20: "Cómo ser la perfecta novia falsa, según Park Jihyo."

No quiero empezar a relatar las cosas con el típico “Si me hubiese advertido que la jugada se me saldría de control de esta manera, habría reído en su cara.” Porque, era claro que, esto era producto de mis decisiones impulsivas y la irracionalidad, ¡de cuando acá pensar con la cabeza hueca no se sale de control!… Y no hay nada que odie más en esta vida que tener que admitirlo, especialmente cuando es Nayeon quien está en lo correcto. ¿Dios mío esa mujer por qué es tan sabia? Esa arrogancia suya al decir “Ya te advertí, Jihyo”, acompañada de una sonrisita de superioridad, es suficiente para hacerme rechinar los dientes cada que recuerdo lo que pasó después de que Sana y yo salimos de ese baño.

Una especie de efecto mariposa, uno de muchos.

Un error mío pensar que todo saldría como yo quería.

Pero, en fin, aquí estamos: atrapadas en nuestra propia farsa, y las cosas están a punto de ponerse aún más interesantes. Porque lo que se avecina… ni yo misma lo vi venir.

Así que, abróchense los cinturones, porque mi vida está a punto de volverse un completo y absurdo espectáculo del cual pueden reírse sin problema alguno—y, para mi desdicha, todo será cortesía de esa “relación” falsa que se me ocurrió inventar.

¿Cómo puedes convencer a las personas de que tú y una persona desconocida son una pareja ideal y perfecta? ¿Cómo creas esa química inquebrantable que haga más de una soltera sollozar añorando eso? Exacto… A este punto creo que podría darles las respuestas a todas esas preguntas…

Y no menos importante, a esta en cuestión:

¿Hasta donde somos capaces de llegar por la presión que nos imponen nuestros padres?

“Park's Big Records” Fifth Avenue, Nueva York

Octubre, 2018.
1 mes antes de…

¿Okay? ¿Los sorprendí, cierto? Cuatro meses han pasado, y creo que es más que obvio que debo explicar. ¡Cómo y por qué!

¿Pero cómo llegamos tan rápido hasta aquí? Octubre. Fines de octubre, para ser más precisos. Todo este teatro debería haber terminado en junio, pero aquí estoy, inmersa en el interminable drama que, de alguna manera, he convertido en mi vida.

Y claro, todo esto se debe a una simple casualidad… ¿Cuál? Dirán ustedes. Y yo diré… Mi madre y su insaciable necesidad de reconocimiento social y su habilidad para convertir una situación trivial en una tragedia griega.

Permítanme remontarme al fatídico almuerzo en Junio. Cuando las cosas aún se podían manejar, cuando Sana y yo —tan ingenuas como siempre—, creíamos que sería la última vez como presas de Susan Park.

Cuán equivocadas estábamos…

Allí estábamos, Sana y yo, intentando sobrevivir a cada gesto de aprobación maternal, soportando las preguntas incisivas y, sinceramente, solo deseando que el tiempo pasara.

Fue entonces cuando mamá se topó con dos viejos amigos suyos, inversionistas, que, según ella, parecían sacados de un catálogo de moda de Wall Street. Y claro, allí estaba ella, pavoneándose y presumiendo a su “encantadora nuera” y a mí, como si fuéramos sus trofeos personales.

“—¡Oh Dios Michael, luces estupendo! Cuantos años que no te veo a ti y a tu padre. Has crecido mucho… —le dice al apuesto joven, con un traje azul marino, y un copete peinado hacia atrás—, ella es mi hija Jihyo, y ella es su novia, Sana. ¡Siéntense, siéntense!”

Y así fue como con esas simples palabras todo cambiaría… Pero eso no se veía en el momento justo, engañandonos a Sana y a mí de que de verdad habíamos ganado esta partida de ajedrez.

No estábamos ni cerca de comernos a la Reina.

Uno pensaría que ese encuentro casual no pasaría de una conversación incómoda entre dos jóvenes pretenciosos… y una despedida rápida, ¿verdad? ¡Pues no! La señora Park no se iba a contentar con una despedida. No. De alguna manera, esas amistades “de negocios” resultaron ser tan esenciales que, semanas después, me recibiría la noticia que nos traería a este momento…

Flashback...

Unas semanas han pasado desde que he visto a mi madre. Me despedí de ella el lunes por la mañana, en el primer vuelo a Londres. Me había encargado personalmente de revisar que todo estuviera correcto… Vaya, debí revisar más.

Era un día común en la empresa, estaba con mis gafas sobre el puente de mi nariz, leyendo algunos contratos de dueños de estadios.

Cuando de repente, entra Jennie…

—Señora Park —entra suavemente sin hacer ruido con la puerta. Se asoma para captar mi atención.

—¿Sí, Jennie? ¿Algún problema? —respondo muy en lo mío. No tenía tiempo para saber más cosas, tenía el tiempo del tour de Dahyun contado.

Jennie traga grueso, como si lo que fuese a decir fuese una tragedia. Me comienzo a tensar: ¿Quebramos? ¿El productor no hizo copia del álbum? ¡¿Nayeon se está casando en Las Vegas?! ¡¿Nicki Minaj está embarazada?!

Hubiera preferido que fuese alguna de ellas…

—Su madre está en la primera línea —Jennie sabe muy bien lo que eso puede afectarme el dia. Sin embargo, con mi madre afuera, me sentía más segura de responder. Era más fácil mantener la mentira a través del teléfono que personalmente.

—Ya contesto, puedes retirarte —suelto los papeles, guardandolos en una carpeta. Me levanto para caminar un poco por la oficina, viendo el ventanal—. Ah, Jennie. Antes de irte. ¿Podrías ordenar un té y galletas? Me dio algo de hambre —Jennie asiente y respondo con una sonrisa.

—¿Madre?

La voz de Susan se escucha de inmediato—Oh, Jihyo querida, te tengo malas noticias —Adiós, ¿Para qué conteste?

—¿Ya estás en Londres?

—Jihyo, estoy en el aeropuerto de Washington —no puedo evitar sorprenderme con ello. Pero me tranquilizo al instante. Mi madre siempre paseaba por allí, ¿No?

—¿De visita o es una escala? ¿Cuando llegaras a Londres? —comienzo a preocuparme.

Susan dife algo inentendible para mí, pues hay un cierto silencio en la llamada, producto de la mala recepción quizá.

—¡Jihyo, entiende, no llegaré a Londres hoy, quizá no mañana!

—¿Qué? —estoy segura que me veo pálida. Pues Jennie entra con una bandeja, con el té y galletas. Tomó una de inmediato para recuperar el color de la cara—. ¿Cómo así? Yo revisé el vuelo, y que te fueras con la mejor aerolínea, madre.

Susan suspira—. Sí, Jihyo, pero ya no se trata del avión. ¡Sí no del clima! —Oh… Madre Naturaleza, ¿Qué he hecho yo para merecer esto?

—¿Y estas en Washington por…?

—Porque me he encontrado con los mismos amigos del restaurante, ya sabes. Los hijos de Clara y Kennet —¿Cree que tengo alguna idea de quienes son esos Dinosaurios?

—¿Ellos? ¿Y ellos que tienen que ver?

—Pues me han rescatado más que tú, querida. Porque mi familia no ha llamado más desde que salí de Nueva York —dice con un tono claramente molesto, y a la defensiva. Si algo había aprendido de Susan Park, es no responder mientras ella está así…

—Ajá… ¿Quieres que te envíe algún Jet privado? ¿Necesitas algo?

—No Jihyo, he decidido quedarme unos días más con ellos aquí, pero volveré a Nueva York.

—¡¿Y eso por qué?! —me altero de más en la llamada, consciente de quién todavía sigue al teléfono. ¡Pero eso no importa! Ella está insinuando cosas que podrían terminan en catástrofe.

—Fue un desastre total lo de los vuelos, querida—me dijo por teléfono, con una voz cargada de una falsa pena—Pero, ya sabes, no hay mal que por bien no venga. Me quedaré a hacer algunos negocios con el muchacho guapo y su hermano. Tienen un terreno donde me gustaría invertir, por eso de los hoteles.

Esto no puede estar pasando…

—¿Y no puedes… Mhmm, hacer eso desde tu casa con Charles? —pregunté cautelosa.

—No hija, es algo que debe ser en persona. ¡Cómo se te ocurre, esto es una oportunidad para invertir buenísima! Además esos niños bonitos son muy inteligentes, su propuesta de negocios es jugosa, ¡no me la puedo perder!

