19: "Una mala idea... ¡Y más citas! (Parte I)"
Después de ese beso, sobra decir que Jihyo y yo nos condenamos... Pero no precisamente como ustedes piensan, ni yo anticipaba lo que iba a ocurrir.
Silencio total. Y no un silencio agradable, sino uno incómodo.
Sus manos sujetan temblorosos el volante, acomoda el retrovisor, y la veo respirar con pesadez, con una lentitud que me mata.
¿Acaso no vas a hablarme, Park Jihyo?
Mi cabeza daba vueltas como una lavadora en modo centrifugado. ¿Qué mierda acababa de pasar? Un segundo estábamos en medio de las escaleras y al siguiente... ¡sus labios contra los míos! La calidez de su aliento rozandome, me hizo estremecer. Quería alejarme, pero al mismo tiempo, no era como si tuviéramos una opción. ¡Su familia estaba allí! ¡Era lógico que recibiría ese beso! ¡P-Pero no tan pronto!
Besarla fue una sensación extraña, como si mi cuerpo tuviera vida propia para acercarse y sellar esa unión de labios tan explosiva… Aunque, al mismo tiempo, no sabía que un beso podría ponernos tan incómodas. Ya nos habíamos besado, pero jamás de esa manera, la calidez de su boca contra la mía simplemente fue impactante; suponía que no estaba en sus cinco sentidos. ¡Es que mierda, fue tan rápido y ridículo todo! ¡Tan cliché y predecible! ¿Por qué todavía siento un latido errático, y el corazón en la garganta.
Intento no darle tantas vueltas, ella solo enciende el auto con ganas de emprender el camino a casa, sin compartir ni una sola mirada. ¿Me debería ofender? Estuve como una tonta, toda la noche ayudándola, me merezco una explicación al menos…
Incrédula, decido abrir el espejo del auto, y cuando mi imagen se revela en el cristal.
¡Mis putos labios, jódete Park Jihyo!
Los veo teñidos de un rojo carmesí mezclado con mi gloss… Mis dedos temblorosos trataron de eliminar la evidencia del crimen, pero solo lograron esparcir el brillo por toda mi cara. Ahora parecía un payaso con el estilista más barato que pudiera existir. ¡Yo sólo quería quitarme el exceso de labial en mi jodido rostro!
La detesto por ser tan escandalosa hasta para darme un beso. ¿No podía ser más prudente?
—¿No me vas a hablar? —Jihyo, sin inmutarse preguntó humildemente desde su lado del auto. Quise hundirme bajo el asiento. ¿Estaba tratando de burlarse de mí? ¿O simplemente era muy buena fingiendo que nada había pasado?
¡Habrá dejado los pantalones en casa de Namjoon, porque la que debería hablar en esta situación es ella, no yo!—Háblame tú.
Pareció que un gato le mordió la lengua en ese preciso instante, porque Jihyo se quedó en un silencio mortal. Ironías de la vida, justo cuando tenía mil cosas que decir, se quedó muda como una ostra.
Le tuve compasión, al verla de reojo, ella se encontraba desorientada, probablemente por el alcohol, sus ojos brillaban en las sombras de su lado del coche.
¡Ya está! terminé de limpiar la jodida mancha, cerrando el espejo de golpe, ella se sobresaltó de inmediato:
—¿Así que tú planeas besarme sin consultarme cada vez que quieras? —la pregunta salió disparada, como si estuviera escupiendo un reclamo. Ella se quedó inmóvil en su asiento. No me voltee hacia ella, estaba con mis ojos clavados en sus dedos y el nerviosismo con el que bailaban. ¿Tal vez fui demasiado agresiva? ¡No pero es que ella tampoco pensó si yo estaba lista para eso!
—No, sólo fue por esta noche.
Abrí la boca para decir algo, pero lo único que salió fue un balbuceo ininteligible. Me sentía como un bomba apunto de explotar. Jihyo encendió el motor y se limitó a decir:
—¿Quieres que ponga la radio? —¡La radio! ¡Como si nada hubiera pasado! ¿Ella de verdad hizo?
Quería gritarle, pero realmente no podía:
—Acabas de robarme un beso frente a toda tu familia, Jihyo. Y ahora me preguntas si quiero escuchar música, ¿Es en serio? ¡No habíamos hablado de eso!
—Bien, bien. Mereces una explicación. —dijo Jihyo, tratando de recuperar la compostura, aunque su rostro seguía sonrojado.
—¿Y qué me vas a decir? ¿Que eso es un nuevo tipo de saludo en tu familia? Los ingleses son muy raros—respondí, alzando una ceja.
Ella soltó una risa nerviosa, y de repente, el ambiente se sintió un poco más ligero. Pero la tensión seguía ahí, como un globo a punto de estallar.
—No, en serio. Solo... sucedió. —murmuró, mirando al frente, evitando mis ojos—. No quise invadir tu espacio así —Sus ojos se colocaron tal cual los de un cachorro… Ella está jugando sucio conmigo esta noche.
—Invadiste algo más que mi espacio, mujer. Además… ¿Sucedió? ¿Así, sin más? Como si besarme fuera tan fácil como elegir qué canción poner en la radio. —dije, cruzando los brazos, aunque en el fondo me moría de risa por lo absurdamente cliché que sonaba todo.
Ella solo soltó un puchero falso, riéndose finalmente cuando ya no pudimos contenernos. Era tonto enojarse por un beso, es solo eso, un beso estúpido que no iba a ir más allá tal cual esta mentira, este show que hemos preparado esta noche.
Su risa se fue desvaneciendo, retomo su antigua seriedad, y dijo:—Tú lo sabes muy bien, besarte no es así de simple. Eres una mujer muy díficil de conquistar—me miró por un instante, sus ojos llenos de incertidumbre y honestidad. Fue un momento. Un instante en el que el mundo se detuvo y sentí que el aire entre nosotras chisporroteaba. Cada que ella se ponía de esa manera, algo extraño crecía en mi interior, me debatía por qué no lograba nunca identificar que era.
Ese momento se esfumó rápidamente, y antes de que pudiera decir algo más, el sonido de teléfono rompió aquello. Era Chaeyoung, y la preocupación en su voz era palpable incluso a través del altavoz.
—¡Sana! ¿Dónde demonios estás? —gritó Chaeyoung, sonando como una madre en plena crisis—. No he dejado de llamarte. ¡Tengo hambre!
¡Diablos, estaba embarazada de Chaeyoung y no me di cuenta! Que cruel.
Debilite mi voz para no alertar a Jihyo, quién se concentraba en arrancar el auto:—No me jodas, Son, te dije que esta noche estaría ocupada…
—¡¿En qué?! ¡¿A quién conquistaste ahora?! —la voz chillona de Chaeyoung logró romper mi audición, y como me temía, llegó a los oídos de Jihyo quién abrió los ojos pasmada.
—¡Chaeyoug, cállate! Ya voy en camino.
Jihyo se puso roja como un tomate, y yo no pude evitar reírme. La situación se estaba volviendo absurda.
