𝘁𝗵𝗿𝗲𝗲. punishment record

003. ┊໒ ⸼ | 𝗖𝗛𝗔𝗣𝗧𝗘𝗥 𝗧𝗛𝗥𝗘𝗘 | 🐝•˖*

❛ 𝗉𝗎𝗇𝗂𝗌𝗁𝗆𝖾𝗇𝗍 𝗋𝖾𝖼𝗈𝗋𝖽 ❜

(Dicen por ahí que cada comentario es un "Lucy, deja a Sirius y Cedric vivos")

Después de la cena, Navier se fue a su habitación, conversó un rato con Hermione sobre la pequeña reunión que tuvieron con la profesora Mcgonagall y analizaron el horario que ambas llevarán este año... estaba interesante.

Pero al igual que el resto de las chicas de la habitación, decidieron descansar temprano para estar de lo mejor en su primer día de clases. Aunque Navier solo fingió hacerlo, pues cuando vio la hora en el reloj de la habitación, se dio cuenta que ya era media noche, así que se bajó de la cama con cuidado y abandonó este lugar.

Abajo se encontró con Harry, quien ya estaba sentado junto al fuego.

─ ¿Por qué te ríes? ─preguntó la rubia.

Él negó divertido, ofreciendo su mano para que su amiga pudiera sentarse a su lado en el suelo.

─ Nunca creí verte en pantaloncillos de dormir, y mucho menos que sean de la marca Granger.

Navier frunció el ceño, mirando sus pantalones de dormir y dándose cuenta que a un lado sobresalía una etiqueta que decía "Pertenece a Hermione Granger".

─ No me gustan mis pijamas ─explicó ella ─. Mi abuela me compra pura ropa de ancianas.

Harry solo asintió, pues no quería molestarla. Sabía perfectamente que Navier siempre había tenido problemas con su ropa, en especial por su abuela, quien era su tutora legal. No es que crea que ellas se odian entre sí, pero sabe lo molesto que pueden llegar a ser ciertos familiares.

─ ¿Cómo te sientes por lo de... ya sabes?

─ ¿Sirius Black? ─preguntó, viéndolo asentir ─. No lo sé, tengo miedo de saber que está por ahí.

─ ¿Crees que te hará daño?

─ No lo sé ─repitió, y no pudo evitar sentirse extraña, y mucho más luego de recordar todas las historias que le fueron contando desde que era una niña pequeña, como en todas estas Sirius Black era el villano, el culpable, y al parecer ella era igual a su padre (palabras de su abuelo) ─. No lo conozco.

Se quedaron en silencio por un buen rato, al menos hasta que Navier decidió hablar otra vez.

─ ¿Qué escuchaste tú en el tren?

Harry la miró ─. Primero sentí mucho frío, ni cuando me lanzaste a la nieve me sentí así. Luego escuché que alguien gritaba a lo lejos, muy asustado, como si estuviera suplicando... Quería ayudar, pero mis brazos no funcionaban.

─ ¿No reconociste la voz?

─ No ─negó Harry, no tenía más que añadir a su anécdota en el tren, ni siquiera lo entendía como para seguir analizando eso ─. ¿Y tú?

Ella soltó un suspiro.

─ ¿Prometes no contarle esto a nadie?

─ ¿Ni a Hermione o Ron?

─ No, a ellos tampoco.

Harry estaba confundido por el pedido, pero terminó aceptando.

─ Escuche dos cosas, como si mi mente se hubiera dividido en dos y se hubieran ido escenarios distintos. El primero es como si estuviera en un lado, o en un mar, yo que sé ─comenzó a contar ─. Estaba en agua, sentía mi cuerpo extraño y era como si criaturas estuvieran tirando de mí hacia el fondo... yo llevaba en mi mano una joya.

─ ¿Cómo un sueño vivido?

─ Algo así. Aunque se sentía más como el recuerdo de alguien más.

Harry frunció el ceño. Eso era raro. ─ ¿Y el segundo escenario?

─ Gritos, gritos y desesperación ─narró ─. Aunque había una frase muy clara que pude escuchar, la decía un hombre: "Llevatela, cuidala, yo ya no importo".

Navier nunca olvidaría lo que escuchó. Era tan extraño que no podía quitarlo de su mente en un buen tiempo.

─ Aún no entiendo como los demás no sintieron nada, ¿crees que lo oculten?

─ No creo ─negó ella ─. Ron y Hermione no lo ocultarían, incluso si los tildarían de locos.

