𝘀𝗲𝘃𝗲𝗻. marauder's map

007. ┊໒ ⸼ | 𝗖𝗛𝗔𝗣𝗧𝗘𝗥 𝗦𝗘𝗩𝗘𝗡 | 🐝•˖*

❛ 𝗆𝖺𝗋𝖺𝗎𝖽𝖾𝗋'𝗌 𝗆𝖺𝗉 ❜

Harry estaba feliz de salir por fin de enfermería. Estaba impaciente por volver a caminar por los pasillos y regresar a sus actividades normales con todo el ajetreo que esto implica. Aunque, a decir verdad, no la había pasado tan mal, ya que Navier se encargó de que no se sintiera solo ni aburrido.

Ella sabía lo que era sentirse solo estando enfermo. En su casa muchas veces había estado enferma o herida. No tenía a quien recurrir, así que de alguna manera, eso la hizo ser más independiente, y aprender magia más rápido que el resto para poder sobrevivir.

Pero bueno, una nueva semana empezó. Todo había vuelto a la normalidad, incluso el profesor Lupin había regresado a dictar clases otra vez. Lo que fue un alivio para todos (en especial para Navier). La rubia se había sentido aliviada al saber que no tendrá que cumplir el castigo ni la tarea que el profesor Snape le había impuesto.

Sin más problemas, fue pasando el tiempo.

Ya faltaba poco para que el primer trimestre de clases terminara, y para que todos (o al menos la gran mayoría), fueran a sus casas para navidades. Algo que no traía contenta a Navier.

La niña tenía la esperanza de contactar por medio del diario a su tío Calix, para que así de alguna manera la secuestre para poder pasar fiestas juntos, ya que la otra opción sería ir con sus abuelos, cosa que no quería hacer bajo ninguna circunstancia.

Navidades nunca había sido una fiesta que a ella le gustase. De hecho, cualquier cosa que involucre ir a la mansión Von Stein era muy desagradable, porque o tenía que actuar como una señorita de alta sociedad en una fiesta orquestada con sus abuelos, o simplemente pasarla encerrada en el sótano.

─ ¿No deberías estar haciendo fila para ir a Hogsmeade? ─preguntó Lupin al ver que Navier entraba por la puerta de su despacho.

─ Harry se quedará, así que yo también... Además, estoy buscando un plan para poder quedarme en Hogwarts para Navidad. ¿No me quiere adoptar? Juro que no doy demasiados problemas.

Lupin no pudo evitar sentir nostalgia ante lo dicho por Navier. Le pesaba guardar todo lo que había vivido en su época en Hogwarts, e incluso después. No le podía decir que él la había cargado en brazos cuando ella era una bebé, no sería justo luego de no verla durante toda su vida. Para Navier, él solo era el profesor Lupin.

Así que simplemente sonrió divertido. ─ Te gusta quedarte con tus amigos...yo era igual. Prefería quedarme de vacaciones aquí, era una tradición entre todos nosotros.

─ ¿Era un grupo grande?

─ Se podría decir que sí ─asintió, para después señalar la silla que tenía frente a él ─. ¿Quieres charlar antes de ir con Harry?

─ Usted se volvió mi consejero. ─sonrió.

─ ¿Por qué no quieres ir a tu casa?

─ Bueno...mis amigos y yo quedamos para pasar juntos las navidades. ─comenzó a decir, tratando de no lucir nerviosa.

Navier no entendía por qué hablar con Remus Lupin la hacía sentir así. Ella sabía mentir más que bien, lo había hecho toda su vida. Desde que tiene uso de razón, ella podía decir mentiras sin siquiera parpadear... Pero tres segundos con el profesor Lupin y ya estaba nerviosa, incluso cuando lo que decía era la verdad... Mitad de la verdad.

─ Bueno, en ese caso mándale una carta a tus abuelos, seguro entenderán.