—¿A pie, de noche? ¡Estás demente, Sana, déjame llamar a Tzuyu para que te bus…-
La interrumpí:—No Chaeyoung, no es necesario, estoy… estoy… Con Park Jihyo.
—¡¿”El saco de boxeo andante” que tiene la billetera más gorda de Nueva York?!
—¿Por qué soy “un saco de boxeo”? —Jihyo entró con su usual curiosidad, se sintió ofendida… Mierda.
¡Jódete Chaeyoung! Eso debía quedarse entre nosotras.
—Ya Chae, voy en su auto.
—¿Su auto? ¿Y por qué me enteró ahora que si aceptaste su propuesta? ¡¿Por qué no me dijiste que saldrías con Jihyo?! —exclamó, sonando cada vez más agitada.
—Porque no es una cita, solo... —tragué saliva—. Tuvimos una cena familiar.
—¡Una cena familiar! Y te quedaste a "ayudarla" hasta ahora. ¡Por Dios, Sana! ¡No tienes idea de cómo me estresas! ¡Cómo me ocultas un chisme de esa magnitud! —y, como si fuera un comodín, añadió—. ¿Tienes a tu "novia" atrapada en ese auto?
—¡No es mi novia carajo! ¡Pide una pizza, yo la pago. Y luego hablamos de tu incontinencia verbal!
Colgué suspirando, mientras veía como Jihyo se reía para sí misma.
—¿Y qué es tan gracioso?
—Nada… Nada.
—¿Segura, Park?
—No puedo creer que tu amiga acaba de llamarme tu "novia". —dije, burlándose mientras el coche se acercaba cada vez más a mi casa.
—Pues claro que tengo que negarlo. ¡Chaeyoung es demasiado intensa con esas cosas!
—Ajá. ¿Y qué tiene de malo que yo sea tu pretendiente? —Alza una ceja.
—Ay Jihyo, Jihyo, Jihyo… ¿Estás ilusionada conmigo corazón? —bromeo totalmente segura de que se va a sonrojar y evitarme para solo seguir conduciendo.
—¿Y tú qué sabes? Tal vez deberías considerarlo. —dijo ella, con una sonrisa traviesa. Quizá la envidia un poco por ese ingenio que tiene a veces conmigo.
Me mordí el labio, sintiendo que la broma se convertía en algo más serio. Pero antes de que pudiera pensar en ello, ya habíamos llegado a mi casa.
Jihyo se detuvo en el estacionamiento, y un silencio incómodo llenó el espacio entre nosotras. Sabía que debía despedirme, no sabía cuándo volvería a verla, así que era un tanto complejo saber qué decir…
—Bueno... —comenzó la morena, sentí que su voz se hacía más pequeña—. Gracias por la cena y por... ya sabes, por todo.
—No hay de qué —respondí sin más. Realmente no esperaba nada del día de hoy, pero fue tan raro y lindo a la vez la manera en la que trabajamos juntas.
Lamentablemente esto había llegado a su fin.
Un nudo se formó en mi garganta. Las palabras que deseaba decir no salían. Finalmente, Jihyo se volvió hacia mí, y nuestras miradas se encontraron. Había algo intenso en su mirada, una mezcla de ansiedad y deseo que me hizo sentir como si me estuviera desintegrando.
—Espero que no me necesites otra vez —reí nerviosamente, la verdad su madre era alguien bastante exigente con ella. Pero según lo que había comentado Nayeon en algún punto de ese maldito documento, Susan no duraría mucho en Nueva York.
Lo que quería decir que Jihyo no requería más de mí.
Y ambas lo sabíamos.
—Oh vamos, no fuimos tan mala pareja.
—Claro que no bombón, fuimos excelentes —le guiño un ojo, sabiendo que tal vez era la última vez que me la encontraría por estos lares.
Ella volvería a su vida mediática como jefa de una grandiosa y famosisima disquera, y yo a limpiar las mesas de la cafetería por un par de centavos más. Al menos, el dinero que Jihyo prometía darme era un gran aporte por un par de meses más para nuestra economía, planeaba ahorrarle junto con Chaeyoung y así salir juntas adelante. Algo que agradecería de Jihyo sería la coincidencia que tuvo en mi vida, pues quisiera o no, ella estaba ayudándome a salir de ese hueco.
—Te enviaré con Nayeon para que luego puedas recibir lo que te corresponde, ¿Sí? —Comentó muy tranquila, y ella hizo aquello que siempre hace, tomar mi mano:—Espero verte muy pronto.
Besó suavemente mi mano, con esa cortesía y ese acento que suele tener, estaba segura de que Park Jihyo se estaba despidiendo de mí definitivamente.
—Yo también espero verte —respondí, mi voz un susurro con una sonrisa a medias.
Y allí, ella me abrazó. No había una razón, pero yo sentía que era por gratitud más que nada. Nos acercamos y nos abrazamos, un abrazo breve pero lleno de emociones mezcladas y ninguna tenía nombre. Sentí su calidez por segunda vez esta noche. Aunque ella fuera torpe y algunas veces idiota, era una persona amable y cálida, el abrazo duró más de lo esperado, sentí un olor a whisky combinado con ese perfume caro que nunca se me podrá olvidar, estábamos allí, como si ambas quisiéramos quedarnos ahí por siempre, pero la realidad de dos mundos completamente distintos nos iba a alejar y eso era irreversible.
Finalmente, nos separamos, y me quedé observando cómo se alejaba, sintiendo que cada paso que daba era un golpe más al corazón. Era tan raro, ¿Por qué me invadía ese sentimiento? ¿Por qué cuando algo acaba tan rápido nos sentimos tan extraños? La conocí por unos días y movió mi mundo de muchas maneras.
Cerré la puerta del coche con un suspiro, y la sensación de vacío me acompañó mientras subía las escaleras hacia mi apartamento.
Dejé las llaves sobre la cocina y me hundí en el sofá. Estaba tan cansada que casi me quedo dormida ahí mismo, cuando Chaeyoung apareció con una expresión tan emocionante que me hizo saltar.
—¡Llegaste!
—Erm, sí —respondí, todavía medio adormilada. Había sido un día largo y agotador.
—¡Sana, Sana! Tienes que ir a tu cuarto, ¡pero ya! —me jalaba de la mano como si se tratara de una urgencia nacional. ¿Qué podía ser tan importante?
—¿Uy, y esa pinta? —me preguntó Chaeyoung, al notar el vestido que Jihyo me había regalado. ¿Debía llamarla esta semana para devolvérselo o...?
¡Ya basta, Sana! Ella y tú jamás van a hablarse de nuevo.
—Me lo obsequiaron.
—¡La jefaza esa que encima es guapísima, verdad! —chilló emocionada, como si Jihyo fuera una celebridad y yo la afortunada que había estado en su vida por solo una semana—. Sigo enojada de no haber estado informada minuto a minuto de ese chisme. ¡Cómo te atreves, Minatozaki, nos conocemos hasta los pelos del-...!
—¡Ya basta, Chae! —le grité, sintiéndome exhausta. Solo quería hundirme en ese sofá y dormir por horas. Pero Chaeyoung tenía otros planes en mente.