─ Podemos ser hermanos de locura entonces.

Navier comenzó a reír, y más por la mueca que había puesto Harry al decir eso. Aunque su felicidad no duró mucho, pues el tema de Sirius Black era un virus en su cabeza.

─ Estamos seguros en Hogwarts; Sirius no logrará entrar. Si no me logro matar a mí...

Ella dejó de escuchar lo que decía el azabache luego de "matar". Aquellas historias comenzaban a volver a su cabeza, y comenzaba a tener miedo de lo que podría llegar a pasar.

─ Creo que ya debo ir a dormir.

Se levantó del suelo y giró sobre sus talones; sin embargo, sintió cómo tomaron su muñeca, impidiéndole retirarse del lugar.

─ Espera un segundo.

Harry se levantó y comenzó a quitarse la sudadera gris que tenía, quedándose solo en una camiseta color guinda que tenía por debajo. Creía que esto sería un gesto que alegraría un poco a Navier en estos momentos. Así que recordando que no le gustaban las prendas que sus abuelos le compraban y que muchas veces manifestó querer una sudadera, era perfecto.

Hubiera querido comprarle una nueva, pero la intención es lo que cuenta, ¿no?

─ Toma, te la regalo.

Ella tomó la prenda entre manos, mirando un poco incrédula al de lentes.

─ No puedo aceptarlo.

─ Claro que puedes.

Lo pensó por unos segundos, terminando aceptando el obsequio de su amigo. La rubia fue hacia Harry y le dió un abrazo, agradeciéndole por esto. Segundos después, se puso la sudadera y se fue a su habitación a descansar. 



















─ Hermione, Navier ─llamó Ron, frunciendo el entrecejo y buscando a la profesora Mcgonagall, que había pasado hace unos segundos dejando los nuevos horarios de tercer año ─, se han confundido con sus horarios. Mira, las han apuntado para unas diez asignaturas al día. No hay tiempo suficiente.

Navier le hizo una seña disimulada a su mejor amiga, y se giró hacia Ron.

─ No te preocupes, luego hablaremos con la profesora.

─ Pero miren ─señaló una vez más, indignado porque ninguna de las chicas parecía alarmarse por tantas asignaturas, así que ellas sabían que era un error, y solo lo dejaban hablando solo una y otra vez. Así que soltó una risa ─. Ustedes son buenas estudiantes, pero nadie es capaz de tanto. Tienen Aritmancia, estudios Muggles, Adivinación...todo a las nueve.

─ Obviamente no estaremos en todas las clases a la vez. ─negó divertida, volviendo a su desayuno, ella aprovechaba a comer cosas que no habían en su casa.

─ ¿Y a ti qué te importa si nuestro horario está un poco apretado, Ron? ─dijo Hermione con severidad ─. Ya te he dicho que lo hemos arreglado todo con la profesora McGonagall.

Hermione y Ron siguieron discutiendo por el horario, Harry miraba de vez en cuando a la mesa de Slytherin, solo para gruñir en silencio al ver a Draco Malfoy pavoneándose con sus amigos sobre lo que pasó en el tren.

Navier por su lado se sentía hoy particularmente estresada. Desde que se despertó, las chicas de su habitación no le respondieron el saludo, y luego los otros estudiantes del Gran Comedor la veían y cuchicheaban. Es decir, ella ya estaba acostumbrada a siempre ser un tema de conversación frecuente (un poco egocéntrico pensar eso, pero era la verdad). El apellido Black en ella había sido un tema del cual todos hablaban al menos una vez al año, y ahora con las noticias en el diario sobre la fuga, desde que llegó al castillo, había escuchado sobre eso por los pasillos.

Los de Slytherin parecían ser los únicos que no la miraban raro; casi siempre fue así, desde primero, de hecho. No solo por el apellido Black, que era vinculado al que no debe ser nombrado, si no por ser una Von Stein, un apellido igualmente vinculado al lado oscuro. Y aunque Navier nunca había encontrado pruebas sobre eso en su casa, creía que su familia no era de esa parte malvada del mundo mágico.

─ Debemos irnos ya si queremos llegar; el salón de adivinación está lejos. ─Harry alertó a Navier, quien se había quedado colgada en sus pensamientos.

Ella suspiró y comenzó a seguir a sus amigos. Los cuatro tuvieron una divertida caminata con ayuda de un fantasma de caballero llamado Sir Cadogan, que los ayudó a encontrar un atajo para llegar a su clase.

