Cerré los ojos una vez más algo aterrada, pero algo me hizo volver a abrirlos. Unos labios se movían al compás de los míos. Eran unos labios extrañamente fríos, carnosos y deliciosos.

Ross.

El me estaba besando tan hermosamente. Parecía un sueño, del cual obviamente no quisiera despertar.

El separo sus labios de los míos a la fuerza ya que Jake le proporcionó un puñetazo en el estomago.

Ross se retorció de dolor en el suelo.

—¡ROSS!—grite preocupada mirándolo en el suelo—¡HIJO DE LA GRANDÍSIMA PUTA!—le grite a Kyle que estaba de pie con el puño elevado.

Jake me miró asombrado y molesto.

—¡Tú eres SOLO MÍA!—gritó Kyle enojado mirándome con rabia.

La rabia recorría todo mi cuerpo, tome mi cono de helado y lo estampe en sus pelotas, obviamente no las toque, solo estampe como si fuera un dardo.

Ross se levantó como flash y le proporcionó un puñetazo en la cara mandándolo a volar dramáticamente hacia el otro extremo de la heladería. Todos habían huido, hasta los dueños de la tienda.

Literalmente Jake voló hacia el otro extremo de heladería, dramáticamente. Como en cámara lenta.

—Fuerza fantasmal—Ross giro su rostro hacia mi sonriente.

Ahhhhh..esa sonrisa que extrañaba.

Me levante de mi asiento y me lancé a abrazarlo, pero el gimió de dolor.

Yo me separe de el corriendo y lo mire preocupada. Ese maldito golpe en el estomago.

—Tranquila, no puedo morir.

Parece que lo único que le proporciona es el dolor. Tome su rostro en mis manos y le devolví el hermoso beso que él me había proporcionado. El me lo siguió encantado, el perfecto escenario: una heladería destrozada por doquier, vidrio por todos lados, mesas destrozadas, helado en el piso, luces parpadeantes, y de fondo, los gemidos de dolor de Jake.

—Mi hermosa cara—dijo Jake dolido.

El se encontraba sentado en el piso con un montón de mesas rotas a su alrededor y yo besándome desenfrenadamente con Ross.

Todo es perfecto cuando Ross está a mi lado.