Capítulo 03

April miró a su padre asustada, estaba completamente pálida y temblaba ligeramente.

― Yo no quiero ser mortífaga papá ―manifestó su voluntad

― Yo no sé cuáles son las intenciones del Señor tenebroso, hija ―dijo John ― Él está furioso con tu madre por haber fallado en el Ministerio ―dijo

― Tú no eres mortífago ―miró a su padre a los ojos

― No, no lo soy ―respondió

― ¿Por qué tú no quisiste? ―preguntó

― No puedo responder a eso ―dijo con nerviosismo

― Soy tu hija ―le reprochó

― Pero la respuesta a tu pregunta debe ser respondida a su tiempo y este no lo es ―se levantó de la cama ― Ve a bañarte y ponte un vestido negro que no sea muy llamativo para la vista de tu novio, no quiero ser abuelo aún ―dijo burlón y April sentía como el color rojo se apoderaba de sus mejillas

― ¡Papá! ―exclamó avergonzada

Harry caminaba junto a Dumbledore por una calle, el sol se estaba escondiendo entre el horizonte, dejando su lugar a la noche. Harry miró a su alrededor y vio que todo estaba completamente desierto.

― Entonces, Harry dime ―dijo Dumbledore ― Tu cicatriz ¿Ha estado doliéndote? ―preguntó

― No ―respondió él ― Y he estado preguntándome sobre esto, pensé que me quemaría todo el tiempo ahora que Voldemort es tan poderoso otra vez ―tocó su cicatriz inconscientemente

― Yo deduje otra cosa ―dijo Dumbledore ― Lord Voldemort finalmente ha comprendido el acceso peligroso a tus pensamientos y sentimientos de los que ha estado disfrutando, parece que él ahora emplea Oclumancia contra ti ―comentó

― Bien, no me quejo ―dijo

Giraron una esquina, pasando una cabina telefónica y una parada de autobús. Harry miró de reojo a Dumbledore otra vez.

― ¿Profesor?

― ¿Harry?

- ¿Dónde estamos exactamente? ―preguntó

― Nos encontramos en el encantador pueblo de Budleigh Babberton ―respondió tranquilamente

― ¿Y qué hacemos aquí? ―preguntó

― Ah sí, desde luego, no te he lo dicho ―dijo Dumbledore ― Bien, he perdido la cuenta del número de veces que he dicho esto en años recientes, pero estamos otra vez con un miembro de personal menos. Debemos aquí persuadir a un viejo colega mío a salir del retiro y que vuelva a Hogwarts

― ¿Cómo puedo ayudar en esto, señor? ―preguntó

― Pienso que encontraremos un trabajo para ti -dijo Dumbledore vagamente ―Aquí, Harry ―le indicó

Se encaminaron por una calle escarpada, estrecha rodeada con casas. Todas las ventanas estaban oscuras. La extraña frialdad que había caído sobre Privet Drive durante dos semanas persistió aquí también.

― ¿Profesor, por qué no podríamos habernos aparecido directamente en la casa de su viejo colega? ―preguntó

― Porque sería tan grosero como el romper a patadas la puerta de calle -respondió Dumbledore ― Los dictados de cortesía que ofrecemos, dan la oportunidad de negar la entrada. En cualquier caso, la mayor parte de las viviendas mágicas son protegidas de apariciones no deseadas -explicó el anciano director

― En Hogwarts, por ejemplo no se puede aparecer en ninguna parte dentro del colegio o de los terrenos ―dijo Harry rápidamente -Hermione Granger me lo dijo ―recordó

― Y ella tiene toda la razón. Giremos a la izquierda otra vez ―dijo Dumbledore

― Aquí es, creo -dijo mirando su alrededor ― Auch ―se quejó de dolor

Había tocado con su mano herida.