Lupin conocía cómo eran los abuelos de Navier, había escuchado algunas historias por parte de Zahar. Sabía que ellos eran estrictos, pero tal vez habían cambiado al quedarse solo con su nieta.

─ No es tan fácil ─argumenta la niña, mientras juega con su mano, haciendo que aparezcan y desaparezcan líneas negras en su piel, simulando una cebra ─. Ellos quieren que vaya para pasar las navidades con mi primo.

─ ¿El joven Malfoy?

─ El mismo ─suspiró ─. Y cómo sabrá, él y yo no nos llevamos bien. Así que fiestas será un caos, será mejor pasarlo con mis amigos.

Navier se dio cuenta de que estaba revelando muchas cosas, así que decidió cambiar el rumbo de sus preguntas.

─ Y ustedes, ¿con quién pasara navidades? ¿Familia? ¿Amigos?

Lupin sonrió ─ Aquí. Yo seré de los profesores que se queden para supervisar.

─ Vio, si me puede adoptar para Navidad. ─sonrió ella, levantándose del asiento.

De reojo había visto cómo los gemelos Weasley la llamaban, así que la conversación con el profesor Lupin quedaría pendiente.

─ Tengo que irme ─dice ─. Y como siempre, fue un gusto conversar con usted.

La niña salió huyendo de ahí, regresando disimuladamente su mano al color normal. Poco después se unió a los gemelos, colocándose en medio de ambos mientras caminaban por el pasillo.

Ella aceleraba sus pasos, para igualar al de ellos, que se adelantaron para llegar a un aula vacía del piso.

─ Pensé que estarían en Hogsmeade. ─murmuró ella.

─ Sí, pero antes vinimos a ayudarte.

─ Haz feliz a tu novio.

─ No tengo novio ─murmura ella ─ ¿O si y nunca me entere?

─ Harry, boba.

─ Es mi mejor amigo ─aseguró ella.

─ Si, como digas ─Fred niega con la cabeza, para luego proseguir ─. Pero esto no es solo para que lo uses con Harry, también te servirá para todo el tema con Sirius Black. Esto es nuestro secreto del éxito, y debemos heredarlo a nuestra sucesora.

─ Creí que su sucesor sería Jordan Lee.

─ Nosotros estamos agradecidos con nuestra patrocinadora oficial.

Navier sonrió, recordando cómo desde que los conoció, siempre le da dinero para que puedan comprar ingredientes necesarios para hacer todos sus experimentos. O para conseguir cosas raras que no se pueden encontrar fácilmente.

Es increíble todo lo que puedes conseguir con dinero.

─ Ya, pero, ¿por qué me serviría a mí un pergamino? ─inquiere ella al ver el regalo ─. Tengo dinero para comprarme muchos pergaminos.

─ Oh, créeme. Nunca encontrarás uno como este. Mira con atención mi querida Navie ─señaló George, tomando su varita y tocando el pergamino con ella mientras pronunciaba: ─ Juro solemnemente que mis intenciones no son buenas.

E inmediatamente, a partir del punto en que había tocado la varita de George, empezaron a aparecer unas finas líneas de tinta, como filamentos de telaraña. Se unieron unas con otras, se cruzaron y se abrieron en abanico en cada una de las esquinas del pergamino. Luego empezaron a aparecer palabras en la parte superior. Palabras en caracteres grandes, verdes y floreados que proclamaban:

Los señores Lunático, Colagusano, Canuto y Cornamenta proveedores de artículos para magos traviesos están orgullosos de presentar

EL MAPA DEL MERODEADOR

─ Merodeador ─Navier murmuró. Ella juraba que había escuchado aquello en otro sitio, y los nombres que aparecían en el pergamino también le resultaban conocidos de alguna manera ─. Caracoles...

Soltó ella al ver el mapa, que mostraba cada detalle del castillo de Hogwarts y de sus terrenos. Pero lo más extraordinario eran las pequeñas motas de tinta que se movían por él, cada una etiquetada con un nombre escrito con letra diminuta.