─ Este será un día muy largo. ─murmuró Navier, mirando al techo y viendo como ahí había una trampilla circular con una placa de bronce.

─ Damas primero. ─soltó Ron, abriendo los ojos de par en par cuando vio la trampilla abrirse de repente y revelar una escalera plateada.

─ Frase que se inventó por la cobardía de los hombres. ─respondió la chica Black, moviendo sus hombros con gracia, mientras comenzaba a subir los escalones.

Al entrar al aula, sonrió de oreja a oreja al ver todo esto, y como a su abuela le daría un infarto al ver lo que tenía al frente.

Esto no se parecía en nada a un aula; era algo a medio camino entre un ático y un viejo salón de té. Al menos veinte mesas circulares, redondas y pequeñas, se apretujaban dentro del aula, todas rodeadas de sillones tapizados con tela de colores y de cojines pequeños y redondos. Todo estaba iluminado con una luz tenue y roja. Había cortinas en todas las ventanas y las numerosas lámparas estaban tapadas con pañoletas rojas. Hacía un calor agobiante, y el fuego que ardía en la chimenea, bajo una repisa abarrotada de cosas, calentaba una tetera grande de cobre y emanaba una especie de perfume denso. Las estanterías de las paredes circulares estaban llenas de plumas polvorientas, cabos de vela, muchas barajas viejas, infinitas bolas de cristal y una gran cantidad de tazas de té.

Los cuatro chicos se sentaron en una mesa redonda, viendo a la profesora aparecer. Ella se acercó a la chimenea y vieron que era sumamente delgada. Sus grandes gafas aumentaban varias veces el tamaño de sus ojos y llevaba puesto un chal de gasa con lentejuelas. De su cuello largo y delgado colgaban innumerables collares de cuentas, y tenía las manos llenas de anillos y los brazos de pulseras.

─ ¿Puedo invitar a mi abuela a esta clase? ─Navier estaba cada vez más encantada con esta clase, incluso cuando a palabras de Hermione "Esto no era una ciencia certera", pues todo se basaba en la suerte, hojas de té y básicamente adivinar cosas.

─ Soy la profesora Trelawney. Seguramente es la primera vez que me veis. Noto que descender muy a menudo al bullicio del colegio principal nubla mi ojo interior. [...] Así que han decidido estudiar adivinación, la más difícil de todas las artes mágicas. Debo advertirles desde el principio de que si no poseen la Vista, no podré enseñaros prácticamente nada. Los libros tampoco los ayudarán mucho en este terreno...

Harry, Ron y Navier miraron a Hermione con una sonrisa burlona, pues la chica parecía asustada al oír que los libros no iban a ser de utilidad.

Luego de eso, la profesora siguió con su introducción a la clase. Era una muy extraña si le preguntas al dúo de amigas que estaba esperando que esto acabe para poder hacer lo suyo. Así que entre ambas se colocaron en parejas y así leer sus hojas de té.

─ Esto es muy extraño. ─murmuró Navier, mientras terminaba de beber el té.

─ Estoy esperando Aritmancia con ansias. ─comentó Hermione, quien ya empezaba a ver esta clase como una pérdida de tiempo.

─ ¿No te gusta? La profesora ya predijo cosas que sucedieron. ─señaló la rubia, pues hace unos minutos dijo que la taza de Neville se caería al suelo. Aunque también dijo cosas que posiblemente no pasen, como una epidemia de gripe interrumpirá las clases de febrero, y que en Semana Santa alguien nos abandonará para siempre... Además que a Lavender le pasará algo el dieciséis de octubre.

Ellas siguieron las indicaciones de la clase, riéndose de vez en cuando cuando la maestra daba sus consejos con su voz extraña.

─ Parece un ave.

─ ¿Un ave? ─preguntó Navier, un poco incrédula ─. ¿Volare o qué?

Hermione consultó su libro de Disipar de las nieblas del futuro, en las páginas cinco y seis:

"Ulama, revela muerte y desgracias. En algunas culturas esta ave es conocida como mensajero de la muerte."

─ ¿Qué rayos es una Ulama?

─ Un ave, mira ─señaló Hermione, girando su libro y señalando una criatura parecida a un búho ─. Aunque la taza de té es muy incierta, podría ser también un fénix; hay dos aves en el libro.

─ ¿El fénix es muerte y resurrección?

─ Sí, básicamente sí ─aceptó Hermione, pero luego vio a su amiga estremecerse ─. No creas en estas cosas, seguro en mi taza hay un cuchillo y nadie me apuñalará.

