HENDRICKSON
《NOCHE ESTRELLADA》 (PARTE 1)
El día comenzaba en todo su esplendor, los pájaros cantaban, había un clima excelente y era el día de descanso de Hendrickson. Salió de su casa y comenzó a caminar por Liones.
Tanta calma lo relajaba así que iría a un café que estaba cerca para disfrutar el día. Durante su camino noto a una joven; su cabello era castaño , ligeramente rojizo y los ojos que vio lo hipnotizaron. Eran de un tono miel muy sutil, hermosos y expresivos, transmitiéndole una enorme sensación de calidez.
—¡Hermana!—Un niño corrió hacia ella y la abrazo. La joven rio y lo cargo dirigiéndose a otra parte en el pueblo.
Hendrickson se quedo ahí, mirando como la joven se iba. Probablemente no la volvería a ver, aunque la capital era pequeña el no tomaba descansos muy seguido y la probabilidad de encontrarse de nuevo de esa manera era casi nula.
Se sentó en una silla mientras bebía su café con calma, pensaba en esa mujer. Aunque parecía ser muy normal, tenia un aura misteriosa y podía sentir un raro poder mágico en ella. Estaba muy intrigado por ella.
Mientras estaba ido, Dreyfus había entrado al café y al ver a su amigo tan pensativo se limito a reír y acercarse. Se sentó frente a el, pero Hendrickson no reaccionaba. Paso su mano frente a sus ojos y solo así el albino despertó.
—Dreyfus ¿Cuánto llevas ahí?
—Acabo de llegar ¿sucede algo? Mirabas un punto fijo en la venta...—y comenzó a reír.
—¿De que te ríes?
—Con que enamorado ¿Eh?
—No de que me ha...–Se trago sus palabras cuando la misma joven entro al café.
No pudo escuchar su voz, estaba tan centrado en ese rostro que todos sus demás sentidos se apagaron. Noto cada gesto, cada movimiento. Sus labios entreabiertos, los ojos con un aura dulce y jugaba tímidamente con su cabello castaño.
—Hendri ¡Hey!—una ligera patada despertó al albino y rápidamente desvió la mirada mientras Dreyfus volvía a reírse. —No puede ser, te traen loco.
—Cállate—se cubrió la cara con una mano, estaba avergonzado. Su mejor amigo lo había atrapado con las manos en la masa y lo peor ,aparentemente la joven había notado su mirada fija en ella.
Su día de descanso termino, Hendrickson volvió tarde a casa mientras seguía pensando en esa misteriosa mujer. Debía admitir que la encontraba muy atractiva e incluso misteriosa. Deseaba verla de nuevo.
Al día siguiente se dirigió al centro de entrenamiento de los caballeros sacros. Había un poco de alboroto. Dreyfus miraba una enfrentamiento mas bien entrenamiento. Cuando Hendrickson llego miro a donde estaban y su amigo le toco el hombro.
—Amigo, no creerás quien esta ahí.
—¿Qué?—Bajo la mirada y si ahí estaba. La joven del día anterior estaba ahí. Una aspirante a caballero sacro.
—Como...
—Resulto ser una de las muchas aspirantes, no creí que fuera tan fuerte. Venció a un caballero sacro de rango rubí solo con 5 minutos de enfrentamiento.
Un par de semanas pasaron y la joven paso de rubí a Zafiro. Pronto subiría a Platino. Hendrickson, a pesar de todo no encontraba como acercarse. Es decir, era un cobarde según Dreyfus. Era cierto que todos le tenían cariño y aprecio y había logrado crear y entrenar a un grupo de 7 (contándola a ella) caballeros sacros muy poderosos. Pero Hendrickson seguía siendo su superior, era más poderoso que ella no debía dudar de acercarse de una manera mas profesional, no era malo.
Hendrickson estaba sentado en unas escalinatas viendo el entrenamiento de ese grupo, la joven parecía bailar cuando esquivaba. Elegante, suave y agraciada, paso saliva cuando prestaba atención a sus ojos; brillantes en el sol, como dos bellos ámbar.
—Hendrickson, creo que ya es suficiente.
—Dreyfus...
—O le dices tu, o le digo yo. Me molesta verte admirándola a lo lejos cuando puedes romper el margen profesional.—Su amigo estaba atrás de el, con los brazos cruzados y notablemente molesto.
—No lo se...
—¡Hendrickson!
—¡Agh! ¡Esta bien! Lo hare. Solo deja de molestarme.
No sabe en que momento acepto hacerlo. Ahora estaba esperando en la salida del centro a que la joven saliera. Estaba ansioso y a la vez nervioso. No sabia como hacerlo.
—Gran maestro Hendrickson—El albino volteo y se encontró con Lirius.