Pero eso no era todo. En el mapa también habían marcados pasadizos que ella nunca había visto. Todos ellos llevaban...

─ Puedes ir a Hogsmeade con ellos. ─dijo Fred, recorriéndolos con el dedo ─. Hay siete en total. Ahora bien, Filch conoce estos cuatro. ─Los señaló ─. Pero nosotros estamos seguros de que nadie más conoce estos otros. Olvídate de este detrás del espejo de la cuarta planta. Lo hemos utilizado hasta el invierno pasado, pero ahora está completamente bloqueado. Y en cuanto a este, no creemos que nadie lo haya utilizado nunca, porque el sauce boxeador está plantado justo en la entrada. Pero este de aquí lleva directamente al sótano de Honeydukes. Lo hemos atravesado montones de veces. Y la entrada está al lado mismo de esta aula, como quizás hayas notado, en la joroba de la bruja tuerta.

─ Lunático, Colagusano, Canuto y Cornamenta ─suspiró George, señalando la cabecera del mapa ─. Les debemos tanto...

─ Hombres nobles que trabajaron sin descanso para ayudar a una nueva generación de quebrantadores de la ley. ─dijo Fred solemnemente.

─ Bien ─añadió George ─. No olvides borrarlo después de haberlo utilizado.

─ De lo contrario, cualquiera podría leerlo. ─dijo Fred en tono de advertencia.

─ No tienes más que tocarlo con la varita y decir: «¡Travesura realizada!», y se quedará en blanco.

─ Así que, joven Navier ─dijo Fred, imitando a Percy admirablemente ─, pórtate bien.

─ Nos veremos en Honeydukes, lleva un acompañante. ─le dijo George, guiñándole un ojo.

Ambos chicos salieron del salón, dejando a Navier sola con el pergamino.

La chica no necesitó tanto tiempo para pensar en qué haría, rápidamente terminó corriendo a buscar a Harry. Le pidió que fuera por su capa de invisibilidad y lo empujó hasta el corredor de la tercera planta.

─ No quiero meterme en problemas.

─ ¿Qué hiciste con mi amigo? ─preguntó ella, para luego sacudir un poco su cabeza ─. ¿Confías en mí?

─ Me das miedo.

─ Harry!

─ Confió en ti.

─ Bien.

Navier abrió el mapa frente de Harry (no sin antes fijarse que no hubiera otra persona cerca). Avanzaron hacia la estatua de la bruja, y siguiendo las indicaciones del mapa, lograron que la joroba de dicha estatua se abriera lo suficiente para que pudiera pasar una persona muy delgada por ella.

─ ¿Qué rayos es eso...?

─ El mapa del merodeador, te explicaré en el camino ─sonrió ella ─. Voy yo primero.

Ella se metió por el hueco, y terminó pasando por un tobogán de piedra, terminando por aterrizar en una tierra fría y húmeda. Se levantó rápidamente , y usó su varita para conjurar un Lumus, y así ver cuando Harry cayera.

Travesura realizada. ─dijo entre risillas, dejando el mapa en blanco mientras veía su amigo levantarse del suelo.

─ ¿Ahora me dirás?

─ Sí, claro. Avancemos, creo que el camino es largo.

Harry tomó la mano de Navier, para que así no tropezara por el suelo irregular. Ella disfrutó el recorrido, no solo porque estaba haciendo algo que se sentía ilegal, sino porque estaba con Harry. Fue bueno pasar tiempo juntos.

En fin, al cabo de veinte minutos (y luego de subir miles de escalones), llegaron a un extraño sótano lleno de cajas y cajones de maderas. Ambos se escondieron cuando escucharon ruidos, y tiempo después, terminaron saliendo con mucha precaución para mezclarse con las personas y no ser descubiertos.

Honeydukes. Su destino.

