19 "Una mala idea...¡Y más citas!" (Parte II)
Jihyo's POV.
Si tuviera un dólar cada vez que Nayeon me sermonea… Bueno, ya estaría reclinada en una silla en la playa, quizá de alguna isla privada en el Mediterráneo, con un mojito en la mano, lejos de todos los problemas que implican las madres sobreprotectivas, las relaciones falsas y las amistades tan responsables que resulta agotador solo escucharlas.
Pero, por desgracia, aquí estoy, en la vida real, soportando a mi amiga, quien—como de costumbre—se ha autoproclamado mi consejera de vida y relaciones falsas. Ella, con su expresión severa y brazos cruzados, me mira como si acabara de confesarle que planeo incendiar la ciudad.
Entró a la oficina completamente indignada porque soy una persona con cero escrúpulos y tengo media fritura en mi cabeza en vez de cerebro según ella:
—Park Bennett Jihyo, ¡Explícame por qué mierda llamaste a Jennie, pero ya! —mis oídos son acariciados por la chirriante voz de mi mejor amiga. Quién acomoda su blazer, y se acerca a mi escritorio con una caminata rápida, llevaba dando vueltas explicandome por qué soy tan impulsiva, aún no entendía como podía caminar por toda la habitación tan segura con ese par de tacones rojos con aguja—. Jihyo… ¿Otra vez con lo de Sana?
—Sí —y esa afirmación hace que abra sus ojos aún más furiosos.
Intento, sinceramente, parecer un poco arrepentida, pero mi expresión probablemente dice lo contrario, porque ella lanza un suspiro de exasperación digna de una diva shakespeariana.
Como siempre, mi única defensa es sentarme y escuchar, frotándome las sienes cuando su monólogo alcanza el minuto diez y empiezo a notar una leve punzada de frustración.
Nayeon intenta respirar lo más hondo posible, probablemente la información que le acabo de dar no le siente muy bien.
—Me tienes que estar jodiendo, Jihyo, nena, ¿Por qué insistes en mentirle a tu mamá todavía? ¡Dile ya la verdad!
Me estreso fácilmente cuando Nayeon me da sermones, por eso mi voz sale desesperada en un grito:—¡Nayeon no tengo opción! —digo exhasperada—... Sabes bien como es mi madre, no tengo más opción.
—Sí la tienes, solo no quieres escuchar —resopla Im.
Y la entiendo, de verdad la entiendo. Aunque quiera ponerse en mis zapatos, ya está harta de tener que darme soluciones.
—Es complicado Nay… Por favor —ruego algo de su poca paciencia que le queda para esta situación. Estas semanas han sido largas y de pocas horas de sueño, probablemente este por irritar a Nayeon más de la cuenta.
Ella suaviza su mirada al escucharme, aunque igual no desea retroceder con sus sermones:—Vale, lo entiendo. Es Susan Park, no puedes evadirla. Aún así no entiendo por qué debes meter a esa pobre muchacha en esto Jihyo, Susan se la comerá viva —me señala acusativamente.
—Susan le ha caído de maravilla Sana. Y puede que la hayamos convencido de más…
Nayeon chasquea la lengua, meneando la cabeza con la seriedad de una madre que acaba de pillar a su hijo en medio de una travesura—¿Sabes que esto va a acabar mal, verdad? Y según tú, cuál fue la maravillosa historia de amor que le vendieron a esa señora para meterle en su cabeza que ustedes dos son novias.
—Puede que… No hayamos tenido que inventar mucho, sino hacer algo más —juego con el cuello de mi camisa intento evadir su mirada—. Puede que yo la haya besado…
Nayeon, quien, para mi infinita suerte —que no tengo— acababa de descubrir la parte más delicada de todo este embrollo: el beso con Sana.
Ese beso que probablemente no debí ni mencionar, pero que ya había salido de mis labios en un momento de “sinceridad”… Algo así como una bomba verbal que estalló justo al terminar su sermón número veinticinco sobre los riesgos de mi plan para ahuyentar a mi madre.
Se quedó en silencio, mirándome boquiabierta. Y eso era decir mucho, porque ni siquiera Jeongyeon o la Señora Im, suelen hacer que Nayeon se quede sin palabras.
La expresión en su rostro era una mezcla de incredulidad y alarma total, como si acabara de confesarle que planeo una boda secreta el próximo mes o que asesine al gobernador de Nueva York—¿Perdón? ¿Un beso? ¿Tú y Sana… se han besado?— repite, articulando cada palabra como si necesitara comprobar si realmente había escuchado bien.
Y se que lo peor esta por venir cuando un tacón de al menos quinientos dólares, patrocinados por Yoo Jeongyeon, vuelan por el aire con intenciones de clavarse en mi rostro. ¡Desperté la bestia Im Nayeon, ayúdenme por favor!