—¡Ey! Pero te queda lindo ese vestido. ¿Qué marca es?
—Prada.
Chaeyoung se tapó la boca, casi ahogándose de la emoción. Respiró hondo y exclamó:—¡Pues ve al cuarto y vas a ver qué hay!
—¡Chae, esta noche quiero no hacer nada! Además, quiero dormir sin que me des patadas toda la noche.
—Uy, tan grosera —respondió la rubia, frunciendo el ceño—. ¡No me importa eso, tienes que ir ya, ¡es urgente!
A regañadientes, me dejé guiar por Chaeyoung a mi habitación, sin esperar nada de lo que vería allí.
Al abrir la puerta, me quedé en shock. ¿Qué era todo eso?
Un montón de bolsas de ropa Prada estaban esparcidas por el suelo. Me congelé, incapaz de contar cuántas había, porque seguro era un número astronómico:—¡¿Qué demonios?! —exclamé, acercándome a las bolsas.
Había prendas de todo tipo. Me agaché y tomé una que estaba justo en la orilla de la cama. Dentro había una caja rosa y una carta.
Debía admitir, la carta era preciosa, tenía el nombre de la boutique de Kai, era rosada también, y en letras doradas estaba escrito lo siguiente:
"Te veías absolutamente deslumbrante en aquel conjunto; así que, aunque insistieras en lo contrario, no me quedó más remedio que adquirir la colección completa para ti. Gracias de corazón por tu ayuda, Sana-ssi.
Con mi más sincero cariño,
Park Jihyo, la idiota del ascensor :)”
—La carita al final le da el toque, cásate con ella —Chaeyoung miraba desde mi hombro, estando de puntillas. Rodé los ojos.
—¡Chae!
Me senté en la cama, sin poder procesarlo. ¿Acaso Jihyo había decidido que, en lugar de un adiós triste, merecía un desfile de moda en mi habitación? Comencé a sacar las bolsas, cada una contenía ropa que parecía sacada de un sueño de fashionista.
Imaginé a Jihyo haciendo su propia versión de "El Diablo Viste a la Moda", pero en lugar de castigarme, ¡me regalaba toda la colección de esa boutique!
—¡Esto es una locura! —dije en voz alta, mirando las prendas. ¡Era como si Jihyo hubiese desatado un tornado de moda en mi cuarto!
Chaeyoung, que había estado observando con la mirada de un niño en una tienda de dulces, saltó sobre una de las bolsas.
—¡Tienes que probártelo todo!
—¡Chae! —protesté, riendo—. No tengo un departamento de moda, ¡esto parece un bazar!
—¡Pero son Prada! —respondió, como si eso justificara todo.
Así que, con una mezcla de incredulidad y diversión, decidí jugar con las prendas. Me probé un vestido brillante, mientras Chaeyoung se paseaba por la habitación como una comentarista de moda.
—¡Sí, eso! ¡Te queda perfecto! —gritó, haciéndome sentir como una estrella en la pasarela de París.
—Sí pero no es mío.
—¡No me digas que las vas a devolver! ¡Te mato! —grita como una pequeña malcriada.
—Aún no lo sé, Jihyo es demasiado exagerada, quizá le devuelva la ropa cuando la vea —si es que eso pasa.
—Sana, déjate querer…
—No empieces.
—¡Al menos quédate con un par, y me las prestas!
Reí, seguíamos probandonos ropa, como si fuésemos un par de adolescentes tal cual hace años. Al menos Jihyo me había regalado ese momento con mi mejor amiga.
Al final, en lugar de descansar, me encontré haciendo un desfile improvisado, riendo y disfrutando del momento.
¿Quién sabía que un día tan agotador podría terminar en una fiesta de moda en mi habitación?
Habían pasado diez días desde aquella noche con Jihyo. Diez días desde el beso repentino en las escaleras y su despedida en el coche. Diez días desde que mi habitación fue invadida por una especie de tornado de alta costura, cortesía de Park Jihyo. Cada tanto, Chaeyoung insistía en que el desfile debía continuar, así que el repertorio de “pruebas de moda” seguía todas las noches, como un ritual de distracción.
Diez días que pasaron tan lentos, y mientras esos días trascurrían, no hubo ninguna llamada, ningún mensaje de Jihyo. No sabía si me dejaba más tranquila o me resultaba inquietante.
Chaeyoung y yo nos encontrábamos tranquilas, había sido una buena semana en la cafetería, muchos cafés, muchas propinas. Aún no cobraba mi parte del trato con Park, pues Im Nayeon jamás llamó.
¿Me debería empezar a preocupar?
Por otro lado, la relación de Tzuyu y Chae parecía ir de maravilla, ya que cada noche tenían citas y citas. Chaeyoung no conocía la palabra ahorrar, y compraba ropa en los bazares cada tanto para sus citas. Algo que debía reconocer en Chaeyoung, es su interesante estilo de vestir, era digno de una artista. Quizá por eso Tzuyu estaba tan encaprichada con ella.
Como mencioné antes, seguíamos trabajando en la cafetería, las jefas de Moonlight Sunrise estaban de viaje, y la rotación de camareras en el bar no nos incluía esas semanas; eso significaba aspirar azúcar, levadura y café recién molido desde las siete de la mañana hasta las seis.
Era miércoles, y como cada semana, me encontraba trabajando de forma remota en la cafetería. Las mesas estaban un tanto vacías, lo cual significaba menos ajetreo y más tiempo para dejar que mi mente diera vueltas. Chaeyoung se sentó a mi lado y, después de que me observara un rato en silencio, me lanzó esa mirada que usa cuando quiere sacarme algo.
—Así que… ¿nada de Jihyo? —preguntó, con un tono más curioso que preocupado.
—Nada. Nada de nada —respondí sencilla, tratando de sonar despreocupada, aunque no sabía si la estaba convenciendo a ella o a mí misma—. Supongo que está ocupada en la disquera o algo, ya sabes que ese mundo es muy mediático.
—¿O algo, eh? —saboreo mis palabras, Chaeyoung sonrió disfrutando claro está, de ese momento de picardía—. Igual… no te hagas la indiferente. Apuesto a que le devolviste el mensaje mentalmente, mínimo cincuenta veces.
Es una maldita entrometida. Aún así la sigo queriendo.
Arrugué mi nariz, intentando no darle la satisfacción de saber que, en el fondo, estaba en lo cierto.
Me quedé mirándola con una mezcla de exasperación y diversión. Estaba a punto de responderle cuando mi teléfono comenzó a sonar. Ni siquiera alcancé a leer el nombre en pantalla antes de que Chaeyoung le echara un vistazo por encima de mi hombro.
—¡Oh, pero mírate! ¡Ya llegó tu llamada! —rió, emocionada, ella quería arrancarme el teléfono de la mano, pero no se lo permití.
Sin embargo, al ver la pantalla, me di cuenta de que no era Jihyo, sino un número desconocido. Respiré hondo antes de contestar, mientras Chaeyoung seguía observándome expectante, como si fuera un gran asunto.
—¿Hola, con quién hablo? —dije con la voz un poco más seria de lo habitual.