El té debe de estar frío, las galletas ya no se ven tan apetitosas, quiero vomitar…

—¿Y ellos no viven en Washington, por qué volverías a NYC?

—Jihyo, Jihyo, Jihyo. Aprende a escuchar hija. Sus padres viven en Washington, ellos estaban de visita, y me han propuesto regresar a Nueva York en vuelo privado, ¿qué tal?

Apreto el teléfono y lo alejo de mi rostro.

¡Voy a matar a esos niñatos ricos y dejarlos sin rostro en cuanto los vea!

—¿Jihyo, sigues ahí? —repite mi madre.

—Sí.

—¿Qué te parece la idea, hija? —Noto el cinismo oculto con el que suelta eso.

¡Ah si, me parece lo máximo que vuelvas a perturbar mi vida con tus comentarios de mierda, sí, sí, sí…!

—Jungkook estará feliz con eso —respondo con dificultad.

—A mi me fascina la idea, estaré cerca de ti, de los chicos y, bueno, Sana. ¡Será maravilloso poder verlas más seguido! Ya las extraño, no he parado de hablar de ustedes con mis amigos y las chicas están emocionadas por más fotos.

Sabía lo que esto significaba, al colgar la llamada.

Me tomó unos segundos recuperar el aliento, estaba tumbada en la silla de la oficina. Un par de lágrimas se acumulan en mis ojos. De inmediato las seco, no quería llorar, odiaba llorar, era sentirme débil y vulnerable.

Mis oídos empiezan a pitar, mi corazón late con fuerza, y mi cabeza se marea de dar tantas vueltas.

Con dedos temblorosos, y lágrimas secas sobre el rostro. Busco el contacto de la única persona que hasta ahora mee ha ayudado a lidiar con el “Huracán Park”

Sana

Dudo si debería llamarla, mandarle un mensaje. ¿Qué debería hacer? No sé con exactitud cómo decirle esto. Ella no está comprometida conmigo a seguir con esto, ha recibido su parte del trato y hemos estado muy ocupadas como para ponernos al día.

La he visto pocas veces en la empresa, pues ya había iniciado los entrenamientos con Momo y Dahyun. Pero yo no salía de mi oficina. Y así, doy al botón de llamar:

Al tercer repliqué, escuchó su voz:

—¿Jihyo-yah, sucede algo?

—Dile a Dahyun que tienes mi permiso para subir a la oficina. Tenemos que hablar sobre… Ya sabes quién.

Sana no hace más que responder con un sí. Estaba segura que ella también presentía lo que venía con esa simple frase.

Allí estaba yo, atrapada una vez más en un lío monumental, que ahora incluye fingir una relación por un tiempo indefinido.

Y como si eso no fuera suficiente, el universo tiene el descaro de girar la ruleta de la mala suerte en mi contra. Porque cada encuentro con mi madre ahora es una coreografía de lo más absurda, con Sana y yo bailando entre sonrisas y miradas cómplices, como si de verdad estuviéramos en una comedia romántica.

Solo que no es una película: es mi vida, y ya no puedo cerrar la pantalla.

Fin del Flashback...

Así que, pasaron los meses. Meses en los que he tenido que lidiar con la incesante presencia de Susan, y su capacidad para entrometerse en cada rincón de mi existencia.

Meses de citas “casuales” a las que Susan no duda en asistir, siempre con una “observación constructiva” aquí y allá. Es que, claro, según ella, no basta con que yo mantenga mi carrera, mi vida personal y esta farsa de relación; también debo procurar que ella tenga también a la “perfecta nuera”, en este caso a Sana, a sus ojos.

En cada almuerzo, cena, y hasta en un par de eventos sociales, ahí está ella, supervisando cada detalle, como si nuestras vidas fueran un proyecto personal suyo.

Y ¿quieren saber algo más? En todos estos meses, cada vez que intento quejarme, cada vez que me atrevo a insinuar que quizás, solo quizás, esto se ha salido un poco de control, Nayeon aparece con su actitud “sabía-que-pasaría” y me lanza una mirada que solo dice: “Te lo advertí."

¿Y qué más podía hacer yo sino quejarme al respecto? Porque he perfeccionado el arte de desahogarme en mi mente cada vez que madre se vuelve el centro de atención, cada vez que Sana y yo nos vemos arrastradas a su espiral de apariencias. Francamente, no sé cómo he soportado estos meses de vivir en esta burbuja de ficción. Cada vez que creo que será la última vez que Susan Park nos hace pasar por otra reunión o evento, algo nuevo surge y vuelvo a caer en esta absurda rutina de fingir.

Pero ¿quieren saber qué es lo peor? No, no es la constante presión de mi madre, ni siquiera las interminables miradas de Sana, que por alguna razón, cada vez se vuelven más difíciles de ignorar.

Lo peor de todo es que, después de meses de quejas, suspicacias y resistencia, comienzo a temer que esta mentira se esté infiltrando en mi vida, como una niebla suave y persistente que va cubriéndolo todo…

Y en esa niebla, se encuentra una persona. Minatozaki Sana. Quién es lo único que logro divisar entre tantos pensamientos confusos.

Ahora bien, ustedes se preguntarán… ¿Y qué hay de Sana?

¿Qué puedo decir de ella? Meses fingiendo que somos una pareja, y cada día nos volvemos mejores en esta extraña coreografía de sonrisas, caricias sutiles y gestos de afecto casuales.

No es como si fingir una relación fuera tarea sencilla. Digo, en teoría debería serlo: sonreír en los momentos adecuados, entrelazar manos como si fuera algo común entre las dos, intercambiar miradas que griten "me encantas", cuando en realidad son más bien un código de "¿qué demonios estamos haciendo aquí?" Y, por supuesto, que no se note que cada movimiento está calculado. Pero no, esa fachada tan pulida y ensayada que Sana y yo mostramos no es ni de cerca tan fácil como parece.

Ha sido un ejercicio de disciplina y resistencia… y también, bueno, de aprendizaje.

De hecho, podría estoy considerando en escribir un manual a estas alturas. Quizás lo llame: "Cómo Ser la Perfecta Novia Falsa” (en tres sencillos pasos)." Aunque, claro, "sencillos" es una palabra demasiado optimista para que se venda como pan caliente.

La verdad es que al principio fue incómodo, con Sana mirándome de reojo, como si no supiera si yo podría mantener el acto. Pero con el tiempo, comenzamos a desarrollar una rutina.

Ya parece que… Nos conocemos lo suficiente como para saber qué decir en cada momento, cómo mirarnos, hasta cómo reírnos juntas de cosas que ni siquiera nos hacen gracia. Es increíble la facilidad con la que ahora podemos fingir hasta el más mínimo detalle de una relación estable y feliz.

A mí parecer, hay tres cosas que debes tener en cuenta si algún se te ocurre meterte en líos como los que yo tengo justo ahora.

Ahí es cuando comienza el paso uno, según mi basta —realmente no—, experiencia haciendo todo.

Paso número uno: la complicidad de las miradas es clave, la comunicación es efectiva, y quizá cualquier defensa que le hagas a tu novia —que parezca un ataque de celos organizado—, puede ayudarlas mucho. Y un abrazo para apoyarse, nunca esta de más.

¡Ah… eso me recuerda la primera vez que defendí a Sana en la oficina!

Las cosas comenzaron a complicarse un poco cuando el rumor llegó a los pasillos de cada piso en la disquera. Sí, incluso allí, donde supuestamente se respira profesionalismo, los rumores se desatan como incendios en un campo seco. “¿Escuchaste lo de Jihyo y Sana?” “¿Sabías que están saliendo?” Se convirtió en el el corillo de los pasillos, y todos parecían tener una opinión, una teoría o algún comentario innecesario.

“¿Se está comiendo a la jefa, ¡Oh qué horror!”

“Parece que alguien quiere aumento”

“Solo falta que también se meta entre Nayeon y su novia”

“Kim Dahyun no debió contratarla”

Hablaban y hablaban, pero para mí todo eso era pura mierda. La última cosa que escuché es que Sana no tenía talento… Eso me hizo saltar como un tigre a comerme viva a mis empleados.

Recuerdo que cuando Sana se dio cuenta de lo rápido que se había esparcido el rumor, y mi escena de “celos” según los empleados, se puso muy nerviosa.

Fue casi divertido ver cómo intentaba mantener la compostura, con esa sonrisa tensa que siempre usa cuando está preocupada. Me pidió hablar en privado y, en cuanto cerró la puerta de mi oficina, soltó todo: que esto estaba yendo demasiado lejos, que no quería complicaciones en su primer trabajo serio, y que tal vez deberíamos encontrar una forma de “moderar” nuestro comportamiento.