—¡Jihyo! —dice casi energúmena, alargando la “o” de mi hermoso nombre que es lo único que agradezco de mi madre, en realidad; me empieza a perseguir por la oficina y yo me veo en la necesidad de correr. ¿Alguna vez han visto Tom y Jerry? Pues algo similar, pero peor porque este Tom si sirve para atrapar a inocentes ratones como yo—. ¡Te asesino!
Cuando Nayeon aparentemente se cansa de de perseguirte por la gran oficina, con un solo tacón, se recuesta sobre sus rodillas y con voz cansada dice:—Quién… ¿Quién más lo sabe? —suelta sin aire tomando asiento para recuperarse—¡¿Cómo la vas a besar?!
—¡Estaba borracha! —respondí nerviosamente, sin controlar mi tono de voz.
—¡No me grites! —contraataca.
—Tú empezaste primero —hice un puchero, Nayeon estaba con los vellos erizado completamente. Diablos, lo tomó muy mal.
—Entonces, de verdad hubo un beso… Mierda —dice completamente pérdida.
Asentí:—Eh... sí, pero fue… accidental. Bueno, no accidental, pero tampoco con intención, o sea… solo fue un recurso, un pequeño sacrificio necesario para que mi madre crea la historia—le explico, intentando sonar racional, lo cual, a juzgar por la expresión de Nayeon, probablemente no logré en lo absoluto.
Ella sigue observándome con los ojos entrecerrados, como si estuviera evaluando cuánta locura hay realmente en mi plan.
Comienza a estallar en risas, unas risas que dan escalofríos. Quizá ya había hecho que Nayeon se desquiciara con el rumbo que ha tomado mi vida últimamente. Tan rápido como empezaron, se desvanecen
—Jihyo —dice con voz controlada, pero tan baja que me pone nerviosa—, esto no es solo una pequeña mentira para tu madre. Estás metiendo a Sana en todo este lío y... ¡la besaste! ¿Te has puesto a pensar que puede ser incómodo para ella?
Abro la boca para responder, pero la cierro casi de inmediato porque... ¡Claro que he pensado en eso! Cada maldito segundo lo había pensado, incluso antes de conocer a Sana, sabía la cruda realidad de esto… Esto es una completa estúpidez.
De hecho, no había pasado un solo día sin que me invadiera una ola de nervios al recordar que Sana y yo nos habíamos besado, por insignificante que intentara convencerme de que había sido. Porque... claro, ¿a quién engaño? Fingir ser pareja frente a mi madre en un almuerzo ya era suficiente teatro, pero agregar besos le añadía un matiz que ninguna de las dos había anticipado jamás, y principalmente, ¡porque yo he iniciado el beso! Entendía a la perfección que Nayeon estuviera colapsando con esa dosis grave de información nueva.
Pues me lo había guardado solo para mí, ni siquiera Jeongyeon lo sabía. Sin contar el detalle de que yo no suelo besar a nadie casi nunca, a menos que tenga litros de alcohol encima, esa noche no había bebido tanto, según yo… Había parado cuando Sana ayudó a tranquilizarme, haya sido el alcohol o no, es una acción fuera de lugar que yo tome sin consultarle a la japonesa.
—Tú no besas nunca a nadie. Te estás pasando de la raya con ella, Jihyo. ¡Las lesbianas se emocionan por un texto sencillo, y tú vas y la besas como si nada!
—¡Nayeon, no hagas ruido!
—¿Cómo que no haga ruido? Tienes meses, años, décadas sin tocar los labios de absolutamente nadie; ¡¿y un día llega una mesera sexy de un bar de lesbianas y tú decides besarte con ella?!
—Sí lo dices así… Suena mal. Yo me he disculpado con ella, y no volverá a pasar… creo.
—¡¿Crees?! —dice exaltada—Vamos Jihyo, ¡¿Y luego qué seguirá?! ¿Un anillo de compromiso falso? ¿Una boda de mentira? ¿Sabes el lío que estás armando por ser incapaz de organizar tus pensamientos y emociones sobre tú y tu madre? —añade con una intensidad que haría temblar a un abogado en medio de un juicio.
—Es que… Susan no es fácil de convencer, Nay —le digo, suspirando. —Y, bueno, ese beso no estaba planeado, Sana también está de acuerdo contigo. Al menos en su mayoría… —Intento sonar confiada, aunque hasta yo puedo notar el leve temblor en mi voz.
—¿'En su mayoría', dices? Jihyo, sabes que confío en ti, pero… ¿no crees que te estás aprovechando un poco de ella? Si siguen así, ¿cómo sabes que ella no va a empezar a confundirse? —su preocupación es genuina, puedo leerlo en sus ojos—¿Y luego tú? Sé que tú cabeza solo tiene dos prioridades: trabajo y familia. Pero no te creas… Siempre hay espacio para una tercera… Un beso no se da solo porque sí, mujer. Así empiezan todas las historias; y la tuya es con una mentira que mientras más crece, es imposible deshacer.