─ Una cruz, de hecho.

¡El Grim, querido, el Grim! ─exclamó la profesora Trelawney ─. ¡El perro gigante y espectral que ronda por los cementerios! Mi querido chico, se trata de un augurio, el peor de los augurios... el augurio de la muerte.

Hermione y Navier giraron de inmediato al oír todo el alboroto. Se dieron cuenta de inmediato que la profesora leía la taza de Harry, y que todos se habían acercado a esa mesa para presenciar el nuevo augurio.

─ No creo que se parezca a un Grim. ─dijo Hermione rotundamente, pues se había acercado a ver qué era ese famoso "Grim" que veía la profesora.

La profesora Trelawney examinó a Hermione con creciente desagrado.

─ Perdona que te lo diga, querida, pero percibo muy poca aura a tu alrededor. Muy poca receptividad a las resonancias del futuro. ─siguió leyendo la taza de té de Harry, mientras todos murmuraban cosas referentes al de lentes, y cómo él se morirá en un futuro cercano por el Grimm.

Tiempo después, les informaron que ya podían ir retirándose, más que nada por el alboroto que se formó entorno a Harry.

─ Mejor vámonos, Navier. ─soltó Hermione, arrastrando a su amiga fuera del aula, no sin antes susurrarle a Ron que los esperarían afuera.

Una vez salieron del aula, ambas chicas se escondieron en un aula vacía. Navier metió su mano a la capa, tomando el pequeño artefacto, para luego unirse con Hermione y empezar esta aventura personal.





















Navier sentía su mochila pesada, y no era para menos, había acumulado un montón de tareas, y eso que apenas era mediodía. Aunque la cantidad de trabajo no le asustaba, ya que junto a Hermione, podrían terminar todo a tiempo. Se habían metido en esto juntas, y saldrían juntas.

Luego de adivinación (estudios Muggles y Aritmancia), tuvieron Transformaciones con su jefe de casa. Esta era una de las materias favoritas de Navier, y más cuando hablaban de animagos y cosas parecidas. Además, el ser metamorfomaga le ayudaba con algunos ejercicios.

Claro, ocultaba esta condición de sus amigos; la única que conocía esto era Hermione. La chica se asombraba del control de Navier para aquella habilidad, porque según había leído, son muy inestables al poder cambiar tanto.

"Dale gracias a mi querida abuela por ese control", pensó Navier.

─ Creo que la adivinación es algo muy impreciso ─dijo, buscando una página en su libro de Aritmancia ─; si quieres saber mi opinión, creo que hay que hacer muchas conjeturas.

─ Esta vez estoy de acuerdo con ella ─comentó Navier, dejando de lado el puré de papas que estaba comiendo ─. El ambiente es muy raro y bonito, pero no creo que sea una materia que me guste.

─ Solo la apoyas porque es tu amiga, además ¡No había nada de impreciso en el Grim que se dibujó en la taza de Harry!

─ No estabas tan seguro de eso cuando le decías a Harry que se trataba de una oveja ─repuso Hermione con serenidad.

─ ¡La profesora Trelawney dijo que no tenías un aura adecuada para la adivinación! Lo que pasa es que no te gusta no ser la primera de la clase.

─ Auch. ─soltó Navier, fingiendo un fuerte dolor en el pecho luego del comentario de Ron a Hermione, cosa que hizo reír a Harry, quien se olvidó por un segundo de su augurio de muerte.

─ Si ser buena en Adivinación significa que tengo que hacer como que veo augurios de muerte en los posos del té, no estoy segura de que vaya a seguir estudiando mucho tiempo esa asignatura. Esa clase fue una porquería comparada con la de Aritmancia.

─ Uh, eso sí. Suena más preciso predecir el futuro con las propiedades mágicas de los números que con hojas de té ─añadió Navier muy contenta, tomando su mochila y levantándose ─. Estuvo muy buena, la verdad.

Hermione imitaba a su amiga, pero ella se fue tan rápido y sin despedirse de los chicos, mientras Navier se quedó unos segundos más para poder tomar su postre y comerlo en el camino.

─ Pero ¿de qué hablas? ¡Todavía no han asistido a ninguna clase de Aritmancia!

─ Adiós, Ron. ─se burló Black, alejándose de él.





