Este lugar estaba tan abarrotado de alumnos de Hogwart que nadie se fijó en ellos. Harry seguía tomando la mano de Navier, tal vez porque no quería perderla de vista. En cualquier caso, comenzó a avanzar con ella hasta una zona de la tienda donde había un enorme cartel que decía "Sabores insólitos"

Ron y Hermione estaban debajo, observando una bandeja de pirulíes con sabor a sangre. Harry se les acercó a hurtadillas por detrás.

─ Uf, no, Harry no querrá de éstos. Creo que son para vampiros ─decía Hermione ─. Y Navier odia la sensación de sangre.

─ ¿Y qué te parecen estos? ─dijo Ron acercando un tarro de cucarachas a la nariz de Hermione.

─ Aún peor. ─soltaron Harry y Navier al mismo tiempo.

A Ron casi se le cayó el bote.

─ ¡Harry! ¡Navier! ─gritó Hermione ─. ¿Qué haces aquí? ¿Cómo... cómo lo han hecho...?

─ ¡Ahí va! ─dijo Ron muy impresionado ─. ¡Han aprendido a aparecerse!

─ Primero, eso no es posible, y segundo...

Navier se acercó a ellos y bajó la voz, para así comenzar a contarles sobre el mapa del merodeador.

─¿Por qué Fred y George no me lo han dejado nunca? ¡Son mis hermanos!

─¡Pero Navier no se quedará con él! ─dijo Hermione, como si la idea fuera absurda─. Se lo entregará a la profesora McGonagall. ¿A qué sí, Navier?

─ Hermione, suelo hacerte caso en muchas cosas, pero en esto no. ─dijo la rubia ─. Y no pienso traicionar a mis amigos.

─ Pero, ¿y Sirius Black? ─susurró Hermione ─. ¡Podría estar utilizando alguno de los pasadizos del mapa para entrar en el castillo! ¡Los profesores tienen que saberlo! ¡Tú y Harry están en peligro!

Navier intentó explicarle a su amiga que sería muy cuidadosa. Tuvo que explicarlo tanto que Hermione solo dejó de hablar cuando fueron a las Tres Escobas para beber una cerveza de mantequilla.

─ Felices pascuas. ─sonrió Navier, alzando su jarra, dándole un toquecito con el de sus amigos.

Los cuatro chicos bebieron hasta la última gota. Estaban conversando y disfrutando de lo más normal, al menos hasta que una corriente de aire se sintió. La puerta se había abierto y Navier al ver quien entraba, casi se atraganta.

El profesor Flitwick, la profesora McGonagall, el ministro de Magia...

Hermione tiró de la mano de sus amigos, obligándolos a esconderse debajo de la mesa. La chica, con un poco de magia, hizo que el árbol de Navidad se moviera un poco, ocultando la mesa donde se escondían.

Ella sabía que Navier podía huir transformándose en cualquier cosa, sin embargo, Harry no. Y Navier es muy buena como para huir ella sola y dejar a Harry.

─¿Qué le trae por estos pagos, señor ministro? ─dijo la voz de la señora Rosmerta.

Navier y Harry se acomodaron de tal forma que podían verlos, y claro, escuchar la conversación.

─ ¿Qué va a ser, querida? Sirius Black. Me imagino que sabes lo que ocurrió en el colegio en Halloween

─ Sí, oí un rumor. ─admitió la señora Rosmerta.

─¿Se lo contaste a todo el bar, Hagrid? ─dijo la profesora McGonagall.

─¿Cree que Black sigue por la zona, señor ministro? ─susurró la señora Rosmerta.

─ Estoy seguro ─dijo Fudge escuetamente.

─¿Sabe que los dementores han registrado ya dos veces este local? ─ dijo la señora Rosmerta─. Me espantaron a toda la clientela. Es fatal para el negocio, señor ministro.

─ De todas formas─objetó Fudge─, están aquí para defendernos de algo mucho peor. Todos sabemos de lo que Black es capaz...