Dejo caer los hombros y miro mis manos, tratando de ignorar el nudo en mi estómago. Nayeon tenía razón en algo: no quería arrastrar a Sana en una mentira que pudiera terminar hiriéndonos a ambas. Pero… ¿qué opción me quedaba? La única alternativa era enfrentarme a mi madre y... en realidad, mejor prefiero lidiar con los enredos de esta “relación” falsa. ¿Además, cómo Nayeon estaba tan segura de que luego de hoy mi madre no nos dejaría en paz?
—Solo será por hoy, mañana ella se irá y todo volverá a la normalidad. Sana no tendrá que hacer nunca más esto —intento tranquilizarla, pero sé que es inútil, cuando Im Nayeon declara algo, esto parece cumplirse.
—Si esta mentira empieza a salirse de control, no quiero verte lamentándote después, —su advertencia viene acompañada de un suspiro, aunque su tono se suaviza un poco—. Solo asegúrate de no ir demasiado lejos, Jihyo. Sana es una extraña que aparentemente, confía en ti, y espero que no te olvides de eso. ¡Esto es una locura! ¡Necesito unas vacaciones con Jeongyeon! —se levanta, quitándose ambos tacones, para salir disparada de la oficina.
Dejándome con un sabor amargo en la boca, preguntándome constantemente: ¿Hasta que punto somos capaces de llegar Sana y yo por mantener esta farsa? ¿Ella se confundirá si la sigo besando?
Recuerdo aquel momento tan vívido, como una llama que arde sin piedad y lo consume todo a su paso. Mentiría si dijera que no disfruté mantenerla cerca de mí; aquel día puede que mi mente no estuviera del todo clara, pero mis labios... Oh, mis labios, esos no dudaron ni un instante en acariciar las suaves nubes que eran los labios de Minatozaki Sana. Esa mujer... desde el primer segundo en que la ves, sabes que podría conducirte directamente a la locura. Y en mi mente solo puedo pensar: '¡Maldita sea!' cada vez que intenta coquetearme, desde aquella primera vez. Este teatro absurdo de relación que hemos montado me ha permitido probar esa exquisitez de labios, y aunque lo intento, no puedo evitar relamerme al recordarlo, sintiendo de repente la sequedad en los míos.
Sacudo la cabeza, intentando disipar la imagen, pero recuerdo cómo su mano se deslizó entre mi cabello, tirando de mí para acercarme aún más a ella. Cómo nuestras respiraciones se mezclaban, cómo su lengua invadía mi boca... Una conexión tan magnética que parecía imposible alejarnos. Nayeon tiene razón: los besos son peligrosos, y las relaciones falsas, aún más.
Pero estaba convencida de una cosa: por mucho que disfrutara de los labios de una mujer tan enigmática como Sana, enamorarme estaba fuera de discusión.
Y, desde luego, sabía con absoluta certeza que ella jamás sentiría lo mismo.
No, todo lo que Nayeon dice son puras y tontas teorías de enamorados. Ella es la romántica incurable, yo no.
Y aunque Sana lo fuera—que, seamos sinceros, no lo es—mi nombre no aparecería en ninguna lista de amores posibles que pudiera tener.
Me levanto con intenciones de salir de la oficina y buscarla. Respiro hondo y me acerco a la puerta, tratando de ordenar mis pensamientos con la firme intención de acabar con esta farsa cuanto antes. Abrir, almorzar, engañar a mi madre, despedirnos, y vuelta a la normalidad. Simple, ¿verdad?
Pues no. Porque en el momento en que abro la puerta, cualquier esperanza de sencillez en este plan se desvanece.
Allí está Jennie, mi asistente, mirándome con un par de papeles perfectamente organizados en mano, a los cuales no les hago caso por mucho tiempo; en cuestión de segundos, mi total atención se la lleva la japonesa a su lado, luciendo tan elegante como un cuadro de moda en movimiento, se encuentra Sana. Vestida en un conjunto de Prada de un tono azul profundo que resalta su piel clara, lleva un abrigo que cae delicadamente sobre sus hombros y un vestido de corte perfecto que, francamente, podría hacer que cualquier ser humano decente se olvide de respirar.
Pero yo si soy un ser humano decente, y me sé controlar.
—¿T-tú… estás... guapísima —tartamudeo como una idiota, escuchando cómo mi acento británico se vuelve aún más acentuado en mi intento por sonar casual, aunque estoy segura de que ni ella, ni mi asistente lo notan. Sana sonríe con una mezcla de dulzura y algo más, inclinándose levemente hacia mí, lo cual no ayuda en absoluto.
Ella se acerca para acomodar mi abrigo, y a su vez la corbata negra que suelo usar en el trabajo.
