Capítulo 02
April sentía como las lágrimas se acumulaban en sus ojos, miraba a Draco con miedo, temía que se convirtiera en alguien como Bellatrix que mata sin pensarlo dos veces.
― Di algo por favor ―se acercó a April pero la azabache retrocedió dos pasos asustada ― Cariño ― la miró con dolor
― No quiero que te conviertas en alguien sin sentimientos que mata por gusto ―un sollozo se escapó de sus labios
― No hago esto por gusto, pero sabes muy bien que soy incapaz de matar a una persona ―dijo serio
― ¿Y si él te obliga? ―preguntó asustada ― ¿Y si quiere que yo me convierta en mortífaga? ― el miedo estaba reflejado en sus ojos ― Yo no sería capaz de matar a alguien ―dijo
― Yo... no lo sé ―dijo dubitativo
En la calle La Hilandera dos hermanas fueron a ver a Snape, una preocupada por lo que deparará el futuro a su único hijo y la otra fue a acompañarla.
― Cissy, sigo pensando que es una mala idea ―masculló la otra mujer
― Puedes marcharte si quieres, Bella ―dijo Narcissa tranquila
La rubia golpeó la puerta de madera que tenía en frente, a los pocos segundos un Severus Snape sorprendido atendió la puerta.
― Narcissa ―dijo Snape sorprendido ― ¿Qué es lo que te trae aquí? ―preguntó
― ¿Podemos hablarlo adentro? ―preguntó
― Claro, pasen ―se hizo a un lado y las mujeres entraron a la casa
― Snape ―masculló Bellatrix de mala gana
― Bellatrix ―masculló Snape de la misma manera
Los tres se dirigieron a la pequeña sala cuyas paredes se encontraban cubiertas de libros. Snape le señaló el pequeño sofá gastado a Narcissa para que se sentara, la rubia se quitó su abrigo y tomó asiento mientras miraba todo lo que había a su alrededor.
― Dime en que puedo ayudarte ―dijo Snape
― ¿Estamos solos? ―preguntó Narcissa
― Colagusano está aquí, pero las ratas no cuentan ¿Verdad? ―respondió Snape con maldad
El profesor apuntó con su varita una de las cuatro paredes y de ésta se abrió una puerta secreta en donde se podía ver una escalera y un hombre en el inicio de las mismas.
― Como podrás ver Colagusano, tenemos visitas ―dijo Snape con su habitual tono frío
El pequeño hombre se acercó hacía donde se encontraban los demás.
― ¡Narcissa, Bellatrix! Que alegría verlas ―chilló Colagusano
― Colagusano nos traerá algunas bebidas, si así lo desean y luego volverá a su dormitorio ―dijo Snape
Colagusano se estremeció como si Snape hubiera lanzado algo en él.
― ¡No soy tu elfo doméstico! ―chilló, evitando el ojo de Snape.
― ¿De verdad? Tenía la impresión de que el Señor Oscuro te colocó aquí para asistirme ―dijo con malicia
― ¡Asistir, pero no servir bebidas y limpiar tu casa! ―exclamó
― No tenía ni idea, Colagusano, que deseabas tareas más peligrosas ―dijo Snape suavemente ― Ahora si no quieres ser castigado ve a traer tres copas de vino ―masculló
Colagusano vaciló durante un momento, mirando como si pudiera discutir, pero entonces dio vuelta y se paró durante un segundo sobre la puerta escondida. Oyeron la golpeadura y un tintineo de vasos. Dentro de unos segundos estuvo de vuelta, sosteniendo una botella polvorienta y tres vasos sobre una bandeja. Los puso sobre la mesa desvencijada y se apresuró de su presencia, cerrando de golpe la puerta cubierta por libros detrás de él.
Snape sirvió tres copas de vino y dio dos de ellas a las hermanas. Narcissa murmuró una palabra de agradecimiento, mientras que Bellatrix no dijo nada, pero siguió frunciendo el ceño en Snape. Este no pareció enojarlo; al contrario, pareció más bien divertido.
― Por el Señor de las tinieblas ―dijo Snape levantando su copa
Las hermanas imitaron la acción, Snape volvió a llenar su copa. Cuando Narcissa tomó su copa miró a Snape.