—¿Señorita Minatozaki? —la voz al otro lado de la línea era mucho más formal, pero amable—. Soy Kang Seulgi —recordé perfectamente ese nombre del día en que pise la disquera—. La estamos contactando de Park Records, el motivo es sobre su reciente audición para el nuevo video musical de Kim Dahyun.
Mi pulso se aceleró en un instante. Llevaba semanas esperando una respuesta y, sinceramente, ya había perdido las esperanzas. Me di cuenta de que Chaeyoung estaba intentando contener una sonrisa mientras me hacía gestos de ánimo. Empezó a dar saltitos por toda la cafetería. Mientras yo intentaba responder serena:
—¡Sí, claro! —respondí rápidamente, tratando de sonar profesional—. Estoy disponible para cualquier información adicional.
¿Será que Park Jihyo me había recomendado…? Me gustaría pensar que, después de todo, no me había olvidado.
Eso es muy tonto de pensar.
—Perfecto. Queríamos confirmar que su perfil ha sido seleccionado para el video. Nos encantaría contar con usted en esta producción; por supuesto en el puesto de protagonista en su vídeo musical, y bailarina. La Señorita Kim Dahyun misma revisó a detalle que usted sea ideal para esta elección tan importante, y usted es acorde a lo que ella necesita, ella exigió que fuera parte del proyecto.
Las palabras quedaron suspendidas en el aire por un segundo. Sentía que el corazón se me iba a salir del pecho, mientras intentaba procesar lo que acababan de decirme.
¿Kim Dahyun me necesita a mí? ¿A una mesera y camarera común de Nueva York?
¿¡Quién manifestó tanto!?
—¿Sana? —la voz de Chaeyoung me trajo de vuelta—. ¡Dime que estás diciendo que sí, o te hago trizas!
Que vergüenza, había dejado a Seulgi esperando.
—Sí… sí, claro. Por supuesto que acepto —respondí en el teléfono con una mezcla de emoción y sorpresa, la sonrisa no me cabía en el rostro, mi mejor amiga y yo luchabamos por mantener la compostura, y no gritar como unas locas.
La llamada continuo:—Muy, bien entonces… ¿Tiene un papel y lápiz?
—Erm no, pero tengo buena memoria.
—Usted debe asistir hoy mismo a partir del mediodía a nuestras instalaciones —cuando dije eso, trague grueso. ¡No eran ni las diez aún, estaba con el uniforme, y el Señor Cheng no regalaba favores! La mujer seguía con con una breve explicación del horario para la primera reunión de trabajo y algunas indicaciones adicionales—. La recibimos con gusto a partir de esa hora, procure no llegar tarde, Dahyun se reunirá personalmente con usted.
Cuando colgué, estaba pálida, rigida y de pie analizando todo. Chaeyoung prácticamente dio un salto de alegría. Se abalanzó sobre mí, con intenciones un abrazo.
—¡No fue tu príncipe azul con senos, pero al menos tienes el trabajo, lo sabía! —Cómo siempre, tan delicada.
Le correspondi el abrazo, intentando retener las lágrimas que sabía que se avecinaban. Desde que llegué a Nueva York, lo único que siempre había deseado era esta clase de optunidades, mejor dicho, desde siempre he querido esto. Y la vida al fin me lo estaba otorgando.
Iba a hacer sentir orgullosa a esa niña interior que tuvo muy pocas cosas en su vida, pero el suficiente amor para luchar por sus sueños. Mi mejor amiga sentiría alivio por fin después de verme años sin absolutamente nada. Y no menos importante… iba a honrar a mi abuela.
Apenas pude reaccionar. Me sentía en una especie de nube, entre la emoción y el vértigo de lo que estaba por venir.
De pronto la ansiedad por las palabras dichas por Seulgi me invadió, había tres cosas que no tenía para ir: calma, ropa decente y un auto para llegar temprano.
¡Qué coño iba a hacer!
Empecé a respirar con dificultad.
—¡Chae, Chae! ¡No tengo nada que ponerme! ¿Cómo voy a presentarme ahí con... con el uniforme de la cafetería o con algo peor? ¡Esto es Park Records, es imposible! ¡Y Kim Dahyun va a estar ahí, la mismisima Kim Dahyun!
Y no era mentira, no tenía ropa adecuada para ello. En caso de que Dahyun tomara una decisión final conmigo ahí, la ropa definitivamente iba a influir.
Chaeyoung se acercó a mí—Sana, relájate un segundo, ¡ni siquiera hemos terminado de procesar la llamada y ya te estás angustiando!
—Es que tengo que estar impecable, Chae. La última vez que fui a una audición llevé…—susurra— ¡unos jeans y una camiseta que ni siquiera sé si plancha bien, me sentía fuera de lugar entre tantas chicas lindas y arregladas. ¿Tú crees que esa es la imagen que quiero que tengan de mí?
Chaeyoung frunció el ceño, me tomó del rostro apretando mis mejillas:
—Minatozaki Sana, escúchame. Soy tu mejor amiga y debo ser brutalmente honesta contigo… Primero, vas a verte increíble porque tienes carisma de sobra, lo digo porque duermo en una cama contigo tosos los días desde hace cuatro años, y me sorprende lo hermosa que eres. Segundo, si lo quieres ropa más formal, ¡tranquila, yo te presto un vestido que traje hoy para mi cita con Tzu! ¡Y tercero, si es por el dinero para el taxi, yo te lo pago con mi salario!
—Ay, Chae… no sé cómo lo haces, pero siempre logras calmarme —dije aún con sus manos en mi cara—. ¿Pero donde me cambió? ¿Debería peinarme? ¡¿Qué hago?!
Chaeyoung me empujó hacia el baño:—Ve y retocate, busca en mi mochila mi vestido.que nada te detenga de ir, ¡y no pongas excusas con que no das la talla! ¡Estás preciosa, Sana!
—P-Pero y tu cita con Tzuyu…
—¿Crees que a Tzuyu le importa si cargo el uniforme lleno de manchas de café? ¡A mí mujer solo les interesa una cosa de mí y eso no tiene nada que ver con el ves-...!
—No termines esa frase.
—Sana —Chaeyoung me hizo voltear antes de entrar al baño—, eres mi mejor amiga y no puedo dejar que arruines una oportunidad así por nervios. Tienes todo lo que se necesita para arrasar en esa audición. Créeme, cuando llegues, sabrán que estás ahí para ser una estrella —Sus palabras me golpearon por la intensidad y el amor que contenían. Si alguien había apostado todo por mí, era Chaeyoung, y su opinión para mí era esencial en todo aspecto.
Chaeyoung se ofreció a cubrirme las horas de trabajo en la cafetería para que pudiera asistir a la primera reunión en Park Records, y me empujó hacia la salida como si fuera mi manager. Mi primera gran oportunidad.
Con esa última frase de ánimo, tomé aire y me dirigí hacia la disquera, consciente de que, Jihyo estaba al mando de esa empresa, y no solo estaba frente a mis sueños haciéndose realidad, sino también… Frente a esa mujer tan enigmática como inolvidable.