—Gracias, Jihyo-ssi— ella se acerca aún más a mi rojo que esta completamente caliente, y la escucho murmurar—:¿Lista para la actuación, Park?— pregunta, como si lo nuestro fuera una obra de teatro y ella, la estrella absoluta.
Jennie, mientras tanto, ajena a nuestro secreto, hace una discreta reverencia y dice:—Todo listo, señorita Jihyo. La señora Park espera con ansias verlas, esta esperando en recepción. Con permiso.
—Adelante, Jennie. Vuelvo a las cinco. Si no es así, cancela todas mis citas.
Al voltearme y quedar a solas, empiezo a sentir un sudor extraño en todo mi cuerpo. ¿Por qué mi cuerpo hace tanto escándalo por ver a Sana así?
Ella arquea una ceja, esperando por mí.
Decido hablar, mirando mi reloj disimuladamente—Erm… Mantente cerca, porque te aseguro que necesitaré toda la ayuda posible para sobrevivir a este almuerzo.
Ella sonríe con picardía, acercándose solo un poco más de lo necesario. —Oh ya veo —ella me apresa con ambos brazos alrededor de mis hombros, y parpadea un par de veces divertida—Tranquila, Jihyo. Yo estaré aquí, en primera fila. Siendo tu perfecta novia falsa.
—Aún no vemos a mi madre.
—Shhh, déjame meterme en mi papel. No molestes al artista —dice con egocentrismo, yo solo río nerviosamente.
Las palabras de Nayeon suenan como un eco y mi cabeza es una cueva vacía donde solo se repite esa oración «Así empiezan todas las historias; y la tuya es con una mentira que mientras más crece, es imposible deshacer» Mentalmente respondo a esa oración con: Estás equivocada. Sólo para asegurarme a mí misma.
Que si es cierto. ¿Pero que tanto podía repetirlo en mi mente mientras que la mano de Sana tomaba la mía, y la mía estaba tan fría por el sudor y el nervio?
Bajamos a recepción, y pasa la primera desgracia de esta cena. Mi madre no ha podido esperar más por nosotras:
—Ella se fue hace unos segundos, Señora Park —comenta Seulgi con calma.
—¿No te dijo la dirección del sitio? —intento sonar relajada. Cuando en realidad no estoy para nada bien. Mi madre siempre complica las cosas. ¡Cómo se iba a ir porque ella no podía esperar!
—Era un restaurante que según ella, su familia suele acostumbrar.
—Ya me ubico —respondí cuando supuse a cual había parado mi madre. ¿Ella dijo algo más?
Seulgi me mira incrédula. Ella busca en su mente recordando que disparates habrá dicho mi madre, y dice:—Pues si, Señora. Ella se levantó muy enojada de la mesa de la recepción. Y se fue gritando: ‘¡Siempre tan impuntuales, iguales que su padre!’—Mis ojos se llenan de vergüenza cuando escucho la imitación de Seulgi sobre lo que ha gritado mi madre.
—Entiendo. Pues dile a Jungkook que nosotras nos iremos adelantando. Que no tarde, ya sabes como es Susan.
—Ya mismo lo llamo, Señora Park. Que le vaya bien en su cita.
Me aproximo hacia donde esta Sana, pues ella ha insistido en que era demasiado pronto para que alguien en mi empresa nos viese juntas. Ya saben… Por eso de que ella ahora trabajará conmigo. Ese pequeño e insignificante detalle que pasé por alto, y ella me recordó.
—¿Está allí? —pregunta cuando me ve llegar, tal vez vio mi rostro completamente abatido.
—No, ella se fue. Lo suponía.
—Wow, ella de verdad es impaciente. Por favor dime que no es genético, porque ahora trabajo contigo y no quiero hacer enojar a mis jefes —broma conmigo.
—Yo soy más flexible, Dahyun también; pero Nayeon claramente no.
—¡Argh! Ahora tendré que levantarme a las cuatro de la mañana, ¡qué horror!
—Ni hablar. Tendrás un chófer para ti sola —digo en automático.
Ella parece no creerme, porque se queda observándome, como pidiendo una explicación:—Tú, no hablas en serio —ríe con algo de incomodidad—. ¿Acaso me vas a dar una limusina también? ¡Ya me diste ropa Prada!
—Ey, eso es un regalo. Esto es una obligación que contrae la empresa con sus empleados, sobre todo los más importantes como tú.
—El señor Cheng era muy estricto con su hora de llegada, pero jamás nos ofreció más dinero para pagarnos un taxi. ¡El metro es horrible, y ni hablar de los buses! —se queja la japonesa—. Aunque creo que ya estas exagerando.
—Oh no, yo jamás exagero. Yo resuelvo —digo orgullosamente—, Además, ¿no me has dicho si te gustó o no el regalo?
—Lo que creo es que una colección completa de una boutique de presupuestos de más de mil dólares es mucho… ¿Por qué hiciste eso?