Aún quedaba una hora libre antes de tener la primera clase de Cuidado de Criaturas Mágicas. Así que Navier aprovechó el tiempo para leer un rato en el patio. Ya era normal para el cuarteto separarse en este hueco de horas muertas durante clases.

─ ¡Si no se callan, yo los callaré! ─gritó Navier, al escuchar como unos chicos de quinto año decían que ella estaba escondiendo a Sirius Black en su casa.

Ella decidió no prestarle importancia a los comentarios, pero esos chicos tampoco dejaban de hablar de aquel tema. Navier estaba tan molesta que no podía concentrarse en su tarea de Aritmancia, así que se puso a jugar con una de sus diademas de tela, pero nada parecía funcionar.

─ Sabes, si quieres decirme algo, dímelo en la cara y no lo susurres. ─soltó ella, levantándose del suelo y acercándose a ambos chicos.

Navier, disimuladamente mientras se paraba, se hizo crecer unos centímetros, pues aquel alumno de quinto año era muy alto.

─ No hablo con mocosas.

─ Oh, perdona, anciano. ─respondió ella, viendo al alumno de Slytherin mirarla con odio.

Sí, bueno, no se podía tener contentos a todos. Aunque la mayoría de Slytherin la apreciaba por pertenecer a dos familias famosas del mundo mágico, había otros que claramente no la querían.

─ Ya confiésalo, Black, estás escondiendo a tu papito en casa.

─ Sí, tiene su propia habitación y todo ─soltó con claro tono de ironía.

─ Ves, yo tenía razón, mocosa.

─ Serás idiota. ─rodó los ojos.

Ella estaba dispuesta a terminar con el tema aquí, tomar sus cosas e irse a otro sitio a estudiar, y aprovechar el resto de la hora en algo productivo. Claro, eso hubiera hecho si aquel chico no hubiera tocado una fibra sensible en ella.

─ Oh, espera, Navier Black está enojada porque su papi mató a su mami.

Navier ni siquiera regresó a su mochila para sacar su varita. Tan solo con sus habilidades, hizo que su puño sea un poco más grande y golpeó con fuerza el rostro del chico, quien inmediatamente comenzó a sangrar de la nariz y su labio ya estaba roto.

Ella iba a tirar un golpe más, sino fuera porque un chico más grande la sujetó de la cintura y comenzó a llevársela.

─ Agradece que ella no tenía su varita. ─comentó Cedric.

El chico Diggory solo la soltó a Navier cuando vió como la profesora Minerva McGonagall y Pomona Sprout se acercaban al lugar del alboroto.

Navier, en su desesperación, tomó su diadema y la colocó en las manos de Cedric. Este pequeño trozo de tela había sufrido los estragos del golpe, y se había manchado de sangre en el proceso. En las manos de él, parecía una venda, una prueba clara del "ejecutor del crimen".

─ ¡Joven Diggory! ─regañó la profesora Sprout (jefe de casa de Hufflepuff) ─. ¡Primer día de clase y causando problemas!

Ninguno de los presentes tuvo las agallas de decir que Navier había golpeado al chico de Slytherin (ni el mismo afectado). Así que, para ojos de los maestros, Cedric Diggory había sido el culpable.

─ Toda esta semana estará en detención.

─ Si, maestra. ─él sólo aceptó el castigo, mientras Navier se disculpaba con la mirada con su amigo.

─ ¡No hay nada que ver aquí! ─gritó la profesora McGonagall, mientras acompañaba al afectado a enfermería. Sí que el golpe había sido duro, y no solo contra su piel, si no también contra su hombría. Una chica menor lo había golpeado.

─ Y no se olvide, todos los días, de cinco a ocho. ─informó la profesora Sprout.

Navier regresó por sus cosas y luego corrió para alcanzar a Cedric. Ella se sentía mal porque su amigo estará castigado por un crimen que no cometió; él se perderá de tiempo que podría usar con sus amigos o estudiando.

─ Lo siento.

─ ¿Por qué todos los años los inicio castigado por tu culpa? No me quejo, somos compañeros de castigo desde que me inculpaste cuando estabas en primero. ─soltó de pronto, con buena actitud y una sonrisa en rostro que tranquilizó a Navier.

Él sabía que después de esto, ella buscaría una excusa para meterse en problemas y acompañarla en la sala de castigos, así que disfrutarían de la compañía del otro durante ese tiempo.

─ Lo siento otra vez.

─ No te disculpes, él se lo merecía.

─ ¿Tú crees?

─ No te debes meter con la madre de nadie. ─se encogió de hombros.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top