Bajo del taxi a toda prisa, ya son las doce y media a penas, pero mi interés era llegar temprano, seguía nerviosa y emocionada, llegando a la sede de Park Records, reconozco de inmediato aquel edificio moderno con paredes de vidrio y luces que destellan en tonos vibranyes. Saboreando esa oportunidad y, aunque llevoel vestido de Chaeyoung, se siente increíble. Me he hecho una coleta alta, dejando salir algunos mechones, y afortunadamente llevaba unas sandalias altas, perfectas para ese día.
Al entrar, observé la elegancia y noto el profesionalismo que rodea el lugar, solo me toca respirar profundo, intentando calmar las ansias que recorren todo mi cuerpo, sé que me irá bien, y por fin acerco al mítico escritorio de la recepción, con la formalidad de Kang Seulgi recibiendome.
Logré regular esos nervios, y mi voz salió con naturalidad tal como quería:—Buenas tardes, soy Minatozaki Sana. Estoy aquí para la audición del nuevo videoclip de…—bajé un poco la voz, emocionada—Kim Dahyun.
Kang Seulgi me mira serena:
—Ah, sí. Aquí estás. Te estaban esperando— indica la dirección con una sonrisa algo simplona— La sala de ensayo está en el tercer piso. Te va a acompañar…
—Tu favorita, guapa —Por arte de magia, aparece Momo, con una sonrisa, y un outfit mucho más casual que la última vez que la vi. Seulgi hizo una mueca de asco, ignorando a Momo. —¡Vamos, Seulgi, sabes que yo te gustó!
—Estoy casada y con un hijo, Hirai —responde algo cansada Seulgi.
Hirai Momo se percata de mi presencia, y me saluda animadamente y levantando una ceja divertida— ¡Vaya, Minatozaki! Justo a tiempo. ¿Lista para lo que te espera?
—Hola Momo, si gracias, aún estoy lidiando con la emoción —sonreí tratando de asimilar las cosas.
—Listo Seulgi, ya no te tuteo más.
—¡Menos mal!
Momo me hizo una señal para seguirla.
Mientras caminábamos, ella comenzó a sacarme conversación.
—¿Y cómo está mi gemela de Kansai?
—Uf, estoy con el corazón en la boca, Momo. No puedo con tanto.
—Por supuesto que puedes. Mira, Dahyun no es tan exigente. Yo sí, pero ella no.
—¿A qué te refieres con eso? —dije dudosa.
—Ya lo veras.
—¿En serio?
—¡Claro! Ya sabes, ¡este es el lugar para las grandes estrellas! —bromeó— Aunque, claro, no todas tienen a alguien tan increíble como Kim Dahyun de compañera —Suspira, fingiendo soñar despierta. Momo parecía tenerle una gran admiración a su jefa.
—Sí, imagino que trabajar con Dahyun debe ser… especial.
—“Especial” es una forma de decirlo— Me toma del brazo y me lleva por el pasillo —Ven, Dahyun está esperando.
En ese momento, entramos a la sala de ensayo, espaciosa, con espejos y luces, donde Kim Dahyun, mi futura jefa si la vida me lo permitía; está de pie junto a una mesa, revisando unos papeles. Cuando la estrella nos escucha entrar, levanta la vista y nos dedica una sonrisa cálida y segura.
Es impresionante como siempre esta estilizada, siempre está sonriendo, como su pálida piel le da esa sensación de ser una muñeca de porcelana. Kim Star era un icono en ese momento, y me sentía privilegiada de tenerla tan cerca.
—¡Hey, chicas! ¿Qué tal el viaje por las escaleras?
—Increíble, buenísimo para mis piernas —comenta Momo divertida, lanzándome una sonrisa—. ¿Cómo estás, corazón de melón?
—¡Momo! —la regaña Dahyun, entre risas, mirándola con falsa severidad.
Me quedo en mi lugar, expectante y con la sensación de estar en el sitio correcto, aunque no sé si debería hacer algo más. Entonces, cuando ella me dirige la mirada, rápidamente hago una reverencia, tratando de ser lo más respetuosa posible.
—Hola, señorita Kim. Espero haber llegado a buena hora, un gusto, Minatozaki Sana.
—Te recuerdo, Sana. Estuviste ahí cuando tuve mi accidente, y a pesar de todo, todavía te tengo presente, chica.
—¿Se encuentra mejor? —pregunto, buscando en su rostro alguna señal de cómo está realmente.
—¡Claro! Nayeon se encargó de llevarme al mejor lugar para recuperarme. Aunque... por favor, probablemente después de hoy seamos compañeras, así que trátame solo de Dahyun, ¿sí?
—Sí, señorita... Mmm... ¿Dahyun? —corrijo, un poco nerviosa, lo que provoca una risa de ella.
Dahyun nos señala dos sillas en la mesa del estudio para que Momo y yo tomemos asiento. Una vez acomodadas, comienza a hablar con una seguridad contagiosa.
—Bien, Sana, seguramente ya tienes una idea de por qué queremos trabajar contigo. —Hace una pausa breve, como preparando el ambiente—. Este álbum es conceptual, y queremos que una sola modelo lleve la esencia en los videos promocionales. Además, como hay una historia detrás, firmarás un contrato especial para algunas presentaciones.
Abro los ojos, sorprendida. ¿No sería solo un videoclip?
—Para el videoclip queremos capturar algo fresco y genuino —prosigue Dahyun—, y creo que encajas perfectamente en ese concepto. El hecho de que seas japonesa también ayuda a construir la estética que buscamos. Momo y yo estaremos aquí para apoyarte en cada paso de la coreografía, pero la mayor parte del tiempo estarás sola con Momo. ¿Te parece bien?
—Sí —respondo casi sin pensarlo, entusiasmada.
—Esto no es fácil; necesitamos total disposición. ¿Tienes algún empleo aparte de este? —pregunta con seriedad.
—Sí, pero... podría renunciar sin problemas. Esta oportunidad lo vale totalmente.
Dahyun sonríe, como quien ha escuchado lo que esperaba.
—Perfecto, entonces, que sepas que los ensayos y grabaciones tendrán jornadas largas. No queremos asustarte, pero necesitas mucha paciencia contigo misma en este proyecto.
—No hay problema, soy bastante disciplinada —contesto, confiada.
—Sobre los sueldos, Nayeon se encargará de eso. Yo solo quería esta pequeña reunión para aclarar los puntos artísticos y confirmar tu participación.
—Soy una maestra dura, Sana. Vas a necesitar litros de agua y ponerte en forma. Por alguna razón, Dahyun quiere que la chica del video tenga bíceps —agrega Momo, haciendo una mueca de broma.
—¿Bíceps?
—Nah, no es para tanto —dice, soltando una carcajada—. Te pintamos de verde y los editan en postproducción.
Nos reímos juntas, la tensión inicial ya había desaparecido.
—Estamos planeando empezar las grabaciones el próximo lunes, ya que esta semana están afinando algunos detalles en el álbum, pero el single está listo. ¿Te parece bien?
—Sí, ¿debo anotar algún número?
—El mío. Yo coordinaré tus horarios; seré tu mentora.