—Te deje una notita —respondí con sencillez.
—Jihyo…
—Tenía una carita feliz —hice un puchero, ella rió y me empujó literalmente.
—Sí la vi. Y Chaeyoug también la vió.
—¿Ese Gremlin? Uy, recuerdame no pasar seguido por tu casa.
—Se supone que eres 'mi novia' —recalca ella, obviamente en juego.
Todo lo que ella dice es broma.
Todo lo que ella suele hacer es parte de esto.
Nosotras no nos gustamos. Y no menos importante, somos amigas.
—Sí, pero 'Mamá Chaeyoung' no me acepta —hago una mueca triste, ambas nos reímos.
—Algún día lo hará —concede ella—. Si le regalas una docena de fresas, ella contenta aprobará nuestro amor.
Entre risas, las dos vamos juntas por la puerta del estacionamiento privado. El guardia abre nuestras puertas, y nos metemos al auto rogando por llegar a buena hora. Aunque para mi madre, esto no era ninguna buena hora de llegada.
Y en pocos minutos, ya nos encontramos en las puertas del lujoso restaurante.
Entramos al restaurante con aire de seguridad—al menos, ese es el intento. Aunque, conociéndome, es probable que parezca más bien que estoy caminando sobre piedras calientes.
Apenas cruzamos la puerta, la veo. Mi madre, Susan Park, siempre impecable, está sentada con una postura perfecta en una de las mesas más visibles del restaurante, tan estratégicamente colocada como un trono en plena sala de audiencia. No es de extrañar que se haya asegurado de reservar en un lugar donde nadie pasará por alto su 'importante' reunión familiar.
En cuanto nos divisa, se levanta y se dirige hacia nosotras con los brazos abiertos y una sonrisa de oreja a oreja—¡Ah, allí están mis niñas! —exclama con una mezcla tan calculada de dulzura y expectativa que ya me causa escalofríos.
¿De cuando acá ella es tan amorosa?
Observo de reojo cómo Sana se queda petrificada, su sonrisa se tambalea apenas un segundo cuando Susan se dirige hacia ella, abrazándola como nunca, sus hombros se tensan. Está claro que el recuerdo de la última vez aún ronda en su mente; la última vez que mi madre la conoció y comentó con su usual tono encantador para deslizar una crítica sobre la cuenta bancaria de Sana y su familia.
Que incómoda había sido ese momento.
—Sana querida, estas más radiante que la última vez que te vi —veo que Susan la escanea una vez más, esta vez ha decidido halagarla, y antes de que Sana se desmorone bajo el peso de sus palabras, deslizo mi mano hacia la suya, entrelazando nuestros dedos en un intento de transmitirle alguna sensación de estabilidad. Siento su piel fría y temblorosa, y le doy un pequeño apretón. Al instante, Sana relaja un poco los hombros y, aunque su sonrisa es todavía algo rígida, su mirada me agradece en silencio.
—Estoy excelente, Señora Park. ¿Y usted? —la dulzura en su voz de alguna manera convence a mi madre de que estamos excelente y para nada tensas el día de hoy.
Susan se fija en nuestro gesto, y una chispa de satisfacción aparece en sus ojos antes de que incline la cabeza en un reconocimiento apenas perceptible—. Bueno, Jihyo, por primera vez, debo decir que tienes un gusto excelente. Sana, querida, ese conjunto es exquisito. Prada para este verano, ¿no creen? Oh, y te queda de maravilla. Una auténtica joya de la moda.
—Cortesía de Jihyo —una sonrisa ilumina su rostro, volteandose hacia a mí, imito la acción de mirarnos, tal cual como unas enamoradas.
—¡Oh Dios, qué dulces son! Dejen algo para el postre.
—Debería dejarlo usted, esta muy hermosa el día de hoy —me abstengo de hacer una mueca de sorpresa, mordiendo mis labios al ver esa respuesta.
Una risa que identificaría como falsa, sale de esos labios:—¡Vaya, me siento como en mi juventud! Sin embargo, insisto niña, estas muy guapa hoy.
Sana sonríe, claramente agradecida por la aprobación de mi madre, aunque el leve rubor en sus mejillas delata lo nerviosa que está. —Gracias, Señora Park… Igual, Jihyo siempre me habla mucho de usted, todo bueno, por supuesto. Sobre todo de su buen gusto en la moda —eso último era mentira, yo no hablaba nada necesariamente positivo de mi madre. ¡Menos de su guardarropas, eso no era de mi interés!
—¿Me hablas en serio? Bueno, ya sabes cómo es Jihyo… algo reservada conmigo. Siempre hablando de trivialidades y ocultándome los detalles realmente importantes —dice Susan, lanzándome una mirada significativa que me hace sentir como una niña atrapada en falta—. Me cuesta creer que podría decir algo bueno de mí.