― Severus, siento venir aquí de esta forma, pero tenía que verte. Pienso que eres el único quién puede ayudarme ―la rubia estaba demasiado afligida
Snape sostuvo una mano para pararla, luego señaló con su varita otra vez en la puerta de la escalera oculta. Hubo un golpe ruidoso y un chillido, seguido del sonido de Colagusano que se apresuraba arriba.
― Discúlpame ―dijo Snape ―Ha estado últimamente escuchando tras las puertas, es un maldito chismoso ― masculló ― ¿Qué decías, Narcissa? ―preguntó
Ella tomó una bocanada de aire, se estremeció y comenzó otra vez.
― Severus, sé que yo no debería estar aquí, me han dicho de no decir nada a nadie, pero... ―fue interrumpida
― ¡Entonces deberías cerrar la boca Cissy! ― gruñó a Bellatrix. ―En particular con la compañía presente ―miró a Snape despectivamente
― ¿Compañía presente? ―repitió Snape sardónicamente ― ¿Y qué se puede entender por esto, Bellatrix? ―dijo burlonamente
― ¡Que yo no confío en ti Snape y lo sabes perfectamente! ―masculló la mortífaga
Narcissa soltó un ruido que podría haber sido un sollozo y cubrió su cara con sus manos. Snape dejó su copa sobre la mesa y se sentó otra vez.
― Narcissa, pienso que deberíamos oír lo que Bellatrix tiene para decir, esto evitará interrupciones aburridas. Continua, Bellatrix― dijo Snape ― ¿Por qué no soy digno de tu confianza? ―preguntó con sarcasmo
― ¡Son muchos motivos! ―exclamó andando a zancadas por detrás del sofá para poner de golpe su copa sobre la mesa ― ¿Dónde estabas cuando el Señor Oscuro cayó?, ¿Por qué nunca tuviste ninguna tentativa de encontrarlo cuándo él desapareció?, ¿Qué has estado haciendo todos estos años que has vivido en el bolsillo de Dumbledore? ¿Por qué le impediste al Señor Oscuro que consiguiera la Piedra Filosofal? ¿Por qué no volviste inmediatamente cuándo el Señor Oscuro renació? ¿Dónde estabas hace unas semanas cuando luchamos para recuperar la profecía para el Señor Oscuro? ¿Y por qué Snape, Harry Potter está todavía vivo cuándo lo has tenido en su piedad durante cinco años? ―una pregunta tras otra y cuando se detuvo tomó una gran bocanada de aire
Snape sonrió.
― ¿Piensas que él está confundido? ¿O que lo he engañado de alguna manera? ¿Engañando el Señor Oscuro, el mejor mago que el mundo ha visto alguna vez? ―dijo con malicia
Bellatrix no dijo nada, pero miró, por primera vez, un poco disconforme. Recogió su bebida otra vez, y bebió un poco.
― Preguntas dónde estaba yo cuando el Señor Oscuro cayó. Estaba donde él me había ordenado estar, en Hogwarts porque me ordenó que espiara a Dumbledore
Ella sacudió la cabeza casi imperceptiblemente y luego abrió su boca, pero Snape la previno.
― Ahora, Narcissa dime el motivo de tu visita ―pidió Snape
― Yo pienso que eres el único que puede ayudarme, no tengo a quién más que me ayude. Lucius está preso y... ― Cerró sus ojos y dos largas lágrimas se escaparon de sus ojos ―El Señor Oscuro me ha prohibido hablar de esto ―continuó Narcissa, con sus ojos todavía cerrados ―Desea que nadie sepa del plan, es muy secreto. Pero... -fue interrumpida
― Si te lo prohibió, no me lo debes decir ―dijo Snape al unísono ― La palabra del Señor Oscuro es ley ―dijo
Narcissa largó un grito ahogado como si Snape la hubiese bañado con agua helada. Bellatrix miró satisfecha por primera vez desde que entraron en la casa.
― ¡Ves! ―dijo ella triunfalmente a su hermana ―Hasta Snape lo dice ―masculló
Pero Snape se puso de pie y se acercó a zancadas hasta la pequeña ventana, forzando su mirada entre las cortina hacia la desierta calle, luego las cerró nuevamente de un tirón. Se dio vuelta para mirar a Narcissa con el ceño fruncido.