—Hola, ¿sucede algo?
—Mi compañera Amelie quería saber si estaba libre el viernes por la noche. Dice que lo invita a una caminata nocturna.
Silencio. Oh, diosas. Hendrickson estaba mas rojo que un tomate, no esperaba eso, no de ella. Miro de forma discreta por el rabillo del ojo hacia donde Lirius señalaba. Ahí estaba ella con la cara roja mientras Caeli la sujetaba y le gritaba un par de cosas. Hendrickson debía elegir. Solo sonrió y miro al pelinegro, toco su hombro y fue a con Amelie.
Caeli salió corriendo y la castaña se quedo ahí, con la cara hecha un tomate. A hendrickson... bueno el sonrojo de tomate le disminuyo a solo un sonrojo tenue. Se inclino y susurro en el oído de la mujer que lo traía loco.
—Seria un placer salir a ver el firmamento contigo Amelie. Te veo enfrente del palacio a las 8. No aceptare impuntualidades.
Se enderezo y salió de ahí con calma. Cuando llego a su casa se sentó y miro sus manos, las llevo a su cara y comenzó a sonrojarse como un tomate. No entendió de donde saco el coraje para acercarse así y susurrarle de una manera tan intima. Dreyfus entro casi tirando la puerta.
—¡Hendrickson, eres un pillín!
—¡Oh, cállate! ¡Solo paso!
—¡Ya diste el primer paso, no lo eches a perder!
El resto de la semana fue incomodo, cuando la veía, ella parecía sentir su mirada, se encontraban y las desviaban ambos sonrojándose. Dreyfus no pudo evitar molestarlo con eso. Era cómico, ya que parecían un par de jóvenes.
El viernes llego, Hendrickson llegó a las 7:55 enfrente del palacio. Espero y cuando iba a mirar el reloj una silueta se poso frente a él. Paso saliva y la miro. Amelie estaba frente a el, con su cabellera recogida en una bella coleta y usaba un vestido ligero de color crema. Había notado que siempre que salía del centro era con un vestido similar. Dejaba a la vista sus hombros.
—Gracias por aceptar la salida señor Hendrickson.
—Fuera del ambiente laboral, soy Hendrickson para ti.—acerco su brazo a ella y con timidez la joven paso su brazo.
Fue simple y muy tranquilo. Pero lo disfruto como nunca: conoció mucho sobre ella, se contaron historias y, descubrió lo mucho que se había enamorado de ella. Se quedaron platicando hasta la madrugada. Estaban recostados en el césped mirando el cielo en silencio.
—Mae... dijo... Hendrickson.
—¿Si?
—¿Ha sentido algo por alguien?
—En que sentido.
—Ya sabe, esa sensación de calidez que tiene uno cuando, se enamora.—Hendrickson se sentó y la miro . Estaba roja y había desviado la mirada. Era tan tierna y dulce.
Un impulso lo obligo a ponerse sobre ella. Sus ojos conectaron y ella estaba tan sorprendida y sonrojada como para decir algo. La miraba de forma profunda y deseosa. Bajo la vista a los labios de ella, colocó dos de sus dedos en su mentón y paso.
Era inocente, suave y tierno, apenas un roce. Las manos de la joven subieron con lentitud y acariciaron las mejillas del caballero. Como si pidiera permiso hendrickson presiono un poco mas sus labios, obtuvo lo que quería. Lo jalo hacia ella , uniendo sus labios de una manera apasionada.
Al principio fue torpe, talvez porque Amelie quería el control, cosa que Hendrickson no permitió. Ella cedió y cerro los ojos por completo. Disfrutaron de ese beso como si fuera la ultima cosa que probarían en el mundo. Cuando se rompió el contacto, hendrickson recargo su cabeza en el césped y susurro de forma profunda.
—¿Algo así?
Percibió el escalofrió de Amelie así que se limito a reír y sentarse. Ella lo imito, se miraron a los ojos y sonrieron.
Al día siguiente, Dreyfus no se lo creía. Amelie y Hendrickson ni siquiera disimulaban sus mirada. Notaba como su amigo se comía con la mirada a la joven y como ella se encogía cuando sentía esa mirada.
Las semanas pasaron y se transformaron en meses, que a su vez se transformaron en años, 4 para ser exactos. Dreyfus acompañaba a su amigo a comprar un regalo para su amada.
—No puedo creer que apenas vayas a comprarlo Hendri.
—Es la ocasión perfecta. Mañana le preguntare si desea ser mi esposa.—Hendrikson por fin había decidido dar ese paso, había dudado por 2 años, pensaba que era muy poco para ella. Pero Dreyfus insistió en que se veían bien. No soportaría romperle el corazón a su amada por sus inseguridades.