Sana ríe suavemente, y yo intento mantener la compostura, recordándome que esto es solo un espectáculo que, con algo de suerte, terminará pronto.
—Jungkook estará aquí en unos minutos —anuncia Susan con la precisión de un reloj suizo, echando una rápida mirada a su propio reloj con un gesto de impaciencia que me resulta demasiado familiar.
—Lo sabemos, es que está en el trabajo.
—Le dije que no tardara, pero ya saben cómo es la juventud de hoy en día… Siempre con prisas para cosas importantes, y con tanta calma para las menos relevantes —Nos sonríe, y aunque parece un gesto amable, puedo detectar la pizca de crítica en su tono.
Nos acomodamos en la mesa, y antes de que pueda prepararme mentalmente, Susan ya está lanzándonos preguntas como si fuera un interrogatorio bien orquestado. Me siento como en una comisaría, Sana y yo siendo las criminales y Susan la jefa de la patrulla.
—Entonces, Sana, querida, cuéntame, ¿cómo han estado yendo las cosas entre tú y Jihyo? Y por favor, no me des excusas pues las dos están aquí conmigo hoy— Ella enfatiza en eso de una manera que me hace pensar que estaría encantada de conocer hasta el último detalle, real o imaginario, de esta ‘relación’ nuestra.
Miro a Sana, esperando que se le ocurra una respuesta convincente, pero también lista para intervenir si la cosa se sale de control. Veo el nerviosismo en sus ojos, la ligera tensión que solo yo—que conozco a Susan desde siempre—puedo notar, y un nuevo apretón de manos intenta infundirle confianza.
—Todo ha ido increíble, señora Park. Jihyo es… maravillosa— responde Sana con una dulzura casi ensayada, dándome una mirada rápida, que a pesar de todo, consigue parecer cómplice.
Mamá nos mira a ambas con una sonrisa complacida, aunque sus ojos permanecen agudos, como si evaluara cada palabra, cada gesto, en busca de algún indicio que le permita descubrir la verdad.
La tensión es tan palpable que podría cortarse con un cuchillo.
Mi madre asiente, satisfecha. Y mientras espero que Jungkook aparezca pronto para desviar la atención, sé que este almuerzo será una auténtica prueba de resistencia para ambas.
Porque si algo sé de Susan Park, es que no descansará hasta poner a prueba cada aspecto de esta pareja.
Ya instaladas en la mesa, con la decoración elegante del restaurante a nuestro alrededor y el menú de tres platos ante nosotras, mamá inicia uno de sus famosos monólogos. Era obvio que aunque el tema de conversación fuesemos nosotras, no necesariamente la detendría de hablar horas y horas de ella misma. A veces siento que se debe considerar un logro internacional, un evento digno de atención global. Y por lo visto, Sana se da cuenta de lo mismo. El mesero ya debe estar cansado de traer vasos y vasos de agua y vino para que la garganta de esa mujer jamás esté seca… ¡Porque de verdad, habla demasiado sobre sí misma!
—Y así fue como gané mi quinta corona regional, ¡en esos años era tan hermosa! Claro, la vida ha cambiado mucho. Luego te gradúas, te casas, tienes hijos, ¡te salen estrías! Haces dinero; y no tienes tiempo para cosas como tomar té pacíficamente o ir a un spa a retocarte la belleza—dice, suspirando, aunque en realidad está luciendo radiante y perfectamente descansada.
Sana y yo intercambiamos una rápida mirada, en la que ambas intentamos disimular la expresión de agotamiento en nuestras caras. Porque esto, para mí, es la normalidad: fingir escuchar a mi madre como si cada palabra fuera oro puro. Sana, sin embargo, está haciendo un esfuerzo monumental por no perder el hilo mientras asiente con una sonrisa educada; ella ha aprendido algo de la diplomacia Park.
Susan prosigue, sin parar ni un solo segundo, sin dejarnos intervenir a menos que sea una felicitación, alternando entre sus últimos logros en eventos de caridad en sus hoteles, y sus agudas observaciones sobre el mundo financiero, aunque a estas alturas, ni Sana ni yo tenemos idea de si está hablando de su cuenta bancaria o de su última adquisición de ropa de diseñador. O su matrimonio con Charles.
Cada cierto tiempo, solo para parecer interesadas, ambas lanzamos un par de “¡Oh, qué maravilla, señora Park!" o "¡No me diga!" mientras intentamos mantenernos despiertas y dignas. Pero en realidad ya era agotador.
Un bostezo involuntario sale de mi boca, y Susan me ve atónita.
—¡Jihyo, que clase de falta de respeto es esta! —regaña mi madre—, Ya no tienes nueve años, estás aquí almorzando conmigo y tu novia, un poco más de decencia por favor.
—Lo siento —fuerzo una sonrisa.
—Ush, ¿Jungkook cuando planea llegar? —se queja—, esto es tu culpa Jihyo, ¡porque lo pones a trabajar tanto, es muy joven para esa explotación!