― Yo estoy al tanto del plan ―dijo en voz baja ― Soy uno de los pocos a los que el Señor Oscuro le ha contado ―dijo ― De todos modos, yo lo he guardado en secreto Narcissa, debes ser prudente de no traicionar al Señor Oscuro ―la miró sin expresión alguna
― ¡Pensé que lo deberías saber!―exclamó Narcissa ―Él confía en ti, Severus―lo miró suplicante ―Severus ―susurró ella con lágrimas cayendo por sus pálidas mejillas ―Mi hijo... mi único hijo―murmuró
― Draco debería estar orgulloso ―dijo Bellatrix ― El Señor Oscuro le está concediendo un gran honor y él solo está preocupado por la mocosa de su noviecita, que todavía me las debe por torturarme ―masculló con odio
Narcissa comenzó a llorar sin consuelo, mirando todo el tiempo fijamente y en forma de súplica a Snape.
― ¡Y es porque tiene dieciséis años y no tiene idea de lo que se oculta detrás de esto! ¿Por qué, Severus? ¿Por qué mi hijo?, ¡Es muy peligroso! ¡Esto es una venganza por el error de Lucius, lo sé! ―dijo con los nervios de punta
― Bellatrix, como vuelvas a llamar mocosa a mi ahijada te aseguro que él que te torturará seré yo mismo, y Emma que pronto saldrá en libertad ―le advirtió Snape
― ¿Es por eso que escogió a Draco, no?―insistió ― ¿Para castigar a Lucius?―preguntó
― Si Draco tiene éxito ―dijo Snape, todavía sin mirarla ―Será homenajeado por encima de todos los otros.
― ¡Pero no tendrá éxito!―sollozó Narcissa
Bellatrix ahogó un grito, Narcissa pareció haberse descontrolado.
― Solo me refiero a que nadie ha tenido éxito aún, Severus por favor tú eres, tú has sido siempre el maestro favorito de Draco, eres el viejo amigo de Lucius te lo suplico eres el consejero favorito en el que más confía el Señor oscuro ―dijo desesperada ― ¿Hablarás con él, lo convencerás? ―preguntó
― El Señor Oscuro no será persuadido, y no soy tan estúpido como para intentarlo ―dijo Snape ― No puedo pretender que el Señor Oscuro no esté enojado con Lucius, él estaba a cargo. Lo capturaron con muchos otros, y fallaron al intentar recuperar la profecía. Sí, el Señor Oscuro está enojado, Narcissa, muy enojado -explicó
― ¡Tengo razón, ha escogido a Draco para vengarse!―exclamó Narcissa ― Eso no significa que tendrá éxito, ¡Quiere que lo maten! ―dijo al borde del colapso nervioso
Como Snape no dijo nada, Narcissa pareció perder el autocontrol que poseía. Poniéndose de pie, se tambaleó hacia Snape y se colgó de su ropa. Se puso cara a cara con él, con lágrimas cayéndole por sus mejillas y ahogó un grito
― Puedes hacerlo en lugar de Draco, Severus ―habló la mujer - Vas a tener éxito, por supuesto que lo tendrás, y él te recompensará en frente de todos nosotros ―murmuró
Snape la tomó de las muñecas y sacó sus manos. Mirando hacia abajo, a la cara manchada de lágrimas
― Él pretende que lo haga al final, supongo. Pero determinó que Draco lo haga primero. Ya ves, en el raro casi de que Draco tenga éxito, podré permanecer en Hogwarts un poco más, cumpliendo mi útil papel de espía ―dijo
― En otras palabras, eso no significa que Draco sea asesinado ―una llama de esperanza nació en el interior de la rubia
― El Señor oscuro está muy enojado ―repitió Snape tranquilamente ―No pudo escuchar la profecía. Tú sabes Narcissa tan bien como yo que él no perdona tan fácilmente ―dijo tranquilamente
Ella se desplomó a sus pies, sollozando y gimiendo en el piso.