─¿Saben? Todavía me cuesta creerlo ─dijo pensativa la señora Rosmerta ─. De toda la gente que se pasó al lado Tenebroso, Sirius Black era el último del que hubiera pensado... Quiero decir, lo recuerdo cuando era un niño en Hogwarts. Si me hubieran dicho entonces en qué se iba a convertir, habría creído que habíais tomado demasiado hidromiel.

─ No sabes la mitad de la historia, Rosmerta ─dijo Fudge con aspereza ─. La gente desconoce lo peor.

─ ¿Lo peor? ─dijo la señora Rosmerta con la voz impregnada de curiosidad─. ¿Peor que matar a toda esa gente?

─ Desde luego, eso quiero decir ─dijo Fudge.

─ No puedo creerlo. ¿Qué podría ser peor?

─Dices que te acuerdas de cuando estaba en Hogwarts, Rosmerta ─susurró la profesora McGonagall ─. ¿Sabes quién era su mejor amigo?

─ Pues claro ─dijo la señora Rosmerta riendo ligeramente─. Nunca se veía al uno sin el otro. ¡La de veces que estuvieron aquí! Siempre me hacían reír. ¡Un par de cómicos, Sirius Black y James Potter!

Navier se llevó una mano a la boca, y Harry abrió los ojos de par en par.

─ Exactamente ─dijo la profesora McGonagall—. Black y Potter. Cabecillas de su pandilla. Los dos eran muy inteligentes. Excepcionalmente inteligentes. Creo que nunca hemos tenido dos alborotadores como ellos.

─ ¡Cualquiera habría dicho que Black y Potter eran hermanos! —dijo el profesor Flitwick ─. Al igual que Navier y Harry. Dos jovencitos muy unidos. ¡Sus padres eran inseparables!

─ ¡Por supuesto que lo eran! ─dijo Fudge ─. Potter confiaba en Black más que en ningún otro amigo. Nada cambió cuando dejaron el colegio. Black fue el padrino de boda cuando James se casó con Lily, y James fue el padrino de Sirius en su boda con Zahar... Luego Black fue el padrino de Harry, y James es padrino de Navier. Sus hijos no saben nada, claro. Ya te puedes imaginar cuánto se impresionaría si lo supieran.

─ ¿Por qué Black se alió con ustedes saben? ─susurró Rosmerta.

─ Aún peor, querida... ─Fudge bajó la voz y continuó en un susurro casi inaudible─. Los Potter no ignoraban que Quien Tú Sabes iba tras ellos. Dumbledore, que luchaba incansablemente contra Quien Tú Sabes, tenía cierto número de espías. Uno le dio el soplo y Dumbledore alertó inmediatamente a James y a Lily. Les aconsejó ocultarse. Bien, por supuesto que Quien Tú Sabes no era alguien de quien uno se pudiera ocultar fácilmente. Dumbledore les dijo que su mejor defensa era el encantamiento Fidelio.

─ ¿Cómo funciona eso? ─preguntó la señora Rosmerta, muerta de curiosidad.

El profesor Flitwick carraspeó.

─ Es un encantamiento tremendamente complicado ─dijo con voz de grave ─ que supone el ocultamiento mágico de algo dentro de una sola mente. La información se oculta dentro de la persona elegida, que es el guardián secreto. Y en lo sucesivo es imposible encontrar lo que guarda, a menos que el guardián secreto opte por divulgarlo. Mientras el guardián secreto se negara a hablar, Quien Tú Sabes podía registrar el pueblo en que estaban James y Lily sin encontrarlos nunca, aunque tuviera la nariz pegada a la ventana de la salita de estar de la pareja.

─ ¿Así que Black era el guardián secreto de los Potter? ─susurró la señora Rosmerta. 

Navier se acomodo el cabello, ocultando sus orejas, para hacer que estas desaparezcan. No quería escuchar más.





















Navier se pasó toda la tarde sola después de lo que había escuchado en Hogsmeade. Es decir, no quería a su padre...pero era su padre. Es extraño explicar lo que sentía. Enterarse de todas esas cosas sobre el pasado de Sirius, y que encima James Potter era su padrino...

