padre te compara.

—¿Qué eres? —pregunta el príncipe, tomando su espada de su vaina.

—Ese vampiro, no debería estar aquí. Tu padre es un tonto.

—No insultes a mi padre, él sabe lo que hace.

—Eso no es lo que muchos dicen... Peters, seguro está manipulado por esos dos.

El joven Edmund, queda en silencio pensando en eso último que escuchó.

«Y si en verdad, está siendo manipulado de alguna forma» piensa Edmund.

—Es muy probable...

* * * *

Mientras tanto, la joven Tyreesa busca con afano a sus compañeros y amigos, mirando para todos lados, vislumbra una niebla a unos trecientos metros a su derecha y decide dirigirse hacia el lugar.

«Siento que, conozco esa niebla» piensa la joven sacerdotisa.

—No, ya. Déjame ¿me quieres volver loca? —dice muy exaltada la joven cazadora del collar rojo.

—Lizari...

—No, basta. ¡No!

—Lizari soy Denathal —dice el joven vampiro mientras pronuncia Soplido nebular.

//Habilidad del origen aire que permite dispersar y alejar la espesa niebla del lugar//

—Denathal, aléjate de mí.

—Pero, hermosa que pasa... —dice Denathal—. Solo eran alucinaciones de la niebla.

—Es que, todo desde que llegaste todo se ha vuelto un caos. Creo que... no debería entrenar —menciona la joven con voz alzada.

Denathal observa a la joven, apaciguando el estrés causado por la confusión del momento. Lizari, mira con detenimiento como si estuviera en un trance en el que el vampiro la ha metido.

Detrás viene a toda prisa el joven Edmund, empujando con brusquedad a Denathal, haciendo detener el trance de la cazadora.

—¿Qué intentas hacerle a Lizari? —escupe el joven príncipe—. ¿También la estas manipulando? ¡Contesta!

—Príncipe, yo... —Es interrumpido por Edmund.

—¿Tu qué?, desde que llegaste no has hecho otra cosa que causarle conflictos a Lizari, ¿acaso no puedes resolver tu solo lo del Oeste? Porque involucrarnos a nosotros, a ella. —dice con la espada en la mano, comienza apuntar al vampiro—. ¡Te voy a matar!

—¡Ed! —grita Lizari—. ¿Qué te pasa, Edmund? —dice, acercándose al joven poco a poco.

—Quítate... —ordena el joven—. Quítate lobo.

—Soy Lizari, Edmund —dice la joven.

—¡Que te quites!

—¡Edmund! —grita una voz masculina a pocos metros de él.

El joven es sacado de sus cabales, reaccionando enseguida. Detrás de él, se encuentra nada más y nada menos que...

—¡Rey Peters! —expresa Lizari.

—Mi niña, solo Peters, ¿sí? —dice mientras camina hacia ellos, colocando su mano izquierda, sobre el hombro derecho de Edmund—. Hijo mío, no tienes por qué preocuparte. Ya todo está bien.

—Padre, yo... no sé lo que dije —dijo cabizbajo.

—La niebla hizo que tus pensamientos se complicaran y duplicaran lo que yace en tu corazón —comunica el Rey Bryan—. No dejes que eso te atormente, no dejes de ser tú. Que la duda y los celos no te cieguen, hijo.

Edmund asiente, mientras ve de reojo a Lizari y al vampiro. Los demás jóvenes fueron ayudados por Won, sacándolos de su confusión momentánea. Tyreesa con ellos, la joven de cabello caoba camina hacia ella y la abraza fuerte.

—No te separes de nosotros —dice Lizari, tomándola sutilmente de las muñecas.

—Lo-lo siento, no volverá a ocurrir —menciona Tyreesa con pena.

Jena, que está presente, está imbuida en sus pensamientos y en la extraña voz que le dijo...

«Me servirás, muy pronto»

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