― ¿Profesor, qué le pasó a su...? ―fue interrumpido

― No tengo tiempo para explicarlo ahora -respondió Dumbledore - Es una historia emocionante, deseo hacerle la justicia -dijo con una pequeña sonrisa ― Este es el lugar Harry, justo aquí ―sacó su varita ― Saca tu varita Harry ―miró al Gryffindor

― ¡¿Cómo que Apri estará presente en la reunión de esta noche?! ―bramó Draco molesto

― Así lo quiso el Señor Tenebroso ―dijo Bellatrix ― Por fin veré a esa mocosa y me vengaré de los crucios que me lanzó ―masculló con una mirada completamente llena de oscuridad

― Como ataques a mi novia, me olvidaré que somos familia y juro que te mataré ―masculló Draco con odio

― Eres tan estúpido que no matas ni a una mosca ―se burló la mortífaga

― No me provoques, no sabes de lo que soy capaz y matarte a ti me viene muy bien para practicar la misión que el Señor Tenebroso me encomendó ―la miró con odio antes de marcharse

John y April arribaron a la mansión Malfoy a través de la aparición. La azabache no lograba acostumbrarse y sentía que todo a su alrededor le daba vueltas, cuando se mejoró padre e hija se encaminaron al enorme e imponente portón de la mansión Malfoy. A los pocos minutos Narcissa los recibía con una expresión preocupada.

― Cariño, estoy tan apenada con esto ―Narcissa abrazó a April y rompió en llanto ― Solo ruego que tu suerte sea diferente a la de mi niño ―murmuró

― Yo ruego por lo mismo ―murmuró April asustada

― Es mejor que vayamos adentro, todos están dentro ya ―dijo Narcissa separándose de su nuera

Los tres caminaron por el extenso jardín y entraron a la casa.

― ¿Dónde se encuentran? ―preguntó John

― Están en la sala de estar -respondió Narcissa ― Vamos ―comenzó a caminar rumbo a dicha habitación de su hogar

Cuando llegaron al living a April le entraron los nervios y el miedo, apretó el brazo de su padre y éste la miró.

― Tranquilízate hija, nada malo te ocurrirá yo estaré contigo ―la abrazó

― No quiero ser mortífaga, no quiero matar gente ―sollozó

― No matarás a nadie, tranquilízate que si no entramos él se enojará y nos castigará a ambos ―le secó las lágrimas que estaban en sus mejillas ― Y por nada en el mundo quiero que torturen a mi hija ―la abrazó

― De acuerdo, entremos ―se semi de valor

Narcissa entró primero, seguida por John y por último April que trataba de ser invisible.

― John, por un momento creí que no vendrían ―dijo una gélida voz

― Eso no iba a pasar señor ―respondió John con la mirada baja

― Tú debes ser April ―miró a la chica ― Al fin te conozco ―dijo levantándose de su asiento y acercándose a la azabache

― Lo mismo digo... señor ―los nervios estaban a flor de piel

― No debes tener miedo April, aunque no lo creas tú y yo nos parecemos y tenemos más cosas en común de las que puedas llegar a creer ―una sonrisa apareció en el rostro de Voldemort y April estaba a punto de tener un colapso nervioso

― ¿De ve...verdad señor? ―juntó valor y lo miró a los ojos rojos de aquel mago

― Si y por eso necesito tu ayuda ―dijo con frialdad

April entró en estado de alerta y miró fugazmente a la larga mesa donde mortífagos observaban la escena, clavó su mirada en la de Draco, que estaba igual o peor que ella. Aquel rubio ya estaba sufriendo con el hecho de la misión que le encomendó Voldemort que no podría soportar que el amor de su vida corriera con la misma suerte que él.

― ¿Mi ayuda? ―murmuró

― ¿Acaso eres sorda que repites todo? ―masculló Voldemort y varios mortífagos estallaron en carcajadas ― ¡Silencio! ―exclamó y todos dejaron de reír abruptamente

― Lo siento ―se disculpó

― Si necesito tu ayuda ―repitió Voldemort ― Como sabrás, tu novio Draco es uno de mis soldados, y él tiene una importante misión a realizar ―relató y April sintió una punzada en el pecho ― Necesito que ayudes a Draco en lo que sea y que te mantengas muy cerca de Harry Potter, no sé si me comprendes ―miró a April ― Me refiero a que seduzcas a Harry Potter y cuando él esté perdidamente enamorado de ti me lo traerás servido en bandeja para que lo aniquile ―masculló sonriente ― Niégate y no solo te mataré a ti sino que también mataré a tu familia y a tu novio ―la miró con seriedad

April empalideció completamente, no quería hacerlo pero no tenía alternativa.

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