—Estamos en semanas de lanzamiento. Jungkook esta preparándose con el equipo de publicidad, contactando a las radios, está en esas movidas, ya se acerca el lanzamiento de Dahyun y-...
Pero me veo interrumpida —como siempre—, por mi madre cuando tocó el tema de mi empresa.
—Ya me jaqueca esa empresita tuya. ¡Dios! ¿Por qué insistes tanto en el mundo de la música pop? En mis tiempos no era tan conocida, nos gustaba más las baladas.
Sana sólo se queda en silencio, intentando parecer inmune a la conversación.
Mi madre se dirige a ella:—Odio cuando Jihyo habla del trabajo. Me recuerda tanto a su padre. ¿A ti no te molesta eso?
—En realidad no… Yo me siento muy orgullosa de sus logros —dice con una voz bastante acorde a su “orgullo” por mí. Sonrió al escuchar eso de su parte—. ¿Por qué considera usted que debería molestar que mi novia trabaje?
—Um, ya sabes. Yo a tu edad ya estaba casada, y mi marido solo se concentraba en trabajar y trabajar. Estaba obsesionado. Pensaba que era bueno… hasta que descubrí que no siempre era así —siento algo de incomodidad al escuchar cosas de mi padre. Mi madre no acostumbra mencionarlo siempre. Desde que había fallecido, muchas cosas se habían guardado en el baúl de los recuerdos de Susan Park, únicamente. Yo no conocía mucho más allá de lo poco que había convivido con él en mi infancia.
Cuando la situación parece ya insostenible, por fin aparece el héroe del día: Jungkook, ¡cómo amo a mi sobrino y el nieto estrella del huracán Park!
—¡Jungkook! —exclama Susan, su rostro iluminándose al instante, abandonando la oscuridad del tema de mi padre.
Mi sobrino, adorable como siempre, se acerca a nosotras con una sonrisa alegre y una cámara en la mano.
—Hola, abuela, ¡hola tía Jih! ¡Sana, te ves hermosa! — saluda efusivamente antes de lanzarse a la acción.
—Kook, ¿Todo bien al salir? Dejaste todo ordenado?
—Sí tía Jih, ¡Y adivina! Ya pronto estará todo perfecto para el lanzamiento de Dahyun —Eso me alivia la mente, que desde hace días la tengo un poco desordenada con tanto por hacer y poco tiempo.
—Ya basta del trabajo señores, tenemos a una invitada especial —dice Susan refiriéndose a Sana.
—¿Y esa cámara, Jungkook? —pregunta Sana con fascinación cuando lo ve con el objeto entre sus manos.
Mi adorado sobrino, parece emocionarse, como cuando le preguntas a un niño sobre su festividad favorita, o su juguete preferido.
Él toma asiento, y nos cuenta emocionado:
—Hoy traje mi cámara. Pensé que sería divertido hacerles unas fotos para el recuerdo. ¡Nunca tengo fotos de mis abuela, ni de la familia! —añade con entusiasmo, apuntando su cámara hacia Susan, quien adopta de inmediato una postura digna, perfecta para una portada de revista.
Tras inmortalizar a Susan desde todos los ángulos posibles, Jungkook pasa a capturar la comida, como si fuera un gourmet crítico, y luego, por supuesto, llega el momento de la ‘pareja del año’.
Nos apunta a Sana y a mí, su rostro mostrando una mezcla de orgullo y admiración.
—¡Sonrían, chicas! —dice alegre, y ambas esbozamos una sonrisa para la cámara.
Pero, por supuesto, Jungkook no se detiene allí:—Vamos, que se vean como una pareja de verdad. Sana, ¿podrías darle un beso a mi tía Jih? ¡Quiero capturar su amor!
Me tenso un poco al escuchar la sugerencia, al parecer Sana también, trago grueso, cuando ella duda un poco, sin embargo termina inclinándose y depositando un beso rápido en mi mejilla, la forma más segura de evitar un espectáculo. Es un gesto breve, delicado, casi un formalismo. Pero algo en mí se siente decepcionado, como si hubiera esperado algo… más.
Antes de que pueda siquiera pensar en detenerme, tomo suavemente a Sana por la mandíbula, ella me mira con sus ojos impactados, y giro su rostro hacia el mío, dándole un beso más definido, rápido, lo justo para la foto, pero… suficiente para que mi corazón dé un salto inesperado. Siento el suave roce de sus labios, y por un segundo, el mundo parece quedarse en pausa.
Aunque quizás sea solo mi imaginación.
Seguido de varios flash y luces provenientes de la cámara Jungkook sonríe satisfecho— ¡Perfecto! Salieron demasiado lindas —y mamá murmura algo sobre “pasarle las fotos más tarde”, Sana y yo tratamos de volver a como estabamos antes. Susan se percata de inmediato de algo fuera de lugar y, con ojos afilados, señala una pequeña marca en mi mejilla.