Eso me hace sentir tranquila. Momo, con su humor, me inspiraba confianza aunque, siendo mi mentora, parecía que iba a ser intensa.
Dahyun interviene:
—Momo es fundamental para el videoclip, es la coreógrafa oficial y la que mejor sabe cómo combinar expresión escénica con baile. Con ella podrás perfeccionar todo lo que ya sabes.
—Gracias por elegirme, Dahyun. De verdad, daré lo mejor de mí —digo, emocionada, sintiendo un deseo ardiente de hacer un trabajo impecable.
Dahyun asiente, satisfecha, y comienza a contarme más detalles sobre el álbum, su concepto y lo que buscan transmitir. Pasamos un rato largo hablando; Momo y ella respondían cada pregunta con entusiasmo y, a veces, incluso al unísono. Era impresionante ver la conexión que tenían; me contagiaban sus ganas de sacar adelante el proyecto.
Cuando la reunión termina, me levanto, lista para irme. Aún no sabía cómo acostumbrarme a esta sensación, pero Kim Dahyun ayudó mucho a comprender este proceso.
Estaba aún sumida en mis pensamientos cuando hundo el presiono del elevador para esperarlo pacientemente. Me trae algunos recuerdos de… ¡No, hoy no, hoy es sobre mis sueños y aspiraciones! Pero tal vez, lo que no dices pero piensas el universo te lo ofrece, porque al abrir la puerta del elevador, me encuentro con Jungkook, de frente, Sí, el sobrino de Jihyo.
Jungkook siempre irradiaba amabilidad y, justo ahora su sonrisa dulce está de oreja a oreja:
—¡Hola, Sana! —me saluda con una sonrisa cálida—. ¿Qué te trae por aquí? Justo iba a ver a mi tía.
Dios, ¿Yo qué hice?
—Hola Jungkook. ¿Cómo has estado?
—¡Excelente! —su voz llena de emoción. Me adentro en el ascensor, y rezo a todos mis santos en los que creo para que Jungkook no pregunte por mi fulana relación con Jihyo.
Sin embargo, debo dejar de manifestar este tipo de cosas, pues Jungkook no duda en curiosear mis verdaderas razones para estar allí.
—Así que… ¿Viniste ver a Tía Jih?
—Erm…
—¡Vamos, no seas tímida, se ve que la extrañas! Por cierto, hoy estás muy bonita, seguro querías verla, ¿No? —No… ¡no, no, no! Dios mío que insistentes son los Park.
—Gracias Jungkook —sonreí simple.
—No hay de qué. ¿Quieres que te acompañe? Sé que estás esperando verla... Ya que ustedes son, bueno, ya sabes... —baja la voz, como en un secreto—. Noviecillas.
Oh, no. Jungkook, con su buena intención, creía en aquella “relación” que Jihyo y yo fingimos en algún momento por razones que ahora se me escapaban. Sentí un ligero pánico; ¿cómo le decía que no sin hacerlo sospechar? Antes de que pudiera inventar una excusa, ya estaba caminando a mi lado.
—Eh, Jungkook, no, yo... no quiero molestar —titubeo, tratando de ganar algo de tiempo.
—No es ninguna molestia. Además, mi tía le hará bien verte. Ha estado muy estresada con el trabajo, pero eso me imagino que lo sabes —No sabía nada de Jihyo porque hizo tal cual un padre irresponsable. ¡Carajo, cómo resuelvo esta situación! —¡Vamos, Sana! —me anima, sin darme opción a retroceder.
Y así, con el corazón acelerado y las manos sudorosas, termino caminando hacia la oficina de Jihyo, incapaz de prever cómo resultaría esta inesperada visita.
Jungkook introduce un carnet por una ranura de seguridad, para así abrir las puertas de gran oficina.
Él no duda en atravesar esa puerha con la energía habitual que siempre carga, saludando animadamente sin darse cuenta del ambiente tenso que reinaba en la oficina.
—¡Tía Jih, hola! ¡Te traje una visita especial! —exclama, irradiando entusiasmo puro.
Y es cuando la veo, de lejos.
Jihyo, que estaba sentada con los brazos cruzados y una expresión de clara frustración, con las mangas hasta el antebrazo, y pegada al escritorio junto a Nayeon; levanta la vista de unos documentos y su rostro se ilumina al ver a Jungkook:—¡Kookie! —saluda, pero… su sonrisa, sin embargo, se transforma en una mezcla de sorpresa y desconcierto al notar que me tiene a mí también en la entrada.
Me siento en una situación más que incómoda.
—¿Sana? —dice en un susurro, como si dudara de lo que veía.
A su lado está Im Nayeon quien deja de mirar el informe que sostenía y me observa de reojo, su expresión pasando de seria a incrédula. Esa mirada de halcón que me dedica siempre me deja fría, no muestra ni una emoción de verme allí. No parece entender cómo terminé en la oficina de su socia en medio de una reunión privada. La secretaria, que reconozco como Jennie, apenas disimula su sorpresa, mirándome con algo de curiosidad.
Jihyo no despega su mirada de mí.
—Uy, ustedes se miran con mucha intensidad. Bueno, creo que… les haré espacio para que hablen —dice Jungkook alegremente, como si acabara de hacer la mejor obra del día.
Sin darnos a Jihyo o a mí la oportunidad de protestar, me empuja sutilmente hacia adentro y se marcha, cerrando la puerta detrás de sí con rápidez, como un niño que hace travesuras y se esconde para que nadie lo atrape.
El silencio que sigue es incómodo, como una corriente eléctrica que flota en el aire. Intento sonreír, pero siento que mis mejillas se sonrojan. Jihyo me lanza una mirada interrogante, claramente sin entender el motivo de mi visita en un momento tan intimo de su vida profesional. ¡Dios, por qué me siento como una cucaracha cuando prenden la luz!
—Minatozaki... —empieza Im, alzando una ceja y cruzando los brazos, su tono cargado de una mezcla de sorpresa y expectativa—. ¿Tienes alguna razón especial para estar aquí?
Tartamudeo un momento, tratando de explicarme sin parecer demasiado nerviosa. Agarró mi bolso como si mi vida dependiera de ello, juego con mis dedos tratando de explicar:
—Yo… no, bueno… no quería interrumpir. Jungkook insistió en traerme aquí para… para ver a Jihyo —digp mientras mi mirada va de Jihyo a Nayeon, quien mantiene su expresión seria pero claramente intrigada.
Jihyo suspira, esforzándose por recuperar la compostura. Al final, ella termina sonriéndome, pero sus ojos se ven cansados, y su apariencia no suele ser como siempre.
—Está bien, Sana. Gracias, Jungkook es… especial en su forma de pensar que ayuda —dice, tratando de suavizar la tensión mientras me indica una silla para que me siente—. Jennie, ¿podrías darnos un momento? Gracias —pide con tono amable.
Jennie se levanta y me dedica una sonrisa antes de salir, dejando a las tres a solas en la oficina.
Nayeon suspira y me lanza una última mirada curiosa antes de levantarse, sacando su teléfono para ignorar nuestra conversación:—Voy a revisar unos correos mientras ustedes… hablan —murmura, con un tono que parece decir que no está muy interesada en conocer detalles sobre Jihyo y yo ahora.