― Mi único hijo, mi pequeño bebé ―lloraba sin consuelo
― ¡Deberías estar orgullosa! -exclamó Bellatrix despiadadamente ― Si tuviera hijos estaría orgullosa de prestárselos para el servicio del Señor Oscuro ―masculló ― Pero tú lo único que quieres es que se case con esa mocosa malcriada para que te den nietos y si salen como ella serán horrendos ―dijo de mal humor
Narcissa dio un pequeño grito de desesperación y tomó su larga cabellera rubia. Snape se detuvo, la tomó de los brazos, la levantó, y la condujo hasta el sofá. Luego le sirvió más vino y puso la copa en su mano.
― Narcissa, es suficiente. Bebe esto y escúchame ―dijo Snape
Narcissa se quedó quieta por un momento; volcándose vino, tomó un tembloroso sorbo.
― Podría ser posible de que ayude a Draco ―dijo
Ella se paró, con su cara de color blanco como el papel, y sus ojos enormes.
― Severus ¿Lo ayudarías? ―preguntó esperanzada
― Podría intentarlo ―respondió
Narcissa arrojó su copa, ésta se deslizó por la mesa mientras ella y se paró del sofá de rodillas a los pies de Snape tomó sus manos, y las besó.
― ¿Harás el Juramento Inquebrantable? ―preguntó
― ¿El juramento Inquebrantable?―la miró
La expresión de Snape se tornó pálida, sin nada. Bellatrix liberó una risa burlona.
― ¿Estás escuchando, Narcissa? Las palabras vacías usuales ―dijo provocando a Snape
Snape no miró a Bellatrix. Sus ojos negros estaban clavados en las lágrimas de los azules ojos de la mujer que le agarraba sus manos.
― Ciertamente, Narcissa, debo hacer el Juramento Inquebrantable ―dijo Snape tranquilamente ― Quizás tu hermana quiera ser nuestra testigo ―dijo
La boca de Bellatrix se abrió.
Bajo la mirada asombrada de Bellatrix, se tomaron de ambas manos.
― Necesitarás tu varita, Bellatrix―dijo Snape fríamente.
Se la mostró, mirando todavía sorprendida.
― ¿Severus juras que vas a vigilar a mi hijo Draco, mientras esté cumpliendo los deseos del Señor Oscuro? ―preguntó
―Lo juro ―dijo Snape
Una fina lengua de una llama brillante salió de la varita y ató alrededor de sus manos una especie de cuerda roja caliente.
― ¿Juras protegerlo de cualquier daño?
― Lo juro ―dijo Snape
Una segunda lengua de llamas se disparó de la varita y entrecruzó con la primera, haciendo una cuerda más brillosa.
― Y si Draco fallase ―susurró Narcissa ― ¿Cargarás con la acción que el Señor Oscuro le ordenó a Draco que llevara a cabo?
Hubo un momento de silencio. Bellatrix miró, su varia sobre sus manos, con sus ojos amplios.
―Lo juro ―volvió a repetir Snape
La cara pasmada de Bellatrix brilló con color rojizo ante una tercera única llama, que salió disparada de la varita, y se unió con las otras, y se ligó compactadamente en las manos entrelazadas, como una cuerda, como una serpiente ardiente.
April leía tranquilamente en su habitación, había regresado a su casa porque quería pasar tiempo con su padre. Unos golpes en su puerta interrumpieron su lectura.
― Adelante ―dijo y su padre entró al cuarto
― ¿Estás ocupada? ―preguntó sentándose a los pies de la cama
― No, solo leía ―murmuró ― ¿Qué necesitas? ―preguntó
― Tengo que darte dos noticias, una buena y la otra mala ―informó ― ¿Cuál quieres oír primero? ―preguntó
― La buena ―respondió inmediatamente
― Tu madre saldrá de prisión ―dijo, a April se le dibujó una sonrisa en su rostro
― ¿De verdad? ―preguntó ― ¿Cómo ocurrió?
― Eso no puedo decírtelo hija ―dijo
― ¿Cuál es la mala noticia? ―preguntó
John miraba a su hija con miedo a como pudiese reaccionar. Buscaba las palabras adecuadas pero eso provocaba la impaciencia de la azabache.
― Papá, di algo por favor ―masculló
John tomó una bocanada de aire antes de soltar la noticia.
― El Señor Tenebroso quiere verte esta misma noche en la mansión Malfoy ―dijo
El libro que April sostenía se deslizó de sus manos y cayó al piso, lo que tanto temía se estaba volviendo realidad.
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