—Querida, tu labial está por toda la mejilla de Jihyo. Quizás quieran ir al tocador a retocarse —menciona ella.
Nos miramos y, con una excusa rápida, nos levantamos para ir al baño, escapando momentáneamente de la intensa vigilancia de mi madre.
Una vez dentro, con las luces algo más tenues y el murmullo del restaurante lejos, Sana se gira hacia mí, cruzándose de brazos y con una leve sonrisa nerviosa.
—Así que… los besos —se recuesta sobre los azulejos del lavabo, mientras yo paso algo de agua rápidamente en mi rostro caliente y avergonzado —Esto se está volviendo algo… más frecuente de lo que pensé.
Río con una mezcla de incomodidad y diversión—Bueno… es todo parte de la actuación, ¿no? Pero mira… no es que signifique algo, ¿verdad? —pregunto, tratando de sonar casual mientras me retoco el maquillaje en el espejo, ella solo se queda mirandome fijamente, arqueando una ceja—. ¡D-digo, si te molesta que haya dicho eso, no me refería a que sea algo malo, e-es que! ¡Arg! —pierdo el hilo de lo que intento decir.
Ella se tapa la boca, ocultando una risilla ante mi reacción.
Sana asiente, entre divertida y… ¿Aliviada?—Sí, claro. Mientras sean… cortos y haya gente alrededor. Ningún problema, no me molesta. Un simple beso en público para convencer a tu madre. Este es un acuerdo entre amigas, ¿O ya se te olvido Park? —dice con picardía.
Nos miramos a través del espejo, ambas sonriendo, pero con cierta incertidumbre, como si cada una estuviera intentando convencerse de que las cosas son tan simples como las decimos. O eso pienso yo, pues Sana está absolutamente serena, mientras yo acomodó mi corbata constantemente.
—Sí —suelto con simplicidad—, es así.
Entonces es un trato —concluye ella, devolviéndome la sonrisa mientras se aplica un poco del mismo labial—. Besos breves, en público. Y solo cuando sea absolutamente necesario.
Tardamos en salir del baño preparando nuestras sonrisas perfectamente calculadas y la determinación de mantener las cosas bajo control.
Pero mientras regresamos a la mesa, no puedo evitar pensar que tal vez este control no es tan absoluto como quisiera. Nayeon sigue en mi cabeza, repitiendo una y otra vez las consecuencias que luego puede haber.
Me gustaría decir, que aunque el almuerzo transcurrió entre sonrisas, comentarios y algún que otro cumplido de mamá hacia Sana. Mi mente estaba en un caos, solo hay una idea que se repite como un mantra: en poco tiempo, mamá se irá de nuevo a Londres, todo esto se habrá acabado, y mi vida volverá a la normalidad. Lo que yo quería, lo que yo esperaba que sucediera.
Y lo repito hasta el cansancio, en cada bocado de la comida que va hacia mi boca. En cada gesto que Sana y yo hacemos. En cada oración que Jungkook dice, en cada cosa de es almuerzo, eso es lo único que digo.
Porque… en algún lugar profundo, un pequeño y confuso rincón de mi cabeza sabe que la normalidad está muy lejos de regresar.
Las cosas están cambiando, y de alguna manera, en ese constante cambio, Sana se convierte cada vez más en un elemento importante de mi vida. Ya no había manera de mover su ficha del tablero, pues esto era como jugar ajedrez. Cada jugada y paso que damos, parece más impredecible que el anterior, para mantenernos atrapadas. Sana, ha dejado de ser solo otra ficha; ahora es una pieza esencial en mi vida, un pilar en esta partida que ya no imagino sin ella.
¿Será tan obvio y evidente para ustedes, el por qué digo esto? ¿Lo pueden adivinar?
Porque de ahora en adelante, la magnitud de mis pequeñas mentiras, estaba creciendo más y más, justo como sentenció Nayeon. Justo como yo jamás me imaginé.
N/A: Dios mío! YA ESTAMOS EN ESAS PARTES QUE TANTO QUIERO QUE PASEN. Ustedes andan pasados, tres capítulos en pocos días , waos. Espero que estén disfrutando mucho de LL, dije que estaba entrando en una nueva fase, volvió Susan, alv.
En fin, ¿Qué creen que vaya a pasar en el próximo? Leo sus teorías, que opinan sobre los acuerdos de Sana y Jihyo, ¿Creen que esos besos están de más o ustedes también andan con el corazón en la boca como Jihyo? Btw, extrañaba el pov de ella. LA AMO.
Habrá una pausa de algunas semanas para preparar los próximos capítulos, siento que estamos llegando rápido a una parte del libro que dvdd nunca pensé que se me daría, pero esta muy cerca y que bueno que sea en Navidad, les quiero muejejej ♡
—Milanesa :)
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