Capítulo 37
Dobby llegó apresuradamente hasta donde se encontraba Harry.
― Ella... Ella... ―trataba de hablar el elfo
― ¿Ella quién? ¿Umbridge? ―preguntó el chico de anteojos y el elfo asintió efusivamente
― Ella lo descubrió todo señor y viene para aquí ―respondió atemorizado
― ¡Corran, Umbridge lo sabe y viene para aquí! ― gritó
Todos los integrantes del ED se amontonaron en la entrada y salieron corriendo apresuradamente, Harry salió y antes de esfumarse se giró para ver a Dobby.
― Muchas gracias Dobby ―agradeció y el elfo desapareció
Harry comenzó a correr pero sintió como algo se enroscaba en sus tobillos provocando su caída. Mientras lanzaba quejidos pudo oír una estrepitosa risa, se dio la vuelta y pudo ver a Draco detrás de él.
― Hechizo zancadilla Potter ―dijo divertido ― ¡Eh profesora ya tengo a uno! ―gritó el rubio a todo pulmón
Harry vio como Umbridge se acercaba a paso apresurado hacia él.
― ¡Excelente Draco! ―exclamó la bruja ― Cincuenta puntos para Slytherin, levántate Potter ―masculló. Harry se levantó con el odio corriendo por sus venas, odiaba a Umbridge y a Malfoy especialmente al último ― Ve Draco capaz que atrapas a otro, dile a Zabini que busque en la biblioteca y a Nott que busque en los baños ―le indicó y el rubio asintió antes de marcharse
Harry jamás vio a Umbridge tan feliz, su sonrisa de sapo se expandía por su rostro inconscientemente, la bruja lo tomó del brazo y comenzó a caminar.
― Ahora jovencito, irás al despacho del director―masculló
Unos minutos más tardes ambos estaban parados frente a la enorme gárgola de piedra que llevaba a la oficina de Dumbledore.
― ¡Brujas fritas! ―exclamó Umbridge con efusividad
Subieron las escaleras de dos en dos hasta llegar a la puerta de la oficina del director, Umbridge ni se molestó en tocar. Al entrar a la oficina estaba repleta de gente, Dumbledore, Fudge, la profesora McGonagall que se mostraba impaciente, Kingsley, John Gallagher y nada más y nada menos que Percy Weasley.
Harry miró detenidamente al padre de April, sin dudas ella era muy parecida a él a excepción del color de ojos.
― Estaba volviendo a la torre de Gryffindor, Draco Malfoy lo descubrió ―explicó Umbridge
― Se lo informaré a Lucius ni bien llegue a mi despacho ―dijo Fudge ― Señor Potter me imagino que usted sabe porque está aquí ―le habló el ministro
― No ―respondió el chico de anteojos con sequedad
― ¿Seguro Potter? ―volvió a preguntar
― Si ―respondió de la misma manera
― ¿Eres consciente de que has formado una asociación ilegal en el colegio? ―preguntó el ministro perdiendo la paciencia
Harry iba a responder cuando la puerta se abrió abruptamente dejando a la vista a Blaise que traía a Ron y atrás de éste estaba April que tenía tomadas del brazo a Ginny y a una Cho cabizbaja.
Harry al ver que April estuvo ayudando a Umbridge, sintió como la ira lo comenzaba a recorrer lentamente sus venas, se sentía traicionado.
― Muy bien chicos ―los felicitó Umbridge
― ¿Papá? ―dijo April confundida al ver a su padre allí
― Hola bella ―la saludó John alegremente antes de ir a abrazar a su única hija, April le correspondió el abrazo enseguida
― Te extrañé mucho ―murmuró la azabache
― Y yo a ti hija ―acarició el cabello de su hija
― Si me permite hablar señor ministro, ahorraríamos tiempo si nuestras informadoras hablan ―opinó Umbridge
― Por supuesto Dolores ―asintió Fudge
― Ya que la señorita Chang está aquí, April ve a buscar a la señorita Edgecombe ―ordenó la bruja y la azabache asintió para luego salir del despacho.
Luego de unos minutos April trajo a Marietta del brazo, la Ravenclaw se tapaba el rostro.
― No estés asustada querida, hiciste lo correcto ―la consolaba Umbridge ― Vamos niñas, miren al ministro y relaten lo ocurrido ― dijo en un tono dulce
Las Ravenclaw levantaron la mirada y todos los presentes dieron un paso atrás con una expresión de horror al ver el rostro de las jóvenes completamente de figura dos por unos granos en color morado que formaban la palabra DELATORA.
― Resumiré la situación ―habló Umbridge al ver que ninguna quería hablar ― Las señoritas Chang y Edgecombe vinieron a mi despacho luego de la cena y me contaron que debía saber que en el séptimo piso se celebraba una reunión ilegal en la conocida Sala de Menesteres. Lamentablemente no pudieron decir más porque ese maleficio apareció ―señaló los rostros de Cho y Marietta ― Ambas se alteraron y no pudieron decir más ―dijo con una sonrisa de satisfacción
― Ya veo ―murmuró Fudge ― Han sido muy valientes mis niñas, hicieron lo correcto, ¿No hay un contraembrujo para esos granos? ―preguntó
― Todavía no lo he encontrado ―murmuró Umbridge de mala gana ― También tengo testimonios de que Potter y compañía se reunieron en Cabeza de Puerco para formar una asociación ilegal para poner en práctica los hechizos que el Ministerio ha catalogado inapropiados para su edad ― la sonrisa noble cabía en el rostro ― Además necesitaba pruebas de que las reuniones se celebraban así que le he pedido a alumnos dignos de confianza que me ayudaran, al llegar al séptimo piso salieron corriendo en todas las direcciones y le pedí a la señorita Gallagher que entrara a la sala para buscar pruebas y la sala nos las dio ―relató victoriosa ― April querida entrégale al señor Ministro lo que encontraste ― April sacó del bolsillo de su túnica un pergamino amarillento y se lo entregó a Fudge, Harry se sentía cada vez más decepcionado de ella
― Muchas gracias pequeña April ―dijo Fudge y comenzó a leer el pergamino ― ¡Por las barbas de Merlín! ―exclamó ― ¿Han visto como se llama la asociación? ―preguntó completamente pálido
― Si, «Ejército de Dumbledore» ―respondió Umbridge
― Bien, creo que el juego terminó ―dijo el anciano director tranquilo
― ¡No! ―gritó Harry ― Él no tiene nada que ver con esto ―dijo
― ¡Cállate Potter! ―exclamó Umbridge
― Es muy noble que quieras defenderme Harry, pero el pergamino lo dice perfectamente que es el ejército de Dumbledore ―su tranquilidad nunca lo abandonó
― Entonces es verdad ―masculló Fudge ― ¡Usted ha estado conspirando contra mí! ―bramó
― En efecto ―respondió con simpleza
― ¡Weasley! ―exclamó el ministro terriblemente alterado
― Digame, señor ―dijo el pelirrojo
― Espero que haya tomado nota de todo y envía una nota a Azkaban, notificando la detención de Albus Dumbledore ―dijo sin quitar la vista del anciano director
― Pensé que tendríamos este inconveniente ―se levantó de su asiento ― No tengo intención de ir a Azkaban ―sonrió tranquilamente
― ¡No haga esto más difícil Dumbledore! ―gritó Fudge
El ave fénix que reposaba en una parte de la oficina se colocó sobre Dumbledore y en un abrir y cerrar de ojos el director ya no estaba.
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