—¿Moderarlo? Le dije, fingiendo ofenderme. —¿Qué quieres decir, que no soy lo suficientemente buena actriz para ti? —A lo que ella solo se limitó a suspirar. Fue entonces cuando noté que realmente estaba preocupada, y aunque me cuesta admitirlo, no pude evitar sentir algo de ternura al ver que esto le afectaba tanto.

—Es que no debiste defenderme… Yo podía con esto sola. Ahora los rumores sobre ambas serán peores —dijo con genuina tristeza.

Así que, tomando un respiro profundo, decidí tomar su mano entre las mías—Hey, Sana-ssi —le dije, con la mayor firmeza posible—Si la gente aquí tiene tiempo para chismear sobre nuestra vida privada en lugar de hacer su trabajo, entonces el problema no somos nosotras, sino ellos. Nosotras sabemos que esto es un juego, que esto tiene un final, y si alguno de ellos piensa lo contrario, que sigan especulando. Al final del día, tú y yo sabemos la verdad.

Una lágrima se desliza por su rostro. La he hecho llorar con toda esta presión que tenemos encima, ¿O se conmovió con mis palabras?

Me asusta que sea la primera, así que me acerco para limpiar sus lágrimas:—Shhh, lagrimita, ¿Por qué molestas a Sana-ssi?

Sana se ríe un poco, con una sonrisa apagada dicr:—Deja de ser idiota, Park.

—A ti te agrada eso.

Un silencio cómodo nos abraza, mientras la sigo consolando.

—Esto es difícil de mantener a veces… ¿No te pasa? —Pregunta al aire.

—Sí, he tenido pesadillas… Dónde mi madre me descubre y me aborrece, más de lo que ya lo hace —digo con temor, recordando las últimas noches donde el sueño era pesado y complicado de conciliar—. Pero presiento que hemos hecho un buen trabajo fingiendo —me tomó la libertad de pasar mis dedos por su rostro, proporcionándole caricias que esperaba la hicieran calmarse—. ¿Quieres qué termine con esto?

No se inmuta con el contacto de mis dedos sobre ella, es más parece estar calmada con eso—Ella sigue aquí Jihyo. No sabemos por cuánto más. Además, Jungkook lo sabe, tus empleados lo saben… Es difícil, alejarnos de eso —Sus ojos brillan en preocupación, y en parte por culpa de las lágrimas. Me siento fatal al verla así.

Así que hice algo que había nacido más de mí misma, que de algo que debía hacer…

Me acerco a ella dándole un abrazo, siento como sus brazos me rodean, me desplomo al darme cuenta de la presión que ambas cargamos encima. Pero en momentos donde Sana es vulnerable conmigo, me pregunto que sería de mi si tuviera que enfrentar todo sola. Me pregunto que sería de ella si no pudiéramos abrazarnos de esta.

Desde entonces y luego de esa conversación Sana ha dejado de preocuparse tanto por lo que otros piensan.

Es más, hasta parece disfrutar un poco de la atención, levantando la barbilla y dándome miradas de complicidad cuando pasamos por los pasillos y alguien nos observa. A veces me toma de la mano, de forma sutil, y me lanza una mirada divertida como diciendo: “¿Te das cuenta de la cantidad de miradas que estamos atrayendo?”

Si, lo sabíamos. Dábamos de que hablar constantemente.

No puedo negar que defenderla frente a esos rumores me dio una especie de orgullo inesperado. Quizás es ridículo, pero de alguna manera, sentirme su “pareja” me ha hecho ver el mundo desde otro ángulo. Y si antes dudaba de nuestra habilidad para mantener esta farsa, ahora estoy convencida de que, juntas, somos capaces de soportar cualquier rumor o comentario.

¿Quién me iba a decir que acabaría siendo tan protectora con Sana en algo tan absurdo como esto? Aunque el mundo se crea que estamos viviendo una historia de amor, la realidad es que seguimos siendo dos aliadas en una farsa cuidadosamente montada.

Eso nos lleva al paso número dos: Practica la cercanía física como si fuera real. Sobre todo los besos.

No les miento, esto fue de lo más complicado al principio. Los primeros días, en esos eventos elegantes o durante cenas "románticas" en público, sentía como si estuviera intentando recordar dónde se coloca cada brazo y mano, como si la situación exigiera una coreografía digna de ballet. "Apoya la mano sobre su hombro, roza su brazo mientras hablamos, toca su mano al reírnos." Y así. Con el tiempo, claro, las barreras comenzaron a desvanecerse. Llegamos al punto en que la cercanía se convirtió en una especie de segunda naturaleza, como si Sana y yo fuéramos un dúo de actuación que lleva años de práctica.

Así como también había momentos de vulnerabilidad entre nosotras… No faltaban las entrometidas narices de Hirai, Son y Yoo…

Debo que cada reacción de esas tres fue demasiado diferente pero a la vez similar, solo puedo decir. Ninguna de ellas dejaba de molestarme, revoloteando alrededor de nosotras con sus tontos chistes.

La de Yoo Jeongyeon fue la que más me hizo cambiar de parecer…

Ese día Yoo Jeongyeon estaba solamente molestando, como un mosquito en un campamento y lamentablemente yo podía repelerla, ya tenía varias semanas sin saber de ella.

¡Bah, yo no sabía que tipo de imán tendría yo para que Jeongyeon tuviera tantas ganas de estar metida en mis asuntos de oficina… Sobre todo en los personales!

Jeongyeon estaba muy cómoda en uno de mis sofás, mientras yo revisaba muy meticulosa algunos correos.

Ella no perdió la oportunidad de hacerme perder la concentración, a falta de Nayeon, ¡tenía que joderme a mí!

—¿Y cómo van las cosas con Sanita? —menciona con un tono de voz jocoso, claramente buscando algún tipo de rastro de molestia en mi rostro. Desde que Jeongyeon se había enterado de nuestra relación–no–relación, ella simplemente encontraba ideal sacar el tema por puro fastidio.

—Um, nada interesante. Ella está trabajando y yo también —respondí cortante.

Jeongyeon sonríe al ver que quizá esta logrando que me enfade:—¡Ya, conmigo no te desquites, Hyo!

—¿A qué te refieres, Yoo?

¿Alguna vez han visto el gato de Alicia en el País de las Maravillas? Jeongyeon me recordaba a ese. Su sonrisa ladina repleta de pura picardia y deseos de burlarse de mí, me estaba por sacar canas. ¡¿Dónde mierda estaba Nayeon cuando la necesitaba?!

—Es que ya sabes…—comienza incrédula y con indiferencia, mientras juega con aquel cubo rubik que le di para que se distrajera mientras Im se dignaba a llegar. Cuando Nayeon no estaba, se ponía insufrible.

—¿El qué? —enarqué una ceja, acompañada de una mueca de disgusto evidente.

Ella continua—...Debe ser horrible tomar a esa hermosura de novia que “tienes” y no poder hacer nada más que darle un mísero pico, ¿Verdad?

—Jeongyeon, si Nayeon escuchara lo que acabas de decir, te borraría esa sonrisita que tienes. ¡Y por supuesto que yo no veo a Sana de esa forma, respétame! —mi voz salió como un en rugido al escuchar las tonterías que parlotea Yoo. ¡Es en serio, donde mierda esta Nayeon!

—¡Lo que tú digas! Yo sólo pienso que Minatozaki y tú van a terminar más enredadas que un alambre… No me mires mal, sabes que yo nunca miento.

—Te detesto —dije inconforme con sus palabras.

—¡Sí, ajá! —exclama inocente, como si no me hubiera causado una crisis nerviosa.

Por arte de magia, y mis constantes súplicas, Nayeon llega a rescatarme de su odiosa novia y ciertamente mi mejor amiga de toda la vida.

—Ya traje el almuerzo —menciona al atravesar la puerta. Con un aire de divinidad y elegancia, especialmente ese día usaba una coleta perfecta con una extensión, el cabello liso y un traje gris, con un labial rojo intenso. Nada más imagínensela, y entenderán porque agradezco que el despertar sexual de Yoo Jeongyeon sea con ella, la misma que se calla y queda muda al ver a Nayeon entrar por esa puerta. Nayeon lo reconoce, y se detiene al ver a Yoo sentada en una mala posición—. ¿Amor, qué haces así sentada? Acomódate por favor, o no hay comida para ti.

—¿Y el almuerzo viene de casualidad con ese postre? —responde Jeongyeon, completamente embobada por Nayeon.