El anillo ya estaba elegido y encontró un bello dije a juego, que mejor regalo que ese. Él ya llevaba su anillo, una conexión especial. Ambos serian cargados con poder el poder mágico del otro.
El día llego, Hendrickson la invito a salir por la tarde, fue una cita perfecta. En la noche se tumbaron en el pasto cabeza con cabeza mientras ella reía a su lado acariciando su cabellera albina.
—Amelie, quiero decirte algo.—cuando Hendrickson se enderezo, la joven pareció desconcertarse y se levanto inmediatamente.
—¿Pasa algo?
—Me pasan muchas cosas Amelie, y tu eres una de esas. —tomo su mano y la acaricio, la llevo a su rostro y beso su palma con dulzura. Las mejillas de la joven se sonrojaron —Has sido mi todo en estos cuatro años, has hecho de mi un hombre más seguro de si, y hoy, bajo el firmamento como el día en que dimos el primer paso, quiero pedirte que seas mi esposa.
Cuando abrió la pequeña caja, el rostro de la castaña se congelo . Un sentimiento de miedo llego a Hendrickson, no había nada en ella.
Todo ese miedo e incertidumbre se desvaneció cuando ella salto y lo abrazo, besándolo de una forma tan apasionada que le sorprendió.
—¡Oh Hendri! ¡Claro que me casare contigo!
La abrazo y después se separaron un poco. Tomo su mano una vez mas y coloco con ternura el anillo en su dedo. Se miraron a los ojos y se dieron un beso profundo, cargado de amor.
La noticia recorrió todo Liones, era hermoso que el gran maestro se casara. Durante un entrenamiento Hendrickson le coloco el dije a juego con los anillos haciéndola reír.
—Me asustaste.
—Lo siento, mañana vamos de misión.
—Me parece bien ¿Me protegerás, verdad?
—Como buen caballero, protegeré a la mujer de mi vida.
Partieron al amanecer del día siguiente. Todo iba bien hasta que se separaron demasiado durante la misión. Hendrickson estaba bastante herido, pero había terminado la misión con éxito. Mientras caminaba gritaba el nombre de su amada ¿Dónde se había metido?
Se detuvo en una pequeña cabaña destrozada, el silencio le incomodo. Entro y se comenzó a curar. Acaricio su sien y luego miro su mano derecha. ¿Dónde estaba ella?
Escucho un grito y eso le helo la sangre. Corrió fuera de la cabaña y comenzó a gritar frenéticamente el nombre de ella. El terror comenzaba a inundar su sistema.
Llego a donde escucho el grito y ahí estaba ella. En el suelo inmóvil.
—¡Amelie!—Corrió se dejo caer al suelo. La tomo en brazos y acaricio su rostro —Princesa, abre tus ojos, ya estoy aquí. —paso su pulgar por sus labios y ella abrió los ojos débilmente.
—Hendri...
—Shhh, no hagas esfuerzo, nos iremos y estarás bien.—cuando iba a levantarla ella toco su rostro. Su piel estaba helada, su mundo se derrumbo.
—Hendri, aunque volemos no llegaría a Liones. Lo siento.
—No, cállate, estarás bien. Llegaremos y...
—Te amo Hendri, de aquí al más allá—la mano de su amada cayo y su cuerpo quedo inerte.
Las lagrimas salían sin parar. Un grito desgarro la garganta de Hendrickson y lloro a lagrima suelta contra el pecho de esa mujer que lo había cambiado tanto.
Cuando esperaban su regreso con una fiesta Dreyfus noto algo raro. La cabeza gacha de su amigo.
—Ay no— y lo vio todo. Hendrickson veía en su caballo, con el cuerpo de su amada en brazos. Todo el pueblo quedo petrificado.
—Hendrickson ¿Que paso?—Dijo el rey Baltra mientras el albino bajaba la mirada y acariciaba el rostro de la que iba a ser su futura mujer.
—No pude protegerla, eso paso.
Liones se sumió en duelo , había llovido por 4 días seguidos, Hendrickson fue esos 4 días a la tumba de ella. Se sentó y se tumbo ahí, incluso cuando llovía solo cerraba los ojos.
Cuando sintió que su corazón se estaba recuperando se levanto y se fue. El duelo paso, y Hendrickson se hizo un hombre serio y frio, llevaba en su cuello la promesa que no cumplió. Un dije con dos anillos que no pudieron completar su función.
Un demonio que había dormido en su cuerpo se libero. Fraudrin aprovecharía ese dolor, esa rabia e impotencia, para que sus planes funcionaran ¿Cómo lo haría?
—¿La deseas de vuelta?
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