Capítulo 14: Entrenamiento grupal.

Es un nuevo día y los soldados arcanos se encuentran reunidos en la plaza central platicando y esperando a los superiores para comenzar la siguiente tarea a cumplir. Son diez grupos conformados, conversando de sus vivencias en su primera tarea, entre ellos, el grupo de Tián quienes le reclaman por su comportamiento en la misma.

—Tián eso es injusto, tu no hiciste nada —regaña Betania, enojada por la conducta del capitán del grupo.

—Mira querida, soy el capitán, ustedes son los que deben trabajar —responde el arrogante de Tián.

—Estas mal, no porque seas capitán no harás nada —reclama Apel igualmente disgustada por la expresión de su compañero.

—Ya está bueno —interrumpe Killar.

—Tu porque no le dices nada, Killar, ¿acaso estás de acuerdo con él? —pregunta Betania al joven Jaskon.

—No Betania, pero están perdiendo su tiempo en vano —responde—. Además, ya cumplimos la tarea.

—Sí, pero no es el hecho, debe cooperar —insiste la joven enana.

Tián se mofa y voltea los ojos, no importándole los reclamos de sus compañeros. Jena que está cerca de ellos, pudo escuchar los regaños por parte del equipo de Tián, pues al parecer no ha cooperado con la tarea, cosa que no le resulta extraño para Vendaval.

—Que terrible, que no colabores, dándotela del mejor... Arrogante —menciona Jena a su grupo.

Ahí están todos, excepto Lizäri que no ha llegado aún.

—Pues sí, está mal que el líder, no lidere como debe ser —menciona el joven huargen, alzando la voz para que Tián escuchara—. Tu si eres una gran capitana, no como otros.

—Vaya, tiene voz —susurra Arrubal.

—Sí y también puedo escuchar tus susurros —responde. —no porque seas capitán, no aportarás a tu grupo.

—Cállate, perro sarnoso —rezonga en tono más alto.

No hay cosa que más odia Won, que le digan perro. Su semblante cambia de inmediato y se apresura hacia el joven de la ballesta, no sin antes ser detenido por su amigo Denathal.

—Cálmate amigo, ignóralo —dice el vampiro, mientras coloca una de sus manos en el pecho de Won, tratando de apaciguar su ira.

—Eso es, detén al perrito faldero —continúa diciendo Tián de manera burlona—. Colócale un bozal, no sea que vaya a mordernos.

Denathal se harta del sujeto, por lo que sin que nadie se percatase de su velocidad, ya tiene al joven cazador tomado del cuello de su camisa.

—¿Es que tú no sabes cuándo callar? ¿o te enseño? —interroga el joven vampiro con los ojos totalmente enrojecidos.

—O si no, ¿qué me harás? —dice Tián—. Ustedes no pertenecen aquí, ¡váyanse de una buena vez!

Algunos presentes afirman a lo dicho por Tián, ya que aún temen por los recién llegados y tienen cierto miedo y recelo. A lo lejos, Lizäri puede observar el incidente y se percata enseguida que Denathal tiene a Tián, tomado por el cuello, por lo que se apresura hacia él.

—¡Denathal! —exclama la joven de ojos verdes

Este voltea a ver a Lizäri, mientras le dice a Tián.

—Tú no eres nadie para decirme eso, ¿acaso te molesta que esté yo aquí? Pues, tendrás que calártela —menciona en forma cínica, soltándolo de la camisa—. Aprende a ser buen capitán, inútil —limita caminando hacia sus compañeros, a su vez que Lizäri lo sigue, ignorando al cazador.

Tián solo chista, ignorando por completo al vampiro. «Quien se cree él para darme órdenes» habla en su mente.

—Perdedores —murmura el joven de la ballesta.

—No le prestes atención, él es así de molesto —dice Lizäri.

El semblante de Denathal había cambiado en el momento que tenía al joven del cuello para intimidarlo, pero sabe controlarse por lo que no hará nada sin pensarlo dos veces.

—Está bien, preciosa —responde Denathal.

En el momento del roce de palabras, no hay ningún superior presente, pero todo el espectáculo está siendo comentado por todos los soldados que están en el sitio, unos murmuran acerca del comportamiento de Tián, otros le dan la razón de que el huargen y el vampiro no deben estar ahí. Mientras discuten, se acercan los superiores desde el castillo, esta vez está presente el comandante de los magos, Tyron Ibars; este con una actitud un poco prepotente.