Oh mierda, ya empezamos con sus comentarios de doble sentido. ¡Qué horror!

Toso para llamar la atención de ambas:—Ejem, ¡Agradezco que si ya les palpita el coño, salgan de mi oficina!

—Momento, yo no pienso comer en frente de los pobres —ríe Jeongyeon.

—¿De qué hablas, mi amor? —interviene Im al no entender la burla de Yoo.

Lo que me faltaba.

—Pues que Park Jihyo anda de envidiosa porque ella no puede besarse con Minatozaki como hacemos nosotras —Nayeon ríe en cuando su novia menciona eso, no pierden la oportunidad de hacer un show en frente de mí. Lo que tanto estaba evitando sucede, Nayeon toma del cuello a Jeongyeon, y la besa, tan apasionadamente y lento que juro que puedo ver saliva.

¡Asqueroso, mis pobres ojos se están derritiendo! ¿Cuál es la supuesta envidia que debería tener según Jeongyeon?

Pero, hay algo que noto al observar el beso, y es la facilidad y la cercanía que esas dos tienen. Obvio que me parece repugnante ver a mis dos mejores amigas incómodas por la ropa, apunto de convertir mi sofá en un potro del amor.

Aún así, admito que hago mis propias notas mentales sobre el lenguaje corporal de una pareja real, no ficticia como Sana y yo somos. Los besos entre Sana y yo han sido castos, en comparación a este que estoy presenciando, tal vez, para mí muy infinita mala suerte, deba comenzar a analizar como se besan dos personas que de verdad se aman… Sana y yo no somos como ellas, pero podemos simular que si, ¿No creen?

Noto que hay ciertos agarre de cintura de forma muy posesiva de parte de Jeongyeon, y como los dedos de Nayeon se enredan en los cabellos de la contraria.

¿Sana ha hecho eso conmigo? Solo una vez, y realmente le sale perfecto.

Cuando el salvaje beso termina, notó que Nayeon le da un pequeño beso después de terminar. ¿Eso es necesario? Me pregunto a mi misma.

—¿Terminaron? —rodé mis ojos.

—Yo pienso que ya deberíamos almorzar —propone Nayeon con una sonrisa

—¡Ni en joda me quedo aquí con ustedes! —sin pensarlo me levanto con intenciones de retirarme—, yo no quiero estar aquí para ver cual es la cereza del pastel. ¡Par de calenturientas!

Al salir de la cafetería, casualmente me topó con algunos trabajadores que claramente me conocen.

Llego hacia una de las mesas del comedor, pero antes de eso, me encuentro con Sana llegando a uno de ellos también.

—Hey —no pierdo la oportunidad de saludarla—, ¿Ya saliste del ensayo?

Algunas miradas curiosas de ciertos empleados, incluso de las señoras de la cafetería, se fijan de forma poco disimuladas sobre ambas.

La japonesa sonríe un poco:—No, estoy en mi descanso, justo pensaba comer —me mira de arriba abajo, analizando con una expresión de extrañeza—. ¿Y tú qué haces aquí? ¿No comes en tu oficina?

—Hoy quería un aire diferente —explico— Además es bueno encontrarte por aquí —menciono refiriéndome a las personas que nos miran.

Ella parece entender mucho más rápido de lo que pensé:—Claro… Igual creo que solo podemos sentarnos y comer sin tanto problema. ¿No?

—Sí. Pero antes —me acerco un poco a su rostro, con intenciones de que nadie nos escuche aún si están a la distancia—. Estaba pensando en algo… ¿Qué te parece si nos damos un beso?

—¿Otro? P-Pero… Pensé que aquí no era necesario.

Los murmullos a lo lejos aumentan. Sana también los escucha, así que, sin esperar respuesta, me acerco aún más, tomando su cintura con una confianza que nunca sé de donde verdaderamente viene.

Pero con ella todo parece salir de un lugar desconocido y sin nombre.

—¿Ahora no lo ves necesario? —le susurro, y, antes de que pueda responder, la atraigo hacia mí. Puedo notar que suelta un pequeño suspiro cuando mis dedos rozan suavemente aquella piel expuesta de su espalda.

—Bueno Park, pero solo uno… —dice con sus mirada clavada en la mía.

Mi otra mano sube lentamente, y con un movimiento decidido, inclino su rostro y presiono mis labios contra los suyos en un beso profundo, sin apresurarme, explorando cada segundo. Recuerdo un poco lo que mentalmente practique en la oficina, alterando un poco los planes, pues estaba decidida a demostrar que podíamos besarnos mucho mejor.

Ella al principio parece sorprendida, pero pronto su boca se entreabre suavemente, no puedo evitar soltar un leve suspiro cuando esto sucede, ese sonido solo me impulsa a acortar mucho más la distancia, y ella por supuesto, me sigue el ritmo. Sus dedos rozan mis mejillas, y la intensidad crece mientras el beso se vuelve aún más atrevido.

Mis manos aún descansan en su cintura, no dudo en que estas se adhieran sin ánimos de soltar a la japonesa, la acerco más, sintiendo la presión de sus labios en los míos, su lengua tan caliente como la última vez que nos besamos de esta manera, comienza a explorar mucho más de lo que realmente teníamos permitido.

La cafetería parece haberse quedado en completo silencio; incluso las señoras que antes cuchicheaban ahora observan boquiabiertas.

No tengo idea de cuánto tiempo pasa, pero cada segundo se siente como una eternidad. Atrapada completamente en esos suaves y adictivos labios de la japonesa.

Cuando finalmente me alejo, Sana sigue con los ojos cerrados por un momento, con las mejillas sonrojadas. Antes de soltarla, acerco mis labios a los suyos una última vez y le doy un pequeño beso de despedida, suave y tierno, cuando pienso que tengo el control de la situación, ella tira de un mordisco suavemente mi labio inferior, algo que claramente crea un bullicio detrás de nosotras.

Quizá hemos superado la vergüenza con esto. Debo admitir.

Ella abre los ojos, con una expresión entre sorprendida y divertida. La cafetería sigue en silencio absoluto, y sonreímos al ver las caras de todos—. ¿De donde salió esto, ah? —suelta con voz ronca recuperando su aliento.

—Supongo que las novias... Se besan así, ¿y si mejor comemos?—sonrió tomando su mano, dándole un pequeño beso en ella, y jalandola hasta el comedor, donde parecen haber dejado un mesa libre y alejada justo para nosotras.

Como dije, ¡perfeccionar los besos también es parte de la cercanía entre dos actrices como nosotras!

Paso tres: Involucrarla en todos tus eventos sociales, aún cuando no tienes ninguna idea de que avecina uno, como justamente estás semanas… ¡Y si les cuento, se van de boca!

Y bien así, Octubre pasó volando entre tareas, trabajo y más trabajo. Citas, besos y mas burlas constantes de Jeongyeon y Nayeon, más Susan Park, y los empleados chismosos, esperando ver besos apasionados en los corredores.

Si hubo varios de esos, nos habíamos vuelto especialmente cariñosas sobre todo cuando sabíamos que mi madre caería de sorpresa.

Los días parecían desvanecerse con la rapidez con la que las hojas caían de los árboles, sin que nadie realmente pudiera detener el paso del tiempo. Y entonces, allí estábamos, al borde de la llegada de Noviembre, con todo perfectamente calibrado en mi mente: el aniversario de la empresa, que se celebraría a finales de mes, era un evento que esperaba con algo de antelación. Y luego, el lanzamiento del álbum de Dahyun en Enero, que nos mantendría ocupadas a todas.

Todo estaba en su lugar, al menos por ahora.

Durante esos días, Sana y yo no hablamos tanto como antes. Pocos besos, menos encuentros, miradas míminas, todo tranquilo.

Lo cual, para ser honesta, no me molestaba tanto. Nos mandábamos algunos mensajes, , pero nuestra rutina de encuentros para las citas falsas parecía haberse desacelerado. Tal vez, ambos comenzamos a entender que ya habíamos hecho todo lo que necesitábamos hacer, o tal vez solo estábamos disfrutando de un breve descanso. Mis labios lo agradecía pues Sana mordiéndome en cada oportunidad no es tan maravilloso como piensan, o sí.

¡No sé, estoy harta de ser la novia perfecta! Igual los besos son inofensivos, pero a veces eran muy melosos.

De todos modos, no estaba tan preocupada, aún quedaba tiempo para que todo regresara a la normalidad... al menos hasta que Noviembre llegó con su inesperada vorágine.