Era extraño.

No quería hablar con nadie, pero tenía que hacerlo. No precisamente de lo que vio en las Tres Escobas, sino de algo más importante: sobre su supervivencia.

¿Qué se podía decir de Navier y Draco?

Dos jóvenes que comparten lazos de sangre y que, aunque no quieran, siempre han estado el uno para el otro.

Draco Malfoy no recuerda Navidad en que no pasara con Navier, no recuerda algún cumpleaños en el que su prima no estuviera. Recuerda cómo de más pequeños incluso ella se quedaba a dormir en su casa.

Navier Black no recuerda algún recital de ballet donde Draco no estuviera en primera fila con un ramo de flores más grande que él (obligado a llevarlo por su madre, pero ahí estaba). Navier recuerda cómo Draco fue el único que se las arregló para colarse al sótano el día en que la castigaron, y cómo la ayudó a curarse y le cedió una bufanda que aún conserva hasta el día de hoy.

─ Necesito que me ayudes. ─murmuró Navier.

─ ¿Y por qué tendría que hacerlo? ─respondió Malfoy de mala gana, mientras seguía caminando junto a Blaise Zabini y Theodore Nott, probablemente los chicos querían pasar la tarde juntos antes de salir por vacaciones.

─ Porque soy tu prima, y porque me aprecias... ¿Y por qué te deberé un favor?

Draco pareció pensarlo, incluso se hizo al interesante y siguió caminando mientras su prima le seguía el paso. Él ya sabía de qué se trataba todo esto, seguro Navier ya se enteró de que la llamaron para pasar las navidades en su casa, y ella quiere evitarlo a toda costa.

─ Mi padre compró un obsequió para ti y mi madre ya tiene el traje que te vas a poner para las fiestas.

Navier aceleró su paso y se acercó al oído de Draco, para que así sus amigos no escucharan.

─ ¡Y mis abuelos quieren casarme con un viejo dos años mayor que yo! ─soltó en voz baja, haciendo estremecer a su primo por "el tono bajo" que uso ─. Por favor.

─ ¿Prefieres quedarte en Hogwarts con una sangre sucia, un traidor de la sangre y con el idiota de Potter?

─ Tengo trece años, Draco. Quieren emparejarme desde ahora.

─ No es tan malo, a mi madre le encanta el matrimonio. ─comentó Blaise.

Draco decidió ignorar a su amigo. En su lugar, le hizo una seña para que se fuera y que solo Nott se quedara con ellos.

─ Te van a castigar.

─ Pero eso será en las vacaciones, incluso puede que se olviden. Y mis abuelos no pisaron Hogwarts desde mi primer año. ─ella sonaba más emocionada.

─ Dile que estás saliendo con Nott, ellos no se opondrán a que te quedes por eso.

Navier estaba tan desesperada que ni siquiera cuestionó el plan, solo comenzó a pensar en las formas en que este podría salir mal.

─ ¿Y si hablan con tus padres? ─la rubia miró al nombrado, quien sonrió con picardía.

─ Me quedaré yo también en Hogwarts. De hecho, eres la excusa perfecta, Black.

─ Nott se consiguió una pelinegra de cuarto año. Quiere disfrutar.

─ Bien, bien, les tengo que agradecer entonces ─sonrió Navier, avanzando hasta Nott y plantándole un beso en la mejilla ─. Gracias. Nunca pensé que me ayudarías.

─ Con el gracias bastaba. ─señalo Nott.

─ Iré a escribirle a mis abuelos, les diré que tú y yo somos novios.

─ Enfatiza en novios. Quiero que mis padres se enteren para que me dejen en paz. Yo necesito salir con alguien que yo elija, no con quien ellos decidan. No controlan nuestra vida, recuerdalo, Navier.

Nott sonrió, para luego colocar una de manos encima de la cabeza de Black, comenzando a despeinarla un poco. 

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