—¡ATENCION! —enuncia el alto mando de los elfos, Marice Mina.

Los presentes dejan el murmullo para atender a la voz del Alto señor.

—Primero que nada, muy bien en su primera tarea, ya sabemos todo lo sucedido en ellas, y estamos orgullosos de que cumplieran con sus encomiendas, muy bien, el punto que quiero tratar primeramente es en cuestión a los dos jóvenes que se incorporaron recientemente —menciona.

»Si el Rey Peters Bryan permite que ellos dos estén en las filas, se debe respetar su decisión, todo aquel que se escuche que está hablando en contra de sus decisiones o de los chicos, serán expulsados de la Academia de Soldados Arcanos. ¿Estamos?

—¡Si Señor! —exclaman los soldados, menos Tián que tiene un semblante obstinado.

—El día de hoy será de práctica por grupos. Es decir, deberán practicar sus habilidades en conjunto para poder fortalecerse y conocerse —continúa explicando el alto mando, Marice—. Podrán entrenar donde quieran, luego vendrán acá e iremos al campo de lucha para ver sus habilidades. Pueden empezar —Termina.

—¡Si señor! —Exclaman de nuevo los soldados, esperando que sus superiores se retiren.

Tyron que está ahí, se fija en los nuevos, sabiendo exactamente quienes son, por lo que se apresura a retirarse. Denathal también se percata de él, al igual que su amigo Crin, pues lo han visto antes.

Luego de que todos se retiran, Lizäri habla.

—Y si vamos a... —Fue interrumpida

—Es buena idea, Liza —agrega Jena.

—Podemos ir los tres grupos a entrenar y llevamos para comer en el lugar —dice Clarissa.

—¡Vamos allá! —expresa Narva.

—Vayamos al barrio comercial a comprar, y luego, irnos a entrenar —planea Faena.

Conversan las chicas de los grupos mientras los chicos solo escuchan. Luego, todos se encaminan al barrio comercial a comprar las cosas, en tanto, en el camino siguen hablando entre sí y conociéndose más.

—Eres hermana de Killar —pregunta Lizäri a Faena.

—Si —responde.

—Imagino que te cuenta como es el tal Tián —cuestiona Narva.

—Pues, sí. Él dice que es arrogante y eso. No los ayudó en la tarea de ayer.

—Que terrible, pero dejemos de hablar de él o nos arruinará el día —insiste Jena mientras escogen y compran todo lo que les parece bien.

Ya comprado todo, por lo que se encaminan hacia las afueras de la aldea al lugar favorito de Lizäri, para entrenar. Ahora será el lugar de encuentro de todos sus amigos.

—Increíble, como logras ser tan rápido —pregunta Renfaz.

—Es innato, los vampiros somos muy rápidos —responde Denathal—. Mi esencia arcana me hace más rápido aun, casi sin poder detectarme.

—Que esencia usas —pregunta.

—Utilizo la esencia arcana azul —dice, mientras con su dedo emana un pequeño destello de rayo.

—¿Cómo? —exclaman todos, excepto Won Crin que lo conoce muy bien y Lizäri, pues, lo había presenciado al protegerla del oso que intentó atacarla.

—Pero, ¿cómo? Los superiores dicen que esa esencia arcana es muy difícil de dominar —expresa Clarissa.

—Y lo es, no mienten —agrega Won—. He querido aprenderla, pero es difícil.

—Sí, pues para dominarla deben entrenar muy rudo, pero en mi caso, es heredada; bueno, un poco de ambas, debí entrenar fuerte con mi padre hasta poder ser lo que soy —dice Denathal, mientras acomoda su brazo derecho detrás de su cabeza, mientras que recuerda a su querido padre y su idea de salvar al Oeste Sombrío.

—Me gustaría aprender a dominarla —dice Faena.

—Pues, vamos a eso —responde Denathal.

Lizäri, que escucha atenta a los demás, siente una gran tristeza y también un poco de decepción, pues aun no dominaba la esencia arcana, solo la verde y no era tan buena como la de Tyreesa o Vía.

Denathal al percatarse, retrocede hacia donde está ella y coloca su mano izquierda en el hombro derecho de Lizäri.

—Lizäri que sucede —interroga Denathal

—Nad... —siente de nuevo, una corriente intensa que desciende desde el hombro, lo que hace que caiga desmayada al suelo...

—¿¡LIZARI!?

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