Y como si el universo se hubiera encargado de recordarme que nada está en calma por mucho tiempo, esa mañana Nayeon irrumpió en mi oficina de golpe—¡He traído café! —anunció con una sonrisa tan amplia que era difícil no sonreír a su vez. Llevaba dos vasos de café en las manos

—Hola, Nayeonnie —saludó concentrada en lo mío como siempre.

—Aish, nada de eso ahora. Mírame —me obliga a abandonar mis deberes solo para ver lo deslumbrante de sus dientes de conejo hoy—. Espero que hayas dormido lo suficiente para soportar todo lo que se viene, porque tengo un montón de cosas que contarte —dijo mientras dejaba los vasos sobre mi escritorio. Antes de que pudiera responder, ella ya estaba sentada, cruzando las piernas y mirando hacia mí con una mezcla de curiosidad y desdén, como si supiera algo que yo aún no.

—A ver —comencé, cogiendo el café con una mano, mientras la otra jugueteaba con un bolígrafo—¿Qué es lo que tengo que escuchar hoy, Nayeon? Porque te juro que si es sobre cómo soy una pésima actriz para mi relación falsa, ya te lo he oído mil veces.

Nayeon soltó una risa, pero no era la típica broma rápida. Había algo más en su tono, algo que sugería que traía un tema más importante bajo la manga—¿De verdad crees que te lo iba a decir así, Jihyo? Estás demasiado cómoda con tu fachada. No, no… No vengo a hablar de Minatozaki y tú.

Chasqueo la lengua con algo de hastío.

Nayeon dejó el café en mi escritorio y se sentó frente a mí con una sonrisa traviesa. —Bueno, bueno, ya sé que estás ocupada jugando a ser la novia perfecta, pero parece que alguien ha olvidado algo bastante importante —Me miró con una expresión llena de picardía.

—¿Qué quieres decir con eso? —pregunté, tomando un sorbo de mi café, tratando de evitar la mirada fija de Nayeon.

—¿No lo sabes? —Nayeon levantó una ceja, como si estuviera disfrutando mucho de mi desconcierto— Hoy es el cumpleaños de Jeongyeon. ¿Te has olvidado?

Mis ojos se abrieron de par en par—¿El cumpleaños de Jeongyeon? ¡No puede ser! —exclamé, llevándome una mano a la cabeza —. ¿Cómo pude olvidarlo entre todo lo que está pasando? —Me dejé caer hacia atrás en la silla, completamente sorprendida. Mi mente había estado tan ocupada con el trabajo, la farsa con Sana, los preparativos para el aniversario de la empresa, que había pasado por alto por completo la fecha.

¡Tenía que ser un mal chiste! ¡Yo jamás olvido fechas importantes en mi calendario!

Nayeon, que parecía divertirse a mis expensas, no perdió la oportunidad de aprovechar mi olvido— ¿Te imaginas cómo va a estar cuando se entere? Ya sabes lo mucho que le gusta que la feliciten a lo grande —se echó hacia atrás en su silla, casi disfrutando de mi tormento.

—Ay, Nayeon —suspiré, frunciendo el ceño mientras tomaba otro sorbo de café—, Tienes que estar jodiendome, en serio…

Nayeon se echó a reír escandalosamente, casi derramando el café que había traído. —¡Obviamente no es hoy, Jihyo! Estás tan estresada y, no sé, tan enamorada de Minatozaki que ni siquiera recuerdas las fechas importantes. Es en Noviembre, pero como Jeongyeon es adicta a su cumpleaños, lo vamos a celebrar en Halloween. Es obligatorio que vayas.

Mi rostro se tiñó de un leve color rojo, y por un segundo pensé en lanzar la taza de café a Nayeon, pero me contuve— ¿Qué estás diciendo? —traté de evadir, pero no pude evitar soltar una risa nerviosa— Yo no estoy enamorada de nadie, Im Nayeon. No pongas ideas raras en mi cabeza. ¡Pasas mucho tiempo con Jeongyeon ahora!

Nayeon me miró de manera significativa, levantando una ceja—Claro, claro. Lo que tú digas, Jihyo. Aunque, entre nosotras, creo que ya todos en la oficina se han dado cuenta de lo que está pasando entre tú y esa japonesa —Hizo una pausa, dejando que sus palabras calaran mientras tomaba un sorbo de su propio café—. Y no, no tienes escapatoria. Te vas a presentar en la fiesta de Halloween y te vas a divertir. Jeongyeon lo exigió, y no pienso dejar que te escapes tan fácilmente.

Mi mente no dejaba de dar vueltas con todas las cosas que Nayeon había soltado en un solo aliento. Por un lado, lo de Jeongyeon era preocupante. Pero lo de Sana… bueno, eso era una historia completamente diferente.

—No me hagas esto, Nayeon —murmuré, resignada, mientras me pasaba una mano por el rostro—. Siento que cada vez que trato de respirar, alguien me recuerda lo mucho que tengo que hacer… y ahora esto.

—Ay, Jihyo —dijo Nayeon, sonriendo de manera traviesa—, sólo relájate un poco. Ya verás cómo te diviertes. Es Halloween, ¿quién no ama una buena fiesta de disfraces? Y ya sabes, no puedes decirle que no a Jeongyeon cuando se pone en modo ‘mandona’. Así que prepárate, porque va a ser épico.

Asentí, aunque por dentro mi mente estaba en completo caos. Una fiesta de Halloween, una obligación social, un cumpleaños de Jeongyeon y todo con la farsa de mi relación con Sana. ¿Cómo había llegado a esto?

Nayeon tosió para aclararse la garganta, como si estuviera tomando una pausa para hacer una revelación seria— Bueno, antes de que se te ocurra hacer más planes en tu cabeza —dijo, mirando a todos lados como si estuviera a punto de soltar un secreto. —Jeongyeon invitó a Jungkook. Él insistió en ir. Y... bueno, creo que deberías empezar a pensar en cómo sacar a tu novia del estudio porque, créeme, él definitivamente espera que vayas con ella.

Mi expresión se congeló por un momento—¿Jungkook? —repetí, casi sin poder creer lo que acababa de escuchar. Mi sobrino. ¡Qué maravilla! Si había algo que no necesitaba en mi vida en ese preciso instante era la presión de tener que enfrentarme a Jungkook, que probablemente sería el primero en notar cualquier cosa rara en nuestra falsa relación. El más fanático de vernos a Sana y a mí juntas. ¡Qué pecado!

—¿Eso también es chiste, no?

Nayeon negó, para mi pobre alma en desgracia.

—Y además…— Nayeon hizo una pausa dramática antes de seguir—Se me olvidó mencionar, pero esto es totalmente de parte de Jeongyeon, una exigencia absoluta: ¡disfrazarse! —Nayeon se echó a reír al ver mi cara de horror— Sí, ya sabes, cosas de Jeongie. No puedes ir de cualquier manera, Jihyo. Y ni se te ocurra pensar que te vas a escapar con un atuendo simple, porque ella te va a matar si no sigues sus reglas. Así que, buena suerte con eso.

Sentí cómo el pánico comenzaba a apoderarse de mí.

¡No puede ser! ¿Disfrazarse? ¿De qué? ¿Y con Jungkook, en serio?

Mi mente empezó a crear escenarios caóticos— Esto va a ser un desastre, Nayeon. Un absoluto desastre.

Nayeon me miró con una mezcla de diversión y compasión —Relájate, Jihyo. Todo va a estar bien. Simplemente lánzate a la fiesta con Sana y asegúrate de que todo esté bajo control. No es como si Jungkook fuera un interrogador, ¿no?

—¡No me hagas hablar! —exclamé, recostándome de nuevo en mi silla, la cabeza llena de pensamientos sobre lo que se avecinaba— Ya sé lo que se me viene encima. Pero ¿qué se supone que tengo que hacer con Sana?

—Él no es Susan, no tienes que pegarte a Sana toda la noche. Dense su espacio y se toman de las manos. Con eso bastará —se encogió de hombros—. Yo te lo dije…

—Gracias por nada —le respondí, mientras intentaba tragar el poco de café que me quedaba.

Sin duda, esto iba a ser mucho más complicado de lo que había imaginado. Que mi sobrino este por allí con su inocencia de que Sana y yo somos novias, va a ser completamente difícil. Y ahora Nayeon la ponía peor con eso de disfrazarnos. ¡Qué te hice Dios mío!

Exhausta, me dejé caer en la silla, sintiendo cómo todo el estrés de los últimos días me golpeaba de golpe— Esto es demasiado —murmuraba para mí misma, pasando las manos por mi rostro como si intentara borrar toda la locura que acababa de caer sobre mí. —¿Qué demonios con esa fiesta?