Im se aparta a un lado muy despejado de la oficina, dejándonos a medias en soledad para ambas, veo a Jihyo quién reclina en su silla, observándome con una mezcla de sorpresa y algo de ternura.
Siento su mirada sobre mí, y aunque al principio parece algo confundida, sus ojos se suavizan cuando hacemos contacto visual.
Me da una pequeña sonrisa, de esas que solo ella sabe dar y que hacen que me olvide de la incomodidad de la situación.
—Así que… Kook te trajo aquí, es tan necio —dice, más en tono de afirmación que de pregunta, y su voz suena como si intentara ocultar una risa.
Asentí, un poco apenada—Sí, lo hizo. Yo… en realidad no sabía cómo decirle que no —le confieso, jugando nerviosamente con mis dedos—. Cuando se pone tan decidido, es difícil decirle que no.
Ella ríe entre dientes, asintiendo como si entendiera perfectamente a lo que me refiero.
—Es cierto, es muy insistente. Pero bueno, ya estás aquí. ¿Cómo has estado? ¿Te ha ido bien? —pregunta, dejando a un lado la formalidad que la caracteriza.
—He estado bien —le respondo, sintiéndome un poco más cómoda al ver que ella también se relaja—. Ocupada… pero bien. Mis razones son un misterio, Park.
—Ya veo, igual me enteraré porque soy la dueña.
Sonreí por su broma.
—Por cierto, sobre el... “asunto” de la vez pasada —digo, bajando la voz y haciendo énfasis en el “asunto” para no mencionarlo directamente. Decir que fuimos novias o nos besamos en su empresa podría perjudicarla—. Todavía tenemos pendiente el tema del dinero, pero tampoco quiero apurarte. Sé que tal vez has tenido muchas cosas encima.
—Oh, no, Sana, no te preocupes. Claro que no he olvidado lo de nuestra… colaboración —dice, divertida—. De hecho, quería agradecerte por aquello. Fingir que éramos novias fue una locura, pero me ayudaste mucho con mi familia.
—Bueno, para algo están los amigos —le respondo, encogiéndome de hombros con una sonrisa.
¿Amigos… Un amigo te besa apasionadamente frente a su familia? No lo sé.
Hay una pequeña chispa en sus ojos cada vez que sonríe, y su presencia me resulta más cómoda de lo que había imaginado. Entre risas, siento una calidez en el pecho que no había notado antes, aunque trato de ignorarla.
Finalmente, Jihyo me indica una silla para que me siente junto a ella.
—¿Sabes? Estas semanas han sido duras para la disquera —confiesa, dejando escapar un suspiro y apoyándose en el respaldo de su silla—. Especialmente con el tour de Dahyun. Hay tanta presión en cada detalle. queremos que sea perfecto, Nayeon y yo no hemos salido de aquí después de ese día en que nos vimos… Desde la logística, hasta los ensayos, y hasta la más mínima decisión parece crítica. Todos hemos estado de cabeza para que todo salga bien.
—Imagino que debe ser agotador. No puedo ni imaginarme todo lo que implica organizar un tour a esa escala —digo, impresionada.
—Lo es, créeme. Pero también es emocionante ver cómo todo va tomando forma. Dahyun es tan talentosa, y queremos que este tour refleje eso. Solo… hay días en los que las cosas se complican demasiado, y el estrés termina ganando.
La escucho atentamente, asintiendo de vez en cuando. Su tono es sincero, y por su expresión, se nota que ha tenido que lidiar con muchas preocupaciones recientemente. Pero había algo que me sorprendía, que ella no supiera realmente que Dahyun me escogería a mí como su candidata para el vídeo. Quise preguntar:
—¿De verdad no sabes por qué vine?
Ella negó.
—Está mañana recibí una notificación de que Dahyun me había escogido… para el vídeo —murmuré apenada, ella se sorprendió muchísimo al escucharlo.
—Lo sabíamos —concedió ella—. O sea, no cuando te escogería ni que seria hoy, ¡pero definitivamente sabíamos que Dahyun te buscaría a ti!
—¿Sí? —pregunté asombrada.
—Sí, Sana. Dahyun quedo encantada contigo, en cuanto se recuperó ese día estuvo como loca buscando tu carpeta para llamarte. Nayeon también apostó por ti.
—¿Nayeon? ¿Tu amiga que me odia?
—No te odia, solo piensa que yo no debería arrastrarte mucho a mis problemas familiares. Y tiene razón.
—No creo, me come viva cada que respiro cerca suyo. Es aterrador.
—No es algo muy usual en ella, quizá esta enojada conmigo. Pero ella de verdad es dulce —Aún así no me haría cambiar de opinión.
—¿Cómo ha ido eso de tu madre? —pregunté de repente.
La veo cansada, no sabía si era solo su trabajo, o algo ocurrió con su familia mientras no estuve.
—De ella no he sabido, dijo que se iría esta semana. Preguntó por ti y solo le dije que estabas trabajando al igual que yo, ella se quejó de por qué no salíamos más. Ya sabes, algo muy ella…
De repente, Nayeon entra en la oficina, interrumpiendo el ambiente relajado que habíamos logrado construir.
—Jihyo, perdona la interrupción —dice con su tono profesional y una mirada rápida en mi dirección—, pero tienes una llamada urgente. Había algo en el tono de Nayeon que alarmó a Jihyo, pues Nayeon la observó atentamente.
¿Qué estaría pasando?
—Pásala a mi línea —su voz sonaba con hartazgo, se lleva el teléfono al oído y al instante la sonrisa en su rostro se convierte en una mueca tensa como cada vez que mencionan a su madre.
El teléfono estaba en altavoz, así que tanto Nayeon cómo yo podíamos escuchar absolutamente todo:
—¡Ah, madre! ¿Qué tal?
—Jihyo, querida, ¿qué clase de saludo es ese? —la voz de su madre, Susan, suena irónica y un poco ofendida desde el otro lado de la línea—. No estaré en tu vida mucho tiempo más, así que ¿podrías, al menos, sonar un poco emocionada?
Jihyo rueda los ojos y yo, que puedo escuchar algunas partes de la conversación, trato de disimular el disgusto de escuchar ese acento británico tan propio de Susan, quién ya en mi cabeza se creó una fama por sus intensos despliegues dramáticos, desde que nos conocimos en persona, sinceramente las cosas que Susan Park decía podrían ser material para una novela.
—Perdona, mamá —responde Jihyo, esforzándose por no perderse en la conversación—. Es que no esperaba recibir una llamada tuya justo ahora.
—Bueno Jihyo, tú nunca esperas nada de mí. ¿O sí? —dijo hostil—, me imagino que estas trabajando.
—Sí.
—Pues no esperaba tener que darte esta noticia, querida —continúa su madre, con tono melodramático—, pero mi vuelo de regreso a Londres se ha cancelado, hay una tormenta por estos días y me han sugerido esperar unos días más. ¡Y qué mejor oportunidad para que almorcemos tú, Sana y yo!