Esto de ser una novia ideal se me está saliendo de control. Y eso que no había visto nada.

Me levanté rápidamente, no quería pensar más en el caos que me esperaba en la fiesta de Halloween. Tomé mi teléfono sin pensarlo dos veces, marcando el número de Jennie, mi fiel asistente—. Jennie, necesito que hagas algo urgentemente —dije, casi sin respirar.

—¿Qué necesita, Señora Park?  —respondió Jennie al otro lado de la línea, su voz siempre tranquila pero con un toque de curiosidad.

La vergüenza en mis mejillas se hizo presente en forma de rubor—Necesito que busques en Google disfraces de pareja. Sí, ¡disfraces de pareja! ¡No preguntes—La exasperación en mi tono no pasaba desapercibida.

Hubo una pequeña pausa al otro lado, y sabía que Jennie estaba procesando lo que le acababa de decir— ¿Y por qué exactamente necesitas disfraces de pareja? —preguntó, con un tono que dejaba claro que no entendía por qué me estaba complicando tanto la vida.

—¡Jennie, dije que no preguntarás! —ya soy un manojo de nervios.

—Bien, bien. Se los enviaré por correo.

—Gracias, Jennie. Solo hazlo rápido, por favor —Colgué, soltando un suspiro de resignación mientras me desplomaba de nuevo en la silla, mirando el techo como si esperara que una solución mágica cayera sobre mí.

La verdad era que no tenía ni idea de cómo iba a salir de todo esto, pero si algo me había quedado claro era que no podía dar marcha atrás.

Jungkook va a estar allí.

Yo debo estar allí.

Sana estará conmigo.

¡Y con unos ridículos disfraces! ¡Arghhh!

Frustrada, tomé mi teléfono y busqué el número de Sana en mis contactos. Sin perder tiempo, le envié un mensaje: ¿Estas allí? Necesito hablar contigo urgente.

Esperaba una respuesta rápida, pero el reloj seguía avanzando sin que mi teléfono vibrara.

Bueno ya, ahora si estoy exagerando como dice Nayeon, solo pasaron unos segundos. ¡Pero no tengo mensaje!

—¿Por qué no contesta? —me quejé, mordiendo el labio, casi con desesperación. Pasaron unos segundos, luego un minuto... y luego dos. Nada. No podía ser.

Dejé el teléfono sobre mi escritorio y, exasperada, salí de mi oficina, apurándome hacia el estudio de danza.

Si algo sabía con certeza es que Momo y Dahyun probablemente tendrían algo que decirme donde estaba Sana, y quizás una dosis de distracción me ayudaría a calmar los nervios si ella no aparecía pronto.

Al llegar, atravesé la puerta sabiendo lo que venía no tardaron en recibirnos con sonrisas burlonas— ¿Qué pasa Jihuo? preguntó Dahyun inocente Dahyun, mientras Momo ya había notado mi cara de tragedia y mi ceño fruncido.

—¿Cómo "qué pasa", Dubu? Que tú jefa necesita una dosis de Minatozaki Sana, eso pasa —bromea Momo muy segura de saber que pasa en mi cabeza.

Creo que ya había mencionado que Hirai fue una de las mayores exponentes del chisme de Sana y su jefa saliendo… ¡No la pude despedir porque Kim Dahyun la defendió a capa y espada!

Hirai no tarda en sonreír con picardía.

—¡Momo! —regaña Dahyun con un golpe en su pecho.

Yo sólo la miro con seriedad—. ¿Dónde esta Sana?

—¡Ay, Dios mío! —dijo Momo, mirando mi expresión con una risa maliciosa—. ¿La gran Jihyo, que siempre tiene todo bajo control, ahora tan estresada no puede vivir sin su novia —Su tono estaba lleno de picardía, y como siempre, parecía disfrutar cada minuto de mi incomodidad —¿La tienes en la mente a todas horas, eh?

—¡Momo ya basta, así no te puedo defender! —insiste Dahyun.

Me comienzo a impacientar, más con los comentarios absurdos de Momo—Pero bueno, ¿No me dirán donde esta, mi novia? —dije con la lengua bien afilada, estaba al borde de un colapso por la inquietud, y Momo era igual o peor que Jeongyeon, ambas muy sabias pero demasiado quisquillosas.

—Ella ahora está en el segundo piso recogiendo algunas cosas —menciona Dahyun.

—Sí tigre, relájate que ya viene el amor de tu vida —continúa burlándose la bailarina.

Me quedé parada en la puerta, rodando los ojos y con una expresión molesta— No te metas, Hirai, esto puede afectar tu salario —murmuré, mientras sentía como mi cara se calentaba.

Mierda, Sana. ¿Dónde estás?

Pero justo en ese momento, unos pasos bajando por la escaleras del estudio se escucharon, y Sana apareció finalmente.

Llevaba su atuendo deportivo, con el cabello ondulado desordenado y empapado en sudor, una toalla descansando sobre su cuello mientras tomaba grandes tragos de agua. Mi mirada se detuvo en ella de inmediato, incapaz de apartar los ojos, y por un momento todo lo demás desapareció. Mi enojo con Momo, mi estrés con Jungkook y los mendigos disfraces, mi inquietud de donde estaba ella. Mis ojos solo podían detenerse en ella, y en su ropa deportiva ajustada que resaltaba su figura, y aunque siempre he sabido que era y es atractiva, el ver cómo su abdomen plano se marcaba ligeramente al moverse me dejó completamente hipnotizada.

Mi mente se quedó en blanco por un par de segundos mientras la observaba. La forma en que el sudor se deslizaba por su cuello, su piel ahora ligeramente rojiza, imaginaba por las largas horas bailando, brillando a la luz del estudio… Era como si todo se moviera en cámara lenta.

No pude evitar un suspiro inaudible.

Momo, claro, no perdió la oportunidad de molestarme más —¿Ves? Te dije que ya no puedes quitar los ojos de encima, Park— comentó con una sonrisa burlona, señalando a Sana, quien parecía totalmente ajena a la escena y seguía tomándose el agua como si dependiera de ello.

Al fin la japonesa notó mi presencia, yo estaba de pie con rígidez. Sana me miró, sonriendo con una de esas sonrisas tan encantadoras y relajadas que casi me derritió en el sitio —¿Qué pasa, bombón? —preguntó mientras pasaba la toalla por su cuello, sin darse cuenta de lo que Momo y Dahyun estaban insinuando. Aunque ella era consciente de que hasta con esas dos debíamos fingir, realmente no estaba enterada de los comentarios de Hirai.

—Nada, nada… —dije rápidamente, incapaz de encontrar una respuesta coherente. Mi mente aún estaba ocupada registrando cada detalle de su presencia en ese momento, como si no fuera real.

Momo, observando cómo me quedaba quieta mirando a Sana, no pudo evitar soltar una risa divertida— Veo que te cuesta concentrarte cuando estás cerca de tu ‘novia’, ¿eh, Jihyo? —dijo con un tono burlón, como si realmente pensara que todo era genuino entre nosotras.

Sana, aún ajena a las miradas y comentarios de Momo, se acercó a mí con una sonrisa despreocupada, bebiendo su agua— ¿Todo bien? —preguntó, sin darse cuenta de que me había quedado completamente inmóvil, como si no pudiera reaccionar ante la simple vista de ella.

—Sí, claro… —musité, recuperándome rápidamente. No quería que se diera cuenta de que aún me desconcertaba un poco su presencia, especialmente cuando venía de un entrenamiento tan intenso y aún lucía tan atractiva.

Ese no es el punto.

—¿Tienes tiempo libre? —hable solo para nosotras.

Dahyun interrumpió en la conversación:—Ya ella terminó por hoy, Jihyo. Ya se pueden ir…

—Sí Jihyo, es toda tuya —guiñó un ojo, ¡maldita Hirai!

—¿Seguras? —pregunta Sana ignorando todo el ambiente tenso. Ella parece solo estar agotada por el trabajo.

—Obvio que si, Sana-unnie. ¡Nosotras tenemos cosas que hacer, puedes ir con Jihyo-yah, sin problemas!

Ambas nos miramos por unos segundos, sorprendidas con la prudencia de Dahyun, tan diferente a la de cierta personita…

—Espero coman bien —Dahyun jalo del cabello a Momo, y fingió una sonrisa— ¡Ey!

—¡Feliz tarde! —Dahyun y Momo nos dejaron a solas.

Sana tomó sus cosas, y me siguió por el pasillo

—Te tengo una noticia algo pesada…—suspiré, alistándome para soltar la bomba que me tenía perturbada desde hace un rato —Nayeon me invitó a una fiesta de Halloween por el cumpleaños de Jeongyeon —Sana solo se queda expectante a lo que diré —Así que, necesitamos ir a esa fiesta de disfraces, como una pareja, obvio. Porque se les ocurrió invitar a Jungkook, y yo debo ir si os su. Y, por supuesto, disfrazadas como tal. ¡Es obligatorio! ¡¿Puedes creerlo?!

Sana paró de caminar, procesando lo que acababa de decirle. Su rostro mostró un claro asombro, como si la información aún estuviera aterrizando–¿Estás hablando en serio? —preguntó, casi entre risas, pero con una ligera expresión de incredulidad.

—Totalmente —Respondí, con una seriedad increíble —Lo de Jungkook y los disfraces me están causando náuseas.

—Eres una neurótica, Park —se burló un poco—. No es la gran cosa. ¿De que te sorprendes? Ss lo que hacemos diario.

—Qué con Jungkook hay que ser mucho más cariñosas. ¡Y odio vestirme ridícula.

—¿Tenemos que ir a juego?

—No lo sé. Quizá si. ¡Somos novias, recuerdas!

Sana no puede evitar reírse. Se quedó pensativa por un momento, pero luego, con una sonrisa relajada, asintió—Bueno, si no hay otra opción, supongo que no es nada del otro mundo —Se encogió de hombros como si todo lo que le había dicho no fuera más que una simple formalidad—Nos disfrazamos, actuamos un poco, y listo. Ya lo hemos hecho antes, ¿verdad?

Me quedé sorprendida por lo tranquila que estaba ante la situación. Para ella, fingir no parecía ser un problema— ¿En serio no te importa? ¿Fingir mucho más durante la fiesta con Jungkook allí? —Le pregunté, aún tratando de entender su actitud tan relajada.

Sana se rió suavemente— No me importa. ¿Qué tan difícil puede ser? Es más de lo mismo, a ti lo que te tiene así son los disfraces, no que me tengas que besar, ¿O sí? —Pausó un momento y luego sus ojos brillaron con emoción— Además, me encanta la idea de ir a juego. Estoy segura de que podemos hacer algo genial. No sé... algo de película.

—¿Cuál película? —repetí, levantando una ceja. Me interesaba ver por dónde iba.

Sana comenzó a caminar de un lado a otro, como si estuviera pensando en todas las películas que había visto—Sí, imagina… podríamos ser una de esas parejas clásicas del cine. Algo icónico —Su tono era juguetón, como si ya estuviera planeando todo en su cabeza.— Qué tal si vamos de… Beetlejuice y Lydia? Sería divertido, ¿no? En estos días vi la película con Chaeyoung y me fascinó Bettlejuice, era bastante guapo según Chaeyoung —dijo con una mueca de asco al mencionarlo—. Ella no tiene los mejores gustos.

—¿Beetlejuice y Lydia? — pregunté, algo sorprendida por su elección. No me esperaba algo tan... excéntrico. El estomago se me revolvió de pensar en esa humillación.

Sana siempre había sido tan impredecible.

—¡Claro! Beetlejuice es un personaje tan fuera de lo común, y Lydia tiene ese aire misterioso. Sería perfecto para nosotras, ¿no crees? —Sana se veía genuinamente emocionada con la idea— Podríamos hacernos los peinados locos, ropa de los años 80, y por supuesto, algo de maquillaje para hacerlo aún más dramático. ¿Te imaginas?

Me sorprendió que estuviera tan entusiasmada con el tema, pero, al mismo tiempo, me encantó su creatividad— No puedo negar que suena divertido... aunque no sé si nos vayan a a entender.

Sana se acercó a mí, sonriendo con una mezcla de confianza y picardía— Yo sé que sí lo harán. Y si nos disfrazamos así, definitivamente seremos la pareja más original de la fiesta. Estoy segura de que nadie va a esperar eso. Y eso me gusta.

Finalmente, no pude evitar reír— Tienes razón. Nada como un Beetlejuice para descolocar a todos.

Ambas sonreímos, y por un momento, la situación no me pareció tan grave.

Había algo divertido en la idea de que, en medio de todo el caos, estaríamos ahí, jugando el papel de una pareja de película, otra vez.

Aunque Jungkook realmente me preocupaba. Él no dudaba ni un segundo de nosotras, eso significaba, más besos… Tenía un tiempo sin besar tanto a Sana apasionadamente. ¡Basta Jihyo!

Sana se acercó a mí con una sonrisa pícara, caminando lentamente como si estuviera calculando cada paso. Mi corazón empezó a latir más rápido, y aunque sabía que era solo una broma, no pude evitar sentir un escalofrío recorrerme.

Se detuvo justo frente a mí, tan cerca que podía sentir su respiración—.Te verías increíble como mi Beetlejuice —dijo, con un tono juguetón, casi un susurro, mientras sus ojos brillaban de manera traviesa.

No pude evitar reírme, aunque mi voz salió más nerviosa de lo que pretendía—¿Yo? ¿Beetlejuice? ¡Eso es un cambio radical para mí! —Traté de alejarme un poco, pero Sana permaneció en mi espacio personal, disfrutando claramente de los nervios que su cercanía me provocaba.

Ella levantó una ceja, desafiándome en su estilo único— ¿Por qué no? Te quedaría bien —Su tono seguía siendo juguetón, pero había algo en su mirada que me hizo sentir como si realmente estuviera considerando la idea. Se mordió los labios al imaginarlo—. Definitivamente lo serás.

—No soy tan... aterradora, ¿sabes? — respondí, aunque en el fondo no podía evitar sonrojarme por el comentario. Claro que sabía que estaba jugando, pero no podía evitar pensar en cómo sus palabras se sentían de una manera diferente cuando las decía ella.

Sana sonrió aún más, dando un paso atrás, pero manteniendo su mirada fija en la mía. —Lo bueno de los disfraces es que puedes ser quien quieras ser. Y creo que ese sería un cambio divertido para ti. Relájate, estarás conmigo.

Me quedé en silencio un momento, observándola. Ella, con su tono relajado y confiado, seguía haciendo que todo pareciera tan fácil.

Como si, en medio de todo el caos de nuestra mentira, todavía pudiera encontrar espacio para hacerme sentir... algo más.

—Bueno, ¿quién sabe? Tal vez tenga que tomar tu consejo —le respondí con una sonrisa, aunque mi mente estaba ya lejos de la idea del disfraz.

Mi mente solo podía enfocarse en cómo, incluso cuando jugábamos, las cosas entre nosotras parecían tal vez… reales.

Sacudí mi cabeza ante eso. Aún estaba con los nervios a flor de piel por esa bendita fiesta. Así que cambie el tema.

—¿Quieres que te lleve a casa?

—¿Cómo todas las noches? —pregunta ella con diversión—. Ya Chaeyoung esta cansada de verte, para ella tú eres como Tzuyu lo es para mí.

—Algún día esa enana se va a acostumbrar a mí —respondí sonriente.

Saliendo de allí, me despedí de Sana con una ligera sonrisa, aunque mi mente seguía dando vueltas. Afortunadamente, la distracción de la fiesta de disfraces me ayudó a despejar un poco la mente. Saqué mi teléfono y llamé a Jennie, mi asistente, mientras caminaba hacia la salida del estudio. Al menos una parte de mi mundo parecía estar en orden.

A medida que las palabras de Sana se desvanecían en mi mente, por un momento pude respirar tranquila. Lo que me había dicho sobre Beetlejuice, la broma sobre los disfraces, me permitió olvidarme de todo lo demás. El estrés de estos meses, el agotamiento mental, los nervios por la mentira que seguimos actuando, todo se desvaneció por unos instantes.

Mis constantes intentos de mantener todo lo más real posible… todo eso me tenía al borde.

Si había algo que me daba un respiro en medio de todo este caos, era tener a Sana a mi lado. Tan relajada, tan dispuesta, tan natural en su papel como si fuéramos realmente una pareja perfecta.

Era asombroso cómo ella hacía que todo pareciera fácil, cómo se sumergía en este teatro de la manera más auténtica.

No solo era comprensiva, sino que parecía disfrutar el papel, lo que hacía que el show fuera más creíble. Y, aunque sabía que todo esto no era más que una mentira, no podía evitar sentirme agradecida por tenerla a mi lado.