Mis ojos se abren como platos, y Jihyo me lanza una mirada de pánico. Nayeon está mordiéndose la palma de la mano, inquieta.
—Oh, mamá, no tienes que preocuparte por eso. Sana y yo íbamos a almorzar en la cafetería de aquí, algo rápido... ya sabes, tenemos un día muy ocupado, por el trabajo y… —dice Jihyo, intentando salir del apuro.
Pero Susan no iba a ceder tan fácilmente. Es más, quizá Susan prefería morir antes que darle la razón a Jihyo.
—¿En la cafetería? ¿Te parece esa una buena opción para tu... novia? —replica con un sarcasmo tan afilado que hasta yo puedo sentirlo—. A una mujer no se la lleva a una simple cafetería, Jihyo. Menos esa tan corriente como la de tu empresa, ¿Acaso no te quedó nada de lo que te enseñé en esta vida?
Jihyo cierra los ojos, como intentando mantener la calma.
—Mamá, no es por maltratar a nadie, solo que… es más cómodo. Además, Sana no…
—¡No, no y no, Jihyo! Ustedes dos deben venir a un restaurante digno. Nos veremos en aquel lugar que te recomendé la última vez, a las dos en punto. No acepto excusas, me importa un comino lo que tengas que hacer con el trabajo, Sana merece más.
Antes de que Jihyo pueda responder, Susan cuelga, dejándola en un silencio resignado. Nayeon, quien no ha dejado de escuchar, parece aturdida al igual que la morena. Yo, mientras tanto, no puedo evitar sentirme atrapada entre la risa y el nerviosismo; la situación acaba de tornarse surrealista.
Jihyo se gira hacia mí, con una expresión de derrota y disculpa.
Se queda inmóvil en la silla, sus nudillos se vuelven blancos. Y sus ojos se ven tan apagados, se queda mirando un punto fijo por unos segundos hasta que dice con prisa:
—Nayeon, quiero que llames a Jennie de inmediato. ¡Pero ya!
La voz de Jihyo comienza a demostrar preocupación con una mezcla de frustración.
Nayeon se va en busca del teléfono. Mientras nos deja solas.
—¿Estás bien? ¿No tienes otra manera de escaparte?
—No —se limita a decir—. No se cómo resolver esto —ella se detiene revisando sus pensamientos—Sana, sé que esto suena… absolutamente loco —comienza, frotándose las sienes.
Me quedo pasmada, esperando que ella no me pida lo que sé que está por decir, no estoy de saber cómo responder. La idea de enfrentar a Susan nuevamente, suena a martirio.
Jihyo me observa, su expresión tan seria como la primera vez que me pidió ayuda con esto.
—¿Tú podrías… ayudarme otra vez? —pregunta, su voz apenas un susurro, casi suplicante—. Prometo que haré lo posible para que se vaya pronto, lo juro.
Lucho por decidir cuanto antes posible, se ve en apuros, quién sabe que le pasará a esta idiota por la cabeza cada que quiere mantener engañada a su madre por cumplir expectatuvas. Lo único que sé, es que siento un pequeño impulso, algo inexplicable que me empuja a ayudarla de nuevo. Quizá sea porque no quiero dejarla sola en esto, o quizá porque, a pesar de lo incómodo, hay algo en su mirada que me hace querer decir que sí.
Tomo aire y asiento, aunque una parte de mí sigue dudando de si podré soportar el papel de novia falsa.
—Está bien… te ayudaré —respondo, intentando sonar más confiada de lo que me siento.
Ella me mira con esos ojos entre serios y melancólicos, ¿Cómo es que esta Jihyo es la misma de hace unas semanas? ¿Por qué ahora parece que le producen más nervios esta situación?
Justo en ese momento, Jennie aparece en la puerta.
—Señora Park, ¿me necesitaba? —pregunta, mirando entre ambas.
Jihyo asiente y, sin perder la seriedad, le ordena:
—Necesito que llevas a la Señorita Sana al vestidor, ayúdala a prepararse, tambié necesito que llame a la boutique de Kai y ordene un vestido Prada de inmediado, debe estar acorde a mis pensamientos. ¡Es para hoy, qué esperas!
Jennie asiente y me hace un gesto para que la siga. Aún procesando todo, camino detrás de ella, tratando de concentrarme en lo que se viene. En cuestión de minutos, estaré frente a Susan otra vez, fingiendo ser la novia de Jihyo. No puedo evitar sentir una mezcla de ansiedad y malos presentimientos. Como un mal tipo de mariposas en mi estómago; no puedo evitar sentir un revoltijo de emociones. Fingir ser la novia de Jihyo otra vez me llena de nervios y algo más que no termino de entender.
¿Por qué acepté tan rápido? ¿Por qué me resulta tan difícil decirle que no a Jihyo? La idea de enfrentarme de nuevo a Susan Park, con su intensidad y sus comentarios punzantes, me pone los pelos de punta. Pero entonces recuerdo cómo ella me adora. La última vez, a pesar de toda su dureza, me trató como si fuera la mejor pareja posible para su hija, y me doy cuenta de que puedo manejar esto.
Al fin y al cabo, soy buena actuando y, si Susan quiere a la novia perfecta, puedo darle justo eso. Respiro hondo y decido que voy a cumplir este papel a la perfección, con seguridad y sin vacilaciones.
Ahora seré la perfecta novia falsa.
N/A: Holiii, ¿y este milagro que se les cumplió? ¡ACTUALICÉ DOS VECES EN EL MES, DIOS!
Y eso que anda a tope con la uni, pequeña actualización de mi vida btw, estoy disfrutando la uni, al fin siento que encajo, e incluso socializo más.
Por otro lado, en mi vida personal ando ndiskskskdkskks, si han visto mis anuncios quizá anden preocupados, tranquis yo puedo!!! Es puro brote psicótico, chau.
Y por último, espero que disfruten este capitulo, el anuncio que quería hacer es que: ¡MY CHRISTMAS HATER VUELVE, ASÍ QUE ESPERENLO CON ANSIAS PORQUE YA VIENE NAVIDAD, WUUUU!
Y bueno, como siempre, agradezco su paciencia, sus comentarios y su entusiasmo por Little Lie. El próximo capítulo es la segunda parte de este, este me quedo re largo tmb, ayuda.
Les quiero, ojito no se acostumbren mucho a que actualice rápido JAKDJSLSKALK.
Por cierto, este capítulo está dedicado especialmente a jyc8kies, el escritor favorito de tus escritores favoritos. Está cumpliendo añitos hoy el kbron y se lo merece porque siempre comenta en cada uno de mis fics, por cierto vayan a leerlo, pq es un gran escritor, sobre todo Charlas con la Luna y Strawberry Cake, y mi favorito personal, Mercadito del Amor, ese we le sabe a la comedia. Te amo galleto ♡
En fin, cuidense pendejos, les kiere su milanesa lesbiana con peos emocionales.
Por allí dijeron que el anuncio era que me iba a jiatusear (mentira, qn sabe).
Opiniones, dudas, sugerencias por aquí ♡:
—Milanesa :)
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top