A veces, pensaba que el teatro no sería tan malo si ella siguiera siendo mi compañera de reparto después de todo… Pero claro, esa era una idea absurda.

Sana se me adelantó, y mientras ella desaparecía frente a mí. Mi mente comenzó a recordar algunas cosas, un momento, un instante, algo que siempre recordaba cada que me sentía débil como en días como este.

Flashback...

Esa noche...

La carretera estaba tranquila, el coche avanzaba lentamente mientras las luces de la ciudad titilaban a través de las ventanas. El aire fresco de una noche de verano a mitades de Julio entraba suavemente, moviendo mi cabello y haciendo que los nervios acumulados de la semana comenzaran a desvanecerse lentamente. La presión de las reuniones, los rumores y la constante necesidad de mantener la fachada de la pareja perfecta frente a mi madre ya se sentían algo lejanos, como si la oscuridad que nos rodeaba pudiera borrar por un momento la tensión.

Sana estaba a mi lado, recostada en el asiento del pasajero. Su cabello despeinado por la brisa, los ojos perdidos en las deslumbrantes luces de Nueva York, parecían más serenos de lo que realmente estábamos. Algo sobre ella me tranquilizaba, aunque todo lo que compartíamos era, al final, una mentira perfectamente montada.

La mezcla de falsedad y conexión auténtica entre nosotras siempre me confundía, pero en ese momento, no importaba.

La música comenzó a llenar el espacio, y por un segundo todo lo demás desapareció.

La radio estaba a bajo volumen, pero pronto dejaría de ser así. Sana, con su usual despreocupación, cambió de estación sin pensarlo mucho, buscando algo que la hiciera sonreír. De repente, el suave rasgueo de una guitarra comenzó a sonar, como una brisa cálida entre la distancia y el bullicio de la ciudad. No necesitaba ni mirar para reconocerla. “Style”, de Taylor Swift. Mi corazón dio un pequeño brinco al instante, no solo porque la canción era un clásico que siempre me ponía de buen humor, sino porque la melodía era perfecta para esa noche.

—¿De verdad vas a poner esto? —le pregunté con una sonrisa juguetona, pero sabiendo que a ella le encantaba hacerme caer en sus gustos musicales, esos que siempre terminaban envolviéndome sin resistencia.

Sana me miró con su típica sonrisa traviesa, esa que siempre mostraba cuando sabía que tenía el control de la situación.

—¿No te gusta? Todo el mundo conoce esa canción —dijo, casi despectiva, como si ella fuera la última persona que necesitaría defender su elección musical.

Y antes de que pudiera replicar, comenzó a tararear el inicio de la canción, de forma natural, como si fuera parte de su ADN. La melodía de la guitarra nos envolvió rápidamente, tomando por asalto el espacio entre nosotras, y por un momento, todo lo que era falso, lo que compartíamos como una mentira, se desvaneció.

"Midnight..." —susurró Sana, casi como si no quisiera interrumpir la paz que nos rodeaba. La melodía de la guitarra llenaba el coche, y una ligera sonrisa apareció en mi rostro.

"You come and pick me up, no headlights..." —continué, tomándome un segundo para saborear la suavidad de la canción. Ya no importaba que estuviéramos jugando con nuestras propias versiones de la letra, no importaba que estuviéramos cantando a medias. La verdad era que en ese instante, éramos más nosotras que nunca.

Sana cerró los ojos, bajó un poco más las ventanas y dejó que la brisa del verano la envolviera. Al escucharme seguirla, sonrió ampliamente. Su risa era un sonido familiar, una melodía que siempre lograba suavizar las tensiones que había creado nuestra pequeña farsa.

"Fade into the view, oh!" —cantó, con su tono alegre y vivaz, como si todo lo que la rodeaba fuera un escenario en el que ella era la estrella principal. Yo, por supuesto, no pude resistirme a unirme.

"It’s been a while since I have even heard from you" —seguí, mi voz fundiéndose con la suya en un juego de armonías que hacía que todo fuera más divertido, más ligero.

El coche avanzaba por la ciudad, y a medida que nos acercábamos al famoso coro, la tensión de las últimas semanas se disolvió como el humo. Cantamos juntas, al unísono, como si no hubiera nada más en el mundo—:"You got that short hair, slicked back, white t-shirt..." No pude evitar reírme al escuchar esa línea. Mi cabello corto, esa imagen mía que, sin quererlo, se había quedado grabada en la mente de todos, como un símbolo de mi "estilo".

—¿Cambiaste la letra? —le pregunté, levantando una ceja, completamente intrigada por su ocurrencia.

Sana me miró con una mezcla de diversión y picardía, su rostro iluminado por la luz de la ciudad y la espontaneidad de la canción.

—¿Eso importa? —respondió, casi como un desafío. No lo hacía, de hecho, nunca había importado. Las reglas que dictaban la canción eran nuestras, podíamos hacer lo que quisiéramos con ellas.

"And you got that good girl faith and tight little skirt" —dije, mientras jugaba con la letra de nuevo. Mi tono era juguetón, como si estuviéramos en un escenario privado en el que no nos importaba nada. Y lo cierto era que, en ese momento, no importaba nada.

Ni mi madre, ni la intensidad de las mentiras que crecían día con día. Nada importaba en un momento así.

Subimos el volumen de la radio, y dejamos que la canción nos invadiera por completo. Los rasgueos de la guitarra se intensificaron, la melodía nos envolvía en una sensación de libertad. El aire entraba por las ventanas, moviendo mis cabellos, mientras la ciudad seguía su ritmo frenético y nosotros nos permitíamos el lujo de detenernos, por un momento, a vivir nuestra propia melodía.

Cantamos juntas, las voces de ambas fluyendo como una en el aire, jugando con el coro, cambiando las letras a nuestra manera—: "And when we go crashing down, we come back every time, 'cause we never go out of style!" Nos reímos, cantamos más fuerte, nos dejamos llevar por la canción, sin que nada importara más que ese momento entre nosotras. La mentira se desvaneció por completo, y por un segundo, solo existimos nosotras y esa canción.

"Just take me home!" —gritamos, armonizando con el final, riendo con ella mientras el coche seguía avanzando.

Fue un momento tan simple, pero tan perfecto, que me olvidé de todo lo demás. No importaba que nuestra relación fuera una fachada, no importaba que estuviéramos fingiendo ante todos. Esa canción nos unía de una forma que la realidad no podía.

La carretera, la ciudad, todo seguía su curso, pero nosotras estábamos suspendidas en el tiempo, atrapadas entre las notas de una canción que decía más de nosotras de lo que cualquier palabra podría. Y aunque el final de la canción llegara, sabía que lo que compartíamos, aunque temporal, era real en ese instante.

Estábamos ahí, tan reales como nunca. Era como si la canción nos hablara, recordándonos que, aunque intentáramos escapar, siempre regresaríamos a la misma verdad: las mentiras seguirían entrelazadas con nuestros momentos más genuinos.

Al menos por esa noche, todo lo que importaba era que nosotras nunca perderíamos ese estilo de vida.

Fin del flashback...

Mi mente regresó a la realidad, donde Sana me preguntaba:—¡Yuju, Jihyo-yah! ¿Estás ahí? —bromea en cuanto me ve con la mirada pérdida.

Ella se acerca un poco, preocupada por mi silencio—¿Sucede algo?

Sonreí, la nostalgia de aquel momento me dio un golpe de motivación. Asentí y me puse al lado.

—Todo bien —dije con una sonrisa.

Y he ahí el último paso según yo misma para soportar y lidiar con una mentira como esta: Tener un elemento esencial, una persona que te ayudará a pasar el momento.

En mi caso, esa era Minatozaki Sana.

¿Les he ayudado un poco con este pequeño manual? Espero que sí. Porque esta será la primera y última edición.

¿O no?


N/A: ¿Hola? Volví, 10k palabras en este capítulo. WOW, quiero decir que, no pensaba terminar esto tan rápido, normalmente hilo estas escenas en un solo capítulo pues son notas que tengo escritas con antelación; pero últimamente estoy demasiado INSPIRADA con este fic.

Tengo una sorpresa, y una noticia que más que mala diría que es buena. Los próximos capítulos son largos, pero eso es porque seran los últimos del año, y serán también los que marquen un antes y un después. Espero que lo puedan disfrutar, en Enero habrá un anuncio muy importante para Little Lie, así que les recomiendo que estén al pendiente wuuuu.

¿Qué opinan de este capítulo? ¿Alguna teoría? ¿Les gustó el manual de Jihyo? Los leooooo. ♡

¡Feliz noche